Cada 19 de abril, se celebra el día del aborígen americano en conmemoración al Congreso Indigenista Interamericano celebrado en México, el 19 de abril de 1940. El cual fue convocado en la ciudad de Patzquaro por el entonces presidente mexicano Lázaro Cárdenas; quién era a su vez descendiente de aborígenes. Por su parte, Argentina reconoció esa fecha cinco años más tarde. Actualmente son 24 las comunidades aborígenes que habitan suelo argentino: Toba, Pilaga, Mocovíes, Diaguita, Calchaquí, Mapuche, Wichi, Guaraníes, Coyas, Chiriguano, Tehuelche, Vilela Mestizados, Chorote, Huarpe, Comechingones, Pampa, Ranquel, Querandi, Ona, Mataco, Chane, Quilmes, y Chulupí.
En esta fecha, toda América recuerda a quienes habitaron nuestro territorio antes de la llegada de los colonizadores, a quienes imprimieron en la tierra esas primeras esencias culturales. Las que luego fueron mezcladas a las de los europeos que llegaban. Dejando como consecuencia nuestras realidades actuales. La doctora de Historia Social de la Universidad de São Paulo, explicó en medios de comunicación brasileros que: «Indio es un término genérico que no considera la diversidad que existe entre pueblos indígenas. Como por ejemplo las diferencias linguísticas, culturales, etc«. En este sentido, manifestó que referirse a los aborígenes como índios «reproduce la visión de los colonizadores, con la idea eurocéntrica de que ellos eran atrasados y uniformes. Dejando de lado las diferencias de cada pueblo«. En contrapartida, «indígena» es una palabra que significa «natural del lugar en que vive«. El término hace alusión a que cada pueblo es único, sea de donde sea.

Es importante saber que los valores de las antiguas culturas aborígenes perduraron en los restos de aquellos imponentes templos y construcciones, las cuales hoy por su ubicación permanecieron inaccesibles para muchos, como así también en las Pirámides que por su magnitud no fueron posíbles de demoler, en los códices mayas y aztecas salvados de la hoguera, en los testimonios de mestizos como el Inca Garcilaso de la Vega, o de españoles como Fray Bartolomé de las Casas, en las artesanías desenterradas o encontradas, y especialmente en la memoria de los pueblos autóctonos. Los cuales, fieles a sus sentimientos y convicciones, continúan amando a la tierra que habitaron desde el origen, y a la que en sus diferentes lenguas, siguen llamando Madre.
El Día del Aborigen Americano pretende cuidar, perpetuar y resaltar el valor de las culturas aborígenes de América, forjadas antes del llamado «descubrimiento«, y que son las que le imprimieron a nuestra tierra los primeros rasgos culturales que, junto a los de los colonizadores europeos, dieron forma a nuestra propia actualidad. Porque todos en América tenemos una raíz y hasta un presente en cierto modo aborigen: En Guatemala, por ejemplo, casi un 80% de la población es aborigen; en Ecuador, un 70%; en Perú también los indígenas son más de la mitad de la población; en Bolivia, el 45% y en México, el 30%.

En todos los países lo indígena forma parte de la identidad nacional, porque en ellos está el origen propio de cada nación. Entrados al siglo XXI, los grupos aborígenes mantienen vigente su cultura, sin despegarse de sus raíces y contribuyendo además en muchas zonas con el desarrollo de sus comunidades, con formas de producción genuina.
En nuestro país, casi tres millones de indígenas viven en comunidades organizadas, y sienten que no tienen las mismas posibilidades que la gente que desciende de la inmigración. Muchas veces se perciben relegados de la vida social y de la historia. Para revertir esta situación hay organizaciones y asociaciones no gubernamentales que trabajan con ellos, pero aún adolecen de un sincero reconocimiento. Las comunidades aborígenes se sienten orgullosas y no tienen vergüenza de reclamar aquello que les es legítimo.

La Organización de las Naciones Unidas se hizo eco de la relevancia de este problema, y ya en 1993 declaró el Año Internacional de los Pueblos Indígenas, con el objeto de que los pueblos del mundo tomaran conciencia de la necesidad de solucionar los inconvenientes con que se enfrentan los pueblos aborígenes, y de las deudas pendientes que hay con ellos en numerosos puntos del planeta.
Como cierre, la líder colla de Jujuy, Rosalía Gutiérrez manifestó en medios nacionales: «Queremos vivir en paz, respetando la naturaleza y la ecología«.
/Suteba, Globo, History, web.