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Opinión

Malestar, pantallas y odio.

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Elecciones marcadas por una corriente reaccionaria que estimula la violencia represiva y la apatía. Este artículo fue escrito previo a las elecciones del pasado 13 de Agosto.

NOTA DE OPINION – Por Jorge Elbaum en El cohete a la Luna.

Las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de hoy se llevarán a cabo en el marco de un clima enrarecido por dos asesinatos, el malestar provocado por la incertidumbre económica y la crisis de representación política reforzada por las propaladoras del mainstream neoliberal. Los crímenes de Morena Domínguez y Facundo Molares hacen eco de forma brutal al discurso de la derecha logró imponer en vastos sectores de la sociedad. El homicidio de la niña de 11 años puso en evidencia el fracaso de un alardeado modelo de seguridad pública que sobreactúa una mano dura para obtener ventajas proselitistas, sin admitir que la proliferación de la violencia estructural es el resultado de la desigualdad, la fragmentación social, la marginalidad y el intenso deterioro de la cultura del trabajo. El homicidio de Molares expresa, por su parte, la crueldad y la inoperancia de una seguridad pública que vulnera la función preventiva para la que fue instituida.

Ambas situaciones se articulan con un clima de fastidio provocado por el incumplimiento de los compromisos electorales de las dos últimas gestiones presidenciales. Mauricio Macri traicionó sus promesas de reducir la pobreza, asegurar la “lluvia de inversiones” e impedir el retorno del Fondo Monetario Internacional al control y la supervisión de la economía doméstica. Por su parte, Alberto Fernández no respetó sus promesas de privilegiar a los trabajadores por sobre los desembolsos crediticios endosados por su antecesor. Ambos, cada uno a su manera, defraudaron a una parte sustancial de sus electores.

El incremento del ausentismo, los votos nulos y los sufragios en blanco parecen expresar –entre otros motivos– el descreimiento por las rupturas de los contratos electorales. En las 18 elecciones que se llevaron a cabo antes de las PASO se redujo la participación de la ciudadanía, salvo en el caso de Tucumán, donde superó el 80%. Los antecedentes advierten la posibilidad de que en las Primarias se filtren dos tipos de sufragios exasperados: aquel que es tributario del odio visceral contra el kirchnerismo –instituido de forma empecinada y convergente por la confederación mediático-jurídica– y aquel que deviene del malestar por la prevalencia de la pobreza, la desigualdad, la inseguridad y la distancia respecto a las demandas populares, que coarta la esperanza en un futuro mejor.

Las pasiones tristes –al decir de Baruch Spinoza– son las reacciones que inmovilizan o que producen movimientos autodestructivos, respuesta pasiva e individual a una situación de impotencia, de desilusión frente a expectativas incumplidas. Pueden resumir, en una cita electoral, el impulso de una represalia irracional frente a lo que entienden como una abdicación del sistema político y sus instituciones judiciales o de seguridad, como espacios para la solución de los problemas reales y cotidianos. Sin embargo, esta predisposición negativa hacia la política doméstica y este desencanto que no deja espacio para la esperanza se encuentran robustecidos por la convergencia de otros tres factores entrelazados, ligados a aspectos:

  • internacionales, vinculados a la reacción conservadora expresada por la cultura supremacista de Donald Trump, la misoginia de Jair Bolsonaro, la xenofobia de Giorgia Meloni y el falangismo homofóbico y ultramontano de VOX en España;
  • económicos, expresados por la crisis neoliberal que viene demostrando incapacidad para solucionar los problemas estructurales, sobre todo en los países del Sur Global, y que amenaza con una permanente incertidumbre especulativa; y
  • comunicacionales, exhibidos por el pertinaz intento de sustituir las referencias colectivas por una oferta de opciones individuales, fragmentarias e identitarias que configuran a los sufragistas como consumidores de imágenes de candidatos, fraseologías facilistas y discursividades emotivas ajenas a cualquier tipo de argumentación o racionalidad.

Las comunicaciones televisivas, radiales y gráficas corporativas –que incluyen las redes sociales como repetidoras– pujan por reforzar, a través de voceros y algoritmos, las dos anteriores: le brindan la cobertura y la viabilidad cultural necesaria para atizar el descreimiento, invisibilizar toda propuesta alternativa al modelo financiarizado, extractivista y colonizado. Los grandes medios privilegian la forma por sobre el contenido y sacrifican toda historización de las gestiones políticas anteriores a una fraseología furiosa, impresionista, distante de toda confrontación de ideas. Las discusiones se plantean en términos de rivalidades ad-hominem, plagadas de chicanas y agresiones personales que se enmarcan en posiciones dicotómicas. La reificación del conflicto aparente y sobreactuado termina por imponer un registro de falsedad irreconciliable, en el que no hay propuestas sino consignas que apelan a una pura emocionalidad.

Ciudadanos versus clientes

Horacio Rodríguez Larreta y el marketing de pantalla.

La  explicación y el ejemplo con datos fidedignos se sustituyen por la farandulización del reality show; la pantalla ofrece una escena dramatizada,  análoga a un spot publicitario. Al transformarse en espectáculo y entretenimiento –atizado por polémicas sobreactuadas–, la política pierde su riqueza profética de construcción de futuros y se reduce a una competencia de egocentrismos y debates plagados de sofismas. En ese marco, el receptor se consolida como espectador aislado del entramado social del cual forma parte. No es interpelado como trabajador, ni como argentino, ni como integrante de un sindicato, ni como heredero de una tradición nacional y popular. Ni siquiera como protagonista social de un futuro a ser construido en forma colectiva.

La oferta política que la derecha brinda a la sociedad está articulada en esta clave de mercancía de imágenes, peleas altisonantes y eslóganes. De esa manera se banaliza la complejidad de lo político, generando desconcierto y pasividad: las soluciones grandilocuentes ofrecidas por las propaladoras del marketing político, en connivencia con las múltiples pantallas (de celulares, TV y cámaras), terminan imponiendo sujetos expectantes que se dedican a aceptar y/o a refrendar soluciones cautivadoras y mágicas, desentendiendo su lugar de ciudadanos. El obvio y posterior fracaso de esos eslóganes redunda nuevamente en la indiferencia y la apatía.

La mediatización de la política es el mecanismo impuesto por la tecnología audiovisual e informática para definir las formas en que una parte de la sociedad construye sus afinidades políticas por fuera de la interrelación con los colectivos con los que interactúa cotidianamente, sean territoriales, laborales o de clase. La inseguridad y su amplificación contribuyen al asilamiento, a un abandono de los lugares públicos, a un incremental miedo al otro y a un sometimiento a las reglas de la pantalla, la red social y los influencers.

Las PASO volverán a manifestar las tensiones que devienen de esta mediatización: de un lado el individuo receptor, convertido en consumidor de consignas vacías: un cliente de productos políticos, instigado de forma insistente al odio o a la apatía, es decir, al vaciamiento de la democracia. Frente a esa interpelación, también asomará –no sabemos con qué magnitud relativa– el ciudadano que se resiste a estar atrapado por esa lógica. Aquel que insiste en participar de una cosmovisión historizada y que pelea por no resignarse a la uniformización propuesta por las coordenadas del malestar, las pantallas y el odio.


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.

@El Cohete a la Luna

/ Imagen principal: IStockphoto /

Opinión

Jorge Elbaum cuestionó el apoyo de Javier Milei a Israel: “Está involucrándose de forma irresponsable”

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“En vez de ser neutral, está sobreactuando un aspecto ideológico, Milei no entiende lo que son los intereses de nuestro país”, añadió el sociólogo y primer presidente del Llamamiento Argentino Judio.

El Presidente Javier Milei mostró su completo apoyo hacia Israel tras el ataque sufrido desde irán, sin embargo, hay varias cuestiones a tener en cuenta a la hora de llevar a cabo lo que se refiere a un alineamiento bélico. Es por eso que para desarrollar este tema en profundidad, Canal E se comunicó con el sociólogo y primer presidente del Llamamiento Argentino Judio, Jorge Elbaum.

“La justicia argentina, específicamente la sala de la Cámara de Casación, no se expidió sobre la causa del atentado, sino sobre la causa del ocultamiento del mismo, en el cual fue llevado a juicio y condenado el juez de instrucción de la causa Galeano”, comentó Jorge Elbaum. “Esa es la causa en la cual 3 jueces de casación se expidieron”, agregó.

No se llevaron a cabo las testimoniales del caso AMIA

Posteriormente, Elbaum planteó: “Uno de ellos sugirió, por fuera de la causa de su tratamiento, referirse a otra causa, específica del atentado, que no ha habido juicio hasta ahora porque no se llevaron a cabo las testimoniales de los 8 acusados”. Luego, manifestó que, “estamos viendo un alineamiento político estratégico muy irresponsable por parte del Gobierno argentino, ya que cualquier vinculación estratégica bélica tiene que ser decidida por el Congreso”.

El Gobierno argentino hace un alineamiento y una sobrevaloración muy irresponsable, llamando al representante diplomático de Israel a presenciar una reunión de gabinete, en el marco de un alineamiento que Argentina históricamente no posee”, sostuvo el entrevistado. “Argentina, tradicionalmente, busca la paz, ha sido un ejemplo de no alineamiento, salvo en la época de Menem”, complementó.

El desconocimiento de Milei sobre lo establecido en la Constitución

Por otro lado, el sociólogo señaló: “El tema no es si Milei toma la decisión como Presidente de hacer una alianza diplomática, el problema es que está participando de una situación de guerra y no estaría mal en el caso de que fuese una decisión tomada por el Congreso”. A su vez, remarcó que, “lamentablemente, el Presidente desconoce la Constitución y se toma atribuciones que tendrán que ser juzgadas”.

El Presidente no puede establecer los alineamientos que está realizando en términos bélicos, apoyando a aquellos países como Israel y Estados Unidos, que son los que votan en contra de Argentina en los foros internacionales relativos a Malvinas”, expresó Elbaum. “En vez de ser neutral, está involucrándose de forma irresponsable, sobreactuando un aspecto ideológico, Milei no entiende lo que son los intereses de nuestro país”, concluyó.

@Perfil.

/Imagen principal: Archivo/

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Opinión

La misión es responsabilidad de todos. 

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NOTA de OPINION de monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo

Así lo entendieron y vivieron los primeros cristianos.

En la Biblia, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos muestra a quienes abrazaban la fe poniendo todo en común y atendiendo a las necesidades de los más pobres y excluidos. El testimonio de vida acompañaba la predicación, ya que “la multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos (…) Ninguno padecía necesidad”. (Hechos 4, 32)

Y esta práctica no solo era promovida entre las personas de la misma comunidad, sino también entre las de diversas geografías. De este modo, vemos a San Pablo organizando una colecta entre las iglesias ubicadas en ciudades más prósperas para auxiliar a las más pobres de Jerusalén.

Con el tiempo se ha ido perdiendo esa conciencia, junto al abandono de la intensa actividad misionera y la disponibilidad a la entrega generosa de la vida. Una manera más cómoda e inocua de vivir la fe en algunas regiones del mundo, fue reemplazando a la audacia y la confianza en la Providencia de Dios.

A los obispos, sacerdotes, diáconos y otros agentes pastorales nos cuesta hablar con franqueza de las cuestiones económicas. Nos da cierto pudor o vergüenza, pero tampoco damos cabida a los laicos para que lo hagan.

A esto se suma que más de la mitad de las Parroquias de la Arquidiócesis (me animo a decir que del país) no tienen formado el Consejo de Asuntos Económicos, y las que sí lo han convocado, no siempre logran que funcione de modo adecuado.

La falta de Catequesis sobre el Precepto del sostenimiento del culto hace que se instalen algunos mitos. Entre ellos, los más frecuentes son que los sacerdotes reciben su sueldo del Estado o del Vaticano; que las parroquias no tienen los gastos habituales de las familias en energía eléctrica, gas, internet y otros servicios; que los libros de catequesis son gratuitos; que el combustible que utilizan para recorrer las capillas va de regalo; y otras cosas más en las cuales no abundo en razón de la brevedad.

Una de las actitudes evasivas que a veces he escuchado es “que primero pongan otros”. La avaricia de los ricos no puede ser excusa que justifique la falta de compromiso personal.

Es bueno preguntarnos: ¿cómo es mi vínculo con el dinero?

San Pablo nos dice que debemos cuidarnos de la avaricia para no caer en la idolatría del dinero. Es bueno dejarnos interpelar por las enseñanzas en la Palabra de Dios acerca de lo económico. “Dios bendice al que da con alegría.” “Hay más alegría en dar que en recibir.” “Lo tenían todo en común.” “La avaricia es una idolatría.” “No se puede servir a Dios y al dinero.”

Este fin de semana en todas las iglesias de la Argentina estamos realizando esta campaña de conciencia y compromiso con el sostenimiento de la misión evangelizadora que todos tenemos por ser bautizados. Lo llamamos “Domingo del compartir”.

Como dice el mensaje de la Conferencia Episcopal para este año 2024, “es necesario fortalecer la pastoral económica en nuestras comunidades, impulsar la catequesis sobre el sostenimiento económico de la misión de la Iglesia, buscar una gestión eficiente de nuestros recursos y animar la transparencia y rendición de cuentas”.

Te propongo preguntar qué necesidad concreta hay en tu comunidad. 

Sostengamos entre todos lo que es de todos, compartiendo el compromiso por la misión evangelizadora de la Iglesia. 

Durante la semana que comienza estaremos reunidos en Pilar, Provincia de Buenos Aires, todos los obispos de la Argentina. Acompañanos con tu oración para que en las deliberaciones y decisiones nos dejemos mover por el Espíritu Santo.


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.

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Las heridas abiertas de Jesús

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NOTA de OPINION de monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo.

Rezamos en el Salmo 62: “Tengo sed de Ti como tierra reseca, agotada y sin agua”.

Todos tenemos heridas que vamos adquiriendo a lo largo de la vida. Hablo de las del alma, aquellas que se producen por amar y no ser amados. Recuerdo la letra del tango tan expresivo: “de cada amor que tuve tengo heridas/ heridas que no cierran y sangran todavía”. (Julio Sosa, “Tarde”)

En este sentido, me conmueve también el poema de Miguel Hernández que con suma belleza y hondura nos comparte “llegó con tres heridas, la del amor, la de la muerte, la de la vida”.

Acojamos nuestras experiencias.
La herida de la soledad, del abandono.
Herida de la pobreza y el hambre del desamparo.
Heridas de la guerra que mutila, destruye y mata, no sólo los cuerpos; también los sueños, los proyectos…

Heridas en la familia por historias no resueltas, en que el egoísmo, la avaricia por la herencia, la traición, provocan golpes muy hondos y dolorosos.
Heridas en la Iglesia o con la Iglesia. No haber sido recibidos, ni acompañados, ni escuchados. Experiencia de negación de consuelo y aliento. Lo que te cobran en algunos lugares por bautizar un niño.
Heridas en la fe. Le pedí a Dios y no me respondió.
Heridas con los amigos porque juzgan sin escuchar.
La herida de la indiferencia y la no comprensión.

Y seguramente vos podrías sumar unas cuántas heridas más de tu propia vida, y realizar un largo elenco de las llagas que siempre quedaría incompleto. 

Sabernos heridos es algo muy común. Sin embargo, nos cuesta hablar de lo que nos lastima. Solemos conversar acerca de los logros, talvez de algunos fracasos, pero no de las heridas. Pensamos que nos hace vulnerables, débiles ante los demás.

Te comparto una experiencia que he atesorado especialmente en los Santuarios. Allí podemos acercarnos como peregrinos heridos o simplemente como turistas curiosos. Los peregrinos buscan consuelo y, si se puede, respuesta a cuestionamientos existenciales. 

En el Evangelio que proclamamos este fin de semana se presenta Jesús Resucitado ante sus discípulos, pero está ausente el Apóstol Tomás que se negaba a creer en el testimonio de los demás. Les dijo: “Si no veo la marcade los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. (Juan 20, 25) A la semana siguiente Jesús se aparece nuevamente y cumple el deseo de Tomás.

A Jesús lo encontramos vivo en sus llagas, ellas representan distintas formas de sufrimiento y exclusión. Por eso quise iniciar esta reflexión volviendo la mirada a nuestras heridas, para reconocer en ellas al Señor. Lo llamamos Jesús Misericordioso porque Él sabe lo que es sufrir, y se presenta mostrando sus heridas luminosas y su costado abierto por la lanza del soldado.

Miremos nuevamente a Jesús en la cruz. Recordemos sus Palabras.
Aparta de mí este cáliz. 
Uno de ustedes me entregará.
Tengo sed.
Por qué me has abandonado.
Todo se ha cumplido.

Te propongo que hablemos con los amigos más cercanos de las heridas que habitualmente escuchamos, que recibimos, ¿qué actitud tomamos? ¿Damos espacio? ¿Encontramos espacio? ¿Reconozco con humildad que soy indigente? ¿Qué me dice la fe?

Aprendamos, como nos enseña San Pablo, llorar con el que llora y reír con el que ríe. (Rm 12, 15)

Comentando el Evangelio de este domingo, nos dice San Agustín que Jesús “sabía que en el corazón de sus discípulos quedaban heridas, y para sanarlas conservó las cicatrices de su cuerpo”.

Como canta Cristóbal Fones, “al final de la vida llegaremos, con la herida convertida en cicatriz”.

¡Feliz Pascua, nuevamente!


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.

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