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Opinión

Violencia política en la Argentina del siglo XX: militantes católicos en el 55 y en los años setenta.

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La presente es la décimo segunda entrega que forma parte de una serie de notas sobre la violencia política en la Argentina, en las que intento un análisis del contexto, la oportunidad, los costos, y los limites de la violencia política. 
Aldo Duzdevich

Militantes católicos en el 55 y en los años setenta

En esta nota voy hablar de la militancia católica, entre ellos muchos sacerdotes (algunos de los cuales conocí) excelentes personas, que en 1955 adhirieron o militaron contra Perón. Y  que luego, en los años setenta, acompañaron las luchas populares e incluso el nacimiento de las organizaciones armadas, en especial Montoneros.

Decir antiperonista no es un juicio de valor, es una descripción de ubicación política en determinado momento de la historia. Que según desde donde se mire, se puede presumir equivocada o correcta. Yo creo que en política solo hay verdades parciales; y que el otro a quien considero mi adversario o enemigo también tiene su parte de verdad.

En 1930 Perón apoyó el golpe contra Yrigoyen, de lo que se arrepintió después. Y solía decir: “hay una linea nacional, que nace en la Primera Junta, Rosas, Yrigoyen y Perón…”, o sea se consideraba como una continuidad del yrigoyenismo, pero, había contribuido a voltearlo.  No debe sorprendernos entonces que muchos sacerdotes e intelectuales católicos, en 1955 apoyaron la “revolución libertadora”,  en los años setenta los encontremos en posiciones afines al peronismo o a la izquierda.

Perón  y la Iglesia, un conflicto inútil.

Cuando planteamos revisar los errores del peronismo en los años 50, lo primero que surge es el conflicto con la Iglesia. Previo al golpe, la Iglesia ofició como catalizador de toda la oposición. Liberales, socialistas, radicales, comunistas, conservadores se encolunaron en multitudinarias procesiones detrás de la bandera pontificia y  el “todos somos la Iglesia” . Cincuenta años después, en una versión menor, un gobierno peronista tuvo su “todos somos el campo”. 

En sus inicios, Peronismo – Iglesia fueron sólidos aliados. Perón y Evita eran devotos católicos. Peron explicaba que la doctrina peronista nació de la doctrina social de la Iglesia. A fines de 1945 la Iglesia emitió una Pastoral, que solapadamente instaba votar al peronismo.

En 1947 el peronismo sancionó la ley de enseñanza religiosa en las escuelas publicas. Con la enseñanza religiosa, la Iglesia afirmó su poder y ensanchó su base popular. Pero al poco tiempo, se vio que entre los aliados (Peronismo-Iglesia) no había comunión sino competencia.

La Fundación Eva Peron ocupó el espacio de la “caridad católica”. Evita reivindicaba un cristianismo de los pobres; en contraposición al clericalismo de las jerarquías eclesiásticas. Tras su fallecimiento, Evita se convirtió en una especie de santa popular. En las casas humildes crecieron altares con su retrato rodeado de velas. Esto también molestó a un sector de la Iglesia.

Los sectores nacionalistas católicos que habían votado al peronismo, se sintieron molestos y traicionados por el “obrerismo” de Perón. Otro foco de tensión nació a partir de las mayores libertades y reconocimientos a otros cultos religiosos  por parte del gobierno.

El punto de quiebre para Peron fue la creación -con auspicio eclesial –  de la Democracia Cristiana (DC) en julio de 1954, de sesgo  abiertamente antiperonista. El conflicto aumentó en septiembre  por la disputa del estudiantado secundario -en Córdoba – entre los jóvenes católicos y la UES.

A fines  de 1954,  Perón dio un duro discurso acusando de conspiración a varios de curas y obispos que mencionó con nombre y apellido. Con la guerra declarada, el gobierno suprimió  la enseñanza y feriados religiosos. Y envió al Congreso  las leyes de divorcio; de equiparación de hijos legítimos e ilegítimos; de reglamentación de la prostitución y la separación de Iglesia-Estado.

A partir de ese momento los púlpitos de las iglesias se convirtieron en barricadas antiperonistas. Las esposas de los militares que concurrían asiduamente a misa, volvían a sus hogares con el discurso de que Perón era el anti-Cristo.

El punto mas alto se alcanzo el 16 de junio de 1955,  cuando aviones de la marina pintados con la cruz de Cristo-Vence bombardearon al pueblo indefenso produciendo 308 victimas fatales. Esa noche los agredidos “desde el cielo” descargaron su bronca incendiando varias iglesias en el centro de Buenos Aires.

Los jóvenes militantes católicos se sumaron  a los Comandos Civiles. Muchos colegios e iglesias se convirtieron en sitios donde se guardaban y distribuían  armas.    

Los jóvenes católicos de los años 60/70

Durante el gobierno peronista, la Iglesia desde  la Acción Católica promovió diferentes estructuras de jóvenes laicos para disputarle espacio político-social al peronismo. La organización para niños Aspirantes de Acción Católica, la JAC (Juventud de la Accion Catolica), la JEC (estudiantes secundarios), la JUC (universitarios), la JOC (obreros) . Estas estructuras se mantuvieron y renovaron después de 1955, llegando activas hasta los años 70.

Estas mismas organizaciones incluso,  en algunos sitios con los mismos guías espirituales, fueron semilleros de militancia setentista en especial de la organización Montoneros.

En 1973 Montoneros, -tal vez por coincidencia natural – va a organizar estructuras de superficie casi espejo a las de la Acción Católica: JP, (barrial) UES (secundarios), JUP (universitarios), JTP (obreros) .

Los grupos juveniles católicos y los sacerdotes que los guiaban, en los años 60, van a recibir la influencia del Concilio Vaticano Segundo convocado por Juan XXIII que revolucionó los conceptos político-sociales de la Iglesia. Como una derivación del Concilio, entre 1967/70 va a nacer en Argentina el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.

Los jóvenes de izquierda tuvieron como referencia al Che Guevara. En cambio para los grupos católicos la referencia fue el sacerdote guerrillero colombiano Camilo Torres, muerto en combate en 1966.

Voy a exponer algunas de esas continuidades, en apariencia muy contradictorias, de la historia de estos grupos católicos.

Parroquia Cristo Obrero de Córdoba

Donde mayor envergadura tuvieron los Comandos Civiles fue en la ciudad de Córdoba; se calcula que participaron mas de 1500 civiles armados, entre ellos muchos estudiantes secundarios y universitarios. Entrevistado por Ismael Juri un protagonista de los enfrentamientos, Luis Bas recuerda: “en la Iglesia del Pilar, Quinto Cargnelutti proveía de armas a los chicos”.

El resistente peronista cordobés  Julio Ulderico Carrizo, recuerda haber visto en la Iglesia del barrio San Vicente al padre Lazaro y el padre Martinez repartiendo armas a los jóvenes católicos en los días de la “libertadora”; y también menciona al padre Quiroga de una iglesia de la calle Dean Funes como promotor de comandos civiles.

Isidoro Ruiz Moreno en su libro “La Revolución del 55”  escribe: “en Córdoba dos jóvenes sacerdotes acaudillaron el movimiento juvenil. Eran los padres Quinto Cargnelutti y Enrique Angelleli, el primero como jefe general y el segundo como encargado de la acción en las fabricas, a los cuales pronto se sumo el padre  Eladio Bordagaray liderando grupos en los Colegios Mayores que influían en los universitarios . (…) su local central se instaló en el edificio de la Acción Católica y otro en la Iglesia de Cristo Obrero”.

Quinto Cargnelutti años mas tarde abandono los hábitos y fue un dirigente del radicalismo cordobés. Angelleli que era asesor de la JOC con sede en Cristo Obrero siguió vinculado a los jóvenes.  En 1964, los sacerdotes Vaudagna, Gaido, Dellaferrera y Viscovich, que participaban de la linea pos-conciliar, hicieron declaraciones publicas que causaron conmoción interna.  Enrique Angelleli que (para ese entonces) era Obispo Auxiliar en Córdoba, salió en su defensa, lo que originó una sanción y su exclusión temporal del gobierno eclesiástico . Unos años después en la Parroquia Cristo Obrero donde concurrían los padres Vaudagna, Gaido, Dellaferrera, Alberione, Rojas y Fugante, va a nacer el primer grupo originario cordobés  de la organización Montoneros.

El padre Ernesto Leyendeker del Ateneo Santa Fe

En Santa Fe, el Colegio Jesuita La Inmaculada y el Ateneo Universitario  fueron los centros de la militancia antiperonista. Incluso en septiembre del 55, el Ateneo de Santa Fe  emitió un comunicado “desde la clandestinidad” saludando a la “Libertadora” y pidiendo que se retiren cuadros y bustos peronistas de los claustros universitarios. El padre Leyendeker asesor del Ateneo, fue uno de  los “curas conspiradores”  mencionados por Peron en su discurso del 10 de noviembre de 1954 .

En 1969 entre los jóvenes del Colegio Mayor y el Ateneo Universitario,  va a salir el grupo fundacional de Montoneros Santa Fe. Sus asesores espirituales eran los padres Ernesto Leyendeker, Rafael Yacuzzi y Ruben Dri.  Y,  el Colegio Inmaculada en los 70 pasará a ser catalogado como “cuna de montoneros” porque de sus aulas saldrán una docena de conocidos militantes montoneros.

El padre Carlos Mugica

En Capital Federal el núcleo fundacional de Montoneros (Firmenich, Abal Medina, Ramus y otros) eran militantes del JEC (secundarios católicos) del Nacional Bs As. , y su asesor espiritual era el padre Carlos Mugica.  Los Mugica eran una familia anti-peronista; su padre Adolfo fue en 1956 integrante de la Junta Consultiva que avaló los 29 fusilamientos de Aramburu. Carlos Mugica reconoció que siendo seminarista participó  “del júbilo orgiástico de la oligarquía por la caída de Perón”. Sin embargo su pensamiento cambió y al momento de su asesinato era un ferviente peronista que incluso se había distanciado de Montoneros por no coincidir con su política de enfrentamiento a Perón.

El cuarto grupo originario de Montoneros que lideraba Sabino Navarro también tenía origen católico. Sabino (el único obrero que tuvo la conducción de montoneros) había sido militante de la JOC (Juventud Obrera Católica).

Padre Santiago Raúl Mac Guire de Rosario

En el libro “Los Panfletos – Su aporte a la Revolución Libertadora” de Felix Lafiandra (h) , una recopilación de panfletos antiperonistas de 1954/55, aparece  la detención de varios sacerdotes por el delito de desacato y otros. Los sacerdotes mencionados son: Egidio Esparza, de Capital Federal;  Jesús Borlandelli, cura párroco de Cañuelas; Aldo Usseglio, cura párroco de Tortugas (Santa Fe); Antonio Lorenzo Fratin, cura párroco de Josefina (Pcia. de Santa Fe), Juan Requena, teniente cura de Lincoln (Buenos Aires); Edilio Moncalvo, teniente, cura de la parroquia de La Merced, de Villa Ballester (Buenos Aires);  Miguel S. Fox, cura párroco de Alberti (Pcia. de Buenos Aires) en todos los casos se menciona la imputación y el juez interviniente.

Entre este listado aparece el padre Santiago Raúl Mac Guire, acusado de haber “incurrido en
desacato al Sr. Presidente de la República, en un sermón pronunciado el domingo 24 de abril, en la misa celebrada en la capilla del Centro de Salud San José, de la Ciudad Evita (ex- Cañada de Gómez). Prisión preventiva decretada por el Juez Federal, Dr. Affranchino Rumi, de Rosario

Santiago Mac Guire en los sesenta fue uno de los mas activos promotores del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. En 1968 dejo los hábitos y se caso pero siguió vinculado al trabajo social en la Parroquia Itati del barrio Saladillo de Rosario. Años después paso a colaborar con la organización Montoneros.  En abril de 1978,  Mac Guire fue secuestrado, torturado y finalmente paso a estar detenido a disposición del PEN hasta 1983.

El Seminario de Villa Devoto

El Seminario de Villa Devoto hasta 1959, estuvo dirigido por la Compañía de Jesús . A partir de esa fecha lo toma el clero diocesano y su primer Rector es  el Padre Eduardo Pironio quien propicia una gran apertura teológica y pastoral. Allí se formaron entre otros, los curas: Alejandro Mayol,  Carlos Mugica,   Rodolfo Ricciardelli, Jorge Galli, Jorge Goñi. Domingo Bresci, Eliseo Morales, Juan de Laurenti.

Entre los seminaristas estaban: Eduardo Moreno, Jose Pepe Ledesma, Eduardo Ciordia, Federico Mirré, Ricardo Agazzi, Titi Grilia; J.C. Saccomanno, el “Negro” Montero, Jose Deslarmes,  Carlos Falaschi, Arturo Ferre Gadea, varios de estos jóvenes seminaristas tendrán participación en las FAP  y Montoneros.

El Colegio Máximo de San Miguel estaba considerado por el gobierno peronista como el centro de acopio de armas y explosivos de los Comandos Civiles. Veinte años después Jorge Bergoglio lo abrirá a los intelectuales del pensamiento nacional y popular, y su tercer piso servirá de refugio de paso para algunos jóvenes perseguidos por la dictadura de 1976.  

La participación política y el mal manejo de la utopía

La Iglesia Católica tuvo un rol central en la oposición y golpe contra el peronismo en 1955. De sus filas salieron muchos jóvenes católicos que empuñaron armas como Comandos Civiles contra el gobierno constitucional del General Perón.

En los años setenta importantes sectores de la Iglesia renovados en su concepción y práctica por el Concilio Vaticano II, van a ser fermento y semilla de militancia revolucionaria en toda América Latina. En nuestro país la organización  Montoneros nació del seno de grupos católicos, y como hemos visto en algunos casos vinculados a sacerdotes que en 1955 habían estado en el antiperonismo. En ambos momentos históricos estuvo presente la violencia en manos de los mas jóvenes.

El Papa Francisco el 28 de febrero del 2014, en su discurso a los miembros de la Pontificia Comisión para América Latina, expresó: “Otra cosa que es importante  transmitir a la juventud, es el buen manejo de la utopía. Nosotros en América Latina hemos tenido la experiencia de un manejo no del todo equilibrado de la utopía y que en algún lugar, en algunos lugares, no en todos, en algún momento nos desbordó. Al menos en el caso de Argentina podemos decir cuántos muchachos de la Acción Católica, por una mala educación de la utopía, terminaron en la guerrilla de los años ’70. Saber manejar la utopía, saber conducir –manejar es una mala palabra–, saber conducir y ayudar a crecer la utopía de un joven es una riqueza.”

Las palabras de Francisco abren la puerta a un análisis, sobre un aspecto del papel de la Iglesia, que todavía no ha sido puesto en debate.


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan

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Nos gusta recibir visitas.

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Escribe Monseñor Jorge Eduardo Lozano.

Ser visitados por los amigos nos alegra el corazón. Compartimos historias vividas en común, situaciones que nos pueden estar afligiendo, logros personales y de la familia. Abrirnos con confianza nos hace mucho bien. Cuando alguien está enfermo la visita tienen un gran valor de consuelo, de paz. Y ni te digo si la visita es a un preso, donde hay que sortear una serie de barreras.

Pienso también en tantas personas mayores que están en geriátricos sin el contacto periódico de la familia. La vocación misionera de la Iglesia es un llamado a ir al encuentro de otros para compartir la cercanía de Dios con su Pueblo. Habitualmente lo
plasmamos en ir de dos en dos, casa por casa, para llevar el amor de Jesús. El Papa Francisco nos presenta un sencillo esquema a desarrollar en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium número 128. Lo primero es saludar con amabilidad, presentándonos si no nos conocen, diciendo a qué Comunidad pertenecemos. Conversar acerca de los miembros de la familia, dando espacio a compartir “sus alegrías, sus esperanzas, las inquietudes por sus seres queridos y tantas cosas que llenan su corazón”. No se trata de entregar un folleto como haciendo propaganda. Vamos sin apuro. Muchas personas —y nos puede suceder a nosotros— están muy solas y tienen necesidad de contar lo que les pasa, ser escuchados con atención.

Después de esta conversación se les puede presentar la Palabra que ilumina, sea leyendo algún párrafo o narrando un pasaje conocido, “pero siempre recordando el anuncio fundamental: el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad”.

Será importante también compartir el testimonio personal. La misión nos involucra; no se trata de decir un discurso de memoria, el mismo en cada familia y época del año. Buscamos llevar la alegría y el consuelo de Dios. Por eso decimos con certeza que el principal protagonista de la misión es el Espíritu Santo. “Si parece prudente y se dan las condiciones, es bueno que este encuentro fraterno y misionero termine con una breve oración” relacionada con lo que hayamos conversado. También se pueden anotar intenciones para ofrecer en la misa de la Parroquia o la Capilla. Aunque parezca obvio, nunca recibir dinero; si la gente quiere colaborar que vaya personalmente a la Parroquia o Capilla.

Este sábado 4 y domingo 5 de mayo estamos realizando una misión en el Departamento de Albardón; en Campo Afuera para ser más precisos. Desde distintas Parroquias y Movimientos acudimos para sumarnos en la alegría de compartir la fe con los vecinos. Es una primera experiencia que hacemos en San Juan y en varias diócesis del país. Cuando voy a las Comunidades a celebrar Fiestas Patronales o Confirmaciones la gente me suele decir “vuelva pronto”.

El Evangelio que proclamamos este Domingo nos motiva a perseverar en este camino. Por un lado, Jesús nos muestra cómo nos considera: “Ustedes son mis amigos”. (Jn 15, 14) Y por eso nos da la medida de su amor: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15, 13). Es importante que aceptemos con todas las consecuencias la afirmación de Jesús: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero”. (Jn 15, 16) Jesús nos elige y nos llama: “permanezcan en mi amor”; y nos envía “vayan y den fruto”.

La misión no es una carga que cumplir ni un requisito burocrático. No es la sopa que hay que tomar para poder comer lo que nos gusta. Lo expresa claramente Jesús: “Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto” (Jn 15, 11).
Respondamos con generosidad al llamado del Señor de la Vida.

@MonseñorJorgeEduardoLozano

/Fuente de imagen: Archivo Google

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Trump: propaganda electoral y delito

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El juicio penal que se desarrolla en Nueva York, en el que se acusa a Donald Trump (foto) de 34 delitos, expone el deterioro de las instituciones estadounidenses y la crisis del sistema político con el que pretenden aleccionar al resto del mundo. La trama del litigio exhibe las evidencias más explícitas del derecho a la impunidad y las combina con las licencias para mentir, corromper y engañar. La presentación de cargos realizada por la fiscalía de Nueva York, una semana atrás, busca ser utilizada por el precandidato republicano para victimizarse y transformar su lugar de acusado en un insumo para su campaña electoral. El sistema político estadounidense y el entramado judicial, mediático y de inteligencia que le dan cobertura se esmeran en ocular la tríada del poder real sobre el que se estructura su institucionalidad corporativa: el complejo militar-industrial, las trasnacionales y los fondos de inversión. Esos tres actores colectivos son los que –en última instancia– estarán encargados de rechazar o habilitar su candidatura.

Trump acumula más de treinta cargos en cuatro juicios. Dos de índole federal, uno en Georgia y el otro en Nueva York, donde se iniciaron las comparecencias de los testigos, la última semana, bajo la acusación de encubrimiento y falsificación de registros contables con el objetivo de ocultar sus vínculos extramatrimoniales con una actriz de cine porno y una modelo de la revista Playboy. La querella contra Trump, que se desarrolla en Manhattan frente a la presencia de doce jurados (siete varones y cinco mujeres), se inició con la jura de estos últimos el viernes 19 de abril. El asistente del fiscal Matthew Colangelo fue el encargado, el lunes subsiguiente, de presentar los cargos ante el juez y el jurado, advirtiendo que: “El acusado orquestó una trama criminal para adulterar las elecciones presidenciales de 2016. Luego encubrió esa conspiración criminal falsificando sus registros comerciales para sobornar y silenciar a quienes podían ensuciar su campaña electoral en 2016”.

La acusación contra el ex mandatario incluye la compra de voluntades mediáticas para tapar irregularidades propias, y operaciones para mancillar la reputación de sus competidores políticos. En la última semana, declaró como testigo el ex director de la revista National Enquirer, David Pecker, quien asumió la responsabilidad de haber sobornado a la modelo de Playboy Karen McDougal para encubrir su romance con el entonces candidato republicano. El mismo director de la publicación fue el encargado de asumir la responsabilidad por abonar 30 mil dólares al portero de la Trump Tower, para evitar que trascendieran los encuentros con dos docenas de mujeres.

En otro tramo del juicio, el magistrado Juan Manuel Merchán tomó nota de cómo el entonces abogado del acusado, Michael Cohen, transfirió 130 mil dólares a la actriz de cine pornográfico Stormy Daniels para garantizar su silencio. Pecker asumió frente al jurado que sus publicaciones ejecutaban el denominado “periodismo de chequera”, consistente en ensalzar o encumbrar a los aportantes y, al mismo tiempo, demonizar a sus contendientes, una operación naturalizada y usual al interior de las corporaciones propagandísticas de Occidente, que no pareció causar estupefacción entre los periodistas acreditados ante el tribunal.

La tergiversación informativa sobre la que se monta gran parte del show mediático estadounidense –del que América Latina también es tributario– incluye el protagonismo de las redes sociales. El magistrado dispuso varias órdenes de silencio a Trump para evitar el hostigamiento y el asedio a los jurados, los fiscales y sus familiares, impulsado desde su plataforma Truth Social. Trump atacó en dos oportunidades a la hija del juez Merchan y –según la fiscalía– violó en diez oportunidades la discreción exigida. La defensa del acusado, ejercida por Todd Blanche, apeló la medida argumentando que su cliente solo había reposteado textos de terceros.

Trump fue declarado culpable, durante el último año, en tres juicios civiles, sin que estos procesamientos interfirieran en su candidatura: se lo condenó a pagar 355 millones de dólares por inflar el valor de sus propiedades, se le impuso el pago de cinco millones de dólares de indemnización por abuso sexual contra la columnista Jean Carroll, y se lo multó en 85 millones de dólares por difamación y calumnias contra esta última periodista.

Donald Trump se jactó años atrás de que podía dispararle a alguien en la Quinta Avenida sin que eso llevara a la pérdida de capital electoral. A fines de la década del 20 del siglo pasado, un cabo del ejército alemán escribió: “No importa en absoluto si se ríen de nosotros o nos vilipendian… si nos representan como payasos o criminales; lo principal es que nos mencionen, que se preocupen por nosotros una y otra vez…” . Sin embargo, fue Marco Tulio Cicerón quien probablemente caracterizó con mayor precisión la etapa histórica que atravesamos: “Cuanto más cerca está la caída de un imperio, más locas son sus leyes”. 

@Página12

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Una vid con frutos asegurados

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Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo

Un diálogo imaginario con una flor nos puede conducir a reflexiones profundas. Te copio unos pocos renglones del Capítulo 18 del libro El Principito, de Saint-Exupery.

“—¿Dónde están los hombres? —preguntó cortésmente el principito.

La flor, un día, había visto pasar una caravana.

—¿Los hombres? No existen más que seis o siete, me parece. Los he visto hace ya años y nunca se sabe dónde encontrarlos. El viento los pasea. Les faltan las raíces. Esto les molesta.”

Este diálogo, ambientado en el desierto, entre la flor y el Principito, nos muestra una ponderación acerca de la carencia de raíces. La flor había visto pasar una caravana y pensaba que los hombres iban de un lado y para el otro llevados por el viento. Podríamos decir estar sin Patria; “y esto les molesta”, observa la flor. En la Biblia muchas veces aparece la peregrinación en contraposición con lo que es andar errante, sin rumbo. El castigo de Caín por haber matado a su hermano consistió en caminar sin sentido fijo. En la peregrinación, en la procesión hay una meta, un lugar adonde llegar para un encuentro. Y, en definitiva, para nosotros es la Vida eterna.

Echar raíces nos da pertenencia. El Evangelio que proclamamos este fin de semana nos presenta la alegoría de “la vid y los sarmientos” (Jn. 15, 1-8). Esta imagen que utiliza Jesús es para hablarnos de Él, y de nosotros en relación con Él. Nos describe una realidad muy cercana a la tierra sanjuanina. Vemos viñedos en forma habitual en nuestros caminos y al contemplarlos podemos entender bien la enseñanza de Jesús.

Él nos dice: “Yo soy la Vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer”. (Jn. 15, 5)

Fijémonos entonces, que hay una mutua permanencia. El Señor permanece en nosotros por medio de la fuerza del Espíritu Santo y nosotros en Él por adhesión también del amor. En esta imagen de la vid y los sarmientos, puedo entender que yo soy con otros, y con otros en el Otro.

Pero no es una cuestión estática, como si se tratara de colocar un jarrón sobre la mesa. Es un permanecer vital, dinámico, con el movimiento que nos da el amor.

Podríamos decir que esta imagen de la vid y los sarmientos complementa la que veíamos el fin de semana pasado del vínculo entre el Pastor y el rebaño. Ambos pasajes evangélicos nos muestran cómo la fe rompe la soledad. La Pascua nos lleva a establecer vínculos con otros, nos libera del aislamiento.

La Palabra de este domingo tiene una fuerte impronta comunitaria y, a su vez también, nos muestra que separados del Señor y de la comunidad, caemos en la esterilidad, en no dar frutos al secarse la vitalidad de la rama. 

Jesús Resucitado nos reanima en la misión de la Iglesia. El Espíritu Santo nos impulsa a la comunión y a la cercanía cordial con todos los que sufren.

El próximo miércoles celebramos a los hombres y mujeres del mundo del trabajo. Te comparto unos párrafos escritos por el Beato obispo y mártir Enrique Angelelli el 1 de mayo de 1975: “Se hace muy doloroso ganar el pan de cada día; nos cuesta arrancar del corazón el egoísmo para hacernos plenamente hermanos; nos cuesta mucho poder sumar todas las manos, como pueblo, para construir juntos esta tierra de bendición (…) Cristo quiere una Rioja no resignada sino plenamente libre y feliz. La Rioja reclama de todos nosotros, gobernantes y pueblo, superar toda división y todo egoísmo individual y de grupos para hacerla una tierra donde el amor no sea una palabra para enamorados simplemente, sino la meta de nuestro trabajo concienzudo por lograr ser verdaderamente un pueblo que se quiere, es solidario y nadie abusa del otro”.

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