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Opinión

La Inmaculada Concepción de la Virgen María

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La Inmaculada Concepción de la Virgen María

Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo

Hay apodos que son ofensivos. Pero otros nos resultan hermosos. En el relato de la Anunciación que se proclama este domingo, el Ángel Gabriel irrumpe de repente en la vida de la joven de Nazareth sin llamarla por su nombre propio, María, sino que la designó “llena de gracia”. Un saludo ciertamente nada común, nunca oído. Pocos días después su prima Isabel le dirá “bendita entre todas las mujeres”.

El 8 de diciembre celebramos la Inmaculada Concepción de la Virgen María, una fiesta profundamente enraizada en el corazón de los creyentes, especialmente en los pueblos y comunidades donde la devoción a María ha modelado la vida espiritual de generaciones. Esta celebración no solo honra a la Madre de Dios, sino que ilumina un horizonte de esperanza y vocación para toda la Iglesia. Al contemplar a María, la Purísima, descubrimos lo que cada uno de nosotros está llamado a ser: “santos e irreprochables en el amor”, como escribe San Pablo (Ef 1, 4). El Padre “nos ha elegido en Cristo antes de la creación del mundo” para ser sus hijos adoptivos.

En ella, en sus entrañas purísimas, acontece el misterio de la encarnación del Hijo de Dios, encuentro definitivo de Dios y la humanidad. Y esto es obra del Espíritu Santo.

El dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado solemnemente por el Papa Pío IX en 1854, afirma que María, desde el primer instante de su concepción, fue preservada inmune de toda mancha de pecado original por los méritos anticipados de Jesucristo. Este privilegio único no solo subraya la pureza singular de la Madre del Salvador, sino que también resalta su total consagración al plan de Dios.

Esta verdad mariana no es solo un título para ella, sino también un espejo de lo que la Iglesia está llamada a ser: sin mancha ni arruga, llena de la presencia de Dios, comprometida en su misión redentora.

Lo que se dice de María se dice también de la Iglesia y, por ende, de cada uno de nosotros. Ella es el modelo perfecto de lo que deseamos alcanzar. En María contemplamos nuestra vocación: ser plenamente hijos de Dios, viviendo en gracia y comunión con Él. Su «SÍ» total y generoso al plan divino nos inspira a renovar nuestra propia disponibilidad.

Reconocemos que la gracia de Dios es capaz de transformar nuestras vidas, de sanar nuestras heridas y de hacernos partícipes de la victoria sobre el pecado.

En muchos lugares, el 8 de diciembre está profundamente vinculado a la celebración de la Primera Comunión. Este día marca el inicio de una amistad especial con Jesús en el corazón de niños y niñas, sellando en sus almas el amor y la pureza que encontramos en María. Es una fecha que une generaciones, evocando recuerdos entrañables de familias que se preparan con fe y alegría para este encuentro con el Señor.

Celebrar la Inmaculada Concepción de María nos recuerda que nuestra misión como Iglesia es ser signo de esperanza en medio de un mundo herido. Su vida nos impulsa a buscar la santidad en las pequeñas cosas, a ser puentes de reconciliación y agentes de paz.

En este tiempo de Adviento, contemplar a María nos ayuda a preparar nuestro corazón para recibir a Cristo. En el libro del Génesis se profetiza acerca de la enemistad entre la mujer y la serpiente. La victoria no se consigue sin lucha y entrega. Ella, como la nueva Eva, nos señala el camino hacia la vida en plenitud, recordándonos que la victoria sobre el mal ya ha sido ganada en Cristo y que estamos llamados a vivir en esa certeza.

Que la Inmaculada Concepción inspire en nosotros el deseo de caminar siempre en la luz de Dios, con un corazón dispuesto a amar, servir y transformar el mundo a su imagen. Encendemos la segunda vela en la corona de Adviento.

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Día Mundial de la Lucha contra la Depresión: la mirada de un psiquiatra sanjuanino

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Día Mundial de la Lucha contra la Depresión: la mirada de un psiquiatra sanjuanino

El psiquiatra Luis Martín, habló sobre el impacto de la depresión en todas las edades y destacó los recursos disponibles en San Juan para su tratamiento.

En el marco del Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, el psiquiatra Luis Martín habló este lunes en el programa Buen Día, Día la importancia de visibilizar esta enfermedad y las herramientas disponibles para su tratamiento en San Juan. 

Según Martín, la depresión no solo afecta a adolescentes, sino también a niños y personas mayores, y en los casos más graves puede llevar al suicidio. “Un 10% de las personas que padecen depresión terminan quitándose la vida”, alertó el especialista.

El profesional también destacó que, además de la depresión como enfermedad, existen personalidades con tendencia depresiva, al igual que hay quienes poseen personalidades más alegres. Asimismo, explicó las diferencias entre neurosis y psicosis, remarcando que “en la neurosis, las personas son conscientes de que algo no está bien y buscan ayuda médica. En la psicosis, en cambio, la presencia de delirios impide que los pacientes reconozcan su estado y, por ende, no buscan asistencia”.

Por otro lado, advirtió que el acceso a la información mediante internet, puede ser un arma de doble filo. “La computadora y Google nos traen mucha información útil, pero también pueden generar exclusión de la vida real”, aseguró.

Centros de salud pública 

En cuanto a los recursos disponibles en San Juan, el psiquiatra subrayó la importancia de conocer la red de salud mental de la provincia. “En los tres grandes hospitales –Guillermo Rawson, Julieta Lanteri y Marcial Quiroga– hay psicólogos y psiquiatras disponibles para atender cualquier episodio relacionado con la salud mental”, aseguró. Además, recomendó que los sanjuaninos se informen sobre la disponibilidad de guardias en los Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS) de sus respectivos departamentos para emergencias.

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San JuanOpinión

Entre todas, elegir una

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Entre todas, elegir una

Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo

Mirar el cielo estrellado en una noche despejada es una maravilla. Y si nos encontramos fuera de la contaminación lumínica de la ciudad, es mucho más nítido el paisaje admirable.

¿Cómo elegir la más bella sin hacer injusticia a las otras? ¿Cómo decir cuál brilla con mayor fuerza? Entre todas, elegir una y seguirla no ha sido tarea fácil. En esta noche del 5 de enero hacemos memoria de tres hombres que se pusieron en camino siguiendo una estrella que los guiaba al Rey salvador del mundo. Largas distancias debieron recorrer. Salieron de la comodidad de lo conocido, se desinstalaron. Fueron dóciles a la intuición de buscar en lo inédito algo nuevo.

Eran hombres sabios que supieron observar los astros y en ellos leer el misterio de algo que Dios estaba obrando en la historia humana. No eran aventureros tras experiencias esotéricas o enigmáticas.

Un elemento no menor es que no contaban con un mapa a la hora de partir. ¿Cómo explicar a sus familiares y amigos? ¿Qué decir acerca del lugar al cual se dirigen? ¿Cuánto tiempo les llevaría el viaje? Pura disponibilidad y confianza. El Otro me guía, sostiene en el camino. Son Peregrinos de Esperanza.

Sin embargo, no todo era incertidumbre. Sabían que buscaban al rey de los judíos que acababa de nacer, “porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido para adorarlo”. El recorrido tenía una meta (el niño rey) y una acción a realizar (adorarlo). No bastaba satisfacer una curiosidad, sino alcanzar una finalidad bien concreta.

Y llegaron al encuentro con Jesús. “La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño.” El signo que hallaron no fue grandilocuente, “encontraron al niño con María, su madre”.

Ante lo pequeño y frágil que tienen delante no se desalientan. No se enroscan pensando en que es poca manifestación para tanto andar, ni se reprochan por la cantidad de noches de intemperie o penurias del camino. Alcanzaron lo buscado, “y postrándose le rindieron homenaje”.

En la Navidad celebramos que Jesús nació en Belén, en cumplimiento de las promesas de Dios a su pueblo Israel, manifestadas por los profetas. En esta escena evangélica vemos que la revelación de Dios en Jesús alcanza a todas las culturas.

Pensemos si estamos disponibles para buscar señales de Dios que nos invitan a ponernos en camino.

Desde hace décadas los Papas dedican el primer día de enero a hacer un llamamiento a la Paz dirigido a los líderes políticos del mundo, y a toda la humanidad. En el Mensaje para esta Jornada Francisco nos hace un llamado que vos y yo podemos acoger: “el desarme del corazón es un gesto que involucra a todos, a los primeros y a los últimos, a los pequeños y a los grandes, a los ricos y a los pobres” (Mensaje, n 14). Tenemos al alcance de la mano realizar gestos concretos de cercanía y consuelo con quienes sufren, una caricia, una sonrisa, una mano en el hombro”. “En efecto, la paz no se alcanza sólo con el final de la guerra, sino con el inicio de un mundo nuevo, un mundo en el que nos descubrimos diferentes, más unidos y más hermanos de lo que habíamos imaginado” (Mensaje, 14).

Escribe también el Papa, “dirijo mi más sincero deseo de paz a toda mujer y hombre, en particular a quien se siente postrado por su propia condición existencial, condenado por sus propios errores, aplastado por el juicio de los otros, y ya no logra divisar ninguna perspectiva para su propia vida. A todos ustedes, esperanza y paz, porque este es un Año de gracia que proviene del Corazón del Redentor”. (Mensaje, 1)

Que en este año del Jubileo logremos generar gestos de paz.

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Opinión

El derrumbe europeo

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El derrumbe europeo

Por Jorge Elbaum

Europa Occidental se resiste a admitir la derrota militar de la OTAN en Ucrania, al tiempo que vacila sobre su lugar en el nuevo orden global que tiene a la Federación rusa como un actor central junto a China y los BRICS+. Los cambios se están sucediendo con una velocidad que la institucionalidad tradicional de los países colonizadores no logra procesar con sensatez y cordura. Las desdeñadas hordas eslavas, desvalorizadas luego de la caída de la Unión Soviética a fines del Siglo XX, han resurgido de sus cenizas generando un movimiento tectónico de índole geopolítico que está transfigurando a Occidente.

Bruselas se encuentra en la actualidad en pleno proceso de construir un relato llevadero y tolerable para tamaño fracaso. Intentaron cercar a la Federación Rusa para debilitarla, condicionar su desarrollo económico y vulnerar su soberanía. Para lograrlo apelaron a la combinación de la amenaza militar otantista –cada vez más próxima a Moscú– con el soft power consistente en la manipulación de Organismos No Gubernamentales, Think Thanks, centros académicos y redes sociales para impulsar las denominadas revoluciones de colores.

La Unión Europea exhibe las consecuencias del seguidismo a la política globalista de los demócratas estadounidenses, mientras se debate si darle continuidad a la nueva cruzada trumpista contra China, regresar al planteamiento propuesto por Charles De Gaulle de una autonomía estratégica o abrirse a la multipolaridad promovida por los BRICS+ y el Sur Global. Estas tres opciones se discuten con discreción y sigilo en los recónditos recintos de Bruselas mientras dos de sus economías más importantes, Alemania y Francia, intentan procesar sus crisis políticas, generadas por la mutación global.

La última vez que sucumbió un gobierno galo como producto de una moción de censura fue en 1962, hace más de seis décadas. El deterioro de la coalición de gobierno tripartita germana, compuesta por los socialdemócratas, los liberales y los verdes, se desmoronó como producto de la recesión, la inflación, la crisis productiva, la recepción de refugiados ucranianos y la apuesta a una derrota rusa. Paris y Berlín apoyaron a Volodimir Zelensky y hundieron sus respectivas economías sustituyendo la energía barata provista por Moscú por el gas natural licuado, más costoso, despachado por Washington.

El declive de la Unión Europea se inició con el establecimiento de las políticas neoliberales, que estuvieron orientadas desde un inicio a beneficiar a los grupos concentrados mediante la promoción de la austeridad fiscal –reduciendo los aportes tributarios de los sectores más pudientes–, la desregulación financiera y la flexibilización laboral. Esas medidas fueron acompañadas con la absorción de fuerza de trabajo migrante, que motorizó el reducción salarial, situación que provocó la pauperización general de los trabajadores.

Para finales de 2022, casi 10 millones de ciudadanos que no pertenecen a los 27 países de la UE trabajaron dentro de sus fronteras. Ese número supone 5 por ciento de su fuerza laboral total, contribución que les permite enfrentar el desafíos del envejecimiento de su población, las bajas de las tasas de natalidad y los desbalances en los aportes jubilatorios. Estos guarismos, sin embargo, no logran invisibilizar la proverbial raigambre colonial europea. Los millones de ucranianos blancos fugados de la guerra son considerados mayormente refugiados y cuentan con derechos de asilo. Por su parte, los fugitivos del hambre y de la depredación ambiental, y de disputas tribales promovidas por las corporaciones extractivistas son considerados migrantes ilegales.

El modelo propiciado por los centros financieros y las trasnacionales sufrió un fuerte cimbronazo con la crisis de 2008, sin que las elites europeas tomaran verdadera noción de la decadencia que dicha inestabilidad preanunciaba. Para completar la debacle, los burócratas de Bruselas se embarcaron en una guerra que deriva gran parte de sus recursos hacia la industria armamentista del Complejo Militar Industrial estadounidense.

El llamado euroescepticismo (la desconfianza a la integración europea) y el denominado malestar democrático (que no ofrece un horizonte de oportunidades para las mayorías sociales) pretende encontrar en los nacionalismos xenófobos una coartada. Se resiste a asumir la necesidad de un nuevo orden global basado en la cooperación y la superación de las lógicas neocoloniales, injerencistas y extractivistas. La guerra comercial en ciernes –de la que Occidente pretende sacar nuevas ventajas– aparece como un nuevo manotazo de ahogado para evitar la negociación horizontal con el Sur Global. Quizás Jürgen Habermas haya estado en lo correcto al sugerir que “El desarrollo de la conciencia europea es más lento que el avance de la realidad concreta.”

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