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Sociedad Sucesos

ESMA: Los documentos que prueban que la Armada siempre supo de las violaciones a las secuestradas.

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Un informe del Ministerio de Defensa puso al descubierto que, antes de la vuelta de la democracia, un vocal de la Junta de Calificaciones de la Marina se opuso al ascenso de un suboficial por haber encubierto a personal más joven que «se abusaba de las subversivas detenidas». Hasta ahora, esta documentación no era conocida por los tribunales que juzgaron la violencia sexual en la ESMA. Para Graciela García Romero, una de las primeras denunciantes, los archivos contribuyen a que se conozca una verdad todavía sepultada.

La violencia sexual fue una constante en el campo de concentración de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Durante largos años, las mujeres que sobrevivieron a ese infierno contaban lo que padecieron pero los jueces no las escuchaban. En los últimos tiempos, se registraron cambios: un tribunal oral y la Cámara Federal de Casación condenaron a dos represores por estos delitos. Uno de ellos, Jorge Acosta –conocido como el “Tigre” en la mazmorra– era el jefe de inteligencia del grupo de tareas y su alma mater. Pero, además de los testimonios de las exdetenidas-desaparecidas, se encontraron documentos en poder de la Armada que dan cuenta de que sus integrantes abusaban de quienes estaban secuestradas en el centro clandestino de detención de la Avenida del Libertador.

En septiembre de 1983 –semanas antes de que asumiera Raúl Alfonsín– la Junta de Calificaciones para el Personal Subalterno de la Armada analizó la situación de un suboficial. Uno de los vocales escribió que no debía ser propuesto para un ascenso. “Este hombre encubrió a personal más moderno que se abusaba de subversivas detenidas e intentó hacerlo cuando fue descubierto y sancionado”, decía la evaluación.

Según la reconstrucción del vocal, al cabo principal lo habían sancionado en octubre de 1976, cuando la represión en la ESMA estaba en su cénit, pero había salido indemne hasta entonces. “Este hombre debió haber sido (a mi juicio) separado de la institución en 1976. Aún hoy su ascenso a suboficial segundo es un mal ejemplo para los que seguramente conocen los hechos producidos en la ESMA”, completó.

Los equipos de relevamiento y análisis documental que funcionan en el Ministerio de Defensa encontraron el legajo de los dos cabos a los que se hacía una mención en la evaluación de la Junta de Calificaciones. Uno –el que fue sancionado por encubrir el abuso– era, para octubre de 1976, subencargado de la Compañía de Aspirantes del Curso de Mar y Servicios. El otro sancionado era sastre dentro del Departamento de Abastecimiento de la ESMA.

En uno de los legajos puede leerse que el contraalmirante Rubén Jacinto Chamorro, entonces director de la ESMA, le aplicó al cabo una sanción por “cometer una total falta de ética y corrección militar al aprovechar las ventajas que su cargo le ofrecía, empleándolas en beneficio propio y encubrir en forma reiterada una falta similar cometida por otro cabo”.

La información –que deja en claro que para 1983 toda la Armada sabía de las violaciones en el campo de concentración de Avenida del Libertador– se publicó durante el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner –bajo la gestión de Defensa de Agustín Rossi— con los nombres de los implicados testados. Hasta ahora no había trascendido ni era conocida por los tribunales que tuvieron a su cargo el juzgamiento de los delitos sexuales en la ESMA. Tampoco por quienes estuvieron cautivas en la ESMA. Por el momento, no se sabe quiénes podrían haber sido las víctimas de los cabos ni si sobrevivieron para contarlo.

La documentación deja en evidencia varias cuestiones:

* En la Armada se hablaba sin tapujos de la existencia de personas detenidas –ilegalmente– en la ESMA, el campo de concentración donde se estima que pasaron cerca de 5000 prisioneros;

* Los cabos implicados en los abusos estaban asignados a distintas reparticiones de la Escuela, lo que demuestra que cualquiera de ellos podían ser destinados al campo de concentración;

* La Marina tenía conocimiento de los abusos sexuales a los que fueron sometidas las prisioneras.

El mismo patrón

Dos meses después de que les aplicaran las sanciones a los dos cabos, Susana Ramus vivió una situación similar. En la madrugada del 13 de enero de 1977, fue secuestrada de su departamento en la calle Pacheco de Melo. Estaba con su suegra, Cándida García de Muneta, y su hijita de tres años. Su compañero, Jorge Carlos Muneta, había sido “chupado” horas antes.

A Susana la torturaron hasta que se desmayó. Al día siguiente del secuestro, pidió que la llevaran al baño. Uno de los “verdes” –como se conocía a los alumnos de la ESMA que oficiaban de guardias– simuló que iba a conducirla hasta los sanitarios, pero aprovechó para violarla. Ella se lo dijo a unos oficiales y esto llegó a oídos de Chamorro, que sancionó al “verde” en cuestión e hizo una especie de reconstrucción de cómo fue la situación que derivó en la violación.

En los juicios, Susana también relató que fue violada por dos oficiales del grupo de tareas, Jorge Radice y Juan Carlos Rolón. “Cuando le fui a decir a Acosta lo que había pasado, me contestó: ‘Con los oficiales, podés hacer lo que quieras’. En realidad, me estaba diciendo que los oficiales sí podían hacer con nosotras lo que quisieran y no sus subordinados”, contó Ramus.

El valor de los archivos

“El informe de Defensa confirma que los rangos inferiores no estaban autorizados en la ESMA, al contrario de lo que sucedió en otros centros clandestinos, a acceder a los cuerpos de las mujeres. Era un ‘privilegio’ reservado a la oficialidad”, explica Miriam Lewin, quien también estuvo cautiva en el campo de concentración de la Marina entre 1978 y 1979.

Para la coautora de Putas y Guerrilleras, los abusos sexuales eran “un método de disciplinamiento de mujeres que se habían apartado del modelo tradicional de novia, esposa y madre, pero también un mensaje a los prisioneros varones y a los pares y superiores, porque los legitimaba como integrantes de la fratria que menciona Rita Segado”.

Para la abogada Sol Hourcade, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la documentación hallada señala “la paradoja de que sancionaban a los suboficiales pero que los oficiales que instalaron el sistema de abusos sexuales a personas que estaban detenidas no fueran sancionados por estos hechos y continuaran su carrera destacada” en lo que ellos denominaban la lucha contra la subversión. “Siempre supimos de los abusos en la ESMA por los testimonios de las sobrevivientes, pero a partir del trabajo en archivos se puede verificar por otras fuentes estas prácticas dentro de los campos de concentración», completó.

«El hallazgo de estos legajos que dan cuenta de la violencia sexual contra las mujeres secuestradas en la ESMA demuestra que los documentos sobre el accionar genocida existen«, dice Myriam Bregman, que actuó como querellante en la causa ESMA antes de ocupar una banca como diputada del FIT-U. «Por eso reclamamos que se abra la totalidad de los archivos de las fuerzas armadas y de seguridad, especialmente todos los de la estructura de inteligencia», insiste.

Caballeros del mar

Recién en 2010, cuando se estaban por cumplir 27 años del regreso de la democracia, los tribunales empezaron a contemplar la violencia diferencial que habían padecido las mujeres en los campos de concentración. Trece años después de ese hito, la deuda judicial en esta materia persiste. Según datos de la Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad (PCCH), solo un 16 por ciento de los fallos contemplan este tipo de delitos. 

«Estos documentos vienen a reforzar la línea de lo que decían las mujeres. Siempre estuvo presente, lo que cambió es el abordaje que el sistema de justicia hizo de esto», explica la auxiliar fiscal Ana Oberlin. «Hubo durante muchos años una idea generalizada de que las mujeres no habían contado las violencias diferenciales que habían vivido, en especial, las violencias por medios sexuales y las violaciones en particular. En realidad, en muchísimos testimonios –incluso en los años ’80–, aparecen las referencias a las violaciones y los abusos pero fueron directamente ignoradas por el sistema judicial y no tuvieron un reflejo en las investigaciones de esos años», añade.

Si bien las violaciones no habían quedado contempladas en la Ley de Obediencia Debida, la justicia no avanzó sobre este tema tampoco. «Recién en los últimos años del proceso de justicia empezó a aparecer con mucha fuerza la palabra de las mujeres cis contando la violencia por medios sexuales en los centros clandestinos — dice Oberlin–. A pesar de eso, muchas veces el sistema de justicia no las escuchaba. Por eso decimos que la escucha del Poder Judicial puede ser habilitante u obturante. Una de las excusas que se usaba para no avanzar era decir que eran delitos de instancia privada, pero, en ese caso, lo que debe hacer un funcionario judicial es justamente informar de esta situación para que el obstáculo pueda ser removido si existe voluntad de la persona».

En el caso de lo sucedido en la ESMA, la justicia tardó pero está llegando. En agosto de 2021, el Tribunal Oral Federal (TOF) 5 condenó a Acosta y a Alberto González por los abusos sexuales que sufrieron tres mujeres que estuvieron secuestradas en la ESMA. La sentencia marcó un hito en el proceso de juzgamiento en la Argentina. “Los autodenominados ‘caballeros del mar’, lejos de merecer ese mote, han actuado de forma vil y deleznable, amadrigándose en los camarotes de la ESMA para luego someter con cobardía a las mujeres que bajo su yugo retenían”, escribió entonces el juez Adrián Grünberg.

El mes pasado, la Cámara Federal de Casación Penal condenó a Acosta por haber abusado sexualmente de Graciela García Romero tanto dentro como fuera de la ESMA, un caso por el que había sido absuelto en el juicio que concluyó en 2017. Graciela fue la primera sobreviviente de ese campo de concentración en presentar una querella para que se investigaran los delitos sexuales que había padecido. Lo hizo de la mano de Carolina Varsky, entonces abogada del CELS.

“Hay compañeras que recién ahora están contando los abusos que sufrieron –dice García Romero–. La aparición de estos documentos sirve para eso como sirvieron las querellas y las sentencias. Todo es para que se sepa de estas situaciones que todavía están sepultadas”.

Violencia política sexuada

«Las voces de las mujeres en las salas de juicio de nuestro país nos hablan de una violencia política sexuada», afirma Mercedes Soiza Reilly, que representó a la fiscalía en el juicio de la ESMA Unificada –el proceso judicial que más casos contempló en la historia del país–.

«El hallazgo de los archivos no hace más que confirmar lo que tantas mujeres han relatado. Desde la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) los casos de abuso fueron una constante, pero no fueron tratados de manera adecuada. La época histórica que estamos atravesando las mujeres hace que el discurso jurídico deba ser revisado en clave feminista, porque nos demuestra que carece de perspectiva de género», sostiene la auxiliar fiscal.

«Fuimos fiscales mujeres las primeras que solicitamos ampliar la acusación durante los juicios sobre los casos de abusos sexual y violación que las mujeres comenzaban a visiblizar y denunciar cada vez mas en las audiencias. A pesar de ello, el proceso de juzgamiento está lentificado», resalta Soiza Reilly.

Para la auxiliar fiscal, fue clave dejar de llamar tormentos a la violencia sexual para que estos delitos se volvieran visibles. Fue un proceso largo porque el Poder Judicial mostró resistencias. «También fue esencial decir que los crímenes que se cometieron contra las mujeres al interior de los centros clandestinos fueron crímenes de poder«, sostiene.

«Tenemos una gran tarea por delante –afirma Soiza Reilly–. Lo importante es que cuando las victimas de violencia sexual declaran volvemos a poner la voz de las mujeres en los espacios públicos. Y esto es sumamente necesario en los tiempos que corren».

@Página12.

/Imagen principal: Carolina Camps/

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Murió el actor René Bertrand, hijo de María Rosa Fugazot

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El intérprete tenía una extensa trayectoria en teatro, cine y televisión.

Nota en desarrollo.-

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Irlanda se prepara para exhumar casi 800 bebés y niños muertos

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A 11 años de la denuncia sobre el ocultamiento de los maltratos y las muertes de niños en albergues católicos para madres y embarazadas no casadas, Irlanda se prepara para desenterrar a las víctimas.

Este lunes en Irlanda comenzaron los preparativos para exhumar 796 niños y bebés de una fosa común descubierta hace más de 10 años en donde funcionaba un antiguo albergue religioso para madres solteras y embarazadas no casadas cerca de Dublin.

Los desentierros comenzarán a realizarse desde el próximo mes de julio, pero el tema ya tiene más de 10 años en la agenda pública local. Es que en 2014 la historiadora irlandesa Catherine Corless comprobó que muchos niños (desde recién nacidos hasta los 9 años) fallecieron en el albergue religioso Santa María del Buen Socorro de Tuam, en la ciudad de Galway, a 200 kilómetros de la capital del país europeo.

La búsqueda comenzada por Corless certificó que los cuerpos habían sido enterrados en la antigua fosa séptica de la institución. A pesar de la destrucción en 1972 de este espacio que trabajaba con madres embarazadas no casadas, la fosa séptica se mantuvo intacta en las últimas décadas.

Los primeros datos

Luego de la alarma encendida por la historiadora, se encontraron restos de bebés humanos allí entre 2016 y 2017. Por este motivo el gobierno irlandés llamó a la creación de una comisión nacional de investigación que develara los maltratos contra las madres y sus niños causados en estos hogares.

Los resultados de la comisión fueron expuestos en 2021 y destacaron que había niveles «alarmantes» de mortalidad infantil en este tipo de albergues. Estas instituciones existieron en Irlanda desde 1922 a 1998, por ellas pasaron 56 mil mujeres y 57 mil niños y fallecieron 9000 chicos.

Las mujeres embarazadas por fuera del matrimonio eran enviadas a estos hogares por pedido del Estado nacional irlandés y de la Iglesia Católica, que eran los mismos que gestionaban estos espacios. En estos lugares las mujeres daban a luz a sus hijos y luego eran separadas de ellos, quienes finalmente eran dados en adopción.

«Cuando comencé este proyecto nadie me quería escuchar. Suplicaba: saquen a los bebés de estas cañerías, hay que ofrecerles el entierro cristiano digno que se les negó» explicaba Corless, la historiadora irlandesa de 71 años.

La historia del terror irlandés

El lugar sobre el que Catherine Corless encontró los cientos de certificados de defunción era llamado «El Hogar», fue dirigido desde 1926 hasta 1961 por las monjas de la hermandad Bon Secours y pretendía recibir a las madres solteras que necesitaran ayuda. 

Sin embargo, la historiadora argumentaba ya en 2014, año en que comenzó a descubrirse esta verdad, que el gobierno de Irlanda ocultaba al menos 4000 certificados de defunción de los bebés que pasaron por este albergue y que fueron enterrados en fosas sin identificar. Si bien se habían descubierto restos humanos en ese lugar en 1975, no fue hasta la denuncia de Corless que se relacionaron ambos hechos.

En los documentos a los que accedió la historiadora ya se advertía que la mayor parte de la mortalidad infantil encontrada había ocurrido por tuberculosis, infecciones, partos prematuros y defectos de nacimiento. Sin embargo, una inspección gubernamental de 1944 ya había destacado la malnutrición en varios de los 271 chicos que habitaban el lugar junto a sus 61 madres solteras.

Además, cabe aclarar que estos no habrían sido los únicos maltratos que tuvieron lugar en estos centros religiosos. Algunas monjas emprendieron un camino de negocios privados, como el de las Lavanderías de la Magdalena, que funcionaron entre 1922 y 1996, donde varias mujeres padecieron un régimen de semiesclavitud y abusos.

Un informe oficial del 2013, año anterior al de los primeros descubrimientos de Corless, indicaba que las principales causas por las que las madres solteras acudían a estos lugares eran el rechazo de padres adoptivos, abusos familiares, deficiencias físicas o psíquicas, actitudes «inmorales», pobreza y orfandad.

Si bien en su momento los líderes religiosos de Galway negaron conocer lo sucedido y se comprometieron a recaudar fondos para homenajear a los 796 bebés fallecidos con un monumento, el único que fue certero en sus dichos había sido el arzobispo de Dublin, Diarmuid Martin.

El responsable de la arquidiócesis de Dublin advirtió que “si no se establece una investigación sobre las cuestiones de gran preocupación que rodean este asunto, será importante que se desarrolle un proyecto de historia social que ofrezca una imagen precisa del papel desempeñado por esas casas de acogida”.

/P12

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Reportan más de 100 fallecidos en un accidente aéreo en la India

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Un avión de pasajeros se estrelló en una zona residencial cercana al aeropuerto de la ciudad de Ahmedabad en la India, informó el portal de noticias ‘ABP’. De acuerdo con autoridades locales, unos 242 pasajeros estaban a bordo. Según reportes, más de 100 personas se fallecieron.

El Boeing 787 Dreamliner siniestrado llevaba más de 200 personas a bordo, reportó la cadena NDTV. El avión, que supuestamente pertenece a la compañía Air India, realizaba un vuelo de Ahmedabad a Londres, pero se estrelló durante el despegue, detalló.

Según datos preliminares, al menos 133 personas murieron en el accidente aéreo. Hay sobrevivientes del accidente, informa el canal NDTV, publicando videos de las víctimas llegando al hospital.

Ente las víctimas mortales podrían estar más de 20 estudiantes, ya que la aeronave cayó sobre el techo de una residencia para médicos, precisa la agencia de noticias ANI.

«Se cree que más de 20 estudiantes murieron en un accidente aéreo en Ahmedabad. El avión se estrelló contra el edificio de la residencia de la Facultad de Medicina BJ», escribe la publicación.

Las autoridades de aviación indias confirmaron que 242 personas, entre ellas dos pilotos y 10 miembros de la tripulación, se encontraban a bordo. Los pilotos hicieron una llamada de auxilio al control aéreo, poco después del despegue, indicaron.

«Había un total de 242 personas a bordo del avión, incluidos dos pilotos y 10 miembros de la tripulación. El vuelo estaba comandado por el capitán Sumeet Sabharwal y el primer oficial Clive Kundar. El capitán Sumeet Sabharwal es teniente coronel, con 8.200 horas de vuelo. El copiloto tenía 1.100 horas de vuelo», informaron.

Mientras tanto, la empresa Air India confirmó que la aeronave accidentada le pertenece. A bordo del avión viajaban 169 indios, 53 británicos, siete portugueses y un canadiense, detalló la aerolínea.

La señal del avión estrellado desapareció «menos de un minuto» después del despegue, precisa el portal Flightradar24.

/Sputnik

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