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El guion de Estados Unidos.

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200 Años de la Doctrina Monroe. Con la frase «América para los americanos», la tesis se fue acomodando a la política expansionista de Washington y su control de la región. El desafío chino y la resistencia que subsiste.

NOTA de OPINIÓN – Por Telma Luzzani.

La Doctrina Monroe, formulada hace 200 años ante el Congreso de Estados Unidos por el presidente James Monroe, sentó las bases para que ese país llevara a cabo el objetivo imperial y expansionista que ha tenido desde siempre, desde sus orígenes, con la llegada de los peregrinos puritanos del siglo XVII a América del Norte, hasta hoy, cuando la general Laura Richardson, jefa del Comando Sur, con temible sinceridad, habla de «nuestro litio» (aunque el yacimiento no esté en territorio estadounidense) y exige expulsar a China de la región.
Aquel 2 de diciembre de 1823, Monroe sintetizó la directriz político-estratégica de la doctrina en una frase: «América para los americanos» (es decir para los norteamericanos). El mensaje era doble: primero, para la Europa colonialista que, una vez derrotado Napoleón, estaba maquinando nuevas estrategias para reconquistar América y, segundo, para el resto de los habitantes del continente americano que tenían, con Simón Bolívar a la cabeza, sueños de verdadera independencia.

«Es la ocasión propicia para afirmar, como un principio que afecta a los derechos e intereses de Estados Unidos, que los continentes americanos, por la condición de libres e independientes que han adquirido y mantienen, no deben en lo adelante ser considerados como objetos de una colonización futura por ninguna potencia europea…», declaró Monroe. La Casa Blanca se comprometía a no meterse en los asuntos de Europa y a cambio exigía la no intervención europea en nuestros territorios.

EE.UU. estaba preocupado especialmente por España, Francia y la Rusia zarista que poseyó Alaska hasta 1867 y, en aquel momento, pretendía llegar hasta Oregón. Desconfiaba también del Reino Unido, por supuesto, pero con los británicos tenían diálogo y, de hecho, la idea de la «no intervención europea en América» había sido sugerida por Londres. Los británicos, que tenían intereses económicos en las antiguas colonias españolas, estaban muy interesados en expulsar a España, por lo cual, en agosto de 1823, el canciller británico, George Canning, le propuso a Richard Rush, embajador estadounidense en Londres, hacer una declaración conjunta antiintervencionista. «¿No ha llegado el momento de que nuestros dos Gobiernos puedan entenderse con respecto a las colonias de España en América?», le escribió Canning, en lo que puede considerarse el embrión de la Doctrina Monroe.

La sintonía con Londres y el hecho de que EE.UU. no tenía todavía el músculo militar necesario para imponer su doctrina a la fuerza explican por qué la Casa Blanca no dijo nada ante la ocupación de las Islas Malvinas (1833), el bloqueo anglo-francés a los puertos argentinos (1839-1840) y luego al Río de la Plata (1845-1850) y la ocupación de la Guayana Esequiba por parte de los británicos (1855), entre otros atropellos europeos.

Es muy importante recordar que, en la usurpación de Malvinas hubo connivencia (más que desentendimiento) por parte de Estados Unidos. Desde mediados de 1830 varios pesqueros norteamericanos provocaban abiertamente al gobernador Luis María Vernet (investido oficialmente como Primer Comandante Político Militar de las Islas Malvinas con sede en la Isla Soledad el 10 de junio de 1829) desobedeciendo las leyes argentinas que prohibían la caza de ballenas, lobos marinos y focas en la jurisdicción de las islas. A mediados de 1831, Estados Unidos declaró que el Gobierno argentino no tenía ninguna autoridad sobre las actividades de caza y pesca y que lo seguirían haciendo cuanto quisieran. La goleta «Harriet» desafió aún más la autoridad de Vernet y como respuesta, el 30 de julio de 1831, el gobernador la incautó y viajó a Buenos Aires para someter el caso a los Tribunales.

El cónsul norteamericano en Buenos Aires no solo desconoció el derecho argentino a regular la pesca, sino que le exigió al canciller Tomás de Anchorena la devolución del pesquero, una indemnización y enjuiciar a Vernet por pirata. Mientras tanto, el Pentágono ordenó a la fragata de guerra «USS Lexington» que formaba parte de su escuadra en el Atlántico Sur que se dirigiera a las islas.

El 28 de diciembre de 1831, la Lexington entró en la bahía Anunciación con bandera francesa e invitó a las autoridades argentinas interinas de las islas a «dialogar» a bordo. Una vez allí, fueron arrestados. Los estadounidenses de la fragata desembarcaron, incendiaron viviendas y propiedades, destruyeron cañones y artillería y saquearon lo que quedaba de las instalaciones militares. Los «prisioneros» fueron llevados hasta Montevideo, donde arribaron el 3 de febrero de 1832.

La controversia entre Washington y Buenos Aires siguió todo el año. Estados Unidos acusaba a los argentinos de «violar la libertad de pesca». Hecho el trabajo sucio por Washington, Londres ordenó a la corbeta HMS Clío «tomar el control de las islas y hacer efectivo el derecho de soberanía de Su Majestad Británica sobre ellas». El 2 de enero de 1833, el gobernador interino, capitán José María Pinedo, antepasado del actual dirigente del PRO Federico Pinedo, no presentó batalla y dejó las islas al mando del colono Juan Simón. El día 22, la Cancillería argentina presentó una protesta formal ante el funcionario británico y pidió a EE.UU. la aplicación de la Doctrina Monroe. El Departamento de Estado se negó como, un siglo y medio después, durante la guerra de Malvinas de 1982, rehusó aplicar el TIAR, tratado firmado por todos los países americanos que compromete, a todos, a la defensa mutua ante la agresión de una potencia extracontinental.

A lo largo de los años
En el año 1845, con la usurpación de la mitad del territorio de México por parte de EE.UU., quedó claro cuál era el significado de «América para los americanos». Juan Bautista Alberdi, entre muchos otros, lo denunció: «Si estos tres ejemplos –Texas, Nuevo México, California– no bastan para convencer a los sudamericanos de que el monroísmo es la conquista, su credulidad no tiene cura, y su desaparición como raza es su destino fatal».

La Doctrina Monroe fue acomodándose con las décadas –a veces de forma más evidente, a veces más subterránea– según los intereses de EE.UU. en cada momento. Un ejemplo entre muchos: en 1880, en plena etapa expansiva, se agrega el siguiente corolario: «Para evitar la injerencia de imperialismos extracontinentales en América, EE.UU. debe ejercer el control exclusivo sobre cualquier canal interoceánico que se construyese». Washington ya planificaba un paso con funciones comerciales y militares para abaratar los costos de traslado mercante y conectar con rapidez las flotas del Atlántico y el Pacífico en caso de amenaza. En la época la ruta de los barcos era a través del Cabo de Hornos, travesía que duraba 60 días. En 1914 se inauguró el Canal de Panamá.

A partir de 1945, durante la Guerra Fría y por su competencia con la Unión Soviética, la injerencia en los asuntos internos de Nuestra América adoptó un perfil más siniestro: instauraciones de dictaduras militares, Gobiernos títere, invasiones militares, operaciones de falsa bandera, asesinatos de líderes y dirigentes perpetrados por la agencia de inteligencia (CIA), etcétera.

En el siglo XXI, salvo un brevísimo período en el gobierno de Barack Obama, el monroísmo continuó como principal proyecto continental. Con la asunción de Hugo Chávez y otros líderes progresistas latinoamericanos, el sueño de Monroe peligró. La región se integró con tal fuerza que llegó a voltear la Asociación de Libre Comercio para las Américas, ALCA (un proyecto que convertía a todo el continente en un solo mercado sin fronteras bajo la ideología neoliberal) y obligó a la Casa Blanca a decir, en noviembre de 2013, en boca del secretario de Estado de Obama, John Kerry, «la Doctrina Monroe ha terminado».

El segundo gobierno de Obama y los de sus sucesores, Donald Trump y Joseph Biden, la restauraron. Se inició el período de los golpes blandos (y no tanto), las sanciones económicas, el lawfare y los intentos de magnicidio. Por si no estaba claro, en 2018, el canciller de Trump, Rex Tillerson, lo dijo con todas las letras: «La Doctrina Monroe es tan relevante hoy como lo fue en el pasado». El mismo Trump, durante su gobierno, hizo una férrea defensa de la Doctrina en un discurso ante Naciones Unidas.

Actualmente, en un proceso histórico de transición hegemónica y evidente pérdida de liderazgo global, EE.UU. necesita más que nunca fortalecer el control del continente. Los rivales son China, Rusia y una novedosa asociación internacional llamada BRICS. La resistencia al monroísmo se localiza fuertemente en Cuba, Venezuela y Nicaragua. El resto de Nuestra América pendulea entre restauraciones conservadoras y avances progresistas. Pero, mal que le pese a Monroe, la espada de Bolívar sigue viva en América Latina.


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.

@Acción.Coop

/ Imagen principal: El expresidente Trump y una reivindicación de la Doctrina ante la Asamblea General de la ONU, en septiembre de 2018 / Getty Images

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Nos gusta recibir visitas.

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Escribe Monseñor Jorge Eduardo Lozano.

Ser visitados por los amigos nos alegra el corazón. Compartimos historias vividas en común, situaciones que nos pueden estar afligiendo, logros personales y de la familia. Abrirnos con confianza nos hace mucho bien. Cuando alguien está enfermo la visita tienen un gran valor de consuelo, de paz. Y ni te digo si la visita es a un preso, donde hay que sortear una serie de barreras.

Pienso también en tantas personas mayores que están en geriátricos sin el contacto periódico de la familia. La vocación misionera de la Iglesia es un llamado a ir al encuentro de otros para compartir la cercanía de Dios con su Pueblo. Habitualmente lo
plasmamos en ir de dos en dos, casa por casa, para llevar el amor de Jesús. El Papa Francisco nos presenta un sencillo esquema a desarrollar en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium número 128. Lo primero es saludar con amabilidad, presentándonos si no nos conocen, diciendo a qué Comunidad pertenecemos. Conversar acerca de los miembros de la familia, dando espacio a compartir “sus alegrías, sus esperanzas, las inquietudes por sus seres queridos y tantas cosas que llenan su corazón”. No se trata de entregar un folleto como haciendo propaganda. Vamos sin apuro. Muchas personas —y nos puede suceder a nosotros— están muy solas y tienen necesidad de contar lo que les pasa, ser escuchados con atención.

Después de esta conversación se les puede presentar la Palabra que ilumina, sea leyendo algún párrafo o narrando un pasaje conocido, “pero siempre recordando el anuncio fundamental: el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad”.

Será importante también compartir el testimonio personal. La misión nos involucra; no se trata de decir un discurso de memoria, el mismo en cada familia y época del año. Buscamos llevar la alegría y el consuelo de Dios. Por eso decimos con certeza que el principal protagonista de la misión es el Espíritu Santo. “Si parece prudente y se dan las condiciones, es bueno que este encuentro fraterno y misionero termine con una breve oración” relacionada con lo que hayamos conversado. También se pueden anotar intenciones para ofrecer en la misa de la Parroquia o la Capilla. Aunque parezca obvio, nunca recibir dinero; si la gente quiere colaborar que vaya personalmente a la Parroquia o Capilla.

Este sábado 4 y domingo 5 de mayo estamos realizando una misión en el Departamento de Albardón; en Campo Afuera para ser más precisos. Desde distintas Parroquias y Movimientos acudimos para sumarnos en la alegría de compartir la fe con los vecinos. Es una primera experiencia que hacemos en San Juan y en varias diócesis del país. Cuando voy a las Comunidades a celebrar Fiestas Patronales o Confirmaciones la gente me suele decir “vuelva pronto”.

El Evangelio que proclamamos este Domingo nos motiva a perseverar en este camino. Por un lado, Jesús nos muestra cómo nos considera: “Ustedes son mis amigos”. (Jn 15, 14) Y por eso nos da la medida de su amor: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15, 13). Es importante que aceptemos con todas las consecuencias la afirmación de Jesús: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero”. (Jn 15, 16) Jesús nos elige y nos llama: “permanezcan en mi amor”; y nos envía “vayan y den fruto”.

La misión no es una carga que cumplir ni un requisito burocrático. No es la sopa que hay que tomar para poder comer lo que nos gusta. Lo expresa claramente Jesús: “Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto” (Jn 15, 11).
Respondamos con generosidad al llamado del Señor de la Vida.

@MonseñorJorgeEduardoLozano

/Fuente de imagen: Archivo Google

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Trump: propaganda electoral y delito

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El juicio penal que se desarrolla en Nueva York, en el que se acusa a Donald Trump (foto) de 34 delitos, expone el deterioro de las instituciones estadounidenses y la crisis del sistema político con el que pretenden aleccionar al resto del mundo. La trama del litigio exhibe las evidencias más explícitas del derecho a la impunidad y las combina con las licencias para mentir, corromper y engañar. La presentación de cargos realizada por la fiscalía de Nueva York, una semana atrás, busca ser utilizada por el precandidato republicano para victimizarse y transformar su lugar de acusado en un insumo para su campaña electoral. El sistema político estadounidense y el entramado judicial, mediático y de inteligencia que le dan cobertura se esmeran en ocular la tríada del poder real sobre el que se estructura su institucionalidad corporativa: el complejo militar-industrial, las trasnacionales y los fondos de inversión. Esos tres actores colectivos son los que –en última instancia– estarán encargados de rechazar o habilitar su candidatura.

Trump acumula más de treinta cargos en cuatro juicios. Dos de índole federal, uno en Georgia y el otro en Nueva York, donde se iniciaron las comparecencias de los testigos, la última semana, bajo la acusación de encubrimiento y falsificación de registros contables con el objetivo de ocultar sus vínculos extramatrimoniales con una actriz de cine porno y una modelo de la revista Playboy. La querella contra Trump, que se desarrolla en Manhattan frente a la presencia de doce jurados (siete varones y cinco mujeres), se inició con la jura de estos últimos el viernes 19 de abril. El asistente del fiscal Matthew Colangelo fue el encargado, el lunes subsiguiente, de presentar los cargos ante el juez y el jurado, advirtiendo que: “El acusado orquestó una trama criminal para adulterar las elecciones presidenciales de 2016. Luego encubrió esa conspiración criminal falsificando sus registros comerciales para sobornar y silenciar a quienes podían ensuciar su campaña electoral en 2016”.

La acusación contra el ex mandatario incluye la compra de voluntades mediáticas para tapar irregularidades propias, y operaciones para mancillar la reputación de sus competidores políticos. En la última semana, declaró como testigo el ex director de la revista National Enquirer, David Pecker, quien asumió la responsabilidad de haber sobornado a la modelo de Playboy Karen McDougal para encubrir su romance con el entonces candidato republicano. El mismo director de la publicación fue el encargado de asumir la responsabilidad por abonar 30 mil dólares al portero de la Trump Tower, para evitar que trascendieran los encuentros con dos docenas de mujeres.

En otro tramo del juicio, el magistrado Juan Manuel Merchán tomó nota de cómo el entonces abogado del acusado, Michael Cohen, transfirió 130 mil dólares a la actriz de cine pornográfico Stormy Daniels para garantizar su silencio. Pecker asumió frente al jurado que sus publicaciones ejecutaban el denominado “periodismo de chequera”, consistente en ensalzar o encumbrar a los aportantes y, al mismo tiempo, demonizar a sus contendientes, una operación naturalizada y usual al interior de las corporaciones propagandísticas de Occidente, que no pareció causar estupefacción entre los periodistas acreditados ante el tribunal.

La tergiversación informativa sobre la que se monta gran parte del show mediático estadounidense –del que América Latina también es tributario– incluye el protagonismo de las redes sociales. El magistrado dispuso varias órdenes de silencio a Trump para evitar el hostigamiento y el asedio a los jurados, los fiscales y sus familiares, impulsado desde su plataforma Truth Social. Trump atacó en dos oportunidades a la hija del juez Merchan y –según la fiscalía– violó en diez oportunidades la discreción exigida. La defensa del acusado, ejercida por Todd Blanche, apeló la medida argumentando que su cliente solo había reposteado textos de terceros.

Trump fue declarado culpable, durante el último año, en tres juicios civiles, sin que estos procesamientos interfirieran en su candidatura: se lo condenó a pagar 355 millones de dólares por inflar el valor de sus propiedades, se le impuso el pago de cinco millones de dólares de indemnización por abuso sexual contra la columnista Jean Carroll, y se lo multó en 85 millones de dólares por difamación y calumnias contra esta última periodista.

Donald Trump se jactó años atrás de que podía dispararle a alguien en la Quinta Avenida sin que eso llevara a la pérdida de capital electoral. A fines de la década del 20 del siglo pasado, un cabo del ejército alemán escribió: “No importa en absoluto si se ríen de nosotros o nos vilipendian… si nos representan como payasos o criminales; lo principal es que nos mencionen, que se preocupen por nosotros una y otra vez…” . Sin embargo, fue Marco Tulio Cicerón quien probablemente caracterizó con mayor precisión la etapa histórica que atravesamos: “Cuanto más cerca está la caída de un imperio, más locas son sus leyes”. 

@Página12

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Una vid con frutos asegurados

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Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo

Un diálogo imaginario con una flor nos puede conducir a reflexiones profundas. Te copio unos pocos renglones del Capítulo 18 del libro El Principito, de Saint-Exupery.

“—¿Dónde están los hombres? —preguntó cortésmente el principito.

La flor, un día, había visto pasar una caravana.

—¿Los hombres? No existen más que seis o siete, me parece. Los he visto hace ya años y nunca se sabe dónde encontrarlos. El viento los pasea. Les faltan las raíces. Esto les molesta.”

Este diálogo, ambientado en el desierto, entre la flor y el Principito, nos muestra una ponderación acerca de la carencia de raíces. La flor había visto pasar una caravana y pensaba que los hombres iban de un lado y para el otro llevados por el viento. Podríamos decir estar sin Patria; “y esto les molesta”, observa la flor. En la Biblia muchas veces aparece la peregrinación en contraposición con lo que es andar errante, sin rumbo. El castigo de Caín por haber matado a su hermano consistió en caminar sin sentido fijo. En la peregrinación, en la procesión hay una meta, un lugar adonde llegar para un encuentro. Y, en definitiva, para nosotros es la Vida eterna.

Echar raíces nos da pertenencia. El Evangelio que proclamamos este fin de semana nos presenta la alegoría de “la vid y los sarmientos” (Jn. 15, 1-8). Esta imagen que utiliza Jesús es para hablarnos de Él, y de nosotros en relación con Él. Nos describe una realidad muy cercana a la tierra sanjuanina. Vemos viñedos en forma habitual en nuestros caminos y al contemplarlos podemos entender bien la enseñanza de Jesús.

Él nos dice: “Yo soy la Vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer”. (Jn. 15, 5)

Fijémonos entonces, que hay una mutua permanencia. El Señor permanece en nosotros por medio de la fuerza del Espíritu Santo y nosotros en Él por adhesión también del amor. En esta imagen de la vid y los sarmientos, puedo entender que yo soy con otros, y con otros en el Otro.

Pero no es una cuestión estática, como si se tratara de colocar un jarrón sobre la mesa. Es un permanecer vital, dinámico, con el movimiento que nos da el amor.

Podríamos decir que esta imagen de la vid y los sarmientos complementa la que veíamos el fin de semana pasado del vínculo entre el Pastor y el rebaño. Ambos pasajes evangélicos nos muestran cómo la fe rompe la soledad. La Pascua nos lleva a establecer vínculos con otros, nos libera del aislamiento.

La Palabra de este domingo tiene una fuerte impronta comunitaria y, a su vez también, nos muestra que separados del Señor y de la comunidad, caemos en la esterilidad, en no dar frutos al secarse la vitalidad de la rama. 

Jesús Resucitado nos reanima en la misión de la Iglesia. El Espíritu Santo nos impulsa a la comunión y a la cercanía cordial con todos los que sufren.

El próximo miércoles celebramos a los hombres y mujeres del mundo del trabajo. Te comparto unos párrafos escritos por el Beato obispo y mártir Enrique Angelelli el 1 de mayo de 1975: “Se hace muy doloroso ganar el pan de cada día; nos cuesta arrancar del corazón el egoísmo para hacernos plenamente hermanos; nos cuesta mucho poder sumar todas las manos, como pueblo, para construir juntos esta tierra de bendición (…) Cristo quiere una Rioja no resignada sino plenamente libre y feliz. La Rioja reclama de todos nosotros, gobernantes y pueblo, superar toda división y todo egoísmo individual y de grupos para hacerla una tierra donde el amor no sea una palabra para enamorados simplemente, sino la meta de nuestro trabajo concienzudo por lograr ser verdaderamente un pueblo que se quiere, es solidario y nadie abusa del otro”.

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