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Opinión

En los jóvenes la esperanza hace la diferencia.

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NOTA DE OPINIÓN – Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo.

Uno de los riesgos que tenemos en la sociedad de la apariencia es empeñarnos en “parecer jóvenes” aunque los años vayan pasando. Maquillajes, cirugías y otros tratamientos son buscados hasta con desesperación. Sin duda que es bueno hacer dieta e ir al gimnasio para cuidar la salud, pero no nos engañemos. El cuerpo acumula los vestigios del tiempo que va transcurriendo. Sin embargo, los ideales y sueños juveniles no tienen que fugarse con los años.

El Papa convoca a todos los jóvenes para este domingo, solemnidad de Cristo Rey, con el lema “Alegres en la esperanza”, tomado de la carta de San Pablo a los Romanos 12,12. Reconoce el Papa que los jóvenes “son realmente la esperanza gozosa de una Iglesia y de una humanidad siempre en movimiento. Quisiera tomarlos de la mano y recorrer con ustedes el camino de la esperanza”.

El mensaje no solamente es claro para los jóvenes; nos viene bien a todos. Francisco nos recuerda que la esperanza “no es fruto del esfuerzo humano, del ingenio o del arte. Es la alegría que nace del encuentro con Cristo. La alegría cristiana viene de Dios mismo, del sabernos amados por Él”. El amor nos sostiene en la existencia y nos ayuda a caminar confiados, venciendo la soledad y el sentimiento de orfandad.

El Santo Padre nos recuerda una bella enseñanza de Benedicto XVI, que “se preguntaba: «la alegría, ¿de dónde viene? ¿Cómo se explica? Seguramente hay muchos factores que intervienen a la vez. Pero […] lo decisivo es la certeza que viene de la fe: yo soy amado. Tengo un cometido en la historia. Soy aceptado, soy querido» (Discurso a la Curia Romana, 22 diciembre 2011)”.

Sabemos que “la juventud es un tiempo lleno de esperanzas y sueños, alimentado por las hermosas realidades que enriquecen nuestras vidas: el esplendor de la creación, las relaciones con nuestros seres queridos y los amigos, las experiencias artísticas y culturales, los conocimientos científicos y técnicos, las iniciativas que promueven la paz, la justicia y la fraternidad, y así sucesivamente. Sin embargo, vivimos en una época en la que, para muchos, incluidos los jóvenes, la esperanza parece ser la gran ausente”. Cuántos jóvenes atraviesan situaciones de exclusión, de abusos, de violencias de diversos órdenes; situaciones que los llevan al encierro y la desolación. “Se sienten como encerrados en una prisión oscura, incapaces de ver los rayos del sol. Esto queda dramáticamente demostrado por el alto número de suicidios entre los jóvenes en varios países. En un contexto así, ¿cómo se puede experimentar la alegría y la esperanza de las que habla san Pablo?”

En la Pascua celebramos la resurrección de Jesús de entre los muertos. Él descendió a los infiernos, a las tinieblas más oscuras de la muerte rodeado de la gloria luminosa del triunfo de la vida. El Sábado Santo “la Iglesia conmemora en silencio el descenso de Cristo a los infiernos. (…) Y es así: Dios no se queda a mirar con compasión nuestras zonas de muerte o a llamarnos desde lejos, sino que entra en nuestras experiencias de infierno como una luz que brilla en las tinieblas y las vence (cf. Jn 1,5)”.

“Si lo pensamos bien, esta era la esperanza de la Virgen María, que se mantuvo fuerte junto a la cruz de Jesús, segura de que la «victoria» estaba cerca. María es la mujer de la esperanza, la Madre de la esperanza. En el Calvario, «esperando contra toda esperanza» (Rm 4,18), no dejó que se desvaneciera en su corazón la certeza de la Resurrección anunciada por su Hijo. Fue Ella quien llenó el silencio del Sábado Santo con una espera amorosa y llena de esperanza, infundiendo en los discípulos la convicción de que Jesús vencería a la muerte y que el mal no tendría la última palabra. La esperanza cristiana no es un fácil optimismo, ni un placebo para incautos. Es la certeza, arraigada en el amor y la fe, de que Dios no nos deja nunca solos y mantiene su promesa: «Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo» (Sal 23,4). La esperanza cristiana no es negación del dolor y de la muerte, sino celebración del amor de Cristo Resucitado que está siempre con nosotros, aun cuando nos parezca lejano.”

“De noche, la luz permite ver las cosas de manera nueva; incluso en la oscuridad emerge una dimensión de belleza. Lo mismo sucede con la luz de la esperanza, que es Cristo. Por Él, por su resurrección, nuestra vida es iluminada. Con Él vemos todo bajo una nueva luz.”  

“Una mirada iluminada por la esperanza también hace que las cosas se vean con una luz diferente. Los invito, pues, a tener esta mirada en vuestra vida diaria. Animado por la esperanza divina, el cristiano está lleno de una alegría distinta, que le sale de dentro.”

Y concluye el Mensaje con un pedido: “No se dejen contagiar por la indiferencia y el individualismo. Permanezcan abiertos, como canales por los que la esperanza de Cristo pueda fluir y difundirse en los ambientes donde viven. «Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo» (Exhortación Apostólica Christus vivit, 1)”.

/Imagen principal: Archivo/

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La tecnología avanza, la humanidad no.

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NOTA DE OPINION- Por Monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo.

Te pido disculpas si el título puede sonar despectivo. No es esa la intención. Pero pareciera algo contradictorio que cuanto más avanzadas son las herramientas tecnológicas de las cuales disponemos, más endebles resultan los vínculos sociales que establecemos. Parece mentira que se instale la irracionalidad de la guerra y se incremente la capacidad de destrucción y muerte. La tecnología ayuda a las ciencias médicas, al ahorro de energía y
tantos otros beneficios; y por otro lado multiplica la capacidad destructora del ambiente llegando al límite de desaparición de algunas especies animales.
En este tiempo marcado por la irrupción de la Inteligencia Artificial no acertamos en madurar como seres humanos. Nos volvemos primates, involucionamos en el respeto a los derechos humanos y el cuidado de la casa común. Estamos celebrando la Ascensión al cielo de Jesús Resucitado, y en este contexto, la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. El Papa nos ha regalado un Mensaje cuyo título es “Inteligencia artificial y sabiduría del corazón para una comunicación plenamente humana”. En este Mensaje Francisco nos dice que “la difusión acelerada de sorprendentes inventos, cuyo funcionamiento y potencial son indescifrables para la mayoría de nosotros, suscita un asombro que oscila entre el entusiasmo y la desorientación”.
Nos advierte que “en esta época que corre el riesgo de ser rica en tecnología y pobre en humanidad, nuestra reflexión sólo puede partir del corazón humano. Sólo dotándonos de una mirada espiritual, sólo recuperando una sabiduría del corazón, podremos leer e interpretar la novedad de nuestro tiempo y redescubrir el camino de una comunicación plenamente humana”.
Tal como expresaba el Principito, “solo con el corazón se puede ver bien; lo
esencial es invisible a los ojos”.

Las computadoras son de gran ayuda, “poseen una capacidad inconmensurablemente mayor que los humanos para almacenar datos y correlacionarlos entre sí, pero corresponde al hombre, y sólo a él, descifrar su significado”. Podemos correr el riesgo de confundir el alcance de las estadísticas dándoles un valor inadecuado. Los números son importantes, pero la sabiduría del corazón humano va a las causas que están en la raíz de los problemas sociales.
Los seres humanos buscamos superarnos venciendo limitaciones, “empezando por los primeros artefactos prehistóricos, utilizados como prolongación de los brazos, pasando por los medios de comunicación empleados como prolongación de la palabra, hemos llegado hoy a las máquinas más sofisticadas que actúan como ayuda del pensamiento”. Me resulta muy expresiva esta imagen de “prolongación de la palabra”, como para que ella siga resonando una vez pronunciada. Los antiguos papiros, la imprenta, las grabaciones, las redes sociales… todo buscando que lo dicho alcance a muchos y perdure.
Los Medios de Comunicación son de gran ayuda. “Según la orientación del
corazón, todo lo que está en manos del hombre se convierte en una oportunidad o en un peligro.” El profeta Isaías inspirado por Dios avizoraba el momento en el cual los pueblos “de las espadas forjarán arados y de las lanzas, podaderas”. (Is 2, 4)
Otra dificultad que nos plantea Francisco es la “contaminación cognitiva” que altera la realidad mostrando lo falso como si fuera verdadero. “Es decir, de la creación y difusión de imágenes que parecen perfectamente verosímiles pero que son falsas (también yo he sido objeto de ello), o de mensajes de audio que utilizan la voz de una persona para decir cosas que nunca ha dicho. La simulación, que está a la base de estos programas, puede ser útil en algunos
campos específicos, pero se vuelve perversa cuando distorsiona la relación con los demás y la realidad.” Hace falta tener una mirada crítica acerca de todo lo que se muestra, especialmente en redes sociales, y chequear la autenticidad. Se hacen circular frases y fotos que distorsionan la realidad. Con frecuencia se busca generar un clima de intolerancia, odio, rechazo de
quienes piensan distinto.

Buscamos una comunicación plenamente humana. “La información no puede
separarse de la relación existencial: implica el cuerpo, el estar en la realidad;
exige poner en relación no sólo datos, sino también las experiencias; exige el
rostro, la mirada y la compasión más que el intercambio.” El jueves pasado el Papa proclamó solemnemente el próximo Año Jubilar 2025, y publicó el Documento (llamado Bula) titulado “La esperanza no defrauda”. Te invito a leer y meditar estas enseñanzas de Francisco. Nos
recuerda que “en el corazón de cada persona habita la esperanza como
deseo y expectativa de lo bueno que vendrá, a pesar de no saber lo que nos
deparará el futuro”.
Ayer, 11 de mayo, se cumplieron 50 años del asesinato del padre Carlos Mugica.

Recemos por la paz en los corazones y la sociedad.

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Nos gusta recibir visitas.

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Escribe Monseñor Jorge Eduardo Lozano.

Ser visitados por los amigos nos alegra el corazón. Compartimos historias vividas en común, situaciones que nos pueden estar afligiendo, logros personales y de la familia. Abrirnos con confianza nos hace mucho bien. Cuando alguien está enfermo la visita tienen un gran valor de consuelo, de paz. Y ni te digo si la visita es a un preso, donde hay que sortear una serie de barreras.

Pienso también en tantas personas mayores que están en geriátricos sin el contacto periódico de la familia. La vocación misionera de la Iglesia es un llamado a ir al encuentro de otros para compartir la cercanía de Dios con su Pueblo. Habitualmente lo
plasmamos en ir de dos en dos, casa por casa, para llevar el amor de Jesús. El Papa Francisco nos presenta un sencillo esquema a desarrollar en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium número 128. Lo primero es saludar con amabilidad, presentándonos si no nos conocen, diciendo a qué Comunidad pertenecemos. Conversar acerca de los miembros de la familia, dando espacio a compartir “sus alegrías, sus esperanzas, las inquietudes por sus seres queridos y tantas cosas que llenan su corazón”. No se trata de entregar un folleto como haciendo propaganda. Vamos sin apuro. Muchas personas —y nos puede suceder a nosotros— están muy solas y tienen necesidad de contar lo que les pasa, ser escuchados con atención.

Después de esta conversación se les puede presentar la Palabra que ilumina, sea leyendo algún párrafo o narrando un pasaje conocido, “pero siempre recordando el anuncio fundamental: el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad”.

Será importante también compartir el testimonio personal. La misión nos involucra; no se trata de decir un discurso de memoria, el mismo en cada familia y época del año. Buscamos llevar la alegría y el consuelo de Dios. Por eso decimos con certeza que el principal protagonista de la misión es el Espíritu Santo. “Si parece prudente y se dan las condiciones, es bueno que este encuentro fraterno y misionero termine con una breve oración” relacionada con lo que hayamos conversado. También se pueden anotar intenciones para ofrecer en la misa de la Parroquia o la Capilla. Aunque parezca obvio, nunca recibir dinero; si la gente quiere colaborar que vaya personalmente a la Parroquia o Capilla.

Este sábado 4 y domingo 5 de mayo estamos realizando una misión en el Departamento de Albardón; en Campo Afuera para ser más precisos. Desde distintas Parroquias y Movimientos acudimos para sumarnos en la alegría de compartir la fe con los vecinos. Es una primera experiencia que hacemos en San Juan y en varias diócesis del país. Cuando voy a las Comunidades a celebrar Fiestas Patronales o Confirmaciones la gente me suele decir “vuelva pronto”.

El Evangelio que proclamamos este Domingo nos motiva a perseverar en este camino. Por un lado, Jesús nos muestra cómo nos considera: “Ustedes son mis amigos”. (Jn 15, 14) Y por eso nos da la medida de su amor: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15, 13). Es importante que aceptemos con todas las consecuencias la afirmación de Jesús: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero”. (Jn 15, 16) Jesús nos elige y nos llama: “permanezcan en mi amor”; y nos envía “vayan y den fruto”.

La misión no es una carga que cumplir ni un requisito burocrático. No es la sopa que hay que tomar para poder comer lo que nos gusta. Lo expresa claramente Jesús: “Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto” (Jn 15, 11).
Respondamos con generosidad al llamado del Señor de la Vida.

@MonseñorJorgeEduardoLozano

/Fuente de imagen: Archivo Google

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Trump: propaganda electoral y delito

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El juicio penal que se desarrolla en Nueva York, en el que se acusa a Donald Trump (foto) de 34 delitos, expone el deterioro de las instituciones estadounidenses y la crisis del sistema político con el que pretenden aleccionar al resto del mundo. La trama del litigio exhibe las evidencias más explícitas del derecho a la impunidad y las combina con las licencias para mentir, corromper y engañar. La presentación de cargos realizada por la fiscalía de Nueva York, una semana atrás, busca ser utilizada por el precandidato republicano para victimizarse y transformar su lugar de acusado en un insumo para su campaña electoral. El sistema político estadounidense y el entramado judicial, mediático y de inteligencia que le dan cobertura se esmeran en ocular la tríada del poder real sobre el que se estructura su institucionalidad corporativa: el complejo militar-industrial, las trasnacionales y los fondos de inversión. Esos tres actores colectivos son los que –en última instancia– estarán encargados de rechazar o habilitar su candidatura.

Trump acumula más de treinta cargos en cuatro juicios. Dos de índole federal, uno en Georgia y el otro en Nueva York, donde se iniciaron las comparecencias de los testigos, la última semana, bajo la acusación de encubrimiento y falsificación de registros contables con el objetivo de ocultar sus vínculos extramatrimoniales con una actriz de cine porno y una modelo de la revista Playboy. La querella contra Trump, que se desarrolla en Manhattan frente a la presencia de doce jurados (siete varones y cinco mujeres), se inició con la jura de estos últimos el viernes 19 de abril. El asistente del fiscal Matthew Colangelo fue el encargado, el lunes subsiguiente, de presentar los cargos ante el juez y el jurado, advirtiendo que: “El acusado orquestó una trama criminal para adulterar las elecciones presidenciales de 2016. Luego encubrió esa conspiración criminal falsificando sus registros comerciales para sobornar y silenciar a quienes podían ensuciar su campaña electoral en 2016”.

La acusación contra el ex mandatario incluye la compra de voluntades mediáticas para tapar irregularidades propias, y operaciones para mancillar la reputación de sus competidores políticos. En la última semana, declaró como testigo el ex director de la revista National Enquirer, David Pecker, quien asumió la responsabilidad de haber sobornado a la modelo de Playboy Karen McDougal para encubrir su romance con el entonces candidato republicano. El mismo director de la publicación fue el encargado de asumir la responsabilidad por abonar 30 mil dólares al portero de la Trump Tower, para evitar que trascendieran los encuentros con dos docenas de mujeres.

En otro tramo del juicio, el magistrado Juan Manuel Merchán tomó nota de cómo el entonces abogado del acusado, Michael Cohen, transfirió 130 mil dólares a la actriz de cine pornográfico Stormy Daniels para garantizar su silencio. Pecker asumió frente al jurado que sus publicaciones ejecutaban el denominado “periodismo de chequera”, consistente en ensalzar o encumbrar a los aportantes y, al mismo tiempo, demonizar a sus contendientes, una operación naturalizada y usual al interior de las corporaciones propagandísticas de Occidente, que no pareció causar estupefacción entre los periodistas acreditados ante el tribunal.

La tergiversación informativa sobre la que se monta gran parte del show mediático estadounidense –del que América Latina también es tributario– incluye el protagonismo de las redes sociales. El magistrado dispuso varias órdenes de silencio a Trump para evitar el hostigamiento y el asedio a los jurados, los fiscales y sus familiares, impulsado desde su plataforma Truth Social. Trump atacó en dos oportunidades a la hija del juez Merchan y –según la fiscalía– violó en diez oportunidades la discreción exigida. La defensa del acusado, ejercida por Todd Blanche, apeló la medida argumentando que su cliente solo había reposteado textos de terceros.

Trump fue declarado culpable, durante el último año, en tres juicios civiles, sin que estos procesamientos interfirieran en su candidatura: se lo condenó a pagar 355 millones de dólares por inflar el valor de sus propiedades, se le impuso el pago de cinco millones de dólares de indemnización por abuso sexual contra la columnista Jean Carroll, y se lo multó en 85 millones de dólares por difamación y calumnias contra esta última periodista.

Donald Trump se jactó años atrás de que podía dispararle a alguien en la Quinta Avenida sin que eso llevara a la pérdida de capital electoral. A fines de la década del 20 del siglo pasado, un cabo del ejército alemán escribió: “No importa en absoluto si se ríen de nosotros o nos vilipendian… si nos representan como payasos o criminales; lo principal es que nos mencionen, que se preocupen por nosotros una y otra vez…” . Sin embargo, fue Marco Tulio Cicerón quien probablemente caracterizó con mayor precisión la etapa histórica que atravesamos: “Cuanto más cerca está la caída de un imperio, más locas son sus leyes”. 

@Página12

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