“Hay personas que van a morir en prisión, yo creo que podrían usar un poco de su vida para ayudar a algunas personas probando medicinas y vacunas, probando todo para ver si funciona” dijo Xuxa y la polémica estalló en el mundo científico.
La ciencia tiene un pasado oscuro con la experimentación en humanos sin su consentimiento. La investigación del accionar sobre prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial es un claro ejemplo de las atrocidades cometidas en nombre de la ciencia. “La infección intencional con patógenos, incluyendo el carbunaco, clamidia, cólera, muermo, hantavirus, paludismo o malaria, fiebre paratifoidea, plaga, tétanos, tuberculosis, tifus, y fiebre tifoidea” advierte el libro Human Challenge Studies in Endemic Settings, al numerar algunos de los experimentos en humanos realizados en campos de concentración.
De las atrocidades históricas se aprende, el mundo académico sobre todo. En 1947 se creó el Código de Nuremberg que revolucionó, tras la violación de derechos humanos básicos que se realizó durante la experimentación con grupos vulnerables en Alemania Nazi.
Del Código de Nuremberg surgió el principio de dignidad por el cual ninguna persona puede ser usada como medio para ningún tipo de experimento que ponga en riesgo su integridad.
“La revolución de los derechos humanos y la ética de la investigación postularon el principio de supremacía del ser humano. Este principio da cuenta de que ni el interés de la ciencia ni de la sociedad puede estar por encima de la dignidad humana. No se puede usar a una persona para ningún fin, ni siquiera para ensayos clínicos sin su consentimiento”, dijo Ignacio Maglio de la Fundación Huésped y miembro del Consejo Directivo de la RedBioética de la UNESCO.
En EEUU, durante 1944 y 1946 se realizaron investigaciones sobre paludismo o malaria utilizando a prisioneros de la Penitenciaría de Stateville, en el Estado de Illinois. A mediados de 1970 los EEUU prohibieron las investigaciones en prisioneros para evitar abusos.
Lamentablemente, el caos y desesperación provocado por el Covid-19 no sólo hizo que la cantante brasilera tuviera esos comentarios controversiales, sino ya hay algunos académicos que han reflotado la posibilidad de incluir a prisioneros en los ensayos clínicos relacionados con el coronavirus. Habrá que releer el Código Nuremberg.