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Opinión

Guerra por los microprocesadores entre Estados Unidos y China.

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Una de las áreas de mayor conflictividad actual se observa en el territorio de los microprocesadores, parte central de la disputa estratégica, que tiene a Estados Unidos y a China en el centro de la competencia global, de la guerra geoeconómica. La hostilidad de Estados Unidos contra China es uno de los diferentes campos de batalla en los que se desarrolla una guerra híbrida destinada a impedir la conformación de un mundo multipolar con hegemonías diseminadas, y una mayor autonomía de las soberanías nacionales. 

NOTA DE OPINION – Por Jorge Elbaum en Página 12.

La actual reconfiguración del orden global exhibe formas heterogéneas de beligerancia. Algunas de ellas están centradas en la ciencia y la tecnología. Una de las áreas de mayor conflictividad se observa en el territorio de los microprocesadores (chips) que funcionan como los circuitos básicos de los artefactos que utilizamos a diario: celulares, computadoras, pero también de los automóviles y los aviones. 

Estos diminutos artefactos son parte central de la disputa estratégica por la producción y circulación de bienes y servicios, que tiene a Estados Unidos y a China en el centro de la competencia global. Los chips comparten con la Inteligencia Artificial (IA) y los protocolos de transmisión móvil (5G y 6G) el espectro medular de la guerra geoeconómica.

En agosto de 2022, el gobierno de Joe Biden promulgó la Ley de Chips y Ciencia, que otorga casi 60 mil millones de dólares en créditos fiscales, incentivos y subvenciones a empresas que se instalen en Estados Unidos. Un año antes, en junio de 2021, el mandatario estadounidense firmó un decreto presidencial en el que se prohíbe toda inversión en 59 empresas chinas –incluidas Huawei y SMIC– por considerarlas colaborativas de las fuerzas armadas de Beijing.

En los últimos dos años, además, el Departamento de Estados ha promovido la Chip Four Alliance para impulsar junto con Japón, Corea del Sur y Taiwán la investigación e innovación en la tecnología de microprocesadores, en detrimento de la República Popular China. Una de las últimas medidas impulsadas por Washington ha sido sancionar a empresas que exportan a Beijing las obleas concebidas con Litografía ultravioleta Extrema (UVE), la tecnología necesaria para producir los microprocesadores de última generación, con tamaños menores a los 5 nanómetros. Se considera que la empresa ASML de los Países Bajos –que restringió los envíos de China continental– es la única corporación capaz de diseñar dichas diminutas obleas mediante la tecnología UVE, cuya demanda aumenta en forma sistemática a razón de un ocho por ciento anual.

El mandatario Xi Jinping ha respondido de forma enérgica a la guerra híbrida planteada desde Washington. En el programa ideado para el sexenio en curso, se ha asegurado la inversión de 1,4 billones de dólares para ser destinados a la innovación nanotecnológica y se ha designado al viceprimer ministro Liu He –egresado de la Universidad de Harvard– como el responsable de ejecutar dicho programa, considerado como prioritario en la planificación estratégica. El 75 por ciento de los microprocesadores de nueva generación –de tamaño inferior a 6 nanómetros– se produce en el sudeste asiático, en China, Taiwán y Corea del Sur. Treinta años atrás, Estados Unidos controlaba un tercio de toda la producción global. En la actualidad, solo participa del 12 por ciento de esa manufactura. Japón también muestra esa curva descendente: en los años ´90 del siglo pasado, exportaba la mitad de todos los chips. Hoy solo contribuye con la décima parte del mercado.

Aquella fortaleza japonesa del último tercio del siglo XX fue el origen de la primera disputa estratégica por los semiconductores y los microprocesadores: esa competitividad de Tokio fue el fundamento de la primera guerra geoeconómica, promovida por Washington, contra por el desarrollo de los microprocesadores. El Departamento de Estado impulsó del desarrollo en Corea del Sur y en Taiwán para limitar la hegemonía nipona. Dado que Beijing aparece como un productor cada vez más dinámico y creativo, los gobiernos estadounidenses pretenden recrear aquellas políticas que fueron exitosas para coartar el ascenso tecnológico japonés.

El capítulo de beligerancia actual –orientado a limitar, cercenar y frustrar el desarrollo chino– está fundado, según las autoridades estadounidenses, en la necesidad de forjar una “cadena democrática de suministro de semiconductores”, un eufemismo orientado a bloquear a Beijing bajo el pretexto de ser una autocracia controlada por el Partido Comunista. En ese marco, Biden ha impulsado controles y prohibiciones para que Japón, Corea del Sur y Taiwán discontinúen sus exportaciones a China, generando ásperos debates al interior de las corporaciones que tienen sus clientes más importantes al interior del gigante asiático.

Las empresas japonesas de semiconductores venden casi la tercera parte de su producción a corporaciones chinas. Durante 2022, alrededor del 40 por ciento de las de las exportaciones de chips coreanos tuvieron como destino el país gobernado por Xi Jinping. Sin embargo, el caso más relevante es el de Taiwán, que Washington utiliza como recurso geopolítico para debilitar a Beijing y desintegrar su territorio. En Hsinchu y en Taipéi, tienen sede las oficinas centrales de la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), la corporación más avanzada a nivel global en la fabricación de chips, fundada en los años ´80 por el ingeniero mecánico Morris Chang, egresado de Harvard y del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) en la década de 1950.

TSMC es una de las diez empresas más poderosas del mundo: exporta casi dos tercios de la totalidad de los chips de alta gama que se ubican en la dimensión que va de los 3 a los 7 nanómetros. Su capitalización bursátil alcanza los 600 mil millones de dólares, el doble de la cotización de Intel, la empresa estadounidense más valiosa. El gobierno estadounidense pretende controlar y manipular a TSMC como un instrumento de su ofensiva contra Beijing. Con ese cometido se promovió la instalación de una de sus plantas en Phoenix, Arizona, con una inversión de casi 53 mil millones de dólares. Dicha instalación ya se encuentra en funcionamiento pero sus autoridades taiwanesas han hecho trascender las reiteradas dificultades para emplear fuerza de trabajo calificada.

Por su parte, los trabajadores estadounidenses han denunciado a TSMC por sus exigencias organizacionales y por la pretensión de la empresa de trasladar a medio millar de técnicos taiwaneses a Phoenix, dado que los costos de producción informados a principios de 2023 se prevén un 500 por ciento más onerosos que en su sede de Taiwán. Su presidente, Morris Chang, ha anunciado, a principios del presente año, la construcción de una planta en el sur de Taiwán con una inversión de 60.700 millones de dólares, un 50 por ciento más que lo invertido en Arizona, dado que sus clientes más relevantes siguen instalados en el sudeste asiático. Chang adelantó, además, que no piensa limitar la producción de los microprocesadores básicos que industrializa en Nankín, la capital de la provincia de Jiangsu, en la china Continental.

La hostilidad de Estados Unidos contra China es uno de los diferentes campos de batalla en los que se desarrolla una guerra híbrida destinada a impedir la conformación de un mundo multipolar con hegemonías diseminadas, y una mayor autonomía de las soberanías nacionales


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.

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/ Imagen principal: Página12

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Trump: propaganda electoral y delito

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El juicio penal que se desarrolla en Nueva York, en el que se acusa a Donald Trump (foto) de 34 delitos, expone el deterioro de las instituciones estadounidenses y la crisis del sistema político con el que pretenden aleccionar al resto del mundo. La trama del litigio exhibe las evidencias más explícitas del derecho a la impunidad y las combina con las licencias para mentir, corromper y engañar. La presentación de cargos realizada por la fiscalía de Nueva York, una semana atrás, busca ser utilizada por el precandidato republicano para victimizarse y transformar su lugar de acusado en un insumo para su campaña electoral. El sistema político estadounidense y el entramado judicial, mediático y de inteligencia que le dan cobertura se esmeran en ocular la tríada del poder real sobre el que se estructura su institucionalidad corporativa: el complejo militar-industrial, las trasnacionales y los fondos de inversión. Esos tres actores colectivos son los que –en última instancia– estarán encargados de rechazar o habilitar su candidatura.

Trump acumula más de treinta cargos en cuatro juicios. Dos de índole federal, uno en Georgia y el otro en Nueva York, donde se iniciaron las comparecencias de los testigos, la última semana, bajo la acusación de encubrimiento y falsificación de registros contables con el objetivo de ocultar sus vínculos extramatrimoniales con una actriz de cine porno y una modelo de la revista Playboy. La querella contra Trump, que se desarrolla en Manhattan frente a la presencia de doce jurados (siete varones y cinco mujeres), se inició con la jura de estos últimos el viernes 19 de abril. El asistente del fiscal Matthew Colangelo fue el encargado, el lunes subsiguiente, de presentar los cargos ante el juez y el jurado, advirtiendo que: “El acusado orquestó una trama criminal para adulterar las elecciones presidenciales de 2016. Luego encubrió esa conspiración criminal falsificando sus registros comerciales para sobornar y silenciar a quienes podían ensuciar su campaña electoral en 2016”.

La acusación contra el ex mandatario incluye la compra de voluntades mediáticas para tapar irregularidades propias, y operaciones para mancillar la reputación de sus competidores políticos. En la última semana, declaró como testigo el ex director de la revista National Enquirer, David Pecker, quien asumió la responsabilidad de haber sobornado a la modelo de Playboy Karen McDougal para encubrir su romance con el entonces candidato republicano. El mismo director de la publicación fue el encargado de asumir la responsabilidad por abonar 30 mil dólares al portero de la Trump Tower, para evitar que trascendieran los encuentros con dos docenas de mujeres.

En otro tramo del juicio, el magistrado Juan Manuel Merchán tomó nota de cómo el entonces abogado del acusado, Michael Cohen, transfirió 130 mil dólares a la actriz de cine pornográfico Stormy Daniels para garantizar su silencio. Pecker asumió frente al jurado que sus publicaciones ejecutaban el denominado “periodismo de chequera”, consistente en ensalzar o encumbrar a los aportantes y, al mismo tiempo, demonizar a sus contendientes, una operación naturalizada y usual al interior de las corporaciones propagandísticas de Occidente, que no pareció causar estupefacción entre los periodistas acreditados ante el tribunal.

La tergiversación informativa sobre la que se monta gran parte del show mediático estadounidense –del que América Latina también es tributario– incluye el protagonismo de las redes sociales. El magistrado dispuso varias órdenes de silencio a Trump para evitar el hostigamiento y el asedio a los jurados, los fiscales y sus familiares, impulsado desde su plataforma Truth Social. Trump atacó en dos oportunidades a la hija del juez Merchan y –según la fiscalía– violó en diez oportunidades la discreción exigida. La defensa del acusado, ejercida por Todd Blanche, apeló la medida argumentando que su cliente solo había reposteado textos de terceros.

Trump fue declarado culpable, durante el último año, en tres juicios civiles, sin que estos procesamientos interfirieran en su candidatura: se lo condenó a pagar 355 millones de dólares por inflar el valor de sus propiedades, se le impuso el pago de cinco millones de dólares de indemnización por abuso sexual contra la columnista Jean Carroll, y se lo multó en 85 millones de dólares por difamación y calumnias contra esta última periodista.

Donald Trump se jactó años atrás de que podía dispararle a alguien en la Quinta Avenida sin que eso llevara a la pérdida de capital electoral. A fines de la década del 20 del siglo pasado, un cabo del ejército alemán escribió: “No importa en absoluto si se ríen de nosotros o nos vilipendian… si nos representan como payasos o criminales; lo principal es que nos mencionen, que se preocupen por nosotros una y otra vez…” . Sin embargo, fue Marco Tulio Cicerón quien probablemente caracterizó con mayor precisión la etapa histórica que atravesamos: “Cuanto más cerca está la caída de un imperio, más locas son sus leyes”. 

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Una vid con frutos asegurados

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Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo

Un diálogo imaginario con una flor nos puede conducir a reflexiones profundas. Te copio unos pocos renglones del Capítulo 18 del libro El Principito, de Saint-Exupery.

“—¿Dónde están los hombres? —preguntó cortésmente el principito.

La flor, un día, había visto pasar una caravana.

—¿Los hombres? No existen más que seis o siete, me parece. Los he visto hace ya años y nunca se sabe dónde encontrarlos. El viento los pasea. Les faltan las raíces. Esto les molesta.”

Este diálogo, ambientado en el desierto, entre la flor y el Principito, nos muestra una ponderación acerca de la carencia de raíces. La flor había visto pasar una caravana y pensaba que los hombres iban de un lado y para el otro llevados por el viento. Podríamos decir estar sin Patria; “y esto les molesta”, observa la flor. En la Biblia muchas veces aparece la peregrinación en contraposición con lo que es andar errante, sin rumbo. El castigo de Caín por haber matado a su hermano consistió en caminar sin sentido fijo. En la peregrinación, en la procesión hay una meta, un lugar adonde llegar para un encuentro. Y, en definitiva, para nosotros es la Vida eterna.

Echar raíces nos da pertenencia. El Evangelio que proclamamos este fin de semana nos presenta la alegoría de “la vid y los sarmientos” (Jn. 15, 1-8). Esta imagen que utiliza Jesús es para hablarnos de Él, y de nosotros en relación con Él. Nos describe una realidad muy cercana a la tierra sanjuanina. Vemos viñedos en forma habitual en nuestros caminos y al contemplarlos podemos entender bien la enseñanza de Jesús.

Él nos dice: “Yo soy la Vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer”. (Jn. 15, 5)

Fijémonos entonces, que hay una mutua permanencia. El Señor permanece en nosotros por medio de la fuerza del Espíritu Santo y nosotros en Él por adhesión también del amor. En esta imagen de la vid y los sarmientos, puedo entender que yo soy con otros, y con otros en el Otro.

Pero no es una cuestión estática, como si se tratara de colocar un jarrón sobre la mesa. Es un permanecer vital, dinámico, con el movimiento que nos da el amor.

Podríamos decir que esta imagen de la vid y los sarmientos complementa la que veíamos el fin de semana pasado del vínculo entre el Pastor y el rebaño. Ambos pasajes evangélicos nos muestran cómo la fe rompe la soledad. La Pascua nos lleva a establecer vínculos con otros, nos libera del aislamiento.

La Palabra de este domingo tiene una fuerte impronta comunitaria y, a su vez también, nos muestra que separados del Señor y de la comunidad, caemos en la esterilidad, en no dar frutos al secarse la vitalidad de la rama. 

Jesús Resucitado nos reanima en la misión de la Iglesia. El Espíritu Santo nos impulsa a la comunión y a la cercanía cordial con todos los que sufren.

El próximo miércoles celebramos a los hombres y mujeres del mundo del trabajo. Te comparto unos párrafos escritos por el Beato obispo y mártir Enrique Angelelli el 1 de mayo de 1975: “Se hace muy doloroso ganar el pan de cada día; nos cuesta arrancar del corazón el egoísmo para hacernos plenamente hermanos; nos cuesta mucho poder sumar todas las manos, como pueblo, para construir juntos esta tierra de bendición (…) Cristo quiere una Rioja no resignada sino plenamente libre y feliz. La Rioja reclama de todos nosotros, gobernantes y pueblo, superar toda división y todo egoísmo individual y de grupos para hacerla una tierra donde el amor no sea una palabra para enamorados simplemente, sino la meta de nuestro trabajo concienzudo por lograr ser verdaderamente un pueblo que se quiere, es solidario y nadie abusa del otro”.

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Jorge Elbaum cuestionó el apoyo de Javier Milei a Israel: “Está involucrándose de forma irresponsable”

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“En vez de ser neutral, está sobreactuando un aspecto ideológico, Milei no entiende lo que son los intereses de nuestro país”, añadió el sociólogo y primer presidente del Llamamiento Argentino Judio.

El Presidente Javier Milei mostró su completo apoyo hacia Israel tras el ataque sufrido desde irán, sin embargo, hay varias cuestiones a tener en cuenta a la hora de llevar a cabo lo que se refiere a un alineamiento bélico. Es por eso que para desarrollar este tema en profundidad, Canal E se comunicó con el sociólogo y primer presidente del Llamamiento Argentino Judio, Jorge Elbaum.

“La justicia argentina, específicamente la sala de la Cámara de Casación, no se expidió sobre la causa del atentado, sino sobre la causa del ocultamiento del mismo, en el cual fue llevado a juicio y condenado el juez de instrucción de la causa Galeano”, comentó Jorge Elbaum. “Esa es la causa en la cual 3 jueces de casación se expidieron”, agregó.

No se llevaron a cabo las testimoniales del caso AMIA

Posteriormente, Elbaum planteó: “Uno de ellos sugirió, por fuera de la causa de su tratamiento, referirse a otra causa, específica del atentado, que no ha habido juicio hasta ahora porque no se llevaron a cabo las testimoniales de los 8 acusados”. Luego, manifestó que, “estamos viendo un alineamiento político estratégico muy irresponsable por parte del Gobierno argentino, ya que cualquier vinculación estratégica bélica tiene que ser decidida por el Congreso”.

El Gobierno argentino hace un alineamiento y una sobrevaloración muy irresponsable, llamando al representante diplomático de Israel a presenciar una reunión de gabinete, en el marco de un alineamiento que Argentina históricamente no posee”, sostuvo el entrevistado. “Argentina, tradicionalmente, busca la paz, ha sido un ejemplo de no alineamiento, salvo en la época de Menem”, complementó.

El desconocimiento de Milei sobre lo establecido en la Constitución

Por otro lado, el sociólogo señaló: “El tema no es si Milei toma la decisión como Presidente de hacer una alianza diplomática, el problema es que está participando de una situación de guerra y no estaría mal en el caso de que fuese una decisión tomada por el Congreso”. A su vez, remarcó que, “lamentablemente, el Presidente desconoce la Constitución y se toma atribuciones que tendrán que ser juzgadas”.

El Presidente no puede establecer los alineamientos que está realizando en términos bélicos, apoyando a aquellos países como Israel y Estados Unidos, que son los que votan en contra de Argentina en los foros internacionales relativos a Malvinas”, expresó Elbaum. “En vez de ser neutral, está involucrándose de forma irresponsable, sobreactuando un aspecto ideológico, Milei no entiende lo que son los intereses de nuestro país”, concluyó.

@Perfil.

/Imagen principal: Archivo/

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