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Cultura Cosas Nuestras

“Vallecito de Huaco donde nací”: Un día como hoy nació el sanjuanino Buenaventura Luna.

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Hace 118 años nació el máximo exponente folclórico de la provincia, cuya obra se conoce a nivel mundial. Su nombre verdadero era Eusebio Dojorti.

“Vallecito de Huaco donde nací. Sombra del fuerte abuelo que ya se fue. A tu molino viejo quiero volver. Hoy que de amarga vida probé la hiel”, primeros versos de Vallecito, una de las obras más populares del poeta jachallero.

Un 19 de enero de 1906 nació en San Juan Buenaventura Luna, nombre artístico de Eusebio de Jesús Dojorti. Llegó al mundo en la localidad de Huaco, departamento Jáchal y falleció en 29 de julio de 1955.

Dojorti fue un político, periodista, músico, compositor, poeta, libretista y conductor de radio de gran influencia en la música folklórica de Argentina.

En la década de 1930 dirigió varios grupos musicales folklóricos, entre ellos La Tropilla de Huachi Pampa, uno de los primeros en tener éxito masivo, integrado entre otros por Antonio Tormo y Diego Manuel Canales.

A fines de la década de 1930 condujo El fogón de los arrieros, el primer programa radial de música folklórica de alcance nacional. Entre sus canciones más conocidas se encuentran “Zamba de la toldería” (con Oscar Valles y Fernando Portal) y “Vallecito”. Su obra cumbre fue Sentencias del Tata Viejo.

Su padre, Ricardo Dojorti, fue el primer intendente de Jáchal, y un permanente luchador para que el ferrocarril llegase a esa localidad del norte sanjuanino.

El apellido original de los Dojorti era Daugherty, proveniente de un prisionero durante las invasiones inglesas (1806).

Realizó sus estudios en la escuela primaria N.º 26 de Huaco y luego se muda a San José de Jáchal para concluir los estudios secundarios en la escuela Normal Fray Justo Santa María de Oro.

Empezó a escribir muy joven adoptando el seudónimo de Buenaventura Luna, un hombre que trabajaba en los campos que su familia tenía en Huaco y que pasaba largas horas relatándole hechos de la vida del pueblo.

Político aguerrido

La vida política de Buenaventura Luna fue tan intensa como la artística. Comenzó a militar en política en la Unión Cívica Radical Bloquista, liderada por los hermanos Cantoni, una de las expresiones políticas que impulsaban las conquistas sociales más avanzadas de la época.

Pero cuando Federico Cantoni reafirma su lazo con los conservadores para combatir al yrigoyenismo, Dojorti plantea que es necesaria una reorganización partidaria. Como esto no ocurre, Eusebio se propone combatir al cantonismo desde el periódico La Montaña.

Debido a la posición crítica hacia el gobierno provincial, Cantoni mandó cerrar el diario y encarcelar al jachallero y sus principales editores en mayo de 1932. Fueron enviados a la cárcel cordillerana de Tamberías (Calingasta), y allí permanecieron engrillados, poco alimentados y mal abrigados durante 77 días.

En agosto de ese mismo año, lograron fugarse gracias a los oficios del soldado Rodolfo Flores, quien había sido mozo de cuadra en la finca de su padre: luego de andar perseguidos por los caminos de montaña lograron llegar a la finca del Yaguaraz, en tierras mendocinas.

Regresó a San Juan en 1933 y allí fundó la “Unión Regional Intransigente”, una federación de partidos regionales que buscaba potenciar el federalismo y para el cual escribió un muy interesante Manifiesto inaugural. Cuando fracasó su intento de alcanzar un escaño como diputado por la “Unión Regional Intransigente”, Dojorti abandonó la militancia política para dedicarse a la música y al periodismo. Luego de que Juan D. Perón fuera elegido Presidente de la Nación en 1946, se afilió al Partido Peronista.

Músico y poeta, así lo conocería el mundo

Hacia 1935 había organizado un programa en radio Graffígna, hoy radio Colón, llamado Zafarrancho Vocal, donde difundía poesías y las interpretaciones del dúo compuesto por Antonio Tormo y Diego Canales.​

En ésta etapa de su existencia, Dojorti compuso gran cantidad de canciones folklóricas y dirigió varios grupos musicales folklóricos, entre ellos La Tropilla de Huachi Pampa, uno de los primeros en tener éxito masivo, integrado entre otros por Tormo y Canales.

A fines de la década de 1930 condujo El Fogón de los Arrieros, en Radio El Mundo de Buenos Aires, el primer programa radial de música folklórica de alcance nacional.

En 1949 concibió el proyecto de realizar una “antología bárbara” musical que rescatara y difundiera “el canto perdido en las tradiciones argentinas”.

Buenaventura Luna concretó su proyecto en un programa de radio llamado El Canto Perdido, que fue transmitido en 1949 por Radio Belgrano e interpretado por el grupo Los Manseros de Tulum, que organizara para ello.

Su obra

Entre las canciones de su autoría se encuentra Vallecito, Este camino que va (con Atahualpa Yupanqui), Zamba de las tolderías (con Oscar Valles y Fernando Portal), De pago en pago (con Antonio Tormo y Diego Canale), El carrerito (con Fernando Portal), Copla de ausencia (con Eduardo Falú), Quiero volver, Canto final, La última carreta, Romance de los caballos, entre otras.

Además, Sentencias del Tata Viejo, está considerada como su obra cumbre, una serie de poemas musicalizados y llevados al disco en 1975 por Los Cantores de Quilla Huasi.

Su fallecimiento

Dojorti falleció el 29 de julio de 1955 a los 49 años a causa de un cáncer de laringe, que le había hecho prácticamente perder la voz.

Su cuerpo fue cubierto con su poncho y ubicado inicialmente en el panteón de SADAIC del cementerio de La Chacarita, en Buenos Aires. En su entierro, el dúo Alfonso y Zabala tocaron una tonada.

En 1956 se cumplió su deseo de ser enterrado al pie de un algarrobo en su pueblo, Huaco, donde se encuentra su tumba.​

Todos los 29 de julio, los estudiantes del pueblo realizan una guardia y los cantores llegan hasta el lugar para cantar y bailar al pie de su tumba.

Otros datos

El apellido “Dojorti”, proviene de John Dougherty, un soldado irlandés reclutado forzosamente para integrar las tropas británicas que invadieron el Virreinato del Río de la Plata en la Primera Invasión Inglesa de 1806.

Luego de vencido, fue enviado como prisioneros a San Juan con otros soldados invasores, hasta que se los autorizó a regresar a Gran Bretaña.

John Dougherty rechazó la posibilidad debido a su condición de reclutado forzoso, y decidió radicarse en Tucumán. Su hijo, Eusebio Dojorti Cabot, se instaló en Huaco, dando origen a la familia en la que nació Buenaventura Luna.​

@Sisj

Cultura Espectáculos

La Beriso llega al Teatro Sarmiento.

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La banda que no para de crecer y cosechar fans llega a San Juan con un gran espectaculo. La Beriso se presentará el 21 de junio en el Teatro Sarmiento. Las entradas anticipadas ya están disponibles.

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Cultura Tendencias

¿De dónde surge el moda de los patitos en la cabeza?

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Estos patitos, disponibles en plástico y peluche, algunos personalizados con gafas de sol o pañuelos y luces, se han convertido en un accesorio de moda en sí mismos, enganchados a la cabeza mediante un resorte y un ganchito que les permite balancearse de manera divertida. 

Este estilo, que se hizo popular en las redes sociales, trascendió las fronteras de las pantallas y parece instalarse en la vida cotidiana. Ya no resulta llamativo ver a gente caminar con patitos en la cabeza, particularmente en zonas porteñas como el Barrio Chino y en Belgrano, e incluso en los alrededores de la Feria del Libro. 

El origen de estos patitos es incierto, pero las teorías sugieren que su popularidad puede estar vinculada a influencias culturales de Japón, especialmente del animé, donde los personajes a menudo llevan objetos adorables en la cabeza.

También, hay quienes creen que estos juguetes, conocidos también como patitos kawaii, tienen su origen en el ambiente artístico de Países Bajos. En tanto, otros sostienen que su uso, más allá de la procedencia, trae buena suerte y alegría. 

El primer antecedente de esta moda se registró en 2023, en Perú: empezaron a verse en eventos gastronómicos y en ferias, donde los comerciantes los ofrecían por doquier. En la actualidad, también se pueden ver en distintas ciudades de México.

Esta dinámica no se limita a una simple hebilla en la cabeza: hay quienes optan por llevar los patitos en el hombro o en la solapa de la ropa. Estos accesorios se han convertido en una forma de expresar optimismo y alegría. Es que, a cada paso, los patitos balanceándose arrancan sonrisas y comentarios, convirtiéndose en un elemento disruptivo y alegre en la vestimenta diaria.

Aunque pueda parecer una moda trivial o pasajera, lo cierto es que los patitos amarillos son una muestra de cómo una idea puede propagarse rápidamente y adaptarse a diferentes contextos culturales.

@Página12

/Fuente de imagen: Página 12

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Cultura Cosas Nuestras

La dominación inca en la leyenda de El Salado

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Aún existen en San Juan muchas leyendas y mitos que no han sido divulgados, este es el caso de la leyenda de El Salado a la que Destino San Juan pudo acceder gracias a la generosidad de Oscar Gómez, un albardonero dedicado al rescate de la historia de Albardón.

Esta historia fue replicada de un antiguo libro y ahora forma parte de una obra que prepara Gómez con decenas de historias de Albardón que espera ser publicada pronto.

La leyenda relata que sobre la falda Este del cerro Villicum surgía una prodigiosa vertiente de agua dulce en el siglo XVI, en derredor de esta se habían asentado una tribu de huarpes.

Allí pasaban los días el cacique Alunic y su tribu, unos cuantos nativos se dedicaban a cultivar la tierra, maíz, zapallo, papa y melón. Vestían ushutas (ojotas) de cuero de guanaco, camisetas de lana de vicuña, domesticaban la llama, y hacían cacharros de arcilla, además de tejer canastos de mimbre con fibras vegetales.

Alunic había convertido el lugar en un vergel donde su tribu vivía feliz ya que estaban muy organizados para producir su comida, vestimenta y utensilios. Sus casas eran pircas de piedra y habían trazado acequias que tomando el agua de la prodigiosa vertiente regaba sus cultivos y también servía para beber y preparar la comida, sobre todo las bebidas como la añapa de algarroba y el pan de patay.

Los días transcurrían en una paciente rutina, que era interrumpida, de cuando en cuando, por el llanto de algún nacimiento o por la llegada de los cazadores con algún guanaco o avestruz para alimentar a la tribu.

El lugar, convertido en un oasis de colores armoniosos en primavera y verano, no hacían más que ofrecer al huarpe un hogar de características únicas: tenían agua, tierra fértil, muy cerca de allí la arcilla para su alfarería.

Mal presagio

Sin embargo, una nube negra se acercaba. El brujo de la tribu venía anunciando que algo raro iba a suceder.

Una mañana calurosa del verano estaba la hija del cacique Alunic, la bella Acashlla tejiendo con varillas de chilca recién cortadas un gran canasto de mimbre junto a su enamorado, llamado Tereka, que el día anterior había llegado de cazar.

Muy temprano había recogido leña para poder cocinar los cacharros de arcilla que hacía varios días estaba preparando, porque tenía serias intenciones de casarse con Acashlla, trato que había hecho con su padre Alunic como manda la tradición huarpe.

Mientras Tereka le daba los últimos retoques a su alfarería colocándoles guardas y dibujando la figura del último guanaco que cazó por el camino del norte, sobre el medio día con un sol abrazador, vieron llegar cuatro visitantes desconocidos.

Toda la tribu se puso alerta, si bien eran pacíficos, siempre estaban dispuestos a pelear por lo suyo, y se reunieron en la puerta de la casa del cacique Alunic.

Llegaron los extraños, eran altos, venían vestidos con camisetas con guardas de colores, gorros con figuras que adornaban con círculos de oro y bronce, pantalones a media canilla y oyutas. También estaban adornados con collares de huesos y piedras pulidas.

Eran de algún lugar que los huarpes no reconocían. Se acercaron en son de paz y pidieron hablar con el cacique Alunic. De pronto dijeron:

– Somos de un pueblo lejano, se presentaron señalándose con el dedo, Huáscar Tichi, Tupac Chinuk, Auca Chanca y Paka Inca. Venimos con la misión de mejorar la raza, hemos caminado muchas lunas hasta llegar aquí.

– ¿Qué significa eso? preguntó Alunic.

– Mañana, a la salida del sol, deberemos llevar a las mujeres jóvenes a un manantial cercano, sin presencia de hombres, los que se revelen deberán morir, en sacrificio a los dioses, y cargarán con la maldición del dios supremo Apu Kon Viracocha, dijo Paka Inca.

Los visitantes eran integrantes del gran Imperio Inca y Paka Inca era un sacerdote que bendecía a las mujeres para que al procrear tuvieran mejor descendencia, tal era la misión de los incas.

Pacíficos pero…

No les pareció una buena idea a los huarpes esa de entregar a sus mujeres, por eso pergeñaron un plan.

Al amanecer, los incas organizaron a las mujeres en grupos de tres, entre ellas estaba la bella Acashlla.

Las guiaron hasta la boca de la vertiente, en lo alto de una loma, las colocaron frente al agua en una barranca de espaldas al sol. Comenzó la ceremonia y el sacerdote Paka Inca extendió los brazos colocándose delante de las mujeres, también de espadas al sol, y dijo su oración:

-Óyeme desde el mar de arriba, a que permaneces, desde el mar de abajo, donde estás, creador del mundo. Alfarero del hombre, señor de los señores, a ti con mis ojos que desesperan por verte, pues viéndote yo, tú me veras y me reconocerás, el sol, la luna, el día, la noche, el verano, el invierno, no en vano caminan ordenados y por todas partes te llevan consigo.

En tu cetro de rey óyeme, escúchame, en mi cansancio y en la muerte, para que puedas bendecir a la mujer para generar mejores hombres.

Mientras esto ocurría los huarpes que estaban abajo de la barranca escondidos y con grandes piedras en la mano, a un solo grito atacaron a los visitantes, matándolos y arrojándolos al pozo de la vertiente de aguas dulces y cristalinas.

Se llevaron sus mujeres hasta la aldea y festejaron su victoria sobre los invasores.

Días después, comenzaron a notar que el agua de la vertiente cambiaba de gusto, se puso más salada, como la sangre derramada.

El agua comenzó a hacer estragos en el organismo de la tribu, pocos días más comenzó a salitral la tierra y por ultimo secó los cultivos.

En definitiva, la maldición del dios de los incas, Viracocha, se hizo realidad y en poco tiempo la tribu huarpe tuvo que abandonar el lugar.

Han pasado más de cuatro siglos y ese lugar que otrora fuera un vergel con agua dulce pura y cristalina, se convirtió en lo que es hoy en día, un lugar árido, de lomas peladas y paisaje gris con agua salada, pero que mantiene la claridad y la frescura de entonces. 

Sin embargo, las aguas saladas son curativas, como una indulgencia de la maldición de Viracocha.

El lugar quedó marcado para siempre como El Salado.

@DestinoSanJuan // Viviana Pastor.

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