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Opinión

Serie: La violencia política en la Argentina del siglo XX. Primera nota.

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Por Aldo Duzdevich Autor de “Salvados por Francisco” y “La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Peron”

La presente forma parte de una serie de notas sobre la violencia política en la Argentina, en las que intento un análisis del contexto, la oportunidad, los costos, y los limites de la violencia política.

Nota 1Los dilemas de la lucha armada

Aníbal, un ex cuadro montonero que pasó ocho años en la cárcel, cuenta: “Dos días después de lo de Rucci, en reunión de ámbito de oficiales de La Plata, la responsable nos dice: ‘Lo de Rucci fuimos nosotros y la conducción quiere conocer la opinión de los compañeros hasta este nivel”. Se hizo un embarazoso silencio y uno de los compañeros dijo: “Y si no estamos de acuerdo… ¿lo vamos a revivir?”.

“Esa frase me ha dado vuelta en la cabeza durante años, porque encierra la clave política de la lucha armada”. Fue la reflexión de Anibal quien por su función actual me pidió reservar su nombre.

A veces una frase dicha desde el mas puro sentido común, abarca el contenido de varios ensayos literarios, y creo que esta es una:  ” Y si no estamos de acuerdo…¿lo vamos a revivir?”.

Asesinato de Rucci. Tapa Clarín

Carta y debate abierto

En el 2004 el  filósofo y poeta Oscar del Barco,publico en la revista cordobesa Intemperie, su carta abierta: “No mataras”; la cual originó un profundo debate entre intelectuales y militantes de la época.  El origen de la carta fue el testimonio  de Héctor Jouve, uno de los sobrevivientes del Ejercito Guerrillero del Pueblo  (EGP), dirigido por Ricardo Masetti, que operó  en Salta en 1964. Jouve relató que los militantes, Adolfo Roblat, alias “Pupi”, y Bernardo Groswald, fueron fusilados por orden de  Masetti, por haberse se quebrado física y emocionalmente al no resistir el esfuerzo de la selva.  Del Barco quien había sido apoyo urbano  del EGP, asume como propia la “culpa del asesinato de Pupi y Bernardo”.

Ejercito Guerrillero del Pueblo EGP – Salta 1964

La acción política siempre esta sometida al error.  Peron decía: “El que quiera conducir con éxito tiene que exponerse; el que quiere éxitos mediocres, que no se exponga nunca; y si no quiere cometer ningún error, lo mejor es que nunca haga nada”.

Quienes participamos en política, vivimos cometiendo errores. Los errores siempre conllevan costos o consecuencias, que generalmente,  pueden tener algún tipo de reparación. Lo único irreparable es la muerte, propia o ajena.

Cuando la acción política, toma el camino de la lucha armada, los errores políticos se transforman en errores militares y  los errores militares tienen costo de vidas. En los setenta, algunos grupos políticos se transformaron en organizaciones político-militares; y los errores políticos fueron teniendo costos en vidas cada vez mas altos. La muerte se presenta irreparable desde lo político y desde lo ético. Y en este caso lo ético es esencial por cuanto, es lo que diferencia a un revolucionario, de un soldado, de un mercenario o de un delincuente común.

Una cosa es  disparar un arma contra un dictador o un reconocido torturador, o disparar en un enfrentamiento; otra contra un policía parado en una esquina;  y el  extremo es tener que disparar contra un compañero, porque incumplió una regla. Todo esto paso en los setenta, y quienes fuimos protagonistas de la época tenemos el deber moral de afrontar estos debates con una actitud adulta y reflexiva.

El contexto histórico

Al hablar de actos de violencia política lo primero es situarnos en el contexto histórico en el cual se produjeron. La Constitución Nacional en su Articulo 36 consagra el “derecho de resistencia” ante los gobiernos de facto. El  primer acto de violencia, lo realizan quienes quiebran el orden constitucional, mediante  el golpe de estado,  y por ende cualquier resistencia pacifica o violenta de los ciudadanos goza de legalidad y legitimidad.  

En determinados contextos históricos, el crimen político, el magnicidio, no solo tendrán legalidad, sino ademas gran legitimidad moral. Pongamos por caso que alguno de los cinco atentados que se intentaron contra Hitler hubiese tenido éxito. Sus autores lejos de aparecer como criminales hoy serían considerados héroes.

La independencia de América no hubiese sido posible sin el alzamiento en armas de los patriotas que un día decidieron emprender esa lucha.

A la guerra de la Independencia le siguió un largo período de guerras internas para intentar definir que modelo de país íbamos a adoptar, sin lograrse nunca un resultado definitivo.

Por ello es necesario analizar en que contexto histórico se dan los actos de violencia política. Luego vendrán otro tipo de análisis sobre su oportunidad, conveniencia, graduación y limites éticos que son los que intento poner en la mesa del debate.

Debate que reconozco sumamente complejo, porque 40 años es poco tiempo; las heridas de las victimas, y sus familiares,  aun siguen abiertas. Y, muchos de los protagonistas de estos hechos  viven y participan de esta discusión. Por lo tanto la emocionalidad es un componente inevitable en este tipo de análisis.

Continuidades y rupturas de la historia

Si bien la intención de esta serie de notas es reflexionar sobre la violencia de los años setenta; creo necesario repasar la historia desde inicios del siglo XX. Porque existen ciertas continuidades y encadenamientos de personajes,  hechos y pensamientos.

Sorprende como ciertos conceptos que dan sustento a la lucha violenta se repiten casi con la misma lógica, con cincuenta o setenta años de distancia. O, a veces discursos que incitan a dar la vida y tomar la vida del otro, son idénticos con independencia de su encuadre ideológico.

Los radicales de la Revolución del Parque de 1890 van enarbolar consignas cuya misma esencia será repetida por Montoneros en los 70. La pro-oligárquica Liga Patriótica va a influenciar a la Alianza Libertadora Nacionalista, antecedente de Tacuara, un grupo que sera cantera de cuadros militantes del ERP y Montoneros. O como la Iglesia que en 1955  fue sustento politico-intelectual y espiritual de parte de los Comandos Civiles, en 1969/70 va a dar fundamento a los núcleos originarios de Descamisados y Montoneros.

Queda claro que no intento ser políticamente correcto, y estoy lejos de recitar los paradigmas establecidos sobre la historia de la militancia setentista.

La historia, no es binaria. No hay una partición natural entre  buenos y malos, blanco o negro. La historia como la vida misma se mueve en una infinita gama de grises. Cada hecho y  cada hombre hay que mirarlo en su contexto  temporal y político. Esta definición, me suele costar feos enojos de algunos amigos que se sienten violentados, cuando muestro personajes muy respetados, en posiciones políticas anteriores o posteriores muy contradictorias. 

Esta claro que mi intención no es ser complaciente. Tengo un pensamiento y una militancia política anterior y actual. Pero, en definitiva para que “los buenos” triunfen, es necesario obligarlos a pensar. Mas en estos tiempos de grieta, que es el summun del pensamiento binario. Y nos lleva al error de  decir, que todo lo de mi lado es correcto y verdadero, y todo lo del otro bando es destruible.

El psicólogo de montoneros

Voy a cerrar esta primera nota con una anécdota que es una buena pintura de época.

Preservo su nombre porque hoy es una dedicada abuelita que no querrá que sus nietos se enteren por mi. Le pondré Clara, quien era una joven católica practicante; casada con un alto jefe montonero también de origen católico. Clara tenía grandes contradicciones morales con la idea de hacer daño a un semejante. Esto se reflejaba en las practicas de tiro que estaba obligada a realizar, digamos, que no pegaba ni uno. El instructor ya desahuciado con su alumna, entendió que su problema no era la falta de pulso, sino su negación interior. Entonces decidió enviarla al psicólogo de la organización. Clara cuenta : “el psicólogo después de escucharme, me propuso una terapia inédita. Me dijo que debía ir a un basural y dispararle a los perros hasta matar alguno. Ni loca yo iba a matar a un perro. Yo tenía  claro que mi vocación no tenía nada que ver con la violencia,  y  que nunca podría ser una buena combatiente.”


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.

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Nos gusta recibir visitas.

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Escribe Monseñor Jorge Eduardo Lozano.

Ser visitados por los amigos nos alegra el corazón. Compartimos historias vividas en común, situaciones que nos pueden estar afligiendo, logros personales y de la familia. Abrirnos con confianza nos hace mucho bien. Cuando alguien está enfermo la visita tienen un gran valor de consuelo, de paz. Y ni te digo si la visita es a un preso, donde hay que sortear una serie de barreras.

Pienso también en tantas personas mayores que están en geriátricos sin el contacto periódico de la familia. La vocación misionera de la Iglesia es un llamado a ir al encuentro de otros para compartir la cercanía de Dios con su Pueblo. Habitualmente lo
plasmamos en ir de dos en dos, casa por casa, para llevar el amor de Jesús. El Papa Francisco nos presenta un sencillo esquema a desarrollar en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium número 128. Lo primero es saludar con amabilidad, presentándonos si no nos conocen, diciendo a qué Comunidad pertenecemos. Conversar acerca de los miembros de la familia, dando espacio a compartir “sus alegrías, sus esperanzas, las inquietudes por sus seres queridos y tantas cosas que llenan su corazón”. No se trata de entregar un folleto como haciendo propaganda. Vamos sin apuro. Muchas personas —y nos puede suceder a nosotros— están muy solas y tienen necesidad de contar lo que les pasa, ser escuchados con atención.

Después de esta conversación se les puede presentar la Palabra que ilumina, sea leyendo algún párrafo o narrando un pasaje conocido, “pero siempre recordando el anuncio fundamental: el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad”.

Será importante también compartir el testimonio personal. La misión nos involucra; no se trata de decir un discurso de memoria, el mismo en cada familia y época del año. Buscamos llevar la alegría y el consuelo de Dios. Por eso decimos con certeza que el principal protagonista de la misión es el Espíritu Santo. “Si parece prudente y se dan las condiciones, es bueno que este encuentro fraterno y misionero termine con una breve oración” relacionada con lo que hayamos conversado. También se pueden anotar intenciones para ofrecer en la misa de la Parroquia o la Capilla. Aunque parezca obvio, nunca recibir dinero; si la gente quiere colaborar que vaya personalmente a la Parroquia o Capilla.

Este sábado 4 y domingo 5 de mayo estamos realizando una misión en el Departamento de Albardón; en Campo Afuera para ser más precisos. Desde distintas Parroquias y Movimientos acudimos para sumarnos en la alegría de compartir la fe con los vecinos. Es una primera experiencia que hacemos en San Juan y en varias diócesis del país. Cuando voy a las Comunidades a celebrar Fiestas Patronales o Confirmaciones la gente me suele decir “vuelva pronto”.

El Evangelio que proclamamos este Domingo nos motiva a perseverar en este camino. Por un lado, Jesús nos muestra cómo nos considera: “Ustedes son mis amigos”. (Jn 15, 14) Y por eso nos da la medida de su amor: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15, 13). Es importante que aceptemos con todas las consecuencias la afirmación de Jesús: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero”. (Jn 15, 16) Jesús nos elige y nos llama: “permanezcan en mi amor”; y nos envía “vayan y den fruto”.

La misión no es una carga que cumplir ni un requisito burocrático. No es la sopa que hay que tomar para poder comer lo que nos gusta. Lo expresa claramente Jesús: “Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto” (Jn 15, 11).
Respondamos con generosidad al llamado del Señor de la Vida.

@MonseñorJorgeEduardoLozano

/Fuente de imagen: Archivo Google

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Trump: propaganda electoral y delito

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El juicio penal que se desarrolla en Nueva York, en el que se acusa a Donald Trump (foto) de 34 delitos, expone el deterioro de las instituciones estadounidenses y la crisis del sistema político con el que pretenden aleccionar al resto del mundo. La trama del litigio exhibe las evidencias más explícitas del derecho a la impunidad y las combina con las licencias para mentir, corromper y engañar. La presentación de cargos realizada por la fiscalía de Nueva York, una semana atrás, busca ser utilizada por el precandidato republicano para victimizarse y transformar su lugar de acusado en un insumo para su campaña electoral. El sistema político estadounidense y el entramado judicial, mediático y de inteligencia que le dan cobertura se esmeran en ocular la tríada del poder real sobre el que se estructura su institucionalidad corporativa: el complejo militar-industrial, las trasnacionales y los fondos de inversión. Esos tres actores colectivos son los que –en última instancia– estarán encargados de rechazar o habilitar su candidatura.

Trump acumula más de treinta cargos en cuatro juicios. Dos de índole federal, uno en Georgia y el otro en Nueva York, donde se iniciaron las comparecencias de los testigos, la última semana, bajo la acusación de encubrimiento y falsificación de registros contables con el objetivo de ocultar sus vínculos extramatrimoniales con una actriz de cine porno y una modelo de la revista Playboy. La querella contra Trump, que se desarrolla en Manhattan frente a la presencia de doce jurados (siete varones y cinco mujeres), se inició con la jura de estos últimos el viernes 19 de abril. El asistente del fiscal Matthew Colangelo fue el encargado, el lunes subsiguiente, de presentar los cargos ante el juez y el jurado, advirtiendo que: “El acusado orquestó una trama criminal para adulterar las elecciones presidenciales de 2016. Luego encubrió esa conspiración criminal falsificando sus registros comerciales para sobornar y silenciar a quienes podían ensuciar su campaña electoral en 2016”.

La acusación contra el ex mandatario incluye la compra de voluntades mediáticas para tapar irregularidades propias, y operaciones para mancillar la reputación de sus competidores políticos. En la última semana, declaró como testigo el ex director de la revista National Enquirer, David Pecker, quien asumió la responsabilidad de haber sobornado a la modelo de Playboy Karen McDougal para encubrir su romance con el entonces candidato republicano. El mismo director de la publicación fue el encargado de asumir la responsabilidad por abonar 30 mil dólares al portero de la Trump Tower, para evitar que trascendieran los encuentros con dos docenas de mujeres.

En otro tramo del juicio, el magistrado Juan Manuel Merchán tomó nota de cómo el entonces abogado del acusado, Michael Cohen, transfirió 130 mil dólares a la actriz de cine pornográfico Stormy Daniels para garantizar su silencio. Pecker asumió frente al jurado que sus publicaciones ejecutaban el denominado “periodismo de chequera”, consistente en ensalzar o encumbrar a los aportantes y, al mismo tiempo, demonizar a sus contendientes, una operación naturalizada y usual al interior de las corporaciones propagandísticas de Occidente, que no pareció causar estupefacción entre los periodistas acreditados ante el tribunal.

La tergiversación informativa sobre la que se monta gran parte del show mediático estadounidense –del que América Latina también es tributario– incluye el protagonismo de las redes sociales. El magistrado dispuso varias órdenes de silencio a Trump para evitar el hostigamiento y el asedio a los jurados, los fiscales y sus familiares, impulsado desde su plataforma Truth Social. Trump atacó en dos oportunidades a la hija del juez Merchan y –según la fiscalía– violó en diez oportunidades la discreción exigida. La defensa del acusado, ejercida por Todd Blanche, apeló la medida argumentando que su cliente solo había reposteado textos de terceros.

Trump fue declarado culpable, durante el último año, en tres juicios civiles, sin que estos procesamientos interfirieran en su candidatura: se lo condenó a pagar 355 millones de dólares por inflar el valor de sus propiedades, se le impuso el pago de cinco millones de dólares de indemnización por abuso sexual contra la columnista Jean Carroll, y se lo multó en 85 millones de dólares por difamación y calumnias contra esta última periodista.

Donald Trump se jactó años atrás de que podía dispararle a alguien en la Quinta Avenida sin que eso llevara a la pérdida de capital electoral. A fines de la década del 20 del siglo pasado, un cabo del ejército alemán escribió: “No importa en absoluto si se ríen de nosotros o nos vilipendian… si nos representan como payasos o criminales; lo principal es que nos mencionen, que se preocupen por nosotros una y otra vez…” . Sin embargo, fue Marco Tulio Cicerón quien probablemente caracterizó con mayor precisión la etapa histórica que atravesamos: “Cuanto más cerca está la caída de un imperio, más locas son sus leyes”. 

@Página12

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Opinión

Una vid con frutos asegurados

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Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo

Un diálogo imaginario con una flor nos puede conducir a reflexiones profundas. Te copio unos pocos renglones del Capítulo 18 del libro El Principito, de Saint-Exupery.

“—¿Dónde están los hombres? —preguntó cortésmente el principito.

La flor, un día, había visto pasar una caravana.

—¿Los hombres? No existen más que seis o siete, me parece. Los he visto hace ya años y nunca se sabe dónde encontrarlos. El viento los pasea. Les faltan las raíces. Esto les molesta.”

Este diálogo, ambientado en el desierto, entre la flor y el Principito, nos muestra una ponderación acerca de la carencia de raíces. La flor había visto pasar una caravana y pensaba que los hombres iban de un lado y para el otro llevados por el viento. Podríamos decir estar sin Patria; “y esto les molesta”, observa la flor. En la Biblia muchas veces aparece la peregrinación en contraposición con lo que es andar errante, sin rumbo. El castigo de Caín por haber matado a su hermano consistió en caminar sin sentido fijo. En la peregrinación, en la procesión hay una meta, un lugar adonde llegar para un encuentro. Y, en definitiva, para nosotros es la Vida eterna.

Echar raíces nos da pertenencia. El Evangelio que proclamamos este fin de semana nos presenta la alegoría de “la vid y los sarmientos” (Jn. 15, 1-8). Esta imagen que utiliza Jesús es para hablarnos de Él, y de nosotros en relación con Él. Nos describe una realidad muy cercana a la tierra sanjuanina. Vemos viñedos en forma habitual en nuestros caminos y al contemplarlos podemos entender bien la enseñanza de Jesús.

Él nos dice: “Yo soy la Vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer”. (Jn. 15, 5)

Fijémonos entonces, que hay una mutua permanencia. El Señor permanece en nosotros por medio de la fuerza del Espíritu Santo y nosotros en Él por adhesión también del amor. En esta imagen de la vid y los sarmientos, puedo entender que yo soy con otros, y con otros en el Otro.

Pero no es una cuestión estática, como si se tratara de colocar un jarrón sobre la mesa. Es un permanecer vital, dinámico, con el movimiento que nos da el amor.

Podríamos decir que esta imagen de la vid y los sarmientos complementa la que veíamos el fin de semana pasado del vínculo entre el Pastor y el rebaño. Ambos pasajes evangélicos nos muestran cómo la fe rompe la soledad. La Pascua nos lleva a establecer vínculos con otros, nos libera del aislamiento.

La Palabra de este domingo tiene una fuerte impronta comunitaria y, a su vez también, nos muestra que separados del Señor y de la comunidad, caemos en la esterilidad, en no dar frutos al secarse la vitalidad de la rama. 

Jesús Resucitado nos reanima en la misión de la Iglesia. El Espíritu Santo nos impulsa a la comunión y a la cercanía cordial con todos los que sufren.

El próximo miércoles celebramos a los hombres y mujeres del mundo del trabajo. Te comparto unos párrafos escritos por el Beato obispo y mártir Enrique Angelelli el 1 de mayo de 1975: “Se hace muy doloroso ganar el pan de cada día; nos cuesta arrancar del corazón el egoísmo para hacernos plenamente hermanos; nos cuesta mucho poder sumar todas las manos, como pueblo, para construir juntos esta tierra de bendición (…) Cristo quiere una Rioja no resignada sino plenamente libre y feliz. La Rioja reclama de todos nosotros, gobernantes y pueblo, superar toda división y todo egoísmo individual y de grupos para hacerla una tierra donde el amor no sea una palabra para enamorados simplemente, sino la meta de nuestro trabajo concienzudo por lograr ser verdaderamente un pueblo que se quiere, es solidario y nadie abusa del otro”.

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