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Sociedad Relatos de Vida

Veteranos de Malvinas sanjuaninos, el presente en la historia: “Nosotros estuvimos ahí y sabemos la verdad. Hoy nadie nos puede callar”.

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Ahora San Juan tuvo el honor de conocer a dos sanjuaninos que fueron parte de la historia nacional, que marca la identidad de argentinos/as: dos veteranos de la Guerra de Malvinas. Han pasado 40 años de aquel 2 de abril de 1982, “parecen muchisimos años, pero en verdad no son tantos si pensás que hoy los veteranos tienen un promedio de 60 años. Tenemos la oportunidad de saber qué pasó con los mismos protagonistas, nosotros estuvimos ahí y sabemos la verdad. Hoy nadie nos puede callar”.

Dos historias en un mismo contexto: la Guerra de Malvinas, pero vivida desde distintas posiciones, con emociones que los unen, palabras en común, que se repiten en ambos, aunque fueron entrevestidas por separado. Ambos sienten el compromiso de contar, de “malvinizar”, ambos tienen el mismo sentimiento para con la acción de la guerra bélica, “no porque a uno lo hayan preparado para la guerra es lo que quiere”. El orgullo de ser veteranos, de haber defendido la patria.

Aldo Antes, veterano de 62 años. “Lo que era una expedición se transformó en una guerra”.

“Yo no soy veterano de guerra porque fui a Las Malvinas, yo soy veterano de Guerra por los vuelos que cumplí en el Teatro de Operaciones”.

Pertenecía las Fuerzas Aéreas, “una carrera que yo había decido hacer”. Con 22 años recibió la orden de prepararse, “ ‘Hay un Hércules C130 en la plataforma a las 6 de la mañana tienen que estar todos listos con todo su equipo de combate y elementos personales para abordar el avión”, nos dijeron. Yo estaba también listo con todo bien preparado y el jefe de Base me dijo ‘usted se queda’, para mi eso fue una tremenda frustración. Ya sabíamos que había operaciones militares en Malvinas”.

“Yo estaba destinado como instructor del escuadrón de tropas”, dijo sobre su rol dentro de la Fuerza, “daba instrucción militar a soldados conscriptos, con la ley vigente en esos años. Por otro lado era piloto y estaba adscrito, es decir que volaba en las aeronaves que me habían habilitado”.

A las familias de los veteranos, que por aquel entonces eran muy jóvenes, la información no les llegaba de modo rápido. Madres, padres, hermanos, novias, pasaban horas esperando un llamado telefónico que les dijera cómo estaban sus seres queridos.

“Por aquel entonces las comunicaciones eran muy difíciles, por línea fija, muchas veces por radio. Para que yo me comunicara con mi familia desde Comodoro Rivadavia, se podía producir una vez al mes y se tenía que pedir con anticipación, primero la operadora se tenía que poner en contacto estableciendo muchas conexiones intermedias para comunicarse con San Juan. Aparte, todavía mi madre no tenía teléfono fijo, así que no era nada sencillo, tenía que avisarle qué día y qué hora íbamos a comunicarnos. Normalmente por la tarde, a última hora, para que no interfiriera con las actividades”, explica Aldo.

“Aproximadamente el 10 de marzo nos ordenaron prepararnos física y nuestro equipamiento para hacer un asalto aéreo. Así empezamos a dilucidar que íbamos a hacer algún tipo de operación Las Malvinas, porque esta orden era muy rara“, recuerda sobre lo vivido de modo previo.

Aldo, “El Negro” o “Yunquee”, como era llamado por aquel entonces, no fue a territorio malvinense, hizo vuelos sobre el mar, pero desde el Teatro de Mando ubicado en suelo continental estaba atento a todo lo que sucedía, a sus soldadados que estaban en combate en territorio.

Su grupo de soldados “llegó el 2 de abril por la mañana a Las Malvinas, estuvo hasta el 14 de junio. Muchos de ellos volvieron mucho tiempo después, sobre todo oficiales y suboficiales, porque quedaron como prisioneros de guerra. Yo me quedé en Comodoro Rivadavia, cuidando los pocos soldados que habían quedado en el escuadrón pero también cumpliendo misiones de vuelo. Yo no soy veterano de guerra porque fui a Las Malvinas, yo soy veterano de Guerra porque los vuelos que cumplí en el Teatro de Operaciones”.

En el continente nada era tranquilo, quienes habían quedado no tenían descanso, el sentimiento de compañerismo estaba más fuerte que nunca. “Desde el 2 de abril al 1 de mayo tuvimos casi un mes de preparación, nos prepararemos en tierra por si teníamos que ir”, comenta sobre las tareas en Comodoro.

“En el continente éramos muchos los que queríamos ir al combate terrestre, que es lo que se estaba desarrollando y donde justamente se produjo la derrota. No podemos hablar de una derrota naval y aérea, en eso hay muchas discusiones: la derrota fue terrestre. La Fuerza Aérea siempre dijo que nunca se rindió, solo cesó el combate, hasta el día de hoy la Fuerza Aérea nunca presentó una expresión de rendición”, agrega.

El sentimiento enaltecido de la población por aquel entonces era de triunfalismo debido a la propaganda de guerra. “Las noticias llegaban distorsionadas, no había información propia, llegaban por medio de otros medios de comunicación, algunos uruguayos, quienes tenían la posibilidad de escuchar otras radios. En Argentina todo era triunfalismo, todo el mundo estaba eufórico, con las banderas que habían recuperado parte de nuestro territorio. Hasta el 1° de mayo que se produce los primeros ataques, específicamente bombardeos que se producen sobre Las Malvinas, y cambia radicalmente la postura de que era solamente un ‘enfrentamiento de guapos’ y termina convirtiéndose en una guerra. Hay un cambio muy radical, lo que era una expedición se transformó en una guerra. Estábamos con poca información y mucha adrenalina encima”, detalla sobre el sentir nacional de 1982.

“La propaganda de guerra existe desde que existe la guerra, esto no es criticable, todos los que entran en un conflicto bélico lo aplican. Lo que pasaba es que a nosotros, que éramos partícipes directos, también nos llegaba esa información y el día de la rendición se produjo un gran sentido de frustración”.

El Gobierno de San Juan, desde el 2016, ha establecido como política de Estado llevar a todos los veteranos, que así lo quieran y deseen, a las Islas Malvinas. “Yo formé parte del primer contingente, en el 2016, porque tenía la necesidad profunda, después de 34 años de ir a ver dónde estuvieron mis soldados, dónde estuvieron heridos, dónde cayó alguno de ellos, de ver todo eso, lo necesitaba, porque mi única experiencia había sido volar sobre el mar. Creo que así cerré un ciclo”, dijo sobre lo que podría llamarse como un viaje sanador.

Luego del fin de la guerra se trató de decir ‘aquí no pasó nada, nos olvidemos de esto’, es más, el 15 de junio de 1982, un día después de la rendición, nos llamó el Jefe de nuestra brigada y nos dijo ‘los combates han cesado, a partir de hoy todo el mundo regresa a su actividad normal’, y así fue, nos sólo para nosotros sino para toda la sociedad”, hubo un silenciamiento total de lo sucedido desde el 2 de abril al 14 de junio.

Los veteranos que habían regresado de territorio malvinense venían con un millón de problemas físicos, mentales, espirituales, familiares, y se los ocultó bajo la alfombra. Todo lo que se trata de ocultar, toda experiencia traumática, tarde o temprano aflora, estuvimos muchos años, me incluyo, callados, hice una negación, muchos años sin hablar del tema. Dejé la Fuerza Aérea, dejé todo aquello que tenía que ver con Las Malvinas”, retomar la vida luego de una experiencia traumática sin el apoyo necesario fue complejo. “El efecto que todos nosotros les dejamos a nuestras familias, momentos de silencio, mal humor, problemas físicos y espirituales”

Lamentablemente muchos no soportaron estas heridas que les quedaron en el alma y nos dejaron prematuramente”, hay un alto índice de suicidio de excombatientes. Los centros de veteranos ayudan a la contención social, psiquica y espiritual, además de hacer valer los derechos que tienen.

Veteranos de Malvinas en una expo en el Contegrand.

“Hice un proceso que me permite hoy estar de nuevo abrazando la causa, dar testimonio, que se conozca la verdad, lo que realmente sucedió, contado por nosotros mismos, no por alguien que no estuvo e intenta llevar agua de su molino con cosas que no existieron”, un proceso en el que ayudó el volver a Las Islas Malvinas.

“Todo esto hizo que con los años el Estado iniciará lentamente a revertir su postura”, aseguró el Veterano . “Tenemos otro tipo de reconocimientos que son más personales, una pequeña distinción, una medalla, un viaje pago, un homenaje, una placa recordatoria, todas esas cosas van ayudando un poco a sobrellevar aquello que ha quedado grabado profundamente”

“Esto es un cambio social, cultural, de pensamiento. Al principio se nos culpaba de todo: desde haber perdido la guerra hasta de los hechos delictivos de la Junta Militar, se nos culpaba de todo. Eso ha cambiado, se separa al gobierno de aquel entonces con lo que nosotros vivimos por la Guerra de Malvinas”.

“De ocultarnos a darnos reconocimiento hace que la sociedad vaya aceptando, digiriendo esto. Yo creo que todo lo del pasado quedó en el pasado y es valorable lo que está sucediendo en este momento, el reconocimiento. “

La recuperación de los territorios de las Islas Malvinas es un deber constitucional. “Quienes sabemos lo que es una guerra, podemos estar preparados pero no la deseamos. Creemos que es mejor que sea diplomáticamente encontrar los mecanismos para obligar a los británicos que aunque sea se sienten a negociar, y no hacerlo por medios bélicos, que ya sabemos las consecuencias. Nosotros, como veteranos, seguimos reclamando esto, insistimos mucho para que nadie baje los brazos, que no se relaje este reclamo”, subrayó sobre los reclamos de soberanía que se siguen haciendo sobre el territorio malvinense.

No es una cuestión de revancha, es que no se terminó lo que se inició. Nos costó mucho, como Nación, y a nosotros un poco más porque cargamos con una mochila pesada por las pérdidas de vida”, concluyó.

Fabian Mazzochi, veterano de 60 años: “ Si bien sentíamos miedo también había algo que nos daba valentía: había llegado el momento de defender a la patria”

“Yo era personal de cuadro de la Armada Argentina, estaba embarcado en el Destructor Piedrabuena, a los 20 años de edad cuando pasó el conflicto de Malvinas. Nuestro barco, conjuntamente con la flota, estuvo en la toma y luego navegamos como custodia del Crucero Belgrano hasta su hundimiento”, así se presenta Fabian, un veterano que empezó a contar su historia hace pocos años.

“Nosotros nos encontrábamos en Puerto Belgrano, que ahí era nuestra base naval y el 27 de marzo nos dijeron que teníamos que preparar el barco para navegar y zarpar en la siguiente madrugada. Nos llamó la atención porque siempre el pedido era más anticipado, además venía semana santa en aquel entonces y a quienes vivíamos en el interior nos dejaban ir antes (el miércoles anterior al jueves santo) para que llegaramos a nuestras casas”, así iniciaba en 1982 lo que Fabián aún no sabía.

Luego de ese anuncio la vida siguió su curso normal, “nos dieron el franco y algunos avisaron que no iban a ir a sus casas. En mi caso yo no avisé, en ese momento eran épocas de carta a puño y letra. Solo hice una carta a mi madre diciéndole que íbamos a salir a navegar, otra a mi novia -que es su actual esposa- porque era su cumpleaños y no iba a poder estar”.

Sin información de lo que los esperaba, así salió Fabian junto a sus compañeros. “Nosotros salimos a navegar. Fuimos directamente con rumbo al sur. Para nosotros era una navegación normal, de las que hacíamos una o dos veces por mes por simulacros. Acá era lo mismo, solo que vimos movimientos en otros barcos como los de las compañía de desembarco, que en ese momento era El San Antonio, que tenían soldados, infantes, pero antes ya se habían hecho tareas en conjunto, así que no era una alarma para pensar que algo pasaba”.

Con menos de 24hs de anticipación les dijeron a qué iban. “Recién el 1 de abril a la noche nos avisaron que la madrugada del 2 de abril se iba a tomar Las Malvinas, luego de 149 años. Amanecimos en la flota cercando las islas. Así nos enteramos que nuestro pabellón se había izado en tierras malvinenses”.

Desde ese momento empezamos a vivir una guerra que realmente nos sorprendió. Si bien éramos soldados, en mi caso marino de la armada, que siempre estás preparándote para una guerra, nunca pensas que va a llegar”, precisa Fabian como el punto de inicio.

Sentíamos miedo también había algo que nos daba valentía: había llegado el momento de defender a la patria. Eso nos hacía sentir fuertes, no pensar”, trata de describir la emociones que tenía en aquel momento.

La edad promedio hoy oscila entre los 57 años y los 67 años. “Éramos muy jóvenes, los comandantes rondaban los 30/33 años. Igual son las edades que se manejan en la Fuerzas, si haces una carrera completa a los 35 años podés estar en los cargos más jerárquicos”.

El momento más duro que pasamos, el día de más miedo y tristeza, fue el hundimiento del Crucero Belgrano. Nosotros, el Destructor Piedrabuena y el Destructor Bouchard, éramos los custodios del Crucero”, recuerda.

“Yo era maquinista, no vimos directamente hundir al Belgrano, pero lo supimos inmediatamente porque en los barcos hay un altavoz abierto  que informan todo lo que pasa y dan órdenes de qué hacer. Tuvimos la suerte de salvarnos porque fue el último torpedo que tiraron los ingleses Al Crucero lo tiraron dos torpedos, al Bouchard uno y a nosotros otro, que no llegó a tocar al Piedrabuena gracias a esa décima de segundo que dio el tiempo para girar y salir de la zona, eso nos salvó”.

“Yo seguí en la Marina hasta finalizar el 82’, en el 83’ me di la baja voluntaria”, así finalizó su carrera en la Fuerza.

Ser veterano de guerra no iba a ser nada fácil. “Si en la guerra la pasamos mal peor fue cuando me di la baja y salí a buscar trabajo. Nosotros veníamos de una guerra, estábamos orgullosos de haber ido a pelear, a defender a nuestra patria y nos encontrábamos que en todos lados nos cerraban la puerta, no nos daban trabajo, éramos los ‘loquitos’, fuimos muy marginados por el pueblo, muy dejados de lado hasta por las mismas Fuerzas Armadas. El gobierno de esa época nos mintió, nos escondió, nos dijeron que teníamos que decir que no había pasado nada en la guerra, que habían pocos muertos, que los teníamos que ocultar porque la gente estaba enojada porque habíamos perdido la guerra. 

“Costó mucho, mucho, insertarse en la vida. Nos enseñaron a quedarnos callados, a no decir nada, a no contar que habías estado en la guerra, cuando pedíamos trabajo teníamos que mentir. Hemos estado muchos años ocultados”.

La vida de Fabian logró acomodarse muchos años despues de la Guerra de Malvinas, aunqeu no todos sus compañeros de la Fuerza tuvieron la misma suerte. “Yo tuve la suerte de entrar al Correo Argentino en el 89’, soy un agradecido de eso. Tengo compañeros que nunca pudieron conseguir trabajo por ser veteranos. También gracias a la pensión que es una ayuda para salvar nuestras necesidades, hay que saldar la deuda con la obra social”.

Por suerte yo tuve una familia que me contuvo, pero no todos lo tuvieron. A muchos compañeros los mismos familiares les decían ‘vos que hablas si estás loco’”agradece y lamenta a la vez. El trato de “loco” o “loquito” a un excombatiente aún continúa. “Yo lo tomo como chiste, pero sabemos fehacientemente que hubo una época que no era un chiste”.

“Ese olvido, ese maltrato, es lo que ha llevado a tantos suicidios de veteranos. Hubo gente que no pudo. Si los gobiernos hubieran puesto ayuda psicológica y psiquiátrica permanente desde un principio el número de suicidios sería menor”, relata con tristeza de la deuda pendiente. “Son muchos años de muertes humanas por el olvido del Estado”.

Durante el 2020 Fabian pudo volver a las islas, un viaje sanador. “Volver y pisar Malvinas es algo muy difícil de describir”

Siempre digo que fue una persona y volvió otra. Yo no conocía el territorio porque había peleado desde el mar, conocer eso por lo que había luchado, ver los lugares donde habían estado nuestros soldados. Viajar con compañeros que sí habían estado en territorio, ver como lloraban sobre las tumbas de los compañeros, es algo que no se puede describir”, trata de explicar.

Veteranos de Malvinas en las Islas.

Como experiencia realmente sanadora relata la visita al Cementerio Darwin, donde yacen los cuerpos de soldados argentinos fallecidos en la Guerra de Malvinas. “Fuimos al Cementerio de Darwin. Cuando pase la puerta y pisé adentro sentí algo como si fuera un abrazo de muchas personas a la vez, como un manto que me cubrió, y terminas arrodillado llorando. Queres llorar, rezar por todos los que se quedaron ahí. Cuando vuelves a Malvinas dejas la mochila y vuelves diferente, con ganas de ‘Malvinizar’. Antes del viaje trataba de no hablar, siempre ponía excusas pero cuando volví siento que se me abrió el corazón y se me devolvió la voz. Hoy puedo dar testimonio de mi experiencia, puedo contar mi historia”.

Sobre el reclamo de la soberanía sobre Las Malvinas asegura que “no queremos que nuestra lucha, que nuestros héroes que quedaron en Malvinas haya sido en vano. Hoy todos los que hemos pasado por esto lo que menos queremos es ir a una guerra, hay que tratar de solucionarlo por medio de la vía diplomática. Pero tenemos la sensación de que en algún momento volverá a flamear nuestro pabellón en las islas”.

@Escrito por Yenhy Navas

/Imagen principal y contenido: ©fotos personales protagonistas/

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Piloto le propone casamiento a su novia en el lanzamiento del Safari.

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Surgió el amor en Valle Fértil, exactamente en la simbólica largada del evento deportivo Safari Tras la Sierra. Las imagenes se viralizaron rapidamente.

El Safari Tras la Sierra reune afisionados y turistas no solo de San Juan,sino tambien de todo el país y otros paises, miles de personas llegan a la majestuasidad del rio de Valle Fértil para disfrutar los dias de este evento deportivo.

Frente a todas estas miles de personas el piloto sanjuanino Javier Marcial se arrodillo frente a su enamorada, Johana Contreras, para proponerle casamiento.

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“La profe”: Romina, la multifacética sanjuanina que reluce desde lo educativo y lingüístico hasta lo cultural y artístico.

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Todos los 17 de septiembre es celebrado el Día del Profesor en nuestro país y la conmemoración nace para ensalzar la labor de los docentes encargados de la educación secundaria y superior. La fecha supone un homenaje a la figura de José Manuel Estrada, un reconocido escritor e intelectual argentino que destacó por su gran dedicación y compromiso en la labor de profesor. Desde Ahora San Juan destacamos el relato de vida de la profe Romina.

Romina Pereyra, es una joven que tiene más de una disciplina que la apasiona en la vida. Comenzó siendo Profesora de Educación Física, es intérprete de lengua de señas hace más de una década, y luego se recibió de Profesora de Teatro, al mismo tiempo que practica la actuación en variados personajes y en distintas puestas. Desde Ahora San Juan hablamos con ella, para conocer acerca de estas vocaciones y de su amor por cada una de ellas.

En muchas etapas de nuestras vidas se nos intenta encasillar para una sola actividad o debemos elegir una profesión o vocación. Romina, es un caso muy especial, ella siempre ha hecho y hace todo lo que su corazón le demanda y lo que ha podido cumplir. Es una gran hacedora de sueños, que lucha por ellos. Simpática, organizada, sencilla y sobre todo una buena aprendiz y maestra.

Tiene 39 años, y nos cuenta cómo se fueron relacionando sus carreras y hobbies. ‘’En mi residencia de Eduación Física teníamos una parte, que era la de educación especial, en ese momento se llamaba así, y mi residencia me toca en la Escuela Bilingue de San Juan. Cuando llego a mis primeras observaciones de las clases, me encuentro con un mundo que yo desconocía totalmente, para todo se comunicaban con señas. Me toca el nivel inicial de la escuela y estaba frustrada, angustiada. Yo era la única en la escuela que no sabía señas y no me podía comunicar con quienes iban a ser mis alumnos por un buen tiempo‘’.

‘’El profe de ese entonces, Guillermo Basañez, nos calmó y nos dijo que ya ibamos a aprender. Me pasó las señas básicas para ir aprendiendo a comunicarme y comenzar con las intervenciones de a poquito porque esa era la estructura: observaciones de clases, intervenciones y en un tiempo más daba la clase completa para los chicos‘’.

‘’Comencé a aprender las primeras señas y después busque dónde estudiar porque me encanto. Vi la inmediatez de la comunicación, la repuesta de los chicos. Me enamore de la lengua de señas en esa instancia de mi carrera y comencé e estudiar en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de San Juan cumpliendo con los tres años de estudio. Hasta el día de hoy, me desempeño como profe y como interpréte y año a año me voy actualizando en cuanto a las señas porque van cambiando, incluso con la Pandemia, se agregaron muchas y se van actualizando‘’. Así es cómo nuestra protagonista, logra unir dos de sus grandes pasiones en una sola actividad, tan motivadora como desafiante.

Romina, se recibió de Profesora de Eduación Física en el 2007, trabajó en gimnasios, como profe de pilates y en escuelas estatales. Pero nos dice que tiene una preferencia muy particular que la une con los más pequeños.‘’Trabaje con una franja etaria bastante amplia, pero lo que más me gusta es trabajar con los chicos de primaria. En este momento y desde hace siete años, trabajo en la escuela Timoteo Maradona, en Rivadavia, con chicos desde primer año hasta sexto de la primaria.Siempre cuento que soy una afortunada de trabajar de lo que me gusta, porque amo trabajar con los niños que tienen, para mí, una energía muy especial‘’.

Lo más curioso de esta nota es saber cómo siguió sumando aprendizajes. ‘’Y lo de Teatro tiene que ver con lengua de señas, porque en el estudio de esta lengua, me hice amiga de un joven sordo y el quería estudiar teatro y no podía hacer ningún taller porque no tenía quién lo acompañase, entonces me pregunta si lo quería acompañar y comenzamos en un taller de Marcelo Meyer, que es un genio, no tuvo ningún inconveniente con que estuvieramos los dos y comencé de intérprete y me quedé como alumna. Y así empecé con esta locura del teatro”, expresó la profe.

‘’En el 2017, cuando se abre la carrera, se me ocurrió empezar para incorporar herramientas nuevas a mi carrera de docente. En lo que es Teatro, me ayudó mucho, coseché amistades muy bonitas y me abrió la cabeza, amplie mi mirada.

Y trabajo a veces como actriz también, he actuado en la Fiesta del Sol, en obras independientes, en musicales y creo que es otra cosa más para agradecer a Dios, al universo o a lo que cada uno crea‘’, nos dijo Romina.

Hay dos Fiestas del Sol que han marcado la vida de Romi, una fue ‘’Sueños de Libertad‘’ y la otra fue ‘’Evolución‘’ en la que tuvo un co-protagonico en el que actúo de mamá de un niño y considera que los personajes que les tocaron, tenían una magia muy especial.

Y a nivel nacional, tuvo una participación con una cantante de opera, Claudia Lepez, que hizó la presentación de su libro de canciones de cuna. Se combinó la interpretación teatral y la lengua de señas.

En el 2021, el prestigioso Teatro Nacional Cervantes, a través de su programa Cervantes Educación, lanzó una convocatoria abierta a personas sordas y oyentes de todo el país para su “1er Laboratorio de Actuación. Lengua de señas en escena”, y Romina no dudó en presentarse.

El proceso de postulación, que constó de tres instancias evaluadas por gente experimentada en estos campos, no era sencillo.Romina Pereyra se convirtió en la única sanjuanina dentro de un seleccionado nacional de 20 nombres (pares de Corrientes, Jujuy, San Luis, Buenos Aires, Santa Fe, Catamarca, Tierra del Fuego, Córdoba y Chaco).

Quienes la conocen, pueden definir a nuestra protagonista como empática, apasionada, detallista y muy sociable, es que dónde va deja una huella imborrable. Hoy, se encuentra pasando uno de los momentos más díficiles de su vida: la pérdida de su papá, un papá presente que marcó y forma parte aún hoy de lo que es ella como persona.

Y aún así, en la amabilidad que la caracteriza cuando le preguntamos acerca de sus próximos proyectos, no dudó en respondernos que va a seguir avanzando a pesar de que ahora le cueste pensar en algo por la situación que esta atravesando junto a su mamá, pero que en un futuro próximo desea aprender la técnica de clown y danza-teatro. ” Y un gran sueño pendiente es llevar la lengua de señas al teatro para incluir a la comunidad sorda. Son las dos cosas que me gustaría fusionar y con todas estas herramientas mejorar mi profesión de docente”, nos comentó.

Romina ha logrado mezclar su vocación profesional con sus pasiones y habilidades, sus deseos de desarrollo personal que le han permitido cambiar su mirada en todos los sentidos y también ser una profesora inclusiva. Ella se define como una persona que persigue sus sueños, que insiste para concretarlos y que es muy organizada y calma para lograrlos.

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El guardián de libros en San Juan. Ricardo Aguilera, bibliotecario de corazón.

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Hoy, 13 de septiembre es el Día del Bibliotecario, para felicitar a todos aquellos que realizan la noble labor de trabajar con nuestros libros, es que retomamos el relato de vida que realizamos a Ricardo, uno de los grandes bibliotecarios que tenemos en San Juan.

Una biblioteca es pilar fundamental para el saber y la cultura de un lugar. Y detrás de una buena biblioteca siempre hay un buen bibliotecario. Los sanjuaninos tenemos ambas cosas por suerte. Desde Ahora San Juan nos acercamos a hablar con Ricardo Aguilera, bibliotecario desde hace más de un cuarto de siglo en la Biblioteca Franklin, la biblioteca popular más antigua de América del Sur.

Ricardo lleva desde el año 1995 trabajando en la Biblioteca Franklin. Veintisiete años, que se dice pronto. La vida entre libros. Bibliotecario es una profesión que no siempre es justamente valorada, pero fundamental para el sostenimiento cultural. Una biblioteca requiere de un gran trabajo humano del que nos beneficiamos todos, Charles Medawar hacía referencia a esto cuando decía: “Los bibliotecarios son casi siempre muy útiles y a menudo casi absurdamente bien informados. Sus habilidades son probablemente muy subestimadas y en gran medida subempleadas”.

Ricardo nació en Las Flores, localidad de Iglesia. Allá empezaron a crear una biblioteca popular.  A Ricardo le quedaba cerca de su casa: “cómo no había nadie que la atendiera, me preguntaron y la atendí yo” nos cuenta. Sin nada, el presidente iba buscando, y con las donaciones que recibieron pudieron empezar con la biblioteca. Poco a poco fueron avanzando y se trasladaron de una piecita a un local más grande, donde es hoy es la Biblioteca de Las Flores, construyeron algunas estanterías e iban creciendo. Les habían donado el terreno, “todo con base a donaciones, todo era trabajo voluntariado de todo el mundo” subraya Ricardo.

“Allá, cuando te conocen, te van a buscar a tu casa hasta los días domingo para que les prestes un libro”, recuerda. Y así, un domingo llega a su casa la Directora de la Biblioteca de la Provincia, estaban censado las bibliotecas populares. Ricardo le muestra la biblioteca y el trabajo que venían haciendo. La Directora le cuenta que existe la carrera y lo anima a estudiarla. El joven se entusiasma, lo habla con sus padres y se viene a San Juan a anotarse para estudiar para Bibliotecario Nacional, hoy Bibliotecología. La Biblioteca de Las Flores no disponía de fondos para pagarle un sueldo, pero haciendo un esfuerzo el Presidente ayudaba cuando podían para pagarle algún pasaje para venir a la Capital.

Ricardo empieza a cursar a distancia. Le resulta complicado. Hay un choque cultural grande en cómo se estudiaba en Las Flores y pasar a la Capital al Colegio Superior Sarmiento. Al segundo año ya se queda en la Capital para seguir con sus estudios. Se esfuerza mucho y llega a formar parte del cuerpo de bandera. No solo eso, sino que de su promoción fue el mejor promedio. Lo que le otorga un premio por parte del Colegio de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina, y el viaje a Buenos Aires para recibirlo.

La residencia la realiza en la biblioteca de la Alianza Francesa. Posteriormente a eso, comienza a trabajar en la biblioteca Camilo Rojo. No podían pagarle mucho, “el problema de todas las bibliotecas populares es los fondos”, dice. A veces juntaba un poco más saliendo a cobrar las cuotas a los socios. Es poco tiempo después que consigue entrar en la Biblioteca Franklin, la cual era muy distinta a lo que es hoy.

Empezó como bibliotecario, pero además entre los años 2000 y 2004 fue Vicedirector. Fue una experiencia, reconoce. Aunque después de cuatro años prefirió seguir con su oficio. En el año 2011 lo becan para viajar a Estados Unidos. A través del Departamento de Estado y el Instituto de Educación de EE.UU. lo becan para el programa Bibliotecas y Museos como recursos comunitarios. Primero a visitar la Biblioteca del Congreso en Washington. No solo eso, sino que después visitó otras ciudades con sus respectivas bibliotecas: Kansas, Cincinnati, Wyoming y terminando en Los Ángeles. “Las bibliotecas eran enormes, hermosas. Muy limpias, pero excepto la de Los Ángeles, una biblioteca pública en un barrio chino, en ninguna vi a la gente como acá, estudiando”.

Ricardo es honesto, confiesa que no es un devorador de libros, pero sí que se preocupa en saber de todo lo que puede. Es imposible que hubiese leído todos los libros de la biblioteca, pero si tiene una idea sobre qué trata cada uno, como para poder aconsejar a todo aquel que venga a la Franklin, ya que como decía Borges: “ordenar bibliotecas es ejercer, de un modo modesto y silencioso, el arte de la crítica”.

La Biblioteca Franklin es la biblioteca popular más antigua de Sudamérica. Fundada por Sarmiento en 1866. Son más de 150 años abierta, sin perder ese carácter popular. Con todas las dificultades que ello implica, pero ha podido mantenerse gracias a la labor de personas como Ricardo, que entienden la importancia que tiene para la cultura de San Juan el que una gran biblioteca siga funcionando. Desde que él entro la biblioteca también ha ido cambiando. En el año 2004 finalizaron las obras de remodelación. La Franklin se ha ido acompasando a los tiempos y a las nuevas tecnologías, con las tareas de digitalización y el paso de un servicio tradicional al de biblioteca híbrida, integrando lo físico con lo electrónico.

Hoy cuenta con un gran número de servicios, que pueden consultarse a través de su página web (http://bibliotecafranklin.org.ar/) además de contar con unos 80.000 volúmenes. Hacerse socio es bastante sencillo, la cuota es trimestral y mínima. Tristemente, hoy en día, el libro en nuestro país tiene un precio que acerca la lectura a casi producto de lujo. Para un argentino comprar libros es algo prohibitivo, puesto que no se entiende como una necesidad básica y no hay ningún interés en que leamos y pensemos por nosotros mismos. Gracias al trabajo de personas como Ricardo y sus compañeros existe la Biblioteca Franklin y tenemos la oportunidad de poder leer, expandir nuestros horizontes y generar un pensamiento crítico. Para que se hagan una idea: con lo que sale la cuota de un año entero no alcanza casi ni para comprar un libro nuevo. La biblioteca ofrece todos los libros que uno sea capaz de leer en ese año.

La lucha de una biblioteca popular por mantenerse es ininterrumpida, depende de varios factores. No siempre es fácil, sobre todo si cuenta con empleados. Tal como señala Ricardo, “es lindo crear cosas nuevas, pero después hay que mantenerlas”.

De lunes a sábado uno puede acercarse por la Franklin. Allá estará Ricardo y sus compañeros trabajando. La sala suele estar llena de jóvenes estudiando y simultáneamente los diversos talleres que ofrecen, desde el rincón infantil, ajedrez, teatro, club de lectura, etc. Es un claro de luz en pleno centro sanjuanino. “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”, volviendo a citar a Borges. Nosotros tenemos el nuestro, gracias a Ricardo y muchos otros como él. Ya que, si las bibliotecas son un tipo de Paraíso, Ricardo vendría a ser uno de esos ángeles guardianes.

Tal vez, la profesión de bibliotecario no sea la más deslumbrante hoy en día para nuestra sociedad a simple vista. Al contrario de esto, es una de las más valiosas y necesarias. Por último, los dejamos con la defensa de los bibliotecarios de Umberto Eco: “El libro es una criatura frágil, se desgasta con el tiempo, teme a los roedores, resiste mal la intemperie y sufre cuando cae en manos inexpertas… Por tanto, el bibliotecario los defiende no solo de los hombres sino también de la naturaleza, y consagra su vida contra las fuerzas del olvido, que es enemigo de la verdad”.

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