Por la Batalla Cultural.
Lo que debemos poner bajo la lupa es el proceder de los mal llamados “periodistas” en los medios. El comportamiento de los holandeses fue normal y el de los argentinos también fue absolutamente normal, una eliminación en un mundial de fútbol se vive como una guerra psicológica.
Todo normal lo que pasó, los holandeses lucharon con lo que tenían y perdieron, ganó el mejor. El asunto es otro, es el siguiente: ¿Por qué todo sirve para denigrar lo propio y para ensalzar lo ajeno? Sigue eso de que ellos son la civilización y nosotros somos la barbarie.
Véase bien, esto no tiene nada que ver con el fútbol, es una cuestión cultural: los que aquí forman la opinión lo hacen de un modo tal que reproduce la vieja idea sarmentina de superioridad europea sobre la inferioridad hispanoamericana. Reproducen la autodenigración cipaya.
No, señores, el europeo no es superior y es más bien todo lo contrario. Mientras ellos dependen de que Rusia les provea para no morir de hambre y de frío, aquí nosotros lo tenemos todo y no dependemos de nadie. Y lo más importante: no tenemos los quilombos que ellos tienen.
Acá somos mestizos en igualdad, no tenemos la rosca racial que fragmenta allá el tejido social. Somos jóvenes y pujantes, ellos son viejos y decadentes. Ya va siendo hora de enterrar de una vez ese complejo de inferioridad que nuestros “comunicadores” insisten en instalar.
Esa inferioridad no existe, los americanos no somos inferiores a nadie y el día que dejemos de escuchar a los cipayos —agentes del europeo acá— vamos a entender que somos potencia. Y ese día se verá la pobreza que existe en una Europa que se muere.
Inferiores son ellos, nosotros no. Nosotros somos lo más lindo, lo más fresco y lo más armonioso que hay en el mundo. Ellos lo saben y por eso nos tienen pisados a través de sus agentes cipayos, porque saben que nuestro despegue será su hundimiento.
¡Revolución!
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