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Ciencia & Ambiente Ciencia & Tecnología

Otro avance increíble de la ciencia: Un hombre con ceguera total logró ver por primera vez.

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Un equipo de científicos anunció el lunes que habían restaurado parcialmente la vista de un hombre ciego mediante la construcción de proteínas que captan la luz en uno de sus ojos. Su informe, que apareció en la revista Nature Medicine, es el primer estudio publicado que describe el uso exitoso de este tratamiento.

Ver por primera vez que funcionó, aunque solo sea en un paciente y en un ojo, es emocionante”, dijo Ehud Isacoff, neurocientífico de la Universidad de CaliforniaBerkeley, que no participó en el estudio.

El procedimiento está muy lejos de la visión completa.

El voluntario, un hombre de 58 años que vive en Francia, tuvo que usar unas gafas especiales que le dieron la percepción fantasmal de los objetos en un campo de visión estrecho. Pero los autores del informe dicen que el ensayo -resultado de 13 años de trabajo- es una prueba de concepto para tratamientos más efectivos en el futuro.

Obviamente, no es el final del camino, pero es un hito importante”, dijo el Dr. José-Alain Sahel, un oftalmólogo que divide su tiempo entre la Universidad de Pittsburgh y la Sorbona en París.

Sahel y otros científicos han intentado durante décadas encontrar una cura para las formas hereditarias de ceguera, estos trastornos genéticos privan a los ojos de las proteínas esenciales necesarias para la visión.

Cuando la luz entra en el ojo, es capturada por las llamadas células fotorreceptoras. Los fotorreceptores luego envían una señal eléctrica a sus vecinos, llamados células ganglionares, que pueden identificar características importantes como el movimiento. Luego envían sus propias señales al nervio óptico, que envía la información al cerebro.

En estudios anteriores, los investigadores han podido tratar una forma genética de ceguera llamada amaurosis congénita de Leber, mediante la reparación de un gen defectuoso que de otro modo haría que los fotorreceptores se degeneren gradualmente.

Pero otras formas de ceguera no pueden tratarse de forma tan sencilla, porque sus víctimas pierden sus fotorreceptores por completo. “Una vez que las células están muertas, no se puede reparar el defecto genético”, dijo Sahel.

Para estas enfermedades, Sahel y otros investigadores han estado experimentando con un tipo de reparación más radical. Están utilizando la terapia génica para convertir las células ganglionares en nuevas células fotorreceptoras, aunque normalmente no capturan la luz.

Los científicos están aprovechando las proteínas derivadas de las algas y otros microbios que pueden hacer que cualquier célula nerviosa sea sensible a la luz.

A principios de la década de 2000, los neurocientíficos descubrieron cómo instalar algunas de estas proteínas en las células cerebrales de ratones y otros animales de laboratorio mediante la inyección de virus que transportaban sus genes. Los virus infectaron ciertos tipos de células cerebrales, que luego usaron el nuevo gen para construir canales sensibles a la luz.

Originalmente, los investigadores desarrollaron esta técnica, llamada optogenética, como una forma de sondear el funcionamiento del cerebro. Al insertar una pequeña luz en el cerebro del animal, podrían encender o apagar cierto tipo de célula cerebral con solo presionar un interruptor. El método les ha permitido descubrir los circuitos subyacentes a muchos tipos de comportamiento.

Sahel y otros investigadores se preguntaron si podrían usar la optogenética para agregar proteínas sensibles a la luz a las células de la retina. Después de todo, razonaron, las células de la retina también son nervios; en otras palabras, una extensión del cerebro.

Para Ed Boyden, neurocientífico del M.I.T. -quien ayudó a ser pionero en el campo de la optogenética- la búsqueda para usar estas proteínas para curar la ceguera lo tomó por sorpresa. “Hasta ahora, he pensado en la optogenética como una herramienta para los científicos principalmente, ya que la están utilizando miles de personas para estudiar el cerebro”, dijo. “Pero si la optogenética se demuestra en la clínica, sería extremadamente emocionante”.

El Dr. Sahel y sus colegas reconocieron que las proteínas optogenéticas creadas por el Dr. Boyden y otros no eran lo suficientemente sensibles como para producir una imagen a partir de la luz ordinaria que entraba al ojo. Pero los científicos no podían emitir luz amplificada al ojo, porque el resplandor destruiría el delicado tejido de la retina.

Entonces, los científicos eligieron una proteína optogenética que es sensible solo a la luz ámbar, que es más agradable a la vista que otros colores, y utilizaron virus para transportar estas proteínas ámbar a las células ganglionares de la retina.

A continuación, los investigadores inventaron un dispositivo especial para transformar la información visual del mundo externo en luz ámbar que podría ser reconocida por las células ganglionares. Crearon unas gafas que escanean su campo de visión miles de veces por segundo y registran los píxeles en los que cambia la luz. Luego, las gafas envían un pulso de luz ámbar desde ese píxel al ojo.

Los investigadores razonaron que esta estrategia podría crear imágenes en el cerebro. Nuestros ojos, naturalmente, dan vueltas en pequeños movimientos muchas veces por segundo. Con cada salto, muchos píxeles cambiarían los niveles de luz.

Aún así, era una pregunta abierta si las personas ciegas podrían aprender a usar esta información para reconocer objetos. “El cerebro tiene que aprender un nuevo idioma”, dijo Botond Roska, oftalmológo de la Universidad de Basilea y coautor del nuevo estudio.

Después de probar su terapia génica y sus gafas protectoras en monos, el Dr. Roska, el Dr. Sahel y sus colegas estaban listos para probarlo en personas. Su plan era inyectar virus portadores de genes en un ojo de cada voluntario ciego y luego esperar varios meses para que las células ganglionares crecieran proteínas optogenéticas. Luego capacitarían a los voluntarios para usar las gafas.

Desafortunadamente, solo lograron capacitar a un voluntario antes de que la pandemia de coronavirus cerrara el proyecto. Después de años de preparación para el estudio, ahora estaba estancado en el limbo.

Pero entonces el único voluntario que habían logrado capacitar se puso en contacto. Durante siete meses, había estado usando las gafas en casa y en los paseos. Un día se dio cuenta de que podía ver las franjas de un paso de peatones.

Cuando la pandemia disminuyó en Francia durante el verano, los científicos lograron llevarlo a su laboratorio para recibir más capacitación y pruebas. Descubrieron que podía extender la mano y tocar un cuaderno que estaba sobre una mesa, pero tuvo menos suerte con una caja más pequeña de grapas. Cuando los científicos colocaron dos o tres vasos frente al voluntario, logró contarlos correctamente 12 de 19 veces.

Durante algunas de las pruebas, el voluntario usó una gorra con electrodos que podían detectar la actividad cerebral a través de su cuero cabelludo. Cuando las gafas enviaron señales a su retina, activaron partes del cerebro involucradas en la visión.

Es un gran logro desde un punto de vista científico, y lo más importante para las personas ciegas”, dijo Lucie Pellissier, neurocientífica de la Universidad de Tours en Francia que no participó en el estudio.

Sahel y sus colegas fundaron una empresa llamada GenSight para llevar su técnica a través de ensayos clínicos con la esperanza de que los reguladores la aprobaran. No están solos. Isacoff y sus colegas han fundado una empresa similar llamada Vedere Bio que fue adquirida en octubre pasado por Novartis.

Se necesitarán muchos más resultados positivos de los ensayos clínicos antes de que la optogenética pueda convertirse en un tratamiento estándar para algunas formas de ceguera. Por ahora, el Dr. Sahel y sus colegas están trayendo a los otros voluntarios para capacitarlos, además de probar dosis más altas del virus y actualizar sus gafas con gafas delgadas que serían más cómodas y, al mismo tiempo, entregarían más información a la retina.

El Dr. Isacoff y sus colegas han llevado a cabo experimentos propios que plantean la posibilidad de que otras proteínas optogenéticas puedan hacer que las células de la retina sean lo suficientemente sensibles como para detectar la luz sin la ayuda de gafas. “Creo que va a funcionar bastante bien”, dijo.

Ciencia & Ambiente Ciencia & Tecnología

Así se ve el fondo del Mar Argentino: la transmisión en vivo del Conicet a 3.900 metros de profundidad

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Más de 30 investigadores argentinos exploran desde el 23 de julio el cañón submarino Mar del Plata, una región de alta biodiversidad y poco explorada del Atlántico sur. Más de 24.000 usuarios se conectan a diario para observar las profundidades del Océano Atlántico.

Los investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) continúan este jueves el trabajo en conjunto con la fundación Schmidt Ocean Institute en la expedición denominada “Cañón Submarino de Mar Del Plata: Talud Continental IV”, a 300 kilómetros de la costa bonaerense.

 

Los profesionales tienen la capacidad de capturar imágenes submarinas en ultra alta definición y recolectar muestras sin alterar el entorno gracias a (ROV) SuBastian, un robot operado de forma remota. La campaña, que empezó el 23 de julio y se desarrollará hasta principios de agosto. 

El Cañón Mar del Plata se encuentra frente a la provincia de Buenos Aires, en el límite entre las corrientes de Brasil (cálida) y Malvinas (fría), una frontera biogeográfica clave para el Atlántico sur. La misión busca además detectar el impacto humano en estos ecosistemas vulnerables.

El objetivo es alcanzar los casi 4.000 metros de profundidad y estudiar la distribución de especies y su relación con variables ambientales, topográficas y oceanográficas. Por primera vez en la historia científica argentina, se cuenta con equipamiento oceanográfico de última generación: los especialistas se trasladan a bordo del buque de investigación Falkor (too) y operan remotamente en las profundidades a un robot, el (ROV) SuBastian

La posibilidad de transmitir en vivo el minuto a minuto de sus hazañas científicas entusiasmó a los usuarios: más de 24.000 personas se reúnen a diario en el canal de YouTube de la organización internacional para observar —sin costo alguno— las maravillas del lecho marino argentino.

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San JuanCiencia & Tecnología

CanMe es la primera empresa argentina con certificación orgánica para cannabis medicinal

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El logro posiciona a San Juan como referente nacional en producción sustentable y de calidad, en un sector en pleno desarrollo

La empresa estatal sanjuanina CanMe recibió la certificación de producción orgánica para cannabis medicinal, convirtiéndose en la primera y única del país en alcanzar este reconocimiento. El logro posiciona a San Juan como referente nacional en producción sustentable y de calidad, en un sector en pleno desarrollo

El proceso llevó más de dos años y medio de planificación estratégica, incluyendo la preparación del suelo, el cultivo bajo prácticas sustentables y una exhaustiva verificación técnica. Esta distinción fue otorgada por una certificadora habilitada por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), y representa un paso clave hacia una producción más segura, saludable y transparente.

¿Qué significa que un producto sea orgánico?

En Argentina, un producto orgánico es aquel que se obtiene bajo un sistema de producción sustentable, sin el uso de agroquímicos de síntesis química ni organismos genéticamente modificados. El objetivo es preservar la fertilidad del suelo, cuidar la biodiversidad y proteger la salud de los consumidores.

La certificación orgánica está regulada por la Ley Nacional 25.127 y solo puede otorgarse si se cumplen estrictamente todas las normativas correspondientes. Es un proceso voluntario, pero se vuelve obligatorio si se desea comercializar el producto con la etiqueta de “orgánico”.

Una certificación clave en la industria

Contar con certificación orgánica aporta valor agregado al producto y abre nuevas oportunidades de comercialización, tanto en el mercado interno como en mercados internacionales con altos estándares de calidad.

En el caso de CanMe, esto se traduce en un aceite medicinal producido de forma respetuosa con el ambiente y con beneficios reales para la salud de quienes lo consumen.

Un hito para la industria del cannabis medicinal

“La certificación orgánica demuestra que es posible producir cannabis medicinal con los más altos estándares, priorizando el cuidado del ambiente y de la salud pública”, señalaron desde el equipo técnico de CanMe. El reconocimiento implica, además, una fuerte apuesta a la innovación y a la construcción de un modelo productivo que combine ciencia, salud y sustentabilidad.

Con este logro, CanMe no solo marca un precedente para la industria del cannabis medicinal en Argentina, sino que también refuerza su compromiso con una producción transparente, controlada y de calidad, desde San Juan al resto del país y el mundo.

/SJ8

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San JuanCiencia & Tecnología

Ayuda técnica y $15 millones para apoyar la ciencia con un perfil productivo

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Las ideas surgieron de equipos integrados por doctores, técnicos y un asesor de negocios.

El programa de Ciencia y Técnica “Apoyarnos en la Ciencia” se acerca a su última etapa de selección. Este plan financiará 10 proyectos liderados por un equipo de doctores en distintas ciencias, técnicos, ingenieros y un asesor de negocios. Esta conformación se decidió así porque buscan encontrar investigaciones de amplio impacto que puedan migrar a convertirse en startups o que mejoren sistemas productivos. Empezaron 39 y en la actualidad los 16 mejores se preparan para una selección por parte de pares científicos y referentes de empresas. Los 10 elegidos finales recibirán 15 millones de pesos y acompañamiento técnico durante 18 meses.

La Secretaría de Ciencia y Técnica incorporó entre sus prioridades que las investigaciones científicas puedan dar el salto al sector productivo. Esto se debe a que los emprendimientos basados en investigaciones son una oportunidad de negocios que, por ejemplo, solo en el sector biotecnología, generaron más de 1.400 millones de dólares anuales en el país. Por eso tienen programas que apuestan por esto, en distintos niveles, desde ideas innovadoras de pymes o entusiastas a Apoyarnos en la Ciencia.

Este último plan está enfocado en investigaciones de mayor complejidad, donde haya al menos 3 doctores sanjuaninos en distintas ciencias. A esta base le sumaron que también se incorpore un asesor de negocios. Federico Ramos, director de Promoción Científica, quien está a cargo del programa, explicó que decidieron apoyar este grupo porque confían en que “estos proyectos van a generar un impacto positivo económico y social para San Juan”. Se enfoca en cinco ejes que son de importancia local, como el agregado de valor a la producción local, economía del conocimiento; eficiencia en el uso de recursos naturales y sostenibilidad; minería y salud.

La iniciativa está transitando sus últimas semanas, luego de varias instancias de preselección, y se confirmó que la última presentación que deberán hacer los 16 equipos que se encuentran participando será el próximo 13 de agosto. Desde la dirección decidieron darles un desafío diferente a los participantes, por lo que deberán mostrar la investigación que quieren que se financie frente a un jurado en un evento en el auditorio Emar Acosta. Los responsables de los equipos tendrán un tiempo limitado para hablarle a los evaluadores, que serán personal de una universidad con conocimiento en las áreas a evaluar y los representantes del sector privado, que evaluarán el potenciar comercial de las ideas.

Esa instancia será central porque de ahí saldrán los 10 mejores equipos de investigadores y sus proyectos para el fondeo del programa. Ramos explicó que recibirán un puntaje y que luego esto se elevará a las autoridades de Ciencia y Tecnología, quienes oficializarán a quienes continúan en el sistema. Los seleccionados recibirán 15 millones de pesos para seguir financiando la investigación y avanzando en un perfil que les permita tener impacto en el sector privado. Durante 18 meses trabajarán con ellos, además de entregarles el dinero, “continuaremos acompañándolos con formación y también van a contar con la oportunidad de trabajar con la incubadora de la Universidad Nacional de Cuyo de Mendoza”, agregó Ramos. A nivel local, agregó, han trabajado con la Universidad Nacional de San Juan y la Universidad Católica de Cuyo, de donde también surgen las investigaciones. Además, los pusieron en contacto con otros investigadores que lograron dar el salto y crearon startups.

> Reconocimiento
Federico Ramos contó que el próximo 30 de septiembre presentarán el programa Apoyarnos en la Ciencia en Santiago de Chile, en el Congreso ALTEC. “Fuimos convocados y se aceptó también un paper que presenta este modelo como política pública innovadora”, detalló.

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