Opinión
Los que odian a la Argentina pueden volver a gobernar y nos faltan patriotas.
Por Rafael Ibañez.
El problema de raíz sigue siendo el mismo en Argentina desde que se fundó: de un lado los patriotas que quieren un país digno y soberano y del otro los que quieren que seamos una colonia. La pelea de los dos modelos sigue estando entre los que aman a la Patria y los que odian y detestan este suelo, aunque es el que les da de comer y les brinda riqueza.
Tengo bronca, nos han llevado a tal punto que decir Viva la Patria parece algo malo pero todos somos París (Ucrania, Londres o quien sea de afuera) es algo bueno. Así estamos.
Festejamos el 9 de Julio como día de la Independencia y nos detienen en el cuadro y la Casa de Tucumán, pero la realidad es que si no fuera por patriotas como San Martín, Güemes y Belgrano hoy no seríamos una nación independiente, sino colonia inglesa.
Rivadavia y toda la oligarquía estanciera y portuaria de Buenos Aires querían ser parte de la corona británica, por presión de los patriotas se logró colocar el “libre de toda potencia extranjera” en el acta y cerrarles el paso a los tatarabuelos de Macri, Bulrrich y compañía.
Fue Rivadavia el vocero del imperio inglés y el que boicoteó a San Martín e hizo todo lo posible para que se fuera o sería eliminado. Los británicos querían que desconociéramos a España pero que no fuéramos poderosos ni libres. Este señor fue obediente con eso y como premio le dieron el primer préstamo a lo FMI, que vino a pagar Perón, como para darse una idea desde dónde arranca la cosa.
¿Quienes son los herederos de Rivadavia?. Desde la oprobiosa generación de fines del siglo XIX con Mitre (el tatarabuelo del diario La Nación) a la cabeza pasando por todas las dictaduras y personas miserables como Alsogaray, Menem, Cavallo, De la Rúa, Bullrich, Macri, Larreta, Milei, Espert y la tropa que hoy está al frente de los grandes medios nacionales.
Ellos siguen representando el modelo colonial donde una minoría extrema maneja todo, colonizadores culturales que nos inculcan todos los días que este país es una porquería, que no es serio y que nos merecemos lo peor.
Esta gente no tiene lugar ni en el infierno, porque su pecado no tiene nombre y excede las ideologías: odian a la Patria, no aman al país.
Lo que necesitamos son PATRIOTAS con mayúsculas, que prioricen los intereses de los argentinos por encima de todas las estafas, negocios y entregas de nuestras riquezas y sangre nacional. Si, sangre, porque la gente se muere cuando no hay trabajo y hay hambre.
Para ser patriota primero hay que tener CORAJE, valía que acompaña al amor sincero. Alguien que no es capaz de sacrificarse por el otro no ama. ¿Los mártires de la religión católica que son si no hombres y mujeres que entregaron su vida por sus convicciones y su fe basada en el amor al otro?. El que desprecia al país no es cristiano.
Así nos encontramos, con la tropa de estafadores y ladrones serviles al FMI, al imperio inglés primero y al estadounidense hoy, los que nos quieren vender que “para qué vamos a fabricar autos acá si en Nueva Zelanda no lo hacen”, como dijo un ex ministro de Macri.
Si estos estafadores realmente amaran la Patria, al menos invertirían y dejarían sus ganancias acá, pero no, la fugan, la evaden, se la llevan. Son míseros ladrones.
Los emprendedores sanjuaninos como Cantoni, Graffigna, Del Bono y otros eran bien “garcas” pero en su terruño querían lo mejor, por eso invirtieron acá trayendo lo mejor de allá.
Hoy es al revés, nuestras clases medias y altas locales no quieren más que irse o sacar sus ahorros porque “el país no es confiable”. Es mentira, la razón es simple: lo que ganan lo sacan de acá. Lo mejor es que se vayan y nos dejen, pero no quieren eso, su sueño es vivir allá y ser mantenidos por los esclavos de acá.
Estamos llenos de odiadores de nuestro terruño sanjuanino, por si fuera poco. Pululan en los sectores medios con sus cabezas impregnadas de un discurso que desprecia nuestra identidad y nuestra rica historia. Ya ni el “guón” quieren decir porque les da vergüenza.
Para ser PATRIOTA hay que enfrentar al poderoso, hay que ser como San Martín, y no como un pelele arrastrado pidiendo limosnas al amo. Si hay algo que tiene Alberto Fernández y su gobierno es esta sumisión crónica, el agacharse siempre y haber perdido todas las oportunidades históricas para ponerse de pie y decir NO: a esa estafa no la podemos pagar, deben ir presos los que nos robaron y terminar con la farsa de “honrar la deuda”. No se puede honrar la estafa y el robo a punto de pistola.
Desaprovechó la pandemia, luego la pospandemia y hoy la debilidad de Occidente que ya no es más el omnipresente global. Es un nuevo mundo, habrán más repartiéndose el poder en este planeta.
En este esquema, y por las más mezquinas miserias de ocupar un carguito tenemos hoy acá gente que sigue a los odiadores de la Patria, que son voceros de ese desprecio y por lo tanto no sólo cómplices sino culpables, todos ellos en Juntos por el Cambio y los libertarios.
Del otro lado una tropa diezmada, desnortada, con una “no conducción” y con entreguistas manejando los hilos y destruyendo el sueño sanmartiniano y hasta el del propio Sarmiento: hacer de Argentina una Estados Unidos del Sur.
Antes que nada, de cara a lo que viene, les ruego por lo que más quieran, elijamos patriotas, veamos a las mujeres de carne y hueso que quieren una Argentina mejor, nuestra, propia, como sea, pero libre y nuestra. Ya ni pido que sea justa socialmente, así de mal estamos.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.
Opinión
Postpandemia: “Nosotros nunca hemos dividido a las personas en primera y segunda clase”.
NOTA DE OPINIÓN por Dimitri Feoktistov, Embajador de Rusia en Argentina.
Mientras la mayoría de los países se vio en “el final de la fila” para obtener los productos indispensables para la vida, Rusia fue uno de los primeros en ayudar a “nuestros amigos”, rescata el Embajador de ese país en Argentina.
El pasado 5 de mayo, el Director General de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Ghebreyesus, anunció el fin de la pandemia de coronavirus. Todos dimos un suspiro de alivio, ya que esta infección peligrosa había atormentado a la humanidad durante más de tres años y cobrado casi 7 millones de vidas.
Hoy en día, cuando la enfermedad ha retrocedido, se puede analizar el pasado reciente con la cabeza fría y sacar unas lecciones para el futuro.
En el momento en que estalló la epidemia y comenzó a extenderse por todo el mundo, algunos Estados se vieron más preparados para una situación de emergencia, mientras que otros fueron literalmente tomados por sorpresa.
Entre estos últimos estaban los países de América Latina. Solo en Argentina, más de 10 millones personas, o sea casi un cuarto de la población, se contagió de coronavirus, y más de 130 mil fallecieron. Pese a las medidas oportunas tomadas por el gobierno, incluidas las restricciones de cuarentena introducidas inmediatamente, en la primera etapa de la pandemia, existía una necesidad urgente de nuevas herramientas antivirales.
Las compañías farmacéuticas occidentales empezaron activamente a firmar acuerdos con países en desarrollo para involucrar a la población local en ensayos clínicos de medicamentos prometedores, asegurando en cambio el acceso prioritario a sus productos.
En la región de América Latina y el Caribe, miles de personas participaron en investigaciones de las vacunas occidentales. Pero su certificación no fue seguida por suministros. Resultó que los Estados de los “mil millones de oro” abonaron los lotes de medicamentos con meses de antelación para realizar sus propias campañas de vacunación.
En fin, la aplastante mayoría de los países se vio en “el final de la fila” para obtener los productos indispensables para la vida. La gente perdía sus parientes, observaba las filas de ambulancias sin fin frente a los hospitales, se escondía en casa para evitar la infección, aprendiendo al mismo tiempo de las noticias sobre los éxitos de la vacunación en los países ricos del Occidente colectivo.
De hecho, la población del Sur Global fue utilizada como “conejillo de Indias” y luego abandonada a su suerte.
Quiero recordarles a todos quienes hoy en día están tratando de olvidar esto: en aquel tiempo dramático, existieron también los que extendieron la mano a los necesitados.
Al registrar el primer medicamento contra coronavirus, Sputnik V, Rusia hizo inmediatamente hincapié en la cooperación internacional, consciente de la imposibilidad fundamental de salvarse de la pandemia dentro de un solo Estado.
Ya en aquel tiempo quedó claro que la enfermedad solo podía ser superada con esfuerzo conjunto de todos. Además, a diferencia de los que no han abandonado sus aspiraciones coloniales, nosotros nunca hemos dividido a las personas en primera y segunda clase. Para nosotros todas las vidas tienen el mismo valor.
Poco después del inicio de la pandemia, el distribuidor del fármaco ruso, representado por el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF), acordó con Argentina y varios otros países los suministros multimillonarios de la vacuna.
Recuerdo cómo recibí la llegada del primer lote del producto en el aeropuerto de Ezeiza, junto con las autoridades argentinas.
El avión de Aerolíneas Argentinas que aterrizó en Buenos Aires el 24 de diciembre de 2020, trajo las tan esperadas ampollas. Argentinos y argentinas en todo el país formaron largas filas para recibir el pincho que salva vidas.
A partir de este momento, comenzó la historia de Sputnik V en Argentina, que resultó en salvar millones de vidas. Unos de los primeros para recibirla fueron las personas de edad avanzada, lo que liberó a muchos del temor infinito por sus padres ancianos.
Se logró proteger a los médicos, expuestos diariamente al riesgo de contraer la infección. A lo largo de varios meses, el medicamento ruso representó la única herramienta antiviral utilizada en la República Argentina.
De hecho, se convirtió en un escudo fiable que resguardó a los argentinos de la pandemia desatada. Los altos mandatarios del Estado también mostraron su confianza hacia el medicamento.
Postpandemia de coronavirus
El Presidente Alberto Fernández y la Vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner se vacunaron públicamente, llamando a los ciudadanos a seguir su ejemplo. El Presidente luego elogió repetidamentela calidad de “Sputnik V”, enfatizando la importancia de su pronta certificación por parte de la OMS.
En mis pensamientos, vuelvo a menudo al período en que comenzó la campaña de vacunación. Todos los días estuvieron entonces llenos con acontecimientos emocionantes. Recuerdo cómo visité una clínica en José C. Paz dónde los argentinos me recibieron literalmente con lágrimas en sus ojos.
Me acuerdo de mis charlas telefónicas interminables con la asesora del Presidente, Cecilia Nicolini, y funcionarios del Ministerio de Salud. En tiempo real, a veces incluso en altas horas de la noche debido a la diferencia horaria con Moscú, teníamos que resolver rápidamente dificultades que surgían en el curso de la carga de otro lote de vacunas.
En aquel tiempo caliente de la lucha contra el coronavirus, la Embajada de Rusia en Buenos Aires logró ayudar no solo a los argentinos, sino también a nuestros colegas, diplomáticos rusos en los países vecinos de la región, a quienes también enviamos ampollas de Sputnik V recibidas de Moscú. Fuimos nosotros la primera representación diplomática de Rusia que vacunó a todos sus empleados.
El negocio farmacéutico argentino se interesó por el producto ruso avanzado, y en febrero de 2021, la empresa Richmond se adhirió al círculo de los socios del RDIF. En junio del mismo año, tuvo lugar un evento significativo, cuando durante la conferencia virtual en el marco del Foro Económico Internacional de San Petersburgo, los Presidentes Vladímir Putin y Alberto Fernández dieron inicio conjunto a la producción de Sputnik V en Argentina.
Richmond produjo exitosamente unos millones de dosis del fármaco en base al componente activo ruso, que fueron usadas posteriormente en la campaña de vacunación para la población.
No es sorprendente que el éxito de Sputnik V en Argentina desconcertaba a nuestros detractores. Los fabricantes estadounidenses y europeos, que solían imponer demandas inadecuadas a los países receptores, como la inmunidad judicial frente a cualquier reclamo respecto a la calidad de los productos suministrados o pedir el precio doble o hasta triple, se vieron sin trabajo en los Estados que optaron por la vacuna rusa.
Al perder su oportunidad, el Occidente recurrió a sus habituales maniobras sucias con el fin de desacreditar a Sputnik V e impedir que entrara en el mercado internacional. Se utilizaron campañas de medios de comunicación que cuestionaron la calidad del medicamento, intrigas encubiertas en la OMS para interferir con su certificación internacional, así como la prohibición de ingreso a los países occidentales para las personas que se vacunaron con la vacuna producida por rusos.
En Argentina, se llegó al punto de que algunos representantes de la oposición acusaron al presidente de pretender “envenenar a la población” con el medicamento ruso. La respuesta a estos detractores maliciosos fueron los numerosos estudios científicos llevados a cabo en muchos países del mundo, incluida Argentina, que mostraron efectivamente el alto nivel de calidad y seguridad de “Sputnik V”.
Ahora cuando la pandemia se quedó atrás, y los medios de comunicación mundiales, controlados por un escaso grupo de Estados, están tratando de denigrar a Rusia en relación con la operación militar especial en Ucrania, es fácil para algunos borrar de la memoria las lecciones del pasado reciente. Incluso olvidar la diferencia entre los amigos verdaderos y los que solo se presenten como tales.
Sin embargo, estoy convencido de que la gente guardará en sus corazones por mucho tiempo los recuerdos sobre la ayuda de Rusia en el momento difícil. Lo confirman las numerosas cartas cálidas que siguen llegando a nuestra Embajada. Los argentinos agradecen por “Sputnik V”, por salvar la vida de familiares y personas cercanas. Entonces, todo se hizo correctamente y no en vano.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.
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Opinión
¿Cuándo es el momento? ¡AHORA!
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo.
A veces tenemos buenas intenciones y preocupaciones nobles, pero no llegamos a tomar decisiones concretas. Son deseos que surgen ante una noticia del crecimiento de la pobreza, una imagen de niños y niñas en miseria, o un testimonio que recibimos de alguna persona voluntaria. Como expresa el refrán popular, “obras son amores, y no buenas razones”.
Ante la falta de decisión lo importante es dar el paso. Por eso te digo que el momento es ahora. El sábado 10 y domingo 11 de junio se realiza en todo el país la Colecta Anual de Cáritas. El lema de este año: “MIRARNOS. ENCONTRARNOS. AYUDARNOS”.
Mirarnos: es lo primero para vencer la indiferencia. Corremos el riesgo de pasar de largo sin darle lugar en el corazón a quien sufre. Ignorar a los pobres es dejar afuera, en nuestro país, a la mitad de la gente, a 6 de cada 10 niños niñas y adolescentes. El Estado les provee el DNI, pero la sociedad les quita identidad y entidad. Miremos a los ojos, no generalicemos en abstracciones que nos mantienen ascépticos.
Encontrarnos: es dar otro paso. Ir al encuentro para reconocernos como parte de un mismo nosotros. Una misma familia. Dios nos creó por amor y nos hizo a su imagen y semejanza. Nos dio una dignidad común. Sólo encontrándonos entre todos podremos forjar un futuro que incluya sin excluir, sin dejar a la intemperie a nadie.
Ayudarnos: implica reconocer que nos necesitamos, que hay un ida y vuelta. Vence al modelo paternalista de la relación proveedor – necesitado. Nos ubica en la relación de reciprocidad que ayuda a crecer a la comunidad. El Papa Francisco nos anima a reconocernos interdependientes unos con otros.
Con la participación concreta de todos podemos ayudar. La Colecta se distribuye en “tres tercios”. Un tercio para Cáritas en los proyectos y servicios de la comunidad parroquial. Son las situaciones de necesidad según cada barrio.
Otro tercio en la Diócesis. Es nuestro caso en San Juan de Cuyo y con lo obtenido se financian:
– Actividades de Promoción Humana: acompañamiento a los CECC (Centros de Encuentro y Cuidado Comunitario), espacios educativos y de apoyo escolar, etc.
– Actividades de Asistencia: se realizan donaciones en mercadería, medicamentos, elementos de higiene, agua mineral, traslados, etc.
– Actividades Formativas: talleres de formación y capacitación en la tarea de Cáritas, retiros y encuentros de espiritualidad, elementos de librería para la capacitación, encuentros y reuniones mensuales, refrigerios, etc. Talleres de capacitación laboral.
– Gestiones para la obtención de donaciones, recepción y sus traslados.
Y el otro tercio se envía a Cáritas Argentina que, desde el ámbito nacional, asiste y acompaña en capacitación a las distintas diócesis y hace frente a algunas emergencias que suelen presentarse durante el año.
Como ves, son muchas las comunidades y personas que están pendientes de nuestras decisiones.
El 10 y 11 de junio tenemos un momento único. Te esperamos. El tiempo es ahora. Contamos con vos.
Y un gracias enorme tanto a hombres y mujeres quienes con su entrega generosa multiplican los recursos en cada comunidad. Gente voluntaria que nos acerca a quienes más sufren y, en ellos, a Jesús.
Opinión
Orrego y sus jefes quieren un “cambio” para peor.
NOTA DE OPINIÓN por Luis Hernández Monte.
El cambio que nos venden Orrego y sus jefes Larreta y Bullrich será uno que pase por más ajuste y en el que iremos a peor. Si el Gaucho José Dolores es nuestro héroe sanjuanino porque defendía la justica social, en Marcelo Orrego encontramos lo contrario, al anti-gaucho. La libertad del primero contrasta con la obediencia a sus jefes porteños del otro. Si uno les quitaba a los que abusaban de los débiles y repartía para equilibrar la balanza, el otro representa lo contrario, se aprovecha del deseo de todos de querer “cambiar” la situación en la que nos encontramos, en la que a todos nos cuesta el día a día, pero nunca menciona cómo. Este vaciar el “cambio” de contenido, de Orrego y sus jefes es porque realmente lo que se pretende no es un “cambio” a mejor, sino que será un cambio que favorecerá a unos pocos y a semejanza del fin del gaucho José Dolores tal vez termine en una tragedia.
El cambio que nos venden Orrego y sus jefes Larreta y Bullrich será uno que pase por más ajuste y en el que iremos a peor. Lo sentirán empleados públicos, médicos, docentes y todos aquellos que tengan vinculación con el Estado provincial. En primer lugar, porque después lo sentirán todos los que usamos los servicios públicos y terminará en llevar a la sociedad a una situación peor.
Bullrich se propone a usar la mala situación económica generada por la deuda de ellos para justificar el robo a los más trabajadores y a las capas medias para beneficiar aún más a los más ricos y desnutrir más aún de dólares al país. Ya lo vivimos, es lo mismo de la Alianza y Menem, gobiernos en lo que Bullrich estuvo. Ese es el “cambio” al que se refieren.
Es bien conocida por todos en San Juan la historia del Gaucho José Dolores. Al que algunos llaman el “Robin Hood sanjuanino”, que hoy en día es venerado y junto a la Difunta Correa quizás son los que cuentan con más devotos en nuestra provincia.
Lo que encontramos ahora en la oposición es el reverso de nuestro querido gaucho. Si José Dolores le quitaba a los que abusando se hicieron grandes propietarios, para repartir entre los desposeídos y explotados, lo que se proponen hacer aquellos que gritan “Cambio” pero se callan todo lo demás, es sacarle a los abusados para quedárselo los poderosos.
La reversa de equilibrar la balanza e intentar que todo esté repartido es concentrarlo todo en unas pocas manos, vendiendo por otro lado la idea de libertad falsa de que quien no tenga tiene la libertad de buscárselo, pero el juego está trampeado.
La situación que estamos atravesando ahora no es buena, todos lo tenemos claro. Los problemas económicos aprietan y, por supuesto, hay quienes lo sufren más que otros. La situación es muy dura en todo el país, pero más ordenada en la provincia.
Mucha gente que lo está pasando mal, con razón quiere que su situación cambie, que haya un cambio en su vida, que las cosas se ordenen y alejar esta incertidumbre constante en la que parece que nos encontramos. Esto, es muy válido, pero lo que habría que pararse a pensar es: ¿un cambio? Bien, pero ¿en qué?, ¿para quién?, ¿cuándo?, ¿cómo?
Porque lanzar una proclama de “Cambiar” es aprovecharse de ese sentimiento tan compartido por todos aquellos que encuentran muy difícil transitar el día a día. No explicar qué es lo que pretende cambiarse, ni cómo, no es casualidad, sino que se hace a propósito.
El truco es que tendemos a pensar instintivamente que cuando la situación no es ideal, el “cambio” que se usa como bandera, ha de ser necesariamente a mejor. Pero esto no tiene porqué ser así.
El gaucho José Dolores Córdoba es venerado en nuestra provincia con gran devoción no por casualidad. Es que en él está representado un sentimiento que tenemos muy arraigado los sanjuaninos: la justicia social. El gaucho robaba para repartir a quien más lo necesitaban. Por eso se aparece como nuestro “héroe”.
Hoy, tenemos al claro antihéroe, aquel que como el gaucho puede parecer guapo y seductor, pero que guarda unos intereses muy diferentes al venerado José Dolores.
Actualmente, quien encarna el papel de antihéroe, por agrupar y representar ese rol, es Marcelo Orrego. El claro anti-gaucho. Se nos puede tornar parecido cuando lo vemos de lejos y nos vende esa esperanza que ansiamos de “cambiar” las cosas, el truco es que no cambiaran como esperamos.
Si nuestro gaucho es casi un ideal de hombre libre que actúa por su cuenta y que busca la justicia social, ahora nos encontramos con el anti-gaucho que obedece a unos jefes de la capital nacional, es esclavo de lo que le manden, y en vez de buscar justicia social lo que van a implantar es mayor desigualdad disfrazada de consecuencia de la libertad de mercado.
No merecemos que se aprovechen del sentimiento noble de querer mejorar nuestra situación y la de los nuestros, que se use eso para conseguir el poder. Que esa libertad que admiramos en nuestro gaucho, se torne en pasar a ser marioneta de líderes de Buenos Aires.
Tal como la historia del gaucho José Dolores, la de su reverso, la de los anti-gauchos del “cambio” solo puede acabar en tragedia. Tal vez no tanto para ellos, que tendrán los bolsillos más llenos y un salvavidas asegurado, pero si en una tragedia para todos los sanjuaninos que nos veremos privados de una sociedad más justa.
Al anti-gaucho Orrego nadie irá a llevarle ofrenda ni a hacerle promesas.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.
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