Siempre viviendo en suelo albardonero, por calle España nos encontramos con un personaje lleno de historias que narrar. Una mezcla entre armonía, experiencia y picardía. Ahora San Juan se acercó a la casa de Marisela Zamora, una mujer de 101 años.
La longevidad es una característica que viene de la familia materna de Marisela “Mi abuela se murió a los ciento y pico de años, no sé bien cuantos, pero más de cien. Es que antes no se usaba eso del documento”.

Proveniente de una familia matriarcal de principios del siglo pasado, fue educada en su primer infancia por su madre y abuela. Contradictoriamente a los genes maternos, su madre falleció cuando era muy joven y Marisela era muy pequeña. “Un día se enfermó y no se levantó más. Ella trabaja mucho y antes no se iba al médico. Trabajaba mucho para criar a sus hijos, porque mi mamá era madre soltera”, dice la mujer que ya pasó el siglo de vida. Con la mirada al horizonte, tratando de recordar. “Antes era todo un tema ser madre soltera” y cuando dice eso, se siente en su voz el orgullo por su madre, que poco recuerda, pero sabe que fue valiente.
Su abuela se hizo cargo de ella y sus hermanos. La abuela de Marisela, otra valiente de la época, era matrona. Ayudaba a las mujeres del lugar a parir a sus bebés “yo a veces la acompañaba, habían mujeres que gritaban, otras que lloraban”.
En su adolescencia tuvo un amor, a lo Romeo y Julieta. Las familias de ambos se oponían. “La familia de él no me quería porque yo era pobre, y mi familia no lo quería a él porque era rico, pero igual nos veíamos y nos buscábamos”.
Pero el amor verdadero para Marisela llegaría muchos años después, de la mirada de un vecino de la infancia. Casi como en una comedia romántica, un día se encontraron y no se separan más. El hombre, de apenas unos años más que ella la desposó. “El Zamora era un pícaro, y como bailaba, le encantaba bailar”. Los años de amores desencontrados habían terminado, y una nueva familia iba a iniciar.
Marisela tuvo dos hijas y un hijo. Graciela, que aún vive con Marisela, y Susana que vive en la provincia de Mendoza.
Marisela junto a “Don Zamora”, eran cuidadores de una finca que estaba donde hoy vive. Luego de muchos trámites, idas y vueltas la casa quedó a su nombre, por la sucesión veinteñal. Hoy es propietaria de ese hogar que huele a familia, a semita, sopaipilla y pan casero. Los dulces caseros, las recetas que fueron pasando de generación en generación, con las que conquistó los paladares de más de un vecino. Las fiestas cuando Don Zamora aún vivía “el Zamora buscaba cualquier excusa para brindar, era un pícaro” recuerda risueña.
Firme, de pie, con las manos llenas de historia y el corazón grande. Marisela Zamora contó un pedacito de su historia a Ahora San Juan.

