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Sociedad Relatos de Vida

Los hermanos sanjuaninos Oscar y Amor Lorenzo Pinos: Quienes saben estar “distantemente juntos”.

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Luego del día mundial de los hermanos (5 de septiembre), Ahora San Juan conversó con los dos consanguíneos que aún viven de la familia Lorenzo Pinos. La cual caminó la antigua Colonia Zapata de Santa Lucía (hoy Richet-Zapata), y que forjó a base del esfuerzo, voluntad y constancia diaria, un hogar de los de antes. Esos que nos contaron nuestros abuelos. El mayor es Amor Antonio y el menor se llama Oscar Orlando Lorenzo Pinos. Con sus más de ochenta años, manejan muy bien las redes sociales e internet. Además, son dos ingenieros con mentes brillantes (Hidráulico y electromecánico). En sus épocas de infancia y adolescencia, la famosa Colonia albergaba inmigrantes (españoles). Luego del terremoto del 44′, allí, la vida sanjuanina era muy diferente a la de hoy. La escuela, que no era para todos una opción. Las buenas costumbres. La familia, que solía ser numerosa y trabajaba mancomunada. Los niños que exploraban al máximo su imaginación para jugar. Estas tierras de plantaciones, estaban en Cordillera de los Andes y calle San Juan. Y fue el hogar de cinco hermanos que vivieron muchas experiencias: Elena, Vicente, Hugo, Amor Antonio y Oscar Orlando. Todos hijos de Ascensión y Vicente (padre). Tuvieron una hermana mayor, Azucena, que murió de muy pequeña (1 añito más o menos). Con el tiempo, se conformó el club Richet-Zapata donde el padre de nuestros entrevistados fue socio fundador.

Si bien en Argentina, el Día del Hermano se celebra el 4 de marzo, a nivel internacional se conmemora el 5 de septiembre. La elección de este día se debe a la fecha de fallecimiento de la Madre Teresa de Calcuta, quien dedicó su vida a realizar varias obras caritativas. Junto a sus hermanas religiosas llevó paz y sosiego a muchas personas necesitadas y desamparadas en el mundo. Pero algo significativo a destacar es que la palabra hermano se origina del latín “germanus” (germen), que a su vez proviene de la palabra gigno, que quiere decir verdadero y exacto. Y justamente así, es el corazón de estos dos grandes muchachos. Los une el hecho de ser muy educados, correctos, amorosos (a veces un tanto testarudos) y sencillos a la hora de elegir lo que los hace felices.

Al comenzar este cálido recuerdo, de los hermanos Lorenzo Pinos, Oscar comenzó diciendo: “Estamos bien, con los achaques de la edad“, aunque percibimos su buena voluntad para sentarse a compartir algunas anécdotas de su historia. Siendo el más chiquito de ellos, Oscar, hoy tiene 82 años, y nos contó nostálgico: “Mis padres eran muy pobres, pero nunca nos faltó la comida. Se esmeraban para cultivar y obtener verduras y frutas. También teníamos carne de pollo, pato, paloma, chancho y con los pocos pesos que sacaban, compraban pescado y mantecol“. Estas fueron épocas, sin dudas, de calor de hogar. “Mi madre hacía muchos dulces y conservas para todo el año“, recordó Oscar.

Y si miramos un poquito más atrás, ellos fueron los Pinos, sus abuelos e hijos. Su madre Ascensión es la chica de la izquierda.

Por la línea genealógica de su padre contaron: “Nuestros abuelos llegaron a Brasil desde Málaga, España, y ahí nació Vicente en la zona de Río de Janeiro. Pero cuando éste cumplió 4 años decidieron viajar a San Juan debido al clima seco. Por problemas médicos, así se lo indicaron“.

Estos hermanos, además de inteligentes, son muy buenas personas, con rostros y espíritus de bonachones, se sabe que en su círculo son y han sido muy queridos. Por ejemplo, Amor Antonio tiene un cuadro que decora la pared del comedor de su casa, donde sus ex alumnos de la facultad de ingienería lo condecoraron con el título de: “Más bueno que el Quacker“.

El poder de las bicicletas: Oscar Orlando, trajo al hoy un poco de sus memorias vividas, y lo que estos vehículos representaron para ellos cuando las distancias eran otras:

Todos los hermanos fuimos a la escuela Nacional número 82 , nuestra hermana mayor, Azucena, falleció de bebé y todavía no había nacido Vicente. Luego llegó Hugo. Ellos dos no pudieron completar la primaria porque esa escuela tenía hasta cuarto grado“. Para cuando nació Amor Antonio, explicó que las cosas mejoraron un poco, y en su edad escolar recibieron un pedido especial: “La maestra se acercó a pedirles a mis padres que lo mandaran a estudiar para completar sus estudios a otra Escuela“. Y comentó que como los hermanos mayores habían comprado una bicicleta, se la facilitaron para que fuese a la escuela Mariano Necochea. “Allí terminó la primaria y le dieron la posibilidad de que fuese a la secundaría, como yo vine cuatro años después, fui a terminar la primaria a una escuela que está en la Colonia Gutierrez. Y cuando tuve la edad para comenzar la secundaria, nuestros hermanos mayores ya tenían dos bicicletas, entonces las usábamos nosotros para ir a la Industrial, expresó amablemente. Después del último de los hijos varoncitos, Oscar, llegó Elena (6 años despúes), la única chica del equipo.

Oscar con sus primos, compañeros de juegos.

Por su parte, Amor Antonio, rememora con mucho cariño esos momentos: “Fueron épocas muy lindas“. Reveló que ambos jugaron a las bochas en la Colonia y torneos provinciales. Con orgullo advirtió que su papá Vicente era quien ganaba más campeonatos. “En su nicho del cementerio está la placa de una vez que me ganó“, indicó Amor. Luego, agregó: “Vicente, Hugo y yo jugábamos más y Oscar menos. Había campeonatos sanjuaninos. Algunas veces tenía que decidir si jugar o no porque tenía un examen en la facultad. Y recuerdo que por eso no me presenté a todos”.

Para contextualizar, cabe resaltar que hubo dos Colonias: “Nosotros estábamos en la Zapata y la otra era la Richet, en la que eran poquitos. Estaban los Maldonado me acuerdo. Y luego se unieron y quedó Richet-Zapata. El que mejor jugaba para mí, fue mi hermano Vicente. En los tiros hacia el final de la cancha, no le ganaba nadie. Era un gran arrimador de bochín. Y yo jugaba pasando la media cancha, porque era buen bochador hasta ahí y en la larga era mejor Vicente. Siempre integrábamos dos de la familia en un terceto. Los equipos podían ser individuales, de a dos o de a tres“, describió muy bien don Amor Antonio, quien es hincha fanático de San Lorenzo (como su apellido). Y agregó: “También jugué al básquet. Estuve en campeonatos de la escuela Industrial“. Otra actividad que los Lorenzo Pinos tuvieron en aquel entonces, fueron los bailes familiares en el Club vecinal Richet-Zapata. Las mesas encuadraban la cancha, y todos los jóvenes bailaban en el centro mientras el resto de las familias estaban sentados en la orilla. Los niños corrían por todos lados, y sus madres atrás de ellos controlando de que no hicieran alguna picardía. Esta era la foto de esas salidas que, seguramente, fueron muy divertidas.

Y con ese humor sano que lo caracteriza, comentó: “Mi madre me puso Amor, porque soy un amor. Esta es una frase que cuando hacía largas caminatas por el barrio, reveló que solía decírsela a quien le hiciera un comentario respecto a su nombre tan particular. En la actualidad, él vive en San Juan Capital y su hermano Oscar en Neuquén. Cada cual con sus cosas, y habiendo pasado tanto tiempo, aún se comunican por teléfono y se pasan las noticias cada tanto. El mayor ya no sale mucho de su casa, principalmente desde que su media naranja y amor de su vida, Ana María Nuñez, falleció. Antes, supimos que era bastante andariego. Y ahora, pasa las horas entretenido con diversos juegos de la computadora, que mantienen su mente activa. Y aunque asegura que la extraña muchísimo, indicó: “No me voy a abandonar“. Como dijo el escritor Gabriel García Márquez: “El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad”.

Aunque, fanático del buen vino y ricos fiambres, Amor disfruta de la compañía de sus hijos cuando lo visitan.

En cuanto al menor, aún sale para hacer algún trámite, y mantiene la característica de contar historias maravillosas a sus más queridos. Él convive con su esposa Margarita que es su más grande apoyo, y con la cual se ayudan en todo. “También hago bicicleta fija“, agregó orgulloso. No cabe duda de que ambos son afines a pasar tiempo celebrando con la familia y sus amigos.

Amor y Oscar vienen de la vieja escuela de levantarse muy temprano, cuando apenas asoma el sol ellos ya están en pie. Es que los días en San Juan y en el sur siempre fueron completos y con mucho para aprovechar. Salir y saludar a todos los vecinos y conocidos a su paso, buscar las ofertas en varios lados para que las compras del mes rindan más. Ansiar al buen clima para compartir algún almuerzo, sentarse al sol o sólo disfrutar del silencio. En la simpleza de llevar bien organizada las rutinas está la belleza de estas provincias tan hermosas. Y para este dúo, que vivió cada cual en su lugar, atender las labores de su profesión siempre fueron importantes, el estudio es un bien muy preciado para los Lorenzo.

De los momentos inolvidables que pasó, Oscar extrajo algunos: “Vicente y Hugo eran nuestros protectores, jugábamos mucho con bolitas a la payana, al ta te tí, a la pelota , al trompo, y añadió que con su hermano Amor Antonio no jugaba demasiado por la diferencia que se llevaban: “Pasábamos ratos juntos pero yo me juntaba mucho con los primos de mi edad“. Sin embargo, como dijo una vez el ensayista y novelista Ernesto Sábato: “Vivir consiste en construir futuros recuerdos“. Por lo que se podría decir, que nada quita que quizás en algún momento exista un reencuentro entre ellos.

Entre los tesoros del ayer, ellos destacan el ingenio que tenían para hacer juguetes: “Con pocas cosas hacíamos de todo. Por ejemplo, una caja de arroz vacía era un camión y una media vieja era una pelota”, advirtió Oscar. A lo que sumó: “Me gustaría revivir las reuniones que hacíamos en la casa de mis padres cuando ya cada uno tenía su familia. Cuando mi papá ya no estaba y éramos la alegría de mi madre cuando nos veía”. Y Amor Antonio añora volver a tener buena salud y vitalidad, para recorrer su barrio, planear asados, ver partidos de fútbol acompañado, sacar muchas fotos para compartir con sus más allegados. En definitiva, estos hermanos manifestaron el deseo de reencontrarse con el tiempo en el que estaban todos unidos. Cuando reían, charlaban y hacían chistes sanos. Cómo los elogios que se dice así mismo don Amor: “Yo soy el más lindo“. Y antes de que su primera nieta le diga algo, su frase solía ser: “ya sé que soy precioso“. Ahora tiene días en los que se siente más animado, y otros en los que se queja de todo un poco, o simplemente no tiene ganas de hablar. A Oscar aún le quedan energías, y aunque tienden a ser de pocas palabras. Si se piensan, agarran el teléfono y se marcan.

Para cerrar, sin importar la edad, la circunstancia o la prisa del reloj y el calendario. Cuando se trata de nuestros hermanos, sólo cabe citar las palabras de un grande de la literatura, Julio Cortázar. Quien una vez advirtió: Sólo nosotros sabemos estar distantemente juntos“.

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Piloto le propone casamiento a su novia en el lanzamiento del Safari.

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Surgió el amor en Valle Fértil, exactamente en la simbólica largada del evento deportivo Safari Tras la Sierra. Las imagenes se viralizaron rapidamente.

El Safari Tras la Sierra reune afisionados y turistas no solo de San Juan,sino tambien de todo el país y otros paises, miles de personas llegan a la majestuasidad del rio de Valle Fértil para disfrutar los dias de este evento deportivo.

Frente a todas estas miles de personas el piloto sanjuanino Javier Marcial se arrodillo frente a su enamorada, Johana Contreras, para proponerle casamiento.

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“La profe”: Romina, la multifacética sanjuanina que reluce desde lo educativo y lingüístico hasta lo cultural y artístico.

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Todos los 17 de septiembre es celebrado el Día del Profesor en nuestro país y la conmemoración nace para ensalzar la labor de los docentes encargados de la educación secundaria y superior. La fecha supone un homenaje a la figura de José Manuel Estrada, un reconocido escritor e intelectual argentino que destacó por su gran dedicación y compromiso en la labor de profesor. Desde Ahora San Juan destacamos el relato de vida de la profe Romina.

Romina Pereyra, es una joven que tiene más de una disciplina que la apasiona en la vida. Comenzó siendo Profesora de Educación Física, es intérprete de lengua de señas hace más de una década, y luego se recibió de Profesora de Teatro, al mismo tiempo que practica la actuación en variados personajes y en distintas puestas. Desde Ahora San Juan hablamos con ella, para conocer acerca de estas vocaciones y de su amor por cada una de ellas.

En muchas etapas de nuestras vidas se nos intenta encasillar para una sola actividad o debemos elegir una profesión o vocación. Romina, es un caso muy especial, ella siempre ha hecho y hace todo lo que su corazón le demanda y lo que ha podido cumplir. Es una gran hacedora de sueños, que lucha por ellos. Simpática, organizada, sencilla y sobre todo una buena aprendiz y maestra.

Tiene 39 años, y nos cuenta cómo se fueron relacionando sus carreras y hobbies. ‘’En mi residencia de Eduación Física teníamos una parte, que era la de educación especial, en ese momento se llamaba así, y mi residencia me toca en la Escuela Bilingue de San Juan. Cuando llego a mis primeras observaciones de las clases, me encuentro con un mundo que yo desconocía totalmente, para todo se comunicaban con señas. Me toca el nivel inicial de la escuela y estaba frustrada, angustiada. Yo era la única en la escuela que no sabía señas y no me podía comunicar con quienes iban a ser mis alumnos por un buen tiempo‘’.

‘’El profe de ese entonces, Guillermo Basañez, nos calmó y nos dijo que ya ibamos a aprender. Me pasó las señas básicas para ir aprendiendo a comunicarme y comenzar con las intervenciones de a poquito porque esa era la estructura: observaciones de clases, intervenciones y en un tiempo más daba la clase completa para los chicos‘’.

‘’Comencé a aprender las primeras señas y después busque dónde estudiar porque me encanto. Vi la inmediatez de la comunicación, la repuesta de los chicos. Me enamore de la lengua de señas en esa instancia de mi carrera y comencé e estudiar en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de San Juan cumpliendo con los tres años de estudio. Hasta el día de hoy, me desempeño como profe y como interpréte y año a año me voy actualizando en cuanto a las señas porque van cambiando, incluso con la Pandemia, se agregaron muchas y se van actualizando‘’. Así es cómo nuestra protagonista, logra unir dos de sus grandes pasiones en una sola actividad, tan motivadora como desafiante.

Romina, se recibió de Profesora de Eduación Física en el 2007, trabajó en gimnasios, como profe de pilates y en escuelas estatales. Pero nos dice que tiene una preferencia muy particular que la une con los más pequeños.‘’Trabaje con una franja etaria bastante amplia, pero lo que más me gusta es trabajar con los chicos de primaria. En este momento y desde hace siete años, trabajo en la escuela Timoteo Maradona, en Rivadavia, con chicos desde primer año hasta sexto de la primaria.Siempre cuento que soy una afortunada de trabajar de lo que me gusta, porque amo trabajar con los niños que tienen, para mí, una energía muy especial‘’.

Lo más curioso de esta nota es saber cómo siguió sumando aprendizajes. ‘’Y lo de Teatro tiene que ver con lengua de señas, porque en el estudio de esta lengua, me hice amiga de un joven sordo y el quería estudiar teatro y no podía hacer ningún taller porque no tenía quién lo acompañase, entonces me pregunta si lo quería acompañar y comenzamos en un taller de Marcelo Meyer, que es un genio, no tuvo ningún inconveniente con que estuvieramos los dos y comencé de intérprete y me quedé como alumna. Y así empecé con esta locura del teatro”, expresó la profe.

‘’En el 2017, cuando se abre la carrera, se me ocurrió empezar para incorporar herramientas nuevas a mi carrera de docente. En lo que es Teatro, me ayudó mucho, coseché amistades muy bonitas y me abrió la cabeza, amplie mi mirada.

Y trabajo a veces como actriz también, he actuado en la Fiesta del Sol, en obras independientes, en musicales y creo que es otra cosa más para agradecer a Dios, al universo o a lo que cada uno crea‘’, nos dijo Romina.

Hay dos Fiestas del Sol que han marcado la vida de Romi, una fue ‘’Sueños de Libertad‘’ y la otra fue ‘’Evolución‘’ en la que tuvo un co-protagonico en el que actúo de mamá de un niño y considera que los personajes que les tocaron, tenían una magia muy especial.

Y a nivel nacional, tuvo una participación con una cantante de opera, Claudia Lepez, que hizó la presentación de su libro de canciones de cuna. Se combinó la interpretación teatral y la lengua de señas.

En el 2021, el prestigioso Teatro Nacional Cervantes, a través de su programa Cervantes Educación, lanzó una convocatoria abierta a personas sordas y oyentes de todo el país para su “1er Laboratorio de Actuación. Lengua de señas en escena”, y Romina no dudó en presentarse.

El proceso de postulación, que constó de tres instancias evaluadas por gente experimentada en estos campos, no era sencillo.Romina Pereyra se convirtió en la única sanjuanina dentro de un seleccionado nacional de 20 nombres (pares de Corrientes, Jujuy, San Luis, Buenos Aires, Santa Fe, Catamarca, Tierra del Fuego, Córdoba y Chaco).

Quienes la conocen, pueden definir a nuestra protagonista como empática, apasionada, detallista y muy sociable, es que dónde va deja una huella imborrable. Hoy, se encuentra pasando uno de los momentos más díficiles de su vida: la pérdida de su papá, un papá presente que marcó y forma parte aún hoy de lo que es ella como persona.

Y aún así, en la amabilidad que la caracteriza cuando le preguntamos acerca de sus próximos proyectos, no dudó en respondernos que va a seguir avanzando a pesar de que ahora le cueste pensar en algo por la situación que esta atravesando junto a su mamá, pero que en un futuro próximo desea aprender la técnica de clown y danza-teatro. ” Y un gran sueño pendiente es llevar la lengua de señas al teatro para incluir a la comunidad sorda. Son las dos cosas que me gustaría fusionar y con todas estas herramientas mejorar mi profesión de docente”, nos comentó.

Romina ha logrado mezclar su vocación profesional con sus pasiones y habilidades, sus deseos de desarrollo personal que le han permitido cambiar su mirada en todos los sentidos y también ser una profesora inclusiva. Ella se define como una persona que persigue sus sueños, que insiste para concretarlos y que es muy organizada y calma para lograrlos.

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El guardián de libros en San Juan. Ricardo Aguilera, bibliotecario de corazón.

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Hoy, 13 de septiembre es el Día del Bibliotecario, para felicitar a todos aquellos que realizan la noble labor de trabajar con nuestros libros, es que retomamos el relato de vida que realizamos a Ricardo, uno de los grandes bibliotecarios que tenemos en San Juan.

Una biblioteca es pilar fundamental para el saber y la cultura de un lugar. Y detrás de una buena biblioteca siempre hay un buen bibliotecario. Los sanjuaninos tenemos ambas cosas por suerte. Desde Ahora San Juan nos acercamos a hablar con Ricardo Aguilera, bibliotecario desde hace más de un cuarto de siglo en la Biblioteca Franklin, la biblioteca popular más antigua de América del Sur.

Ricardo lleva desde el año 1995 trabajando en la Biblioteca Franklin. Veintisiete años, que se dice pronto. La vida entre libros. Bibliotecario es una profesión que no siempre es justamente valorada, pero fundamental para el sostenimiento cultural. Una biblioteca requiere de un gran trabajo humano del que nos beneficiamos todos, Charles Medawar hacía referencia a esto cuando decía: “Los bibliotecarios son casi siempre muy útiles y a menudo casi absurdamente bien informados. Sus habilidades son probablemente muy subestimadas y en gran medida subempleadas”.

Ricardo nació en Las Flores, localidad de Iglesia. Allá empezaron a crear una biblioteca popular.  A Ricardo le quedaba cerca de su casa: “cómo no había nadie que la atendiera, me preguntaron y la atendí yo” nos cuenta. Sin nada, el presidente iba buscando, y con las donaciones que recibieron pudieron empezar con la biblioteca. Poco a poco fueron avanzando y se trasladaron de una piecita a un local más grande, donde es hoy es la Biblioteca de Las Flores, construyeron algunas estanterías e iban creciendo. Les habían donado el terreno, “todo con base a donaciones, todo era trabajo voluntariado de todo el mundo” subraya Ricardo.

“Allá, cuando te conocen, te van a buscar a tu casa hasta los días domingo para que les prestes un libro”, recuerda. Y así, un domingo llega a su casa la Directora de la Biblioteca de la Provincia, estaban censado las bibliotecas populares. Ricardo le muestra la biblioteca y el trabajo que venían haciendo. La Directora le cuenta que existe la carrera y lo anima a estudiarla. El joven se entusiasma, lo habla con sus padres y se viene a San Juan a anotarse para estudiar para Bibliotecario Nacional, hoy Bibliotecología. La Biblioteca de Las Flores no disponía de fondos para pagarle un sueldo, pero haciendo un esfuerzo el Presidente ayudaba cuando podían para pagarle algún pasaje para venir a la Capital.

Ricardo empieza a cursar a distancia. Le resulta complicado. Hay un choque cultural grande en cómo se estudiaba en Las Flores y pasar a la Capital al Colegio Superior Sarmiento. Al segundo año ya se queda en la Capital para seguir con sus estudios. Se esfuerza mucho y llega a formar parte del cuerpo de bandera. No solo eso, sino que de su promoción fue el mejor promedio. Lo que le otorga un premio por parte del Colegio de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina, y el viaje a Buenos Aires para recibirlo.

La residencia la realiza en la biblioteca de la Alianza Francesa. Posteriormente a eso, comienza a trabajar en la biblioteca Camilo Rojo. No podían pagarle mucho, “el problema de todas las bibliotecas populares es los fondos”, dice. A veces juntaba un poco más saliendo a cobrar las cuotas a los socios. Es poco tiempo después que consigue entrar en la Biblioteca Franklin, la cual era muy distinta a lo que es hoy.

Empezó como bibliotecario, pero además entre los años 2000 y 2004 fue Vicedirector. Fue una experiencia, reconoce. Aunque después de cuatro años prefirió seguir con su oficio. En el año 2011 lo becan para viajar a Estados Unidos. A través del Departamento de Estado y el Instituto de Educación de EE.UU. lo becan para el programa Bibliotecas y Museos como recursos comunitarios. Primero a visitar la Biblioteca del Congreso en Washington. No solo eso, sino que después visitó otras ciudades con sus respectivas bibliotecas: Kansas, Cincinnati, Wyoming y terminando en Los Ángeles. “Las bibliotecas eran enormes, hermosas. Muy limpias, pero excepto la de Los Ángeles, una biblioteca pública en un barrio chino, en ninguna vi a la gente como acá, estudiando”.

Ricardo es honesto, confiesa que no es un devorador de libros, pero sí que se preocupa en saber de todo lo que puede. Es imposible que hubiese leído todos los libros de la biblioteca, pero si tiene una idea sobre qué trata cada uno, como para poder aconsejar a todo aquel que venga a la Franklin, ya que como decía Borges: “ordenar bibliotecas es ejercer, de un modo modesto y silencioso, el arte de la crítica”.

La Biblioteca Franklin es la biblioteca popular más antigua de Sudamérica. Fundada por Sarmiento en 1866. Son más de 150 años abierta, sin perder ese carácter popular. Con todas las dificultades que ello implica, pero ha podido mantenerse gracias a la labor de personas como Ricardo, que entienden la importancia que tiene para la cultura de San Juan el que una gran biblioteca siga funcionando. Desde que él entro la biblioteca también ha ido cambiando. En el año 2004 finalizaron las obras de remodelación. La Franklin se ha ido acompasando a los tiempos y a las nuevas tecnologías, con las tareas de digitalización y el paso de un servicio tradicional al de biblioteca híbrida, integrando lo físico con lo electrónico.

Hoy cuenta con un gran número de servicios, que pueden consultarse a través de su página web (http://bibliotecafranklin.org.ar/) además de contar con unos 80.000 volúmenes. Hacerse socio es bastante sencillo, la cuota es trimestral y mínima. Tristemente, hoy en día, el libro en nuestro país tiene un precio que acerca la lectura a casi producto de lujo. Para un argentino comprar libros es algo prohibitivo, puesto que no se entiende como una necesidad básica y no hay ningún interés en que leamos y pensemos por nosotros mismos. Gracias al trabajo de personas como Ricardo y sus compañeros existe la Biblioteca Franklin y tenemos la oportunidad de poder leer, expandir nuestros horizontes y generar un pensamiento crítico. Para que se hagan una idea: con lo que sale la cuota de un año entero no alcanza casi ni para comprar un libro nuevo. La biblioteca ofrece todos los libros que uno sea capaz de leer en ese año.

La lucha de una biblioteca popular por mantenerse es ininterrumpida, depende de varios factores. No siempre es fácil, sobre todo si cuenta con empleados. Tal como señala Ricardo, “es lindo crear cosas nuevas, pero después hay que mantenerlas”.

De lunes a sábado uno puede acercarse por la Franklin. Allá estará Ricardo y sus compañeros trabajando. La sala suele estar llena de jóvenes estudiando y simultáneamente los diversos talleres que ofrecen, desde el rincón infantil, ajedrez, teatro, club de lectura, etc. Es un claro de luz en pleno centro sanjuanino. “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”, volviendo a citar a Borges. Nosotros tenemos el nuestro, gracias a Ricardo y muchos otros como él. Ya que, si las bibliotecas son un tipo de Paraíso, Ricardo vendría a ser uno de esos ángeles guardianes.

Tal vez, la profesión de bibliotecario no sea la más deslumbrante hoy en día para nuestra sociedad a simple vista. Al contrario de esto, es una de las más valiosas y necesarias. Por último, los dejamos con la defensa de los bibliotecarios de Umberto Eco: “El libro es una criatura frágil, se desgasta con el tiempo, teme a los roedores, resiste mal la intemperie y sufre cuando cae en manos inexpertas… Por tanto, el bibliotecario los defiende no solo de los hombres sino también de la naturaleza, y consagra su vida contra las fuerzas del olvido, que es enemigo de la verdad”.

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