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Cultura Cosas Nuestras

Se cumplen 84 años de la muerte de Alfonsina Storni.

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Considerada una de las poetisas más importantes dentro de la literatura argentina, Alfonsina Storni se convirtió en una leyenda, tanto por su obra como por su trágico final. El 25 de octubre de 1938 decidió quitarse la vida dentro del mar y así nació el mito en torno a una de las plumas hispanoamericanas más importantes del siglo.

Alfonsina Storni tuvo una vida tan dura como apasionante. Vivió marcada por las estrecheces económicas, condicionada en la infancia por el alcoholismo de su padre y obligada a sobrevivir por sí misma desde pequeña. Era una niña tan distinta que su madre vio en ella cualidades diferentes de las de sus hermanos y fue a la única a la que escolarizó.

Alfonsina Storni Martignoni nació en Capriasca, Suiza, el 29 de mayo de 1892, pero cuando tenía cuatro años, su familia regresó a la provincia de San Juan donde sus padres y tíos eran dueños de la fábrica de Cerveza Los Alpes. En 1901, la familia se mudó a la ciudad de Rosario, y con la muerte de su padre alcohólico, comenzó a escribir sus sentimientos en forma de prosa.

Con 12 años Alfonsina escribió su primer poema, marcado por la tristeza de la vida que ve alrededor y centrado en la muerte. Lo dejó debajo de la almohada de su madre para que lo leyera, y a la mañana siguiente, su madre, enfadada, le riñe explicándole que la vida es dulce.

En esos años la madre de Alfonsina intentó dirigir una escuela privada con 50 niños, pero el padre decidió que era mejor dirigir un café pequeño en el que la pequeña Storni servía y fregaba. Todo falló y las condiciones empeoraron cuando murió el padre en 1906.

Alfonsina Storni decide que tiene que sobrevivir por ella misma y con 14 años se traslada a Coronda para estudiar Magisterio. Trabaja en una empresa de gorras, en otra de aceites y también como celadora en una escuela, pero el dinero que le queda tras pagar la pensión no le da para vivir y hace escapadas a Rosario para cantar en un teatrillo como corista. Cuando descubren su trabajo como cantante Alfonsina piensa en suicidarse arrojándose al río. Sin embargo, al año siguiente obtiene el título de maestra rural y ejerce ese otoño en una escuela de Rosario, que incluso llega a dirigir, pero sus ataques de nervios la obligan a dejar el trabajo.

Como ya tiene clara su vocación de escritora, publica sus primeros versos en las revistas Mundo rosariano y Monos y monadas, pero a la vez sufre su primer desengaño amoroso con un hombre casado, 24 años mayor que ella, y que además la deja embarazada. Alfonsina, avergonzada, se refugia en Buenos Aires, pero decide tener al hijo que lleva dentro y con 20 años da a luz a Alejandro.

El primer libro de Alfonsina Storni se publicó en 1916, cuando era pobre, madre soltera, sin contactos adecuados y considerada poco atractiva según los estándares de la época. Se publicaron quinientas copias por 500 pesos. Sus siguientes obras, El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919), y Languidez (1920) expresan sus frustraciones con los estereotipos de las mujeres. Precisamente en este último proclamó en uno de los versos: “Señor, el hijo mío que no me nazca varón”.

En la obra Tú me quieres blanca expresa su descontento con el hombre hispanoamericano que quiere que las mujeres sean puras. O en Hombre pequeñito habla sobre la prisión que la mujer puede sentir por las relaciones con los hombres. Storni habló en nombre de muchas mujeres al sugerir que las relaciones entre hombres y mujeres fueran intelectuales y más equilibradas. Instó al gobierno a otorgar el voto a las mujeres y escribió artículos y ensayos sobre los derechos de las mujeres. El diario La Nación de Buenos Aires publicó varios artículos suyos que escribió con seudónimo y se convirtió en parte de un grupo de escritores, poetas, artistas y músicos de la época que juntos visitaban La Peña, un restaurante donde Alfonsina recitaba su poesía.

En 1920 Alfonsina Storni ganó el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura por Languidez. En 1921, el Teatro Infantil Municipal Labardén creó un puesto para ella y en 1923 se convirtió en profesora de Lectura y Declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas. Poco después obtuvo una cátedra en el Nacional de Música y Declamación.

Sin dejar de escribir, sus obras Ocre (1925) y Poemas de amor (1926) expresan el resentimiento femenino hacia el hombre que simplemente busca la comodidad. Comparadas con sus trabajos anteriores, estos son poemas más cínicos e irónicos que expresan su actitud cada vez más mordaz hacia los hombres.

Sus recurrentes viajes a Uruguay la acercaron a colegas como Juana de Ibarbourou y Horacio Quiroga, con quien mantuvo una profunda amistad. En la década de 1930 viajó a Europa y participó de las reuniones del grupo Signos, donde asistían figuras importantes de las letras como Federico García Lorca y Ramón Gómez de la Serna.

En el verano de 1935 Alfonsina descubrió que tenía cáncer de mama. Bañándose en el mar, una ola fuerte y alta la golpeó en el pecho sintiendo un dolor muy fuerte y perdiendo el conocimiento. Descubrió un bulto en el pecho que hasta el momento no se había notado. Fue operada y, aunque se pensaba que era un tumor benigno, en realidad tenía ramificaciones, por lo que la mastectomía le dejó grandes cicatrices físicas y emocionales.

Un año y medio después de que su amigo Quiroga se suicidara en 1937 y atormentada por la soledad, Alfonsina Storni comenzó a llamar al mar en sus poemas y habló sobre el abrazo del mar y la casa de cristal esperándola allí en el fondo. En 1938 le reveló a su hijo que el cáncer había llegado a su garganta y que se negó a someterse nuevamente a una cirugía.

El 18 de octubre tomó un tren a Mar del Plata y se quedó en un pequeño hotel, dónde escribió su último poema Me voy a dormir y lo envió a la redacción de La Nación. Mientras el público leía su poema, ella se suicidó en la playa La Perla en Mar del Plata en la madrugada del 25 de octubre, cuando tenía 46 años.

Hay dos versiones sobre el suicidio de Alfonsina: una de tintes románticos, que dice que se internó lentamente en el mar, y otra, la más apoyada por los investigadores y biógrafos, que afirma que se arrojó a las aguas desde una escollera.

Su suicidio inspiró la canción Alfonsina y el mar, de Ariel Ramírez y Félix Luna, que ha sido interpretada por innumerables músicos de lengua española, destacando la versión de Mercedes Sosa y la de Chabuca Granda. Desde 1996 hasta 2010, la actriz Amelia Bence, que fue alumna de Storni en el Teatro Infantil Labardén, la interpretó en diversos teatros de Hispanoamérica con la obra Alfonsina, el mar y yo, que intercalaba música y poesía.

Varias calles llevan su nombre en localidades de Argentina, por ejemplo, en el barrio porteño de Saavedra, en el barrio Paso Piedras de Junín, en Rosario, en Concepción de Uruguay y, por supuesto, en Mar del Plata, donde tiene hasta un monumento en la playa.

Sus restos se encuentran enterrados en el cementerio de la Chacarita y su obra poética y teatral es su mejor legado, tanto por su originalidad y relevancia como por su estilo posmodernista que culminó con alguna obra vanguardista.

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La dominación inca en la leyenda de El Salado

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Aún existen en San Juan muchas leyendas y mitos que no han sido divulgados, este es el caso de la leyenda de El Salado a la que Destino San Juan pudo acceder gracias a la generosidad de Oscar Gómez, un albardonero dedicado al rescate de la historia de Albardón.

Esta historia fue replicada de un antiguo libro y ahora forma parte de una obra que prepara Gómez con decenas de historias de Albardón que espera ser publicada pronto.

La leyenda relata que sobre la falda Este del cerro Villicum surgía una prodigiosa vertiente de agua dulce en el siglo XVI, en derredor de esta se habían asentado una tribu de huarpes.

Allí pasaban los días el cacique Alunic y su tribu, unos cuantos nativos se dedicaban a cultivar la tierra, maíz, zapallo, papa y melón. Vestían ushutas (ojotas) de cuero de guanaco, camisetas de lana de vicuña, domesticaban la llama, y hacían cacharros de arcilla, además de tejer canastos de mimbre con fibras vegetales.

Alunic había convertido el lugar en un vergel donde su tribu vivía feliz ya que estaban muy organizados para producir su comida, vestimenta y utensilios. Sus casas eran pircas de piedra y habían trazado acequias que tomando el agua de la prodigiosa vertiente regaba sus cultivos y también servía para beber y preparar la comida, sobre todo las bebidas como la añapa de algarroba y el pan de patay.

Los días transcurrían en una paciente rutina, que era interrumpida, de cuando en cuando, por el llanto de algún nacimiento o por la llegada de los cazadores con algún guanaco o avestruz para alimentar a la tribu.

El lugar, convertido en un oasis de colores armoniosos en primavera y verano, no hacían más que ofrecer al huarpe un hogar de características únicas: tenían agua, tierra fértil, muy cerca de allí la arcilla para su alfarería.

Mal presagio

Sin embargo, una nube negra se acercaba. El brujo de la tribu venía anunciando que algo raro iba a suceder.

Una mañana calurosa del verano estaba la hija del cacique Alunic, la bella Acashlla tejiendo con varillas de chilca recién cortadas un gran canasto de mimbre junto a su enamorado, llamado Tereka, que el día anterior había llegado de cazar.

Muy temprano había recogido leña para poder cocinar los cacharros de arcilla que hacía varios días estaba preparando, porque tenía serias intenciones de casarse con Acashlla, trato que había hecho con su padre Alunic como manda la tradición huarpe.

Mientras Tereka le daba los últimos retoques a su alfarería colocándoles guardas y dibujando la figura del último guanaco que cazó por el camino del norte, sobre el medio día con un sol abrazador, vieron llegar cuatro visitantes desconocidos.

Toda la tribu se puso alerta, si bien eran pacíficos, siempre estaban dispuestos a pelear por lo suyo, y se reunieron en la puerta de la casa del cacique Alunic.

Llegaron los extraños, eran altos, venían vestidos con camisetas con guardas de colores, gorros con figuras que adornaban con círculos de oro y bronce, pantalones a media canilla y oyutas. También estaban adornados con collares de huesos y piedras pulidas.

Eran de algún lugar que los huarpes no reconocían. Se acercaron en son de paz y pidieron hablar con el cacique Alunic. De pronto dijeron:

– Somos de un pueblo lejano, se presentaron señalándose con el dedo, Huáscar Tichi, Tupac Chinuk, Auca Chanca y Paka Inca. Venimos con la misión de mejorar la raza, hemos caminado muchas lunas hasta llegar aquí.

– ¿Qué significa eso? preguntó Alunic.

– Mañana, a la salida del sol, deberemos llevar a las mujeres jóvenes a un manantial cercano, sin presencia de hombres, los que se revelen deberán morir, en sacrificio a los dioses, y cargarán con la maldición del dios supremo Apu Kon Viracocha, dijo Paka Inca.

Los visitantes eran integrantes del gran Imperio Inca y Paka Inca era un sacerdote que bendecía a las mujeres para que al procrear tuvieran mejor descendencia, tal era la misión de los incas.

Pacíficos pero…

No les pareció una buena idea a los huarpes esa de entregar a sus mujeres, por eso pergeñaron un plan.

Al amanecer, los incas organizaron a las mujeres en grupos de tres, entre ellas estaba la bella Acashlla.

Las guiaron hasta la boca de la vertiente, en lo alto de una loma, las colocaron frente al agua en una barranca de espaldas al sol. Comenzó la ceremonia y el sacerdote Paka Inca extendió los brazos colocándose delante de las mujeres, también de espadas al sol, y dijo su oración:

-Óyeme desde el mar de arriba, a que permaneces, desde el mar de abajo, donde estás, creador del mundo. Alfarero del hombre, señor de los señores, a ti con mis ojos que desesperan por verte, pues viéndote yo, tú me veras y me reconocerás, el sol, la luna, el día, la noche, el verano, el invierno, no en vano caminan ordenados y por todas partes te llevan consigo.

En tu cetro de rey óyeme, escúchame, en mi cansancio y en la muerte, para que puedas bendecir a la mujer para generar mejores hombres.

Mientras esto ocurría los huarpes que estaban abajo de la barranca escondidos y con grandes piedras en la mano, a un solo grito atacaron a los visitantes, matándolos y arrojándolos al pozo de la vertiente de aguas dulces y cristalinas.

Se llevaron sus mujeres hasta la aldea y festejaron su victoria sobre los invasores.

Días después, comenzaron a notar que el agua de la vertiente cambiaba de gusto, se puso más salada, como la sangre derramada.

El agua comenzó a hacer estragos en el organismo de la tribu, pocos días más comenzó a salitral la tierra y por ultimo secó los cultivos.

En definitiva, la maldición del dios de los incas, Viracocha, se hizo realidad y en poco tiempo la tribu huarpe tuvo que abandonar el lugar.

Han pasado más de cuatro siglos y ese lugar que otrora fuera un vergel con agua dulce pura y cristalina, se convirtió en lo que es hoy en día, un lugar árido, de lomas peladas y paisaje gris con agua salada, pero que mantiene la claridad y la frescura de entonces. 

Sin embargo, las aguas saladas son curativas, como una indulgencia de la maldición de Viracocha.

El lugar quedó marcado para siempre como El Salado.

@DestinoSanJuan // Viviana Pastor.

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Cultura Cosas Nuestras

Esta es la historia de la Escarapela Nacional

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La creó Manuel Belgrano, para distinguir al ejército invasor español del revolucionario nacional.

En 1812, con el propósito de distinguirse del ejército invasor realista, Manuel Belgrano instauró el uso de la escarapela para todas las tropas del Ejército Revolucionario.

En la actual ciudad de Rosario, el 13 de febrero de 1812, Manuel Belgrano le solicitó al Primer Triunvirato que avalara el uso de una escarapela nacional con los colores blanco y azul celeste.

El objetivo era uniformar a todas las tropas de las Provincias Unidades del Río de La Plata y distinguirlas del ejército enemigo, que utilizaba el color rojo.

En éste marco, el 18 de febrero del mismo año el Triunvirato decretó el reconocimiento y uso de la escarapela como insignia patria.

Una semana más tarde, el 27 de febrero de 1812, Belgrano le informó al triunvirato que “siendo preciso enarbolar la bandera, y no teniéndola, la mandé hacer celeste y blanca, conforme a los colores de la escarapela nacional”, que había creado él mismo días antes.

Por lo tanto, el Consejo Nacional de Educación estableció el 18 de mayo de 1935 como la fecha para homenajearla.

Por otra parte, desde el Museo Histórico Nacional cuentan que el uso de escarapela se hizo costumbre como distintivo entre los ejércitos de España durante el 1700 y que las formas de las escarapelas variaban en lazos o moños, hasta que se estableció forma actual llamada la roseta o cucarda.

Además, las escarapelas eran también una forma de distinguir bandos políticos. Por eso, en las jornadas revolucionarias de mayo de 1810, Domingo French y Antonio Luis Beruti repartieron escarapelas. Aunque no blancas y celestes como solemos imaginar.

Para concluir, en el Archivo General de la Provincia se resguardan varios e importantes documentos relacionados con el proceso histórico del periodo de los acontecimientos de 1810 en adelante, entre los cuales se cuenta un Bando Nacional donde se dispone el uso de la escarapela en todo el territorio nacional:

A continuación se presenta la transcripción de dicho documento resguardado en el Departamento Archivo Histórico:

En acuerdo de hoy se ha resuelto que desde esta fecha en adelante se haga, reconozca y use por las tropas de la Patria la Escarapela Nacional de las Provincias Unidades del Rio de la Plata, declarándose por tal la de dos colores blanco y azul celeste, y quedando abolida la Roja con que antiguamente se distinguían. Se comunica a Vuestra señoría por los efectos consiguientes a esta resolución.

Dios guie a Usted muchos años.

Buenos Aires, Febrero 18 de 1812

Feliciano Antonio Chiclana

Manuel de Sarratea

Juan José Paso

Bernardino Rivadavia

Al Gobierno de San Juan

Posteriormente, en el año 1935 el Consejo Nacional de Educación, instituyó el día 18 de mayo como Día de la Escarapela.

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Cultura Espectáculos

Gala Patria: furor por “Mujeres Argentinas”

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Se agotaron las localidades para las tres funciones de la icónica obra de Ariel Ramírez y Félix Luna que disfrutarán más de tres mil personas en el Teatro del Bicentenario.

El Gobierno de la provincia de San Juan, a través del Ministerio de Turismo, Cultura y Deporte, comunica que las tres funciones de Gala Patria 25 de Mayo “Mujeres Argentinas” se encuentran agotadas.

Los sanjuaninos se agolparon en el hall del TB para agotar, en poco tiempo, las localidades de un espectáculo que promete emocionar y cautivar con una producción inédita e integral del teatro.

La semana próxima, más de tres mil personas disfrutarán de la icónica obra de Ariel Ramírez y Félix Luna “Mujeres Argentinas”, que será puesta en escena bajo la dirección de Alexis Mirenda, junto a un elenco concertado de talentosos bailarines y un gran equipo de profesionales escenotécnicos.

La velada contará además con la participación de La Camerata, las voces de Eli Domínguez y Melisa Quiroga, y culminará con las estrofas del Himno Nacional Argentino, interpretado en la voz de Laura Costanza.

@SiSanJuan

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