La validación del pronóstico de derrames de agua del Río San Juan, indican que estará en los volúmenes mínimos proyectados. Esto indica que apenas superará los 700 hectómetros cúbicos en la temporada. Será el segundo año más seco de los últimos cinco
Con el inicio de la temporada hídrica, en el mes de octubre se dio a conocer el pronóstico hídrico para la temporada 2025/2026. Los datos indican que este pronóstico proyectaba un derrame medio del río San Juan de 953 hectómetros cúbicos en la temporada. Pero también se proyectaba un límite superior de escurrimiento de 1142 hectómetros cúbicos y uno inferior de 762 hectómetros cúbicos.
Lo cierto es que con la validación del pronóstico las observaciones indican que el derrame del Río San Juan estará en el límite inferior. De hecho, hay quienes indican que apenas superaría los 700 hectómetros cúbicos. Esto indica que estamos frente a un periodo hídrico muy seco, con muy poca diferencia a lo que escurrió el río San Juan, en la temporada 2021/2022 cuando fue de 632 hectómetros cúbicos.
Si se miran los números del Río San Juan, veníamos de dos años de cierto respiro, aunque siempre muy por debajo de la media histórica del Río San Juan, que es de alrededor de 1900 hectómetros cúbicos. De todos modos, la temporada 2022/2023 derramó 993 hectómetros cúbicos y la 2023/2024 fue superior aún con 1061 hectómetros cúbicos, de acuerdo a publicaciones de diarios locales.
Los números del agua vienen en rojo desde hace muchos años. La incidencia del cambio climático, el calentamiento global, ha sido determinante para que cada vez nieve menos en la cordillera y por ende repercuta en los cauces de los ríos andinos. Vale recordar que la crisis hídrica se siente de la misma manera de ambos lados de la cordillera.
Pese a la situación crítica que se plantea, hay algunas diferencias con respecto a la temporada 2021/2022 en la que, entre otras cosas, la seguridad de las presas estuvo a punto de estar comprometidas. A partir de la próxima temporada se avanzó en un nuevo manejo y/o gobernanza del agua, disponiendo como derrame solo 800 hectómetros cúbicos desde los diques y el resto del agua se destinaría para hacer reservas. Esto llevó a que haya una recuperación, aunque no total, del volumen de agua en los embalses.
A esto se sumó el esfuerzo hecho por el sector productivo, que tuvo cortas prolongadas en el invierno y también otras menores en otras épocas del año, con el objeto de recuperar el agua que se distribuía.
Además, en medio de esta crisis, los productores reforzaron sus esfuerzos para optimizar el consumo de agua. Para ello aplicaron tecnologías de riego intrapredios como la utilización de sistemas de mangas, riego por goteo, entre otros. Esto último, en los últimos tiempos se vio ralentizado un poco a raíz de los costos del riego inteligente y la crisis coyuntural interna del país.
Más allá de que se avanzó mucho en la gobernanza del agua, aún quedan puntos por reforzar, sobre todo en el riego superficial. Gran parte de la red de riego provincial, data de la década del 90 y en algunos sitios se encuentra bastante deteriorada por lo que las infiltraciones hacen que le llegue al productor y a su campo, menos agua que la que en realidad debe recibir, por lo que la eficacia en este sentido se siente sensiblemente reducida.
Vale marcar que el gobierno hizo obras importantes como la optimización de las compuertas del dique Ignacio de la Rosa y su puesta en funcionamiento.
Así las cosas, se viene un año muy complicado en lo hídrico y las proyecciones en este sentido indican que se puede agravar, por lo que toda la cadena del agua deberá hacer los esfuerzos que ameriten para que el poco caudal que haya llegue con eficiencia y para utilizarla en el mismo sentido. Será la única forma de seguir produciendo.
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