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Opinión

Sobre la reforma del sistema de salud que propone Cristina Kirchner.

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Extracto de artículo de Francisco Lucotti.

La vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, insiste en integrar los servicios de salud pública, de coberturas gremiales y de medicina privada en un único sistema, coordinado por el Estado. Pero la propuesta desagrada tanto a las corporaciones médicas particulares como a los sindicatos y su modelo propio.

El sistema sanitario se vio revolucionado más que cualquier otro ámbito con la pandemia, un fenómeno mundial pero que en Argentina tiene matices únicos debido al funcionamiento del complejo sistema de salud que existe en el país, dividido en tres brazos: hospitales públicos, seguro social para trabajadores registrados y planes de medicina privada prepaga.

Durante un acto público el 14 de junio, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) insistió en un plan de reforma del modelo actual para crear un sistema centralizado, cuya estructura, financiamiento y regulación esté a cargo del Estado nacional: “¿Hoy no está integrado acaso a las patadas [a la fuerza] porque lo impuso la realidad, integrando a todos los sistemas porque las prepagas no saben dónde colocar la gente porque no tienen, van a lo público y de lo público van a lo privado?“, preguntó la vicepresidenta, en referencia a la saturación de las salas de internaciones hospitalarias.

¿Qué implica un sistema integral de salud?

El plan había visto la luz durante la campaña electoral de 2019 y resurgió en diciembre de 2020 ante la aparición de la pandemia y sus consecuencias. Está basado en un texto publicado por la usina del espacio político de la exmandataria, el Instituto Patria, que lleva el título Ejes centrales para un programa de salud 2020/2024.

La idea no carece de polémica. El rechazo fue inmediato entre las empresas de medicina privadas, que resisten una mayor injerencia del Estado, pero también generó incomodidad en los sindicatos, que se financian con los aportes de las retenciones salariales realizadas para la seguridad social de los trabajadores, por lo que se resisten a perder el control de los fondos.

El debate toma relevancia en un momento crucial en el país, ya que la pandemia desveló muchas de las falencias del sistema público y de las obras sociales, además de la dependencia estatal del privado en momentos de crisis, ya que el conjunto del sistema se encuentra lejos de poder solventar los costos de los tratamientos y medicamentos, el mantenimiento de las infraestructuras y los salarios de sus profesionales.

El complejo sistema de salud argentino

Este sistema, del que depende alrededor de 40% de la población, se encuentra en crisis debido a décadas de desfinanciamiento y sueldos precarizados a sus trabajadores. Si bien Argentina es líder en la región en la capacidad de atención universal y gratuita, años de crisis económicas locales afectan directamente en la calidad de buena parte de los servicios públicos.

En segundo lugar están las obras sociales. La atención sanitaria en Argentina es un derecho garantizado por ley a través del Programa Médico Obligatorio (PMO) para todos los trabajadores en relación de dependencia e inscriptos en régimen tributario regular, además de los jubilados y pensionados. Representa a casi 60% de la población argentina, incluidos los menores de edad que están cubiertos vía sus padres.

Los empleadores aportan todos los meses 5% de los sueldos de sus empleados, a los que el Estado les retiene de manera automática 3% de sus sus haberes para su seguridad social.
Esto es derivado en un 85% a las obras sociales de los gremios correspondientes al rubro en el que están inscriptos.

El otro 15% va al Fondo Solidario de Redistribución (FSR), coordinado por la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS), que recibe también financiamiento del Estado. El FSR se destina al Sistema Único de Reembolsos (SUR), que vuelve a las obras sociales para cubrir tratamientos complejos y costosos, y también a solventar a obras sociales menores con el fin de asegurar el cumplimiento del PMO.

Las sindicatos manejan los fondos de los aportes de forma discrecional y ofrecen servicios de atención médica de manera particular a través de convenios con centros de salud. Estos servicios son en gran medida precarios, y suelen ser reflejo directo del poder y estructura que tiene cada sindicato.

Las personas retiradas, quienes reciben pensiones por filiación o discapacidad, los mayores de 70 sin historial de aportes jubilatorios y los veteranos de guerra tienen derecho al acceso a la obra social PAMI (Programa de Atención Médica Integral), ente descentralizado que depende del Estado.

En paralelo, tanto los empleados como cualquier particular pueden acceder a servicios de medicina prepaga a través de empresas de seguro, algunas ofrecidas directamente por los hospitales y clínicas privadas. Los aportes laborales pueden ser derivados a estos planes médicos para recibir un descuento correlativo.

Las empresas privadas mantienen en la actualidad una puja con el Gobierno nacional por el aumento de las cuotas, que deben ser previamente aprobadas por la SSS, dependiente del Ministerio de Salud nacional.Reclaman que hay un desfase de 40% entre los aumentos de los costos y lo autorizado durante 2020 y 2021 por el Estado, por lo que aseguran que acudirán a la Justicia. Piden además un subsidio millonario para tratamientos catastróficos de alto costo y baja frecuencia.

A través de obras sociales y prepagas, entre 60 y 70% de la población argentina cuenta con algún tipo de cobertura de salud privado, uno de los índices más altos de la región, aunque el aumento del porcentaje de trabajo informal en los últimos años podría haber modificado este porcentaje. Según la Asociación Latinoamericana de Sistemas Privados de Salud (Alami), le siguen Uruguay (58%), Colombia (46%), Brasil (23%), Chile (19%), Perú (7%) y México (1%).

/Sputnik

Opinión

Reflexión dominical: herederos de un sueño.

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NOTA OPINION
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo.


¿Tenemos un sueño o es el sueño el que nos posee? Varias veces en la vida me hice esta pregunta. ¿Somos los verdaderos poseedores de nuestros sueños o nos dejamos llevar por ellos? En muchas ocasiones también nos reconocemos “herederos de un sueño” que no ha nacido con nosotros. Un sueño es como una semilla que contiene un potencial inmenso. Cuando es colocada en tierra fértil, la cuidamos y cultivamos, ese sueño puede crecer y dar frutos; y a la vez entregarnos nuevas semillas para volver a plantar.
La Universidad Católica de Cuyo está cumpliendo 70 años de su creación. Nació de un sueño personal que enseguida se hizo comunitario. Muy pronto el sueño se hizo proyecto a desplegar, creatividad a poner en marcha, decisiones a tomar ante encrucijadas. De este modo se logró abrazar a gran cantidad de personas brindando horizontes de sentido a sus vidas. Con corazón agradecido reconocemos su fecundidad en nuestra comunidad Regional.
Decía el Papa Francisco a Directivos de Universidades Católicas de América Latina y el Caribe: “Una universidad católica debe ser misionera, es decir, con las puertas hacia afuera, dado que la misión es la inspiración, el impulso, el esfuerzo y el premio de toda la Iglesia. Quizá la misión de la universidad es la de formar poetas sociales, hombres y mujeres que, aprendiendo bien la gramática y el vocabulario de la humanidad, tienen chispa, tienen el destello que permite imaginar lo inédito” (…) “Necesitamos mentes, corazones, manos a la altura del panorama de la realidad, no de la estrechez de las ideologías” (4 de mayo 2023). Qué expresiones tan desafiantes y alentadoras a la vez.
Los sueños no son efímeros ni frágiles como un castillo de naipes que se derrumba al primer viento. No debemos confundirlos con la simple ilusión ingenua o naif. El camino recorrido en estos 70 años nos muestra que los sueños, cuando se nutren con esfuerzo y dedicación, pueden convertirse en una realidad tangible.
Es necesario comprender la íntima vinculación que existe entre la búsqueda simultánea de la verdad, el bien y la belleza. “Una razón que quisiera despojarse de la belleza resultaría disminuida, como también una belleza privada de razón se reduciría a una máscara vacía e ilusoria”, o mera búsqueda de esteticismo (Benedicto XVI, Mensaje a las Academias Pontificias, 24 de noviembre 2008). La verdad y el bien sin la belleza se tornan poco atractivos, y dejan de mover el corazón. Nos sumergen en consideraciones tan asépticas como desapasionadas. No despiertan pasión que moviliza para construir un mundo nuevo, justo y solidario.
Los sueños tampoco no son simples aspiraciones personales. Pueden ser comunitarios, pertenecer a una época o a una sociedad. La Universidad Católica de Cuyo, como nuestra sociedad, ha atravesado diversas coyunturas, no siempre favorables. Pero ha perseverado sin ocultar la luz en tiempos de oscuridad, brindando educación y valores que han ayudado a nuestra sociedad a crecer y prosperar. El Papa nos pide que ante las crisis “seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras” (FT 6). En cada aula, pasillo, o lugar de prácticas, la mirada está puesta en el mundo al que debemos servir y transformar.
Hemos cosechado abundantes frutos a lo largo de estos 70 años, frutos que contienen semillas para el futuro. Cada graduado, cada avance en la investigación y cada contribución a la sociedad son simientes que nos desafían. Sigamos sembrando, cultivando y cosechando con confianza. Un gracias enorme a todos los que forman parte de este camino.
Nuestra Institución no solo se ha dedicado a impartir conocimiento, sino que ha abrazado la misión de promover la dignidad y el bienestar de las personas y de la sociedad en su conjunto. Tenemos la responsabilidad de seguir promoviendo la justicia social, la igualdad y la solidaridad en nuestro entorno.

Educar en el cuidado del Planeta como casa común no es optativo, sino un deber para sobrevivir.

Quiero aprovechar para agradecer y saludar a los profesores y profesoras en su día.

/Imagen princiapal: foto archivo

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Cómo ve Rusia el ingreso de Argentina al grupo BRICS.

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“Es uno de los mayores países del continente con población bien instruida, gran potencial científico-tecnológico e industrial, eminente miembro de la ONU, el G20 y otras instituciones internacionales”, sostiene el embajador de ese país. Por qué ingresar a BRICS podría beneficiarnos.

NOTA DE OPINIÓN por Dimitri Feoktistov, Embajador de Rusia en Argentina.

En el transcurso de la XV Cumbre en Johannesburgo celebrada del 22 al 24 de agosto los líderes de los BRICS acordaron invitar a seis países, incluyendo Argentina, a adherirse al Grupo a partir del 1 de enero de 2024. 

Para Buenos Aires esa decisión conmemoró el éxito del intenso trabajo diplomático comenzado un año antes, cuando el Presidente Alberto Fernández había enviado al mandatario chino Xi Jinping en su calidad del Presidente rotatorio de los BRICS el mensaje pidiendo su apoyo a la solicitud argentina de incorporación.

Por lo que se sabe, Argentina expresó su interés en la participación en los BRICS mucho antes. En 2015 Cristina Fernández de Kirchner pidió al Jefe del Estado brasileño Luís Inacio “Lula” da Silva que su país oficiara de garante para que Argentina entre al Grupo, subrayando que “por ahí está el futuro”. En julio de 2018, el entonces mandatario argentino Mauricio Macri, quien fue invitado a la X Cumbre de la alianza como el presidente Pro Tempore del G20, dijo que “es un gran honor tener la oportunidad de fortalecer el diálogo con el grupo BRICS y con los países del Sur Global”.

Rusia desde el inicio apoyaba de manera firme y sucesiva la solicitud de Buenos Aires. Nuestros países están vinculados no solo con las relaciones de la alianza estratégica universal, sino también con la simpatía mutua entre los dos pueblos que ha superado la prueba del tiempo. 

En la selección de nuevos candidatos a los BRICS se tuvieron en cuenta su peso y prestigio internacional, la posición en la palestra mundial, el empeño de construir un sistema más justo de las relaciones internacionales. Argentina cumple plenamente con loscriterios arriba mencionados. 

Es uno de los mayores países del continente con la población bien instruida que posee un gran potencial científico-tecnológico e industrial, un eminente miembro de la ONU, G20 y otras instituciones internacionales

En su territorio están radicados los recursos abundantes de petróleo, gas y minerales críticos

El ingreso de Argentina a los BRICS

A la Alianza que ya recibe cerca de un tercio de toda la exportación argentina, dará un impulso más al desarrollo del comercio exterior del país. El grupo BRICS ampliado representa el 37% del PIB global, ocupa el 36% de la superficie terrestre de la Tierra, sobre la cual vive el 45% de la población mundial, posee el 45% de todos los recursos de petróleo. Esas cifras hablan por sí mismas, poniendo de relieve las ventajas potenciales de la participación en el Grupo. 

A medida que la situación económica y financiera se estabilice, Agrentina podría aspirar a formar parte del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD). El mismo fue creado en julio de 2014 durante la VI Cumbre de los BRICS en Brasil con el fin de prestar apoyo financiero para los proyectos de infraestructura e iniciativas del desarrollo sostenible. 

Hasta el momento la Junta Directiva del Banco aprobó alrededor de 100 proyectos de inversiones para un monto total de US$ 33 billiones. A diferencia de las instituciones crediticias occidentales el Banco Nuevo de Desarrollo otorga créditos sin condiciones políticas. 

Después del NBD, en el marco de los BRICS, se formó un proyecto financiero más, el Acuerdo de Reservas de Contingencia concebido como prototipo de un mecanismo de pagos en divisas nacionales. 

Es sumamente importante que todos los miembros del BRICS no solo desarrollan la cooperación multifacética con Argentina sino también la apoyan en la disputa sobrela soberanía de las Islas Malvinas.

A pesar de todo lo positivo, tomamos nota de las declaraciones de algunos representantes de la oposición sobre su falta de interés en que Argentina se haga el miembro de los BRICS. En particular, se ha expuesto la idea de que dicha alianza es “un bloque de carácter anti-occidental”. De hecho no es así: los BRICS no se oponen a nadie y con nadie compiten, tanto más no tienen la intención de construir una nueva hegemonía. Al contrario, el Grupo pronuncia por las decisiones inclusivas que se toman de una manera consensuada, lo que excluye la actitud divisoria en las relaciones internacionales. 

En general, vemos que los oponentes de los BRICS usan los argumentos sobre todo ideológicos, mientras que los partidarios de la Alianza subrayan varias ventajas que implicarán la participación de Argentina en el Grupo.

Claro que a nadie van a arrastrar a los BRICS contra su voluntad. Hay más que suficientes países que quieren formar parte del Grupo – antes de la Cumbre en Johannesburgo hubo más de 20 solicitudes correspondientes, pues la Alianza seguirá ampliándose sin dudas.  

El Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, ha comparado el BRICS renovado con el equipo de fútbol, ya que la cantidad de sus miembros aumentará de 5 a 11. Por supuesto Argentina misma tiene que decidir: quedarse en el banco de suplentes, pasar a otra liga o formar parte de la selección, algo que el país ha merecido. Ese equipo juega por la formación de un mundo multipolar justo y basado en la igualdad soberana de los Estados, su identidad sociocultural, y el desarrollo independiente guiado por los intereses nacionales. El futuro de la humanidad es precisamente por ahí, donde no habrá neocolonialismo y dictadura. 

Estamos convencidos de que el pueblo argentino hará la elección correcta – con plena conciencia e independientemente de la presión desde fuera. Nadie tiene derecho de mostrar a Argentina la tarjeta roja, obstaculizando su participación en los BRICS. 


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.

/ Imagen principal: Perfil /

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Los superhéroes no vendrán.

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Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo.

Varias veces hemos participado de conversaciones acerca de las deudas de la Democracia tras los 40 años de haberla recuperado y afianzado. Es que votar, siendo una expresión fundamental, no es suficiente. Hace falta crecer en compromiso ciudadano que fortalezca la participación en la construcción del Bien Común. Las deudas las hemos contraído con los más pobres y postergados. El informe de la UCA de hace apenas unos días nos vuelve a mostrar la postergación de los niños, niñas y adolescentes. Sus expectativas de vida se debilitan en silencio ensordecedor sin salud, educación, estímulo para crecer.

Brilla por ausencia la armonía entre los tres Poderes del Estado, la ejemplaridad de los hombres y mujeres de la Justicia, y las instancias legislativas. El drenaje de recursos económicos en cargos políticos y de asesores que nadie sabe a qué se dedican se transforma en un plus mensual por adhesiones y multiplicar trabajo de campaña. También queda pendiente la calidad de las instituciones representativas del quehacer comunitario: los sindicatos, las organizaciones sociales, las cámaras empresarias…

El fantasma de la corrupción fomenta el descrédito de la alta vocación política y debilita la motivación en la participación. En este contexto debemos también reconocer con dolor el crecimiento del narcotráfico y del crimen organizado. Nadie le puso el cascabel al gato.

Como te adelanté en el título y ya lo sabés, no habrá superhéroes que nos vengan a socorrer. Salir adelante o seguir descendiendo en el barro dependerá de cómo se articulen políticas públicas locales y del contexto internacional. No somos autónomos como Nación.
Por eso es importante participar de las elecciones con conciencia ciudadana. Desde hace unos años la Acción Católica Argentina viene realizando la campaña “votá, tu voto vale”. Pensalo.

Además del voto, cada día tomamos opciones y elegimos caminos a transitar. Este fin de semana te convocamos con la consigna “Elegí Fraternidad, Elegí Compartir, Elegí Promover”. Son tres valores que están en la raíz de nuestra sociedad, en los orígenes de la Nación. La fraternidad nos libera del egoísmo, del sálvese quien pueda, de la autorreferencialidad quejosa e inoperante.

Compartir es la actitud necesaria para no considerarme como bendecido por los bienes que tengo mirando a los demás como desdichados o con poca suerte.

Promover nos preserva de caer en la dádiva que ofende y logra generar condiciones de desarrollo para superar la dependencia y exclusión.

Le pido prestadas las palabras al Papa Francisco que en la Encíclica Fratelli Tutti nos dice que “frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras” (FT 6).

Este fin de semana en todas las Parroquias, Capillas y Colegios Católicos del país se realiza la Colecta “Más por Menos”, que busca ser un canal concreto de solidaridad con las Iglesias hermanas más necesitadas. Regiones más castigadas por la pobreza, con menos recursos económicos y con necesidades apremiantes en vistas a la evangelización. Comunidades que no tienen techo en la Capilla no pueden capacitar a sus catequistas, no cuentan con dinero para solventar el combustible necesario para ser atendidas pastoral ni sacramentalmente.

Antes de poner la mano en el bolsillo para hacer tu ofrenda, mirá tu corazón e imaginá la misión en una comunidad pobre concreta. No sé cuáles son tus gastos habituales. Pensá cuánto cuesta una pizza, un kilo de helado, llenar el tanque de combustible, el seguro de tu auto…. Esperamos tu generosidad.

Te pido también este lunes 11 de setiembre tener una oración especial por quienes tienen la hermosa y desafiante vocación docente.

@Monseñor Jorge Eduardo Lozano

/Fuente de imagen: Archivo Google

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