El lema para este año es «Alimenta tus microbios: cómo la dieta da forma a tu microbioma intestinal»
Estamos transitando una etapa de gran evolución y revolución del Microbioma. Cuando hablamos del microbioma nos referimos al conjunto de microorganismos, sus genes, sustancias que producen y el ambiente en el que viven, como puede ser nuestro cuerpo, el tracto gastrointestinal, la piel, la boca, pero también contempla a los microbios del suelo, los animales y el ambiente. Estamos entendiendo el potencial para el bienestar y la salud global que implica la conexión interdependiente de los microrganismos de la interfaz humana, animal y agrícola.
Vivimos inmersos en un mundo microbiano y el enfoque centrado en el microbioma considera a los humanos como superorganismos que mantienen una relación simbiótica, de beneficio mutuo, entre los propios microbios y los del ambiente, lo que representa una base fundamental para mantener una buena salud.
Por su dimensión y funciones, la microbiota que su ubica en el intestino es considerada “la maestra de las microbiotas” ya que los microorganismos que la conforman aumentan exponencialmente la capacidad metabólica humana, sin ellos sería inviable llevar adelante diferentes procesos ya que la evolución humana no nos brindó todas las herramientas necesarias para actuar solos, precisamos la ayuda de los microbios para una vida saludable.
Los necesitamos para llevar adelante una gran variedad y cantidad de acciones como digerir componentes de la dieta como la fibra alimentaria, para modular y entrenar nuestro sistema inmune, para producir sustancias como vitaminas, para mejorar nuestro estado de ánimo, para mitigar la inflamación crónica de bajo grado, para tener una mejor tolerancia a los alimentos, entre tantas otras acciones indispensables. Para entender su dimensión, se considera que la microbiota participa en unas 20 mil funciones metabólicas.
¿Cómo lograr una microbiota saludable, robusta y resiliente? Te acerco 10 estrategias sencillas:
- Tomá contacto con la naturaleza, podés hacer caminatas al aire libre y siempre que puedas caminá descalzo en el pasto o sobre la tierra
- Si tenés mascotas, abrazalas, acariciarlas; esto ayuda a la transmisión de microorganismos
- Tené contacto estrecho con otras personas, quienes conviven mantienen una transmisión más marcada de microorganismos, cuanto más tiempo pasan juntas las personas, más bacterias comparten. Por ejemplo, un estudio estima que los mayores de cuatro años que viven en la misma casa comparten un 12 % de las bacterias, mientras que los bebés de 0 a 3 años pueden compartir con sus madres hasta un 34%.
- Incluí a diario alimentos ricos en fibra como legumbres, cereales integrales, frutos secos
- Consumí a diario frutas y verduras bien lavadas pero crudas, ya que contienen microorganismos del suelo que pueden beneficiarte
- Sumá microorganismos vivos de manera frecuente a través de los alimentos fermentados como el yogur, el chucrut sin pasteurizar, el kéfir
- Elegí variedad de colores en tu plato, incluyendo alimentos ricos en polifenoles como la cebolla morada, las nueces, los frutos rojos, los porotos negros
- Incorporá alimentos ricos en prebióticos como la cebolla, el puerro, el ajo, el hinojo, los alcauciles, el brócoli, el repollo, el coliflor, los porotos, las lentejas, los garbanzos, las almendras, las nueces, los pistachos, y los cereales integrales como el trigo, la avena, la cebada y el centeno
- Evitá el exceso de paquetes y ultraprocesados ya que los emulsionantes y algunos aditivos alimentarios afectan negativamente la permeabilidad intestinal
@Ámbito // Guadalupe Benavidez.
