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Sociedad Relatos de Vida

Mogna: pueblo de resistencia y hogar de Juana Natividad Páez, tejedora y parte de las raíces de las Teleras Moquineras. “Hemos luchado la vida”.

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Ahora San Juan tuvo el agrado de charlar con un grupo de tejedoras y teleras sanjuaninas que hacen honor a la cultura textil cuyana y aborigen. Una de ellas es Juana Natividad Páez (94), con su hermana Rita (92) que aún teje e hila pese a su edad. Las artesanas comentaron que junto a un hermano menor de 89 años que vive en Capital son quienes quedan vivos de su familia. Un dato importante que compartió esta abuela comerciante, es que las frazadas y colchas son las más elegidas y vendidas: “También las ruanas, hice muchas. Hasta un cura me compró una”, expresó Natividad. Con su técnica tradicional siempre hiló sus lanas de oveja: “La única que no he hilado fue una colcha, porque no tenía lana y la compré”, explicó. La nieta de su hermana Rita, Silvana Herminia González, contó que aprendió a tejer de su abuela y tía abuela (Las hermanas Páez). “Es lo que estoy haciendo ahora, tejo en el grupo Las Teleras Moquineras. Junto a mi hermana Lorena, y otras mujeres de Mogna: Margarita Sánchez, Isabel, Feliza y Graciela Cabrera y Fernanda Valle. Es lo que aprendimos de mi abuela y mi tía”, exclamó.

Como el historiador José Casas supo decir, “Mogna es un oasis en medio de la travesía, del empeño por sobrevivir en adversas condiciones, permaneciendo en esa dura tierra, siguiendo el mandato de su real fundador, el cacique Francisco Alcane. Es un pueblo que surge por la voluntad y decisión de permanecer en ese territorio de un grupo de  capayanes que volvieron a su tierra, después de una larga marcha y que sabían que para sobrevivir debían quedarse en el desierto”. El sociólogo, destacó que pese a las encomiendas que dejaban explotación y desnaturalización del pueblo, sobrevivieron. Esta fue una etapa de resistencia activa. Y de esa línea de convicción, vienen las hermanas Páez. Las cuales son de pocas palabras pero tienen muchos conocimientos para transmitir.

Es así, como se dió inicio a una tarde que nos permitió hacer este gran relato de varias generaciones de vidas textiles en la localidad de Mogna de Jáchal.

Corría el domingo 28 de agosto en un pueblo pequeño de San Juan llamado Mogna, ubicado al norte, en el departamento de Jáchal, bastante lejos de la ciudad. Al que casi era imposible llegar hace una decena de años atrás. Su gente estaba celebrando el día de los más chiquitos de sus familias y los rayos de sol se reflejaban en sus sonrisas. Había juegos, castillos inflables, payasos, globos coloridos que decoraban las galerías de adobe. Los vecinos caminaban la tierra cubierta de años de trabajo y tradición cuyana.  Este lugar de paisaje árido, limoso y seco, es escenario de ranchos antiquísimos y árboles tan viejos como ancestrales que se adaptaron al clima y protegen a su gente, brindándoles su sombra.

Ese día, no era uno cualquiera, porque ahí estaba doña Juana Natividad Páez, una de lascultoras del telar criollo” de la provincia, con sus 94 años bien plantados, o bien tejidos podríamos decir. Ella representa a muchas artesanas en la práctica textil tradicional, con casi un siglo de experiencias de vida, resignifica a diario cada arruga de su rostro como senderos transitados a base del esfuerzo y la sencillez. Estaba sentada, tranquila, sosteniendo su bastón y disfrutando de aquel maravilloso momento, junto al resto de mujeres que llevan no sólo su sangre sino también el mismo don de tejer. Les dejamos el camino abierto para que ellas sigan”, indicó. Al verla, uno se hace la idea de cómo puede haber sido Doña Paula, madre de nuestro prócer Sarmiento, allá por el 1801. Cuando decidió levantar su propia casa siendo soltera y con escasos recursos en lo que ahora es nuestra capital.

Telar de la mamá de Sarmiento.

En su mirada, dura y humedecida de lágrimas archivadas, se puede leer claramente lo mucho que hicieron sus manos por su pueblo e identidad sanjuanina. Cual Doña Paula, también construyó e instaló su telar, sólo faltaba el resguardo de la higuera para completar la foto de la hoy Casa de Sarmiento y Museo Nacional. Esa que gracias a la tela producida y vendida cada semana en ese entonces, la madre del prócer pagó materiales y obreros para construírla. Pero en la memoria de Natividad, sus vivencias no se quedaron atrás. “La práctica textil tradicional es un saber colectivo, fiel exponente del patrimonio cultural de la provincia, que ha ido transformándose con el tiempo”. Y subsistiendo gracias al empeño y pasión de eximias guardianas y ejecutoras del tejido como Juana Natividad y su familia. De alma familiera, mostró uno de sus tejidos que lleva el nombre de Alejandro González, su nieto. Quien se casó y mudó a la ciudad. “Pero pronto vendrá a buscarlo“, detalló.

Juana Natividad.

Nació un 24 de junio de 1928 (aunque en el registro civil fue anotada el 6 de julio), mismo día con dos meses de diferencia a Edmund Cartwrigh, inventor del primer telar mecánico, diseñado dos siglos antes de que ella llegara al mundo, en 1784 y patentado en 1785. Esto podría ser una coincidencia más, sino fuera por el destino que luego la marcó. “La vida de mi mamá era esa, hilar, tejer y enseñarnos a hacer las cosas en el telar. Era lo que vivíamos acá, ella hacía obras para vender: ponchos , frazadas, ruanas, alforjas, y que se yo cuántas cosas que hemos tejido en esta vida“, comentó con el tono de voz característico de la sabiduría, mientras compartía una charla con su gente.

Según los registros históricos, no es preciso determinar su real inicio: con base a lo descripto por los chinos proviene del Emperador amarillo, mientras que algunos han asegurado que el telar fue inventado por indígenas sudamericanos. Otros especulan que fue desarrollado en el periodo neolítico en mesopotamia.​ El telar a pedal se creó en la edad media, y el automático en 1801. Lo que sí sabemos, es que los telares artesanales se clasifican en tres grandes familias: bastidores, verticales y horizontales. 

La hermana mayor de las Páez, ya no puede continuar con su labor, o bien familiar, heredado y transmitido de generación en generación; debido a dificultades con la vista. “Lloraba de solo ver el telar y yo que no podía tejer porque ya no veía. Entonces los niños me sacaron el telar y todo, y mi sobrina ha heredado las telas y telares, ella teje también”, describió esta maestra tejedora. Y en el marco del festejo, comiendo alguna que otra cosita rica hecha por ellos en sus majestuosos hornos de barro, Natividad explicó cómo se compone su telar:Tiene al que llamamos el peine, las cajas, un palo que se le llamaba la pala, para tejer. Se divide en dos partes este proceso: se teje en peine y a pala. Por ejemplo, los ponchos se hacen a pala, y las frazadas a peine”. Ella es una abuela como muchas otras, que caminó su historia con sus manos siempre ocupadas, y sin preguntar nada, nunca paró. Hasta ahora, que está algo cansada, pero que no pierde la nostalgia por sus compañeras las lanas. “Así nos hemos criado, educado y casado. Hemos luchado la vida, lanzó entre suspiros.

Doña Juana Natividad, alcanzó a tener una sola hija porque enviudó jóven. Algo que la separa de Doña Paula Albarracín, quien tuvo otras hijas (que, como sabemos, también fueron destacadas sanjuaninas), además de su querido Faustino Sarmiento, que en su libro Recuerdos de Provincia escribió una vez: “La madre es para el hombre la personificación de la providencia, es la tierra viviente que se adhiere al corazón, como las raíces al corazón”. (Sarmiento, P. 107). Las dos mujeres tejieron y forjaron en su telar a lo largo de distintos tiempos: telas, alfombras, frazadas, colchas, jergones, ponchos, peleros, pañuelos de mano, y demás. Antes, el material utilizado para tejer era lana que podía ser de oveja, guanaco y vicuña. Hoy, la familia de la señora Paez ya cuenta con la opción de comprar la lana sin tener que hilarla si así lo desean.

La música sonaba fuerte, ella no escucha del todo bien, pero no se privó del festejo y de una grata conversación amistosa. Con el paso de las horas, contó la anécdota de cómo fue que atravesó un accidente años atrás. Como un gaje del oficio que la llevó a esforzarse más para trabajar.Fue con el telar cuando tenía 38 o 39 años y ya estaba sola con mi hija que tenía 14. Una noche prendo la lámpara para seguir tejiendo y cuando me agacho se me metió un metal en el ojo y me quedó así vió (mientras mostraba lo que hablaba). Luego me fui a operar ambos ojos pero quedaron peor. Me arruinaron los dos. Y aquí estoy, mucho después, media ciega, pero al menos para comer veo “, disparó entre risas.

Las Teleras Moquineras (aludiendo a los capayanes moquineros de Jáchal): Este grupo que nació de la base que Natividad y su hermana Rita tejieron como legado, hoy va marcando su paso por diversos lados.Hemos andado por Chile intercambiando saberes hace 4 años más o menos. También hicimos una presentación en el Museo Franklin el año pasado. En el mes de mayo, de este año, hicimos otra en el Museo de Sarmiento y en marzo tuvimos un curso de telar con mi hermana y abuela Rita, más mi tía Clara de Albardón”, alegó Silvana, sobrina nieta de Natividad.

Para cerrar una jornada repleta de personas hechas a base de las buenas costumbres, las tejedoras mencionaron que Natividad supo enorgullecer a Mogna, siendo galardonada con un premio en una exposición de Buenos Aires, al igual que la hija de su hermana Rita. “Yo ahora tengo una tela que se muestra allá“, adhirió Silvana.

Juana Natividad, como ejemplo de mujer fuerte y de valores marcados a fuego, confesó en el intercambio de recuerdos, que no se volvió a casar cuando enviudó, ya que su agenda la mantuvo muy atareada: “El telar no me dio el tiempo de coquetear”, argumentó en broma. Cabe destacar que el arte de tejer y teñir, es uno de los pilares que hacen a nuestra naturaleza criolla. Y en Mogna de Jáchal, las mujeres lo vienen desarrollando desde hace siglos. Un pueblo con pocos habitantes que ha subsistido pese a las muchas carencias que allí se atraviesan, pero que conlleva un espíritu de lucha, arraigo, cultura y tradición que jamás podrían abandonar.

Con su estilo agreste y rural, sus casitas que son como Natividad, simples pero resistentes. Acojedoras y rodeadas de un amplio espacio para dar rienda suelta al trabajo que nace del amor a su tierra y sus raíces. Este es un pueblo que lejos de rendirse se tornó vencedor. Si se quiere visitar el corazón de nuestros ancestros, deben ir donde está la base de la resistencia y lucha moquinera. Donde Juana Natividad Páez es ícono de teleras legendarias.

Reseña histórica: Mogna es el tercer pueblo fundado por los españoles en territorio Sanjuanino el 11 de agosto de 1753. La Junta de Poblaciones de Chile decidió hacerlo donde los capayanes moquineros ya estaban instalados. “Les permitió que no fueran trasladados de su tierra, lo cual los hubiese llevado a la extinción. En esta etapa la población era fundamentalmente indígena, dedicados a la ganadería. Fue la etapa de la resistencia pacífica”, así lo advirtió el sociológo e historiador jachallero, José Casas, escribió el libro “Mogna, larga distancia, el pueblo de la travesía” (2009), el documento más completo sobre este pueblo sanjuanino.

Es conocido popularmente por poseer la iglesia, donde se rinde homenaje a Santa Bárbara y junto a ella se encuentra el antiguo cementerio que contiene la tumba de la extraordinaria Martina Chapanay, hija de un cacique Huarpe y una cautiva blanca. Quien fue oficial del ejército libertador comandado por el general José de San Martín, y se distinguió también por haber vengado la muerte del caudillo riojano Ángel “El Chacho” Peñaloza. Murió en 1874 y fue sepultada aquí donde hasta el día hoy sigue siendo recordada y venerada.  

/sisanjuan, wikipedia, destinosanjuan, curiosfera-historia, memoria de telares y teleras.


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Piloto le propone casamiento a su novia en el lanzamiento del Safari.

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Surgió el amor en Valle Fértil, exactamente en la simbólica largada del evento deportivo Safari Tras la Sierra. Las imagenes se viralizaron rapidamente.

El Safari Tras la Sierra reune afisionados y turistas no solo de San Juan,sino tambien de todo el país y otros paises, miles de personas llegan a la majestuasidad del rio de Valle Fértil para disfrutar los dias de este evento deportivo.

Frente a todas estas miles de personas el piloto sanjuanino Javier Marcial se arrodillo frente a su enamorada, Johana Contreras, para proponerle casamiento.

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“La profe”: Romina, la multifacética sanjuanina que reluce desde lo educativo y lingüístico hasta lo cultural y artístico.

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Todos los 17 de septiembre es celebrado el Día del Profesor en nuestro país y la conmemoración nace para ensalzar la labor de los docentes encargados de la educación secundaria y superior. La fecha supone un homenaje a la figura de José Manuel Estrada, un reconocido escritor e intelectual argentino que destacó por su gran dedicación y compromiso en la labor de profesor. Desde Ahora San Juan destacamos el relato de vida de la profe Romina.

Romina Pereyra, es una joven que tiene más de una disciplina que la apasiona en la vida. Comenzó siendo Profesora de Educación Física, es intérprete de lengua de señas hace más de una década, y luego se recibió de Profesora de Teatro, al mismo tiempo que practica la actuación en variados personajes y en distintas puestas. Desde Ahora San Juan hablamos con ella, para conocer acerca de estas vocaciones y de su amor por cada una de ellas.

En muchas etapas de nuestras vidas se nos intenta encasillar para una sola actividad o debemos elegir una profesión o vocación. Romina, es un caso muy especial, ella siempre ha hecho y hace todo lo que su corazón le demanda y lo que ha podido cumplir. Es una gran hacedora de sueños, que lucha por ellos. Simpática, organizada, sencilla y sobre todo una buena aprendiz y maestra.

Tiene 39 años, y nos cuenta cómo se fueron relacionando sus carreras y hobbies. ‘’En mi residencia de Eduación Física teníamos una parte, que era la de educación especial, en ese momento se llamaba así, y mi residencia me toca en la Escuela Bilingue de San Juan. Cuando llego a mis primeras observaciones de las clases, me encuentro con un mundo que yo desconocía totalmente, para todo se comunicaban con señas. Me toca el nivel inicial de la escuela y estaba frustrada, angustiada. Yo era la única en la escuela que no sabía señas y no me podía comunicar con quienes iban a ser mis alumnos por un buen tiempo‘’.

‘’El profe de ese entonces, Guillermo Basañez, nos calmó y nos dijo que ya ibamos a aprender. Me pasó las señas básicas para ir aprendiendo a comunicarme y comenzar con las intervenciones de a poquito porque esa era la estructura: observaciones de clases, intervenciones y en un tiempo más daba la clase completa para los chicos‘’.

‘’Comencé a aprender las primeras señas y después busque dónde estudiar porque me encanto. Vi la inmediatez de la comunicación, la repuesta de los chicos. Me enamore de la lengua de señas en esa instancia de mi carrera y comencé e estudiar en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de San Juan cumpliendo con los tres años de estudio. Hasta el día de hoy, me desempeño como profe y como interpréte y año a año me voy actualizando en cuanto a las señas porque van cambiando, incluso con la Pandemia, se agregaron muchas y se van actualizando‘’. Así es cómo nuestra protagonista, logra unir dos de sus grandes pasiones en una sola actividad, tan motivadora como desafiante.

Romina, se recibió de Profesora de Eduación Física en el 2007, trabajó en gimnasios, como profe de pilates y en escuelas estatales. Pero nos dice que tiene una preferencia muy particular que la une con los más pequeños.‘’Trabaje con una franja etaria bastante amplia, pero lo que más me gusta es trabajar con los chicos de primaria. En este momento y desde hace siete años, trabajo en la escuela Timoteo Maradona, en Rivadavia, con chicos desde primer año hasta sexto de la primaria.Siempre cuento que soy una afortunada de trabajar de lo que me gusta, porque amo trabajar con los niños que tienen, para mí, una energía muy especial‘’.

Lo más curioso de esta nota es saber cómo siguió sumando aprendizajes. ‘’Y lo de Teatro tiene que ver con lengua de señas, porque en el estudio de esta lengua, me hice amiga de un joven sordo y el quería estudiar teatro y no podía hacer ningún taller porque no tenía quién lo acompañase, entonces me pregunta si lo quería acompañar y comenzamos en un taller de Marcelo Meyer, que es un genio, no tuvo ningún inconveniente con que estuvieramos los dos y comencé de intérprete y me quedé como alumna. Y así empecé con esta locura del teatro”, expresó la profe.

‘’En el 2017, cuando se abre la carrera, se me ocurrió empezar para incorporar herramientas nuevas a mi carrera de docente. En lo que es Teatro, me ayudó mucho, coseché amistades muy bonitas y me abrió la cabeza, amplie mi mirada.

Y trabajo a veces como actriz también, he actuado en la Fiesta del Sol, en obras independientes, en musicales y creo que es otra cosa más para agradecer a Dios, al universo o a lo que cada uno crea‘’, nos dijo Romina.

Hay dos Fiestas del Sol que han marcado la vida de Romi, una fue ‘’Sueños de Libertad‘’ y la otra fue ‘’Evolución‘’ en la que tuvo un co-protagonico en el que actúo de mamá de un niño y considera que los personajes que les tocaron, tenían una magia muy especial.

Y a nivel nacional, tuvo una participación con una cantante de opera, Claudia Lepez, que hizó la presentación de su libro de canciones de cuna. Se combinó la interpretación teatral y la lengua de señas.

En el 2021, el prestigioso Teatro Nacional Cervantes, a través de su programa Cervantes Educación, lanzó una convocatoria abierta a personas sordas y oyentes de todo el país para su “1er Laboratorio de Actuación. Lengua de señas en escena”, y Romina no dudó en presentarse.

El proceso de postulación, que constó de tres instancias evaluadas por gente experimentada en estos campos, no era sencillo.Romina Pereyra se convirtió en la única sanjuanina dentro de un seleccionado nacional de 20 nombres (pares de Corrientes, Jujuy, San Luis, Buenos Aires, Santa Fe, Catamarca, Tierra del Fuego, Córdoba y Chaco).

Quienes la conocen, pueden definir a nuestra protagonista como empática, apasionada, detallista y muy sociable, es que dónde va deja una huella imborrable. Hoy, se encuentra pasando uno de los momentos más díficiles de su vida: la pérdida de su papá, un papá presente que marcó y forma parte aún hoy de lo que es ella como persona.

Y aún así, en la amabilidad que la caracteriza cuando le preguntamos acerca de sus próximos proyectos, no dudó en respondernos que va a seguir avanzando a pesar de que ahora le cueste pensar en algo por la situación que esta atravesando junto a su mamá, pero que en un futuro próximo desea aprender la técnica de clown y danza-teatro. ” Y un gran sueño pendiente es llevar la lengua de señas al teatro para incluir a la comunidad sorda. Son las dos cosas que me gustaría fusionar y con todas estas herramientas mejorar mi profesión de docente”, nos comentó.

Romina ha logrado mezclar su vocación profesional con sus pasiones y habilidades, sus deseos de desarrollo personal que le han permitido cambiar su mirada en todos los sentidos y también ser una profesora inclusiva. Ella se define como una persona que persigue sus sueños, que insiste para concretarlos y que es muy organizada y calma para lograrlos.

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El guardián de libros en San Juan. Ricardo Aguilera, bibliotecario de corazón.

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Hoy, 13 de septiembre es el Día del Bibliotecario, para felicitar a todos aquellos que realizan la noble labor de trabajar con nuestros libros, es que retomamos el relato de vida que realizamos a Ricardo, uno de los grandes bibliotecarios que tenemos en San Juan.

Una biblioteca es pilar fundamental para el saber y la cultura de un lugar. Y detrás de una buena biblioteca siempre hay un buen bibliotecario. Los sanjuaninos tenemos ambas cosas por suerte. Desde Ahora San Juan nos acercamos a hablar con Ricardo Aguilera, bibliotecario desde hace más de un cuarto de siglo en la Biblioteca Franklin, la biblioteca popular más antigua de América del Sur.

Ricardo lleva desde el año 1995 trabajando en la Biblioteca Franklin. Veintisiete años, que se dice pronto. La vida entre libros. Bibliotecario es una profesión que no siempre es justamente valorada, pero fundamental para el sostenimiento cultural. Una biblioteca requiere de un gran trabajo humano del que nos beneficiamos todos, Charles Medawar hacía referencia a esto cuando decía: “Los bibliotecarios son casi siempre muy útiles y a menudo casi absurdamente bien informados. Sus habilidades son probablemente muy subestimadas y en gran medida subempleadas”.

Ricardo nació en Las Flores, localidad de Iglesia. Allá empezaron a crear una biblioteca popular.  A Ricardo le quedaba cerca de su casa: “cómo no había nadie que la atendiera, me preguntaron y la atendí yo” nos cuenta. Sin nada, el presidente iba buscando, y con las donaciones que recibieron pudieron empezar con la biblioteca. Poco a poco fueron avanzando y se trasladaron de una piecita a un local más grande, donde es hoy es la Biblioteca de Las Flores, construyeron algunas estanterías e iban creciendo. Les habían donado el terreno, “todo con base a donaciones, todo era trabajo voluntariado de todo el mundo” subraya Ricardo.

“Allá, cuando te conocen, te van a buscar a tu casa hasta los días domingo para que les prestes un libro”, recuerda. Y así, un domingo llega a su casa la Directora de la Biblioteca de la Provincia, estaban censado las bibliotecas populares. Ricardo le muestra la biblioteca y el trabajo que venían haciendo. La Directora le cuenta que existe la carrera y lo anima a estudiarla. El joven se entusiasma, lo habla con sus padres y se viene a San Juan a anotarse para estudiar para Bibliotecario Nacional, hoy Bibliotecología. La Biblioteca de Las Flores no disponía de fondos para pagarle un sueldo, pero haciendo un esfuerzo el Presidente ayudaba cuando podían para pagarle algún pasaje para venir a la Capital.

Ricardo empieza a cursar a distancia. Le resulta complicado. Hay un choque cultural grande en cómo se estudiaba en Las Flores y pasar a la Capital al Colegio Superior Sarmiento. Al segundo año ya se queda en la Capital para seguir con sus estudios. Se esfuerza mucho y llega a formar parte del cuerpo de bandera. No solo eso, sino que de su promoción fue el mejor promedio. Lo que le otorga un premio por parte del Colegio de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina, y el viaje a Buenos Aires para recibirlo.

La residencia la realiza en la biblioteca de la Alianza Francesa. Posteriormente a eso, comienza a trabajar en la biblioteca Camilo Rojo. No podían pagarle mucho, “el problema de todas las bibliotecas populares es los fondos”, dice. A veces juntaba un poco más saliendo a cobrar las cuotas a los socios. Es poco tiempo después que consigue entrar en la Biblioteca Franklin, la cual era muy distinta a lo que es hoy.

Empezó como bibliotecario, pero además entre los años 2000 y 2004 fue Vicedirector. Fue una experiencia, reconoce. Aunque después de cuatro años prefirió seguir con su oficio. En el año 2011 lo becan para viajar a Estados Unidos. A través del Departamento de Estado y el Instituto de Educación de EE.UU. lo becan para el programa Bibliotecas y Museos como recursos comunitarios. Primero a visitar la Biblioteca del Congreso en Washington. No solo eso, sino que después visitó otras ciudades con sus respectivas bibliotecas: Kansas, Cincinnati, Wyoming y terminando en Los Ángeles. “Las bibliotecas eran enormes, hermosas. Muy limpias, pero excepto la de Los Ángeles, una biblioteca pública en un barrio chino, en ninguna vi a la gente como acá, estudiando”.

Ricardo es honesto, confiesa que no es un devorador de libros, pero sí que se preocupa en saber de todo lo que puede. Es imposible que hubiese leído todos los libros de la biblioteca, pero si tiene una idea sobre qué trata cada uno, como para poder aconsejar a todo aquel que venga a la Franklin, ya que como decía Borges: “ordenar bibliotecas es ejercer, de un modo modesto y silencioso, el arte de la crítica”.

La Biblioteca Franklin es la biblioteca popular más antigua de Sudamérica. Fundada por Sarmiento en 1866. Son más de 150 años abierta, sin perder ese carácter popular. Con todas las dificultades que ello implica, pero ha podido mantenerse gracias a la labor de personas como Ricardo, que entienden la importancia que tiene para la cultura de San Juan el que una gran biblioteca siga funcionando. Desde que él entro la biblioteca también ha ido cambiando. En el año 2004 finalizaron las obras de remodelación. La Franklin se ha ido acompasando a los tiempos y a las nuevas tecnologías, con las tareas de digitalización y el paso de un servicio tradicional al de biblioteca híbrida, integrando lo físico con lo electrónico.

Hoy cuenta con un gran número de servicios, que pueden consultarse a través de su página web (http://bibliotecafranklin.org.ar/) además de contar con unos 80.000 volúmenes. Hacerse socio es bastante sencillo, la cuota es trimestral y mínima. Tristemente, hoy en día, el libro en nuestro país tiene un precio que acerca la lectura a casi producto de lujo. Para un argentino comprar libros es algo prohibitivo, puesto que no se entiende como una necesidad básica y no hay ningún interés en que leamos y pensemos por nosotros mismos. Gracias al trabajo de personas como Ricardo y sus compañeros existe la Biblioteca Franklin y tenemos la oportunidad de poder leer, expandir nuestros horizontes y generar un pensamiento crítico. Para que se hagan una idea: con lo que sale la cuota de un año entero no alcanza casi ni para comprar un libro nuevo. La biblioteca ofrece todos los libros que uno sea capaz de leer en ese año.

La lucha de una biblioteca popular por mantenerse es ininterrumpida, depende de varios factores. No siempre es fácil, sobre todo si cuenta con empleados. Tal como señala Ricardo, “es lindo crear cosas nuevas, pero después hay que mantenerlas”.

De lunes a sábado uno puede acercarse por la Franklin. Allá estará Ricardo y sus compañeros trabajando. La sala suele estar llena de jóvenes estudiando y simultáneamente los diversos talleres que ofrecen, desde el rincón infantil, ajedrez, teatro, club de lectura, etc. Es un claro de luz en pleno centro sanjuanino. “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”, volviendo a citar a Borges. Nosotros tenemos el nuestro, gracias a Ricardo y muchos otros como él. Ya que, si las bibliotecas son un tipo de Paraíso, Ricardo vendría a ser uno de esos ángeles guardianes.

Tal vez, la profesión de bibliotecario no sea la más deslumbrante hoy en día para nuestra sociedad a simple vista. Al contrario de esto, es una de las más valiosas y necesarias. Por último, los dejamos con la defensa de los bibliotecarios de Umberto Eco: “El libro es una criatura frágil, se desgasta con el tiempo, teme a los roedores, resiste mal la intemperie y sufre cuando cae en manos inexpertas… Por tanto, el bibliotecario los defiende no solo de los hombres sino también de la naturaleza, y consagra su vida contra las fuerzas del olvido, que es enemigo de la verdad”.

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