Inicié esta nota escribiendo ese título que me parece simboliza la frustración que la inacción del presidente y su gobierno han dejado hasta ahora, sobre todo a quienes lo votaron, y si son peronistas, aún más ya que encima es el presidente del Partido Justicialista.
Fernández pocas veces empieza lo que promete y se eluden las medidas a favor del trabajo, la producción y para disminuir la pobreza y el hambre. Para eso se debe enfrentar a los grandes poderes financieros y monopólicos que concentran la producción en el marco de un acuerdo político que integre a las mayorías. Hasta ahora nunca se arrancó con eso, parece que es el «siga, siga y vamos viendo».
Mientras escribía, surgió casi sin querer una figura literaria entre cuento y sátira que creo resultó más adecuada para contar esto mirando siempre desde dónde venimos. Ahí va.
Érase una vez…
Allá por los lejanos 2015 una familia argentina, que pensaba que la cosa se había puesto mal y que tal vez no podría renovar el modelo del usadito, se esperanzó con el nuevo gerente de la empresa en donde ambos trabajan.
Todo era alegría, muchos globos y festejos que escondían que este gerente y los que le administraban el negocio vieron que en la caja fuerte había una tarjeta con mucho saldo, una chequera sin usar y muchos papeles de la empresa que podían entregar a cuenta de dinero que pedían.
Así empezó una gran vida para él, los suyos y sus amigos, tarjeteando a dos manos, vendiendo cheques para hacerse de plata, comerciando los papeles, títulos y mucho más.
Él descansaba, festejaba y saqueaba mucho con sus amigos mientras la plata viajaba afuera. Gracias a su secretaria, que decía cosas lindas de él todo el tiempo y chusmeríos ponzoñosos de la anterior gerente, muchos no se daban cuenta de eso. Pero el tiempo pasaba y las cuentas de la empresa empezaron a andar mal porque pedían dinero que se lo llevaban y no invertían para seguir produciendo. Ahí se les ocurrió la gran estafa final: pedir el préstamo más grande del mundo y poner a los que trabajaban en la empresa como los garantes. Así que se llevaron toda la plata, paralizaron todo, endeudaron a todos y se fueron.
Vino otro gerente y la esperanza se renovó, hablaba de la estafa del anterior al que había que enjuiciar y que había que remontar todo no pagando lo que era injusto. Hablaba bonito y se vino la pandemia, los encierros, la paralización de la producción y en la familia pensaron: uh!, deberemos esperar a que pase para que arranque este hombre a hacer los cambios.
Tenía mucha aceptación entre los empleados y sus familias, y siguieron esperando a que empezaran a cambiar las cosas pero eso no sucedía. Un grupo de familias empezaron a notar que el nuevo gerente quería arreglar con los que prestaron la plata y no con los que fueron estafados sirviendo de garantes. Muchos pensaron, bueno, es necesario para que la empresa pueda seguir trabajando y no nos corten los insumos para hacer cosas.
Otros veían que en esa pandemia y al estar parada la empresa era el momento de decirle a los prestamistas y los amigos del ex gerente que no se iba a pagar porque no se podía y porque era aceptar la estafa. Pero el gerente no escuchó, siguió diciendo cosas bonitas y que todo iría mejor y no hizo nada.
El tiempo no paraba y un día el contador dijo que arreglaron con los que prestaron esa plata al anterior, que no sería duro de pagar entre todos los empleados, que empezaría a andar todo cada vez más hermoso y anunciaba que crecíamos y crecíamos como empresa.
Mientras, el antiguo gerente y sus amigos seguían tranquilos por la calle, nunca fueron investigados ni denunciados como el nuevo gerente prometió y prometió que empezaría a hacer, pero nunca hizo.
Y luego la plata comenzó a alcanzar menos, muchos añoraron la etapa antes del 2015 donde todo iba realmente mejor y otros preferían que volviera el gerente anterior porque la administración de este es muy desordenada, llena de peleas entre sí para ver qué sector manejan y encima, en un clima de sanciones entre grandes empresas y una guerra que afectó los insumos, el contador se fue luego de mentirle a todos y dejó un lío más grande gastando lo que quedaba para arreglar en favor de los prestamistas y los amigos del antiguo gerente.
Y ahora esa familia argentina está peor, por el gerente estafador y por el que nunca empezó a hacer lo que decía iba a hacer. La familia se dió cuenta que este nuevo gerente no tenía coraje y era bastante miedoso ante los prestamistas y amigos del ex gerente, como que prefería quedar bien con ellos y no con los trabajadores.
Otras familias más enojadas decían que al final era otro que traicionó a los trabajadores de la empresa y que la diferencia con el antiguo gerente es que este no se afeitó el bigote como lo hizo el otro.
En dicha familia ya dicen que no hay más tiempo, no se puede esperar más, ya ni comida se puede comprar. Queda una sóla chance o se arma lío con las familias de la empresa.
Angustiados, cansados y con enojo creciente expresaron que debe elegir, con hechos y sin bla bla: ¡O se pone de verdad con los empleados de la empresa o las familias lo despreciarán y se enfadarán mucho por terminar entregando lo que queda a los prestamistas y los amigos del anterior gerente que nos estafó!.
Esta querida familia dijo además que están cansados de pechar, y que si elige para el lado de la empresa los empleados lo van a apoyar a pesar de todo lo mal que ha hecho al no hacer nada, pero si sigue sin actuar para sus trabajadores será odiado por siempre y su nombre será sinónimo de cobardía, entrega y traición porque por culpa de él volverán los prestamistas con el antiguo gerente, los patovicas de azul y el lobo feroz de la de bandera llena de rayas que será el que mande y todo será mucho peor.
Y colorín colorado este cuento aún no ha terminado.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.
