Ricardo Palacios, titular de la Unión Industrial de San Juan, alertó que muchas fábricas están dejando de producir para reconvertirse en comercios. Duras críticas al Gobierno Nacional por la falta de condiciones para competir.
Ricardo Palacios, presidente de la Unión Industrial de San Juan (UISJ), expresó su preocupación ante la reciente medida del Gobierno Nacional que reduce los aranceles para la importación de maquinarias y herramientas industriales. Si bien reconoció que puede representar un alivio puntual para ciertas empresas, advirtió que la industria local se encuentra en desventaja estructural y que esta apertura podría terminar por perjudicar a los fabricantes nacionales de maquinaria.
«Puede parecer positivo para quien tiene espalda financiera y puede comprar maquinaria para producir más. Pero muchas de esas máquinas se fabrican en nuestro país, y quienes las producen se verán directamente perjudicados», sostuvo.
«Una pelea desigual»
Palacio remarcó que la apertura indiscriminada de las importaciones, en un contexto de alta inflación, falta de crédito, costos energéticos elevados y fuerte presión impositiva, deja a la industria argentina en una situación extremadamente desfavorable para competir internacionalmente.
«Argentina no está preparada para esta pelea desigual con una cancha inclinada. No tenemos condiciones estables. La inflación sigue siendo de las más altas del mundo y el acceso al crédito es casi imposible: es escaso y carísimo».
A eso se suma, según explicó, que el costo de la energía es más del doble que en otros países de la región, como Paraguay, y que el país tiene una de las cargas sociales más altas para el empleador.
«Pagamos entre el 50% y el 70% del salario en cargas sociales, mientras que en otros países es del 16% al 20%. Y transportar una mercadería desde San Juan al puerto puede salir lo mismo que enviarla de Buenos Aires a Japón».
«Estamos viendo industrias que se reconvierten en comercios»
El titular de la UISJ advirtió que la apertura de importaciones ya está generando un proceso de reconversión en muchas fábricas nacionales, que dejan de producir para convertirse en simples importadoras y revendedoras de productos terminados.
«Una industria que antes necesitaba 100 personas para fabricar un producto, ahora necesita solo 4 para venderlo importado. Sobran 96 personas. En el mediano plazo, esto va a generar un fuerte impacto en el empleo».
Además, criticó la postura de algunos funcionarios nacionales que, según dijo, minimizan la importancia de la industria en el país.
«Escuché a un funcionario decir: ‘¿Para qué queremos tanta industria? Abrimos el mercado y listo’. Pero la industria es una de las principales generadoras de empleo y divisas. ¿Hay algún país desarrollado que no tenga una industria fuerte? No. Todos —Estados Unidos, China, Brasil, Europa— protegen su industria».
Medidas de fondo: créditos, impuestos y reforma laboral
Consultado sobre qué alternativas serían más adecuadas para mejorar la competitividad, Palacio fue claro: no se trata solo de abrir o cerrar importaciones, sino de implementar reformas estructurales.
Entre las principales demandas del sector, mencionó:
-Reformas laborales: «Estamos operando con leyes laborales de hace más de 50 años. El empleo privado está estancado hace 13 años. Se necesita un sistema que brinde seguridad jurídica a ambas partes, como el de la construcción (UOCRA)«.
-Reducción de impuestos distorsivos: «Tenemos impuesto al cheque, ingresos brutos múltiples por jurisdicción, IVA alto, impuesto a las ganancias… El sistema tributario asfixia a las pymes».
-Infraestructura y logística: «Transportamos casi todo por camión. El tren debe ser una solución real para reducir costos logísticos en un país tan extenso».
-Costos energéticos: «La energía industrial es carísima. Hay que revisar la matriz energética para ser competitivos».
La industria no es prescindible: es el motor de todo»
Finalmente, Palacio reafirmó que la industria argentina no puede ser considerada como un sector prescindible. Por el contrario, dijo que es la base para la reactivación económica y el desarrollo nacional.
«La industria dinamiza el comercio, la construcción, la recaudación y el empleo. Le da de comer a todos. No podemos seguir funcionando con parches. Necesitamos que el sentido común prime en la política».
Palacio concluyó que, si bien algunos sectores con proyección exportadora pueden verse beneficiados por la quita de aranceles, la gran mayoría de las pymes industriales que abastecen al mercado interno hoy están perdiendo competitividad, rentabilidad y puestos de trabajo.
«Antes no podías producir porque no te dejaban importar ni insumos. Ahora podés importar todo, pero ya no sos competitivo. Nos fuimos de un extremo al otro. Y en el medio está desapareciendo la industria nacional», concluyó.
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