Cultura Cosas Nuestras
La música durante la Dictadura Militar: Censura, persecución y exilio.
Durante la última dictadura cívico-militar diversos artistas como María Elena Walsh, Mercedes Sosa, León Gieco fueron prohibidos. Fue parte de un plan sistemático de censura, persecución y exilio contra todo tipo de artista y arte. Sin embargo, la música se convirtió en un lugar de resistencia para denunciar la Dictadura Militar.
Este 24 de marzo se cumplen 47 años del último golpe cívico militar en Argentina. Ese mismo día la Junta Militar —comandada por Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti— derrocó a la presidenta María Estela Martínez de Perón. A partir de ese momento se instauraba la dictadura más sangrienta de la historia argentina, caracterizada por la represión, el ataque contra los derechos humanos y la desaparición forzada de más de 30.000 personas.
En medio de este proyecto de clandestinidad, ilegalidad y violencia, la dictadura llevó a cabo uno de los ataques más siniestros a la cultura que Argentina jamás haya vivido. Se censuraron libros, películas y revistas para borrar cualquier recuerdo de la cultura libre argentina, nacional y popular. Canciones, músicos nacionales, latinoamericanos e internacionales, empezaron a ser prohibidos con el objetivo de evitar, en palabras del dictador Videla, “cualquier lavado de cerebro, confusiones a nuestra juventud y desapegos a nuestros valores tradicionales”.
La música, y muchos de sus artistas, se transformaron en un blanco de persecución y censura. Por esa razón, muchos artistas debieron ocultarse, exiliarse o auto-silenciarse. Otros se quedaron en el país para intentar evadir la persecución de sus letras mediante las metáforas y los recursos literarios. De esta manera, la denuncia y la libertad de opinión se escondieron para sobrevivir detrás de más cultura.
El exilio y la resistencia.
Una vez instaurada la dictadura militar, muchos músicos decidieron irse del país impulsados por el miedo y también porque sus fuentes de trabajo decaían, sobre todo desde 1977, año en el que la junta presionó para que se realicen cada vez menos conciertos en vivo.
Uno de los primeros en tomar la drástica decisión de dejar la Argentina fue Piero Antonio Franco de Benedictis, más conocido como Piero. En 1976, apenas consumado el golpe de Estado, viajó a España luego de un intento de secuestro por parte del régimen.
Durante casi cuatro años estuvo en la madre patria, primero en la provincia de Guadalajara, en el municipio de Utande; y luego en Madrid. Según dice la biografía publicada en su sitio web oficial, desde que se fue hasta 1981, año en que decidió volver, interrumpió su producción como compositor y se dedicó al campo.
“Hacer canciones no tiene sentido, si en cada palabra, en cada nota, no estamos todos. Lo importante es sentirse bien, pero de adentro. Si estamos bien podemos estar juntos y mirar para afuera. El asunto es cambiar y darlo vuelta, pero sin violencia, con amor, con ganas de sumarnos en paz“. Ese era el mensaje que Piero dejaba en cada estadio, teatro o club al finalizar sus shows.
León Gieco anunció en 1978 que se iría de gira por América y que regresaría a la Argentina dos meses por año para resumir su trabajo ante el público local. “No voy a seguir perdiendo el tiempo acá. No puedo ser un idiota toda mi vida por la mentalidad del país“, decía en una entrevista con Miguel Grinberg en 1982.
Gustavo Santaolalla también se fue a Estados Unidos. “Ya no aguantaba más, como mucha otra gente que piensa igual pero todavía no se decide. Yo agarré y me fuí. Nunca banqué la censura ni tener que llegar al punto de autocensurarme. Porque mi límite creativo no me lo imponía yo, sino otras personas”, afirmó en una reportaje con Gloria Guerrero para la revista Humor en 1981.
Otro músico que dejó el país en esos años fue Roque Narvaja. Decidió emigrar cuando la compañía EMI-Odeón se negó a editarle el disco Amén, su cuarto álbum, porque integraba una lista negra. Habían irrumpido en su domicilio tres veces.
“En 1977 entraron por primera vez y pensé que habían sido ladrones. Después, dos veces más. Ahí me di cuenta que iba en serio. El 4 de abril de 1977 agarré a mi esposa, a mi hijo -que tenía 11 meses- y me tomé un avión a Madrid“, recordó en una entrevista para el diario Clarín el 11 de abril de 2004.
Por su parte, Litto Nebbia también optó por el exilio luego de ser señalado por grabar como invitado en Canciones para perdedores (1976), de su pareja Mirtha Defilpo, un álbum que según la SIDE tenía “características disolventes“. Se radicó durante unos años en México, donde compuso una de las canciones más conocidas de su repertorio: “Sólo se trata de vivir“.
“Los días del golpe fueron la confirmación blanqueada de lo que muchos de los ciudadanos ya sabíamos que estaba sucediendo: allanamientos, prohibiciones y detenciones. Yo comencé a figurar como artista prohibido, censurado en los medios: de pronto iba a un programa de televisión y, al llegar, me comunicaban que no se iba a hacer porque había llegado una orden de que estaba prohibido. Muchas canciones mías hablan de ese tiempo, del clima que se vivía. Terminado el Mundial, no aguanté más. Me amenazaban mucho y me seguían por las calles. Con los últimos pesos que me quedaban, me marché a México, donde permanecí más de tres años en la colonia Niños Héroes. Ahí compuse ‘Sólo se trata de vivir‘, ‘Para John‘, ‘Canción del horizonte‘ y otras. Muy solidarios los mexicanos, me ayudaron mucho”, recordó en una entrevista con Rolling Stone.
Moris se instaló en Madrid. Miguel Cantilo y Miguel Abuelo se fueron a Ibiza, mientras que Pappo se estableció en Londres, donde tocó con Peter Green. Pero antes había estado en Brasil y luego también anduvo por España y Estados Unidos.
Otro que estuvo en tierras norteamericanas fue Luis Alberto Spinetta, quien permaneció un tiempo en Estados Unidos, invitado por el tenista Guillermo Vilas. Allí grabó Only love can sustain, el disco en inglés que realizó en 1979.
Por último, Charly García permaneció un corto tiempo en Brasil junto con David Lebón, donde dieron origen a Serú Girán, el grupo con el que el ex Sui Géneris compondría las letras más crudas para hacer referencia a la dura realidad del país.
Sin embargo, su estadía en el país vecino fue breve y regresó a la Argentina para transformarse en el máximo referente de la juventud de la época. El uso de metáforas para describir la triste realidad del país marcó a fuego a toda esa generación.
Durante la dictadura, el rock nacional se mostró como uno de los pocos espacios de resistencia que aún quedaban. De eso dio cuenta el propio Charly García en una entrevista con Felipe Pigna para el programa “Qué fue de tu vida”, de Canal 7, en 2012.
“Yo creo que los recitales de Serú Girán en Obras eran lugares de resistencia. La gente iba ahí y se expresaba. Una vez se iban a llevar a una chica en cana y yo paré el concierto y le dije al iluminador: ‘Iluminá ahí’. Y entonces estaba el tipo con la mina, y le digo: ‘Somos 5.000 contra uno’. Y no se la llevó”.
Preguntado sobre si sentía el peso de ser un referente en una época tan difícil, el músico respondió: “Sí, pero me daba una mezcla de paranoia y orgullo porque había que tener huevos para estar todo el tiempo tan expuesto y cuando escuché (la canción) ‘Working Class Hero‘ (Héroe de la clase trabajadora), de John Lennon, me sentí muy identificado“.
Canciones que fueron censuradas durante la Dictadura Militar
Cómo la Cigarra de Mercedes Sosa
“Tantas veces me borraron, tantas desaparecí. A mi propio entierro fui sola y llorando. Hice un nudo del pañuelo pero me olvidé después que no era la única vez y seguí cantando…”.
Este clásico, originalmente compuesto por María Elena Walsh, iba a incluirse en el álbum Serenata para la Tierra de Uno. “La negra” grabó una versión en 1978 pero finalmente no salió en el disco por la fuerte censura que recibió durante el gobierno de facto.
La revancha fue en 1982, cuando Sosa incluyó esta canción en Mercedes Sosa en Argentina, transformándose en un himno del renacer democrático y de todos aquellos que estuvieron exiliados.
La Cultura es la sonrisa de León Gieco
En 1981 León Gieco publicó el álbum Pensar en Nada, que incluía esta canción de protesta al cierre de la Universidad de Luján. El artista ya había sufrido la censura en otras obras como Canción de amor para Francisca y Tema de los mosquitos.
“La cultura es la sonrisa que brilla en todos lados, en un libro, en un cine o en un teatro. Solo tengo que invitarla para que venga a cantar un rato. Ay, ay,ay que se va la vida más la cultura se queda aquí…”
Ayer Nomás de Moris y Pipo Lernoud
“Ayer nomás, en el colegio me enseñaron, que este país es grande y tiene libertad”, remarca la canción originalmente escrita por Moris y Lernoud. Prohibida en la dictadura de 1966 y nuevamente en 1976, Litto Nebbia —líder de Los Gatos— realizó una nueva versión para evitar problemas con la censura. Fue incluida en el álbum Los Gatos de 1967, uno de los pilares del rock argentino.
Me gusta ese tajo de Pescado Rabioso
La letra de este hit del grupo liderado por Luis Alberto Spinetta contiene una clara connotación sexual y resultaba transgresora para los años 70: “me gusta ese tajo que ayer conocí, ella me calienta, la quiero invitar a dormir”, canta el Flaco en esta canción incluida en un disco simple de 1973.
Viernes 3 AM- Serú Girán
En 1978, luego de la separación de La Máquina de Hacer Pájaros, Charly García conformó Serú Girán junto a David Lebón, Pedro Aznar y Oscar Moro. Apodados “los Beatles Criollos”, fueron uno de los grupos más reconocidos de la música argentina por su alta calidad musical y su poderosa puesta en escena.
Viernes 3 AM, incluida en el álbum La Grasa de las Capitales (1979), fue censurada por la dictadura militar por “incentivar al suicidio”. “Y llevas el caño a tu sien, apretando bien las muelas”, dice un fragmento de este himno compuesto por Charly García.
El Twist de Mono Liso María Elena Walsh
La reconocida cantautora y escritora ya había sufrido en primera persona la censura del libro Dailan Kifki, una historia publicada en 1962 que trata de un elefante que cambiaría la vida de toda una familia con su llegada.
El Twist de Mono Liso, canción infantil lanzada en 1962, fue considerada “impropia” para la dictadura militar, ya que habla de una naranja excéntrica que vive en libertad a pesar de los intentos de domesticación. (“La naranja se pasea de la sala al comedor, no me tires con cuchillo, tírame con tenedor”)
Guerrillera de Horacio Guarany
Guarany, considerado uno de los folcloristas argentinos más importantes de esa época, acostumbraba decir que pertenecía “al glorioso Partido Comunista”. Esa declaración lo condenó como uno de los músicos incluidos en las listas negras de censura.
Publicada en el álbum Luche Luche de 1977, la canción La Guerrillera era un canto emotivo a la libertad y el valor, por lo que generó una gran molestia en los militares. (“La Libertad se hace novia de mi pañuelo, la Guerrillera tiene sangre en el alma!”)
El lento regreso del rock nacional.
La vuelta de Almendra a fines de 1979 y de Mercedes Sosa en 1982 permitieron el regreso paulatino de los recitales. Con ellos, muchos artistas que estaban exiliados, como Litto Nebbia, León Gieco o Miguel Abuelo comenzaron a reconstruir el tejido de la cultura del rock en Argentina. El silencio se fue abriendo en forma de prosa y melodía. La libertad mutó lentamente hacia la poesía y el ritmo.
En 1982, con un gobierno de facto aún vigente y con la Guerra de Malvinas, comenzó a regir la inédita prohibición de la música en inglés. Los militares creían que con esta decisión se iba a enaltecer el sentimiento patriótico y nacional, desconociendo el principio universal de que la cultura no tiene fronteras. Por eso, en las radios dejaron de sonar míticas bandas como Pink Floyd, The Beatles o Queen y paradójicamente los artistas de rock nacional y folklore volvieron a ocupar un rol central.
Con el paso del tiempo y junto a la conquista de la democracia, las canciones prohibidas durante el gobierno de 1976 se fueron convirtiendo en himnos de nuestra cultura que ampliaron el horizonte de la música nacional.
/Imagen principal: Archivo/
Cultura Cosas Nuestras
La increíble historia de María Mush, el ente que habita en Niquivil.
Todos en Niquivil conocen a María Mush, un ente travieso que le gustaba llevarse a los niños al campo y hacer otras maldades en el pueblo. La increíble historia de una pequeña niña.
Sólo los niños podían verla. Ellos la describían como una niña de 9 o 10 años, pelo corto, rubia y petisa; ella decía que se llamaba María Mush, un ente travieso al que le gustaba llevarse a los niños al campo y hacer otras maldades como matar chivos. Todos en Niquivil la conocen a María Mush.
“Esta historia se cruza con otra creencia, la de los duendes, que, según dicen, son niños que no llegaron a nacer. María Mush se relaciona y a la vez huye de esa creencia.
El duende es un pícaro que juega siempre y tiene la costumbre de trenzar las colas de los caballos, pero también puede ser un tipo jodido que se lleva los niños en la siesta y los pierde.
María Mushi tuvo un gran impacto porque la gente cuenta su historia como algo sólido, no llegó a hacer ningún daño, pero se apareció en una vivienda y amenazó con quemar la casa”, relató el sociólogo e historiador José Casas, que actualmente trabaja en la historia de María Mush para incluirla en el libro que escribe sobre Jáchal.
Casas pudo recoger de primera mano el relato de esta aparición que sigue muy vigente entre los pobladores de Niquivil. María Mush hizo apariciones intermitentes desde 1930 en un puesto que ya no está habitado, hacia el Oeste de Niquivil.
Hacia 1960 dejó de aparecer.
Primera versión de María
El sociólogo relata que María Mush fue registrada por primera vez por Berta Vidal de Battini (figura fundacional en los estudios del folclore argentino) e incluida en las historias, cuentos y leyendas que recogió en todo el país.
Esa primera versión fue recogida en el año 1950, relatada por Roberto Sánchez. director de la Escuela Nacional 168, Las Aguaditas, localidad de Niquivil, departamento Jáchal; y publicada en la Segunda Encuesta sobre el habla regional, Ministerio de Educación de la Nación.
Sánchez señaló que esta historia se la contó Virgilio Carrizo donde la mencionan como María Mushi.
“En una estancia de Niquivil, hace muchos años, pasó un caso que usted me dirá qué es y cómo se explica”.
El director de escuela relató que en la estancia vivía una familia compuesta por el padre, la madre y tres hijos chicos. Un día sintieron una voz que les hablaba, al padre le decía “viejo”, y a la madre, “vieja”.
Era la voz de un niño o una niña, y si bien los adultos no podían verla, si la escuchaban. En cambio, los niños no solo la veían, sino que peleaban, jugaban y dormían con ella.
María era un ente y como tal podía ir de un lugar a otro lejano.
Una noche en la que estaban todos ‘rodiando’ el fuego, el ‘viejo’ se acordó de un hermano que hacía un año que no veía porque, por una ‘disgracia’, estaba cumpliendo una condena en la cárcel de San Juan.
– ¿Qué estará haciendo mi hermano?, dijo el hombre.
María Mush le dijo que ella iría a traerle noticias. En media hora estaba de vuelta, contándole al ‘viejo’ que su hermano estaba ocupado haciendo obras de plata y que estaba bien. Al salir de la cárcel, un año más tarde, era platero.
“Un día, cuando el padre y la madre, solos en la cocina, empezaron a hablar de María Mush, que en esos días había degollado a unos chivitos y los había dejado cruzados en el cogote de un burro, haciéndole daño.
Como supondremos, hablaban mal de ella porque, además, había tomado la costumbre de ‘arriarles’ los niños para el campo. Creyendo estar solos, criticaban a María Mush, cuando sintieron su voz que enojada les decía que por eso le iba aprender fuego al rancho”.
De pronto un tizón se elevó en el aire y empezó a acercarse al techo, mientras la voz continuaba diciendo, enojada siempre, que eso no se hacía y que ella los iba a castigar y después se iría para siempre.
Ante los ruegos y pedidos de los padres, María Mush no quemó el rancho, y pudieron ver como el tizón caía con fuerza en medio del fuego.
Intrigado, un día el hombre le preguntó a María Mushi por qué se llevaba sus hijos al campo, ella le dijo que era porque tenía una gran riqueza que les quería dar. Que fuera él también con ellos y llevara un cuchillo muy afilado.
“Cuando lleguemos a la Loma del Sapo (llamada así por tener en una ladera una mancha que da la impresión de ser un sapo que va subiendo), nos saldrá un ‘viborón’ muy grande, pero no te asustes, con el cuchillo le vas haciendo tajos y verás que en lugar de sangre saldrá oro puro. Nunca quiso el hombre llegar hasta allí”.
Los lugareños también relataban que cuando los carros “vergueaban” en los arenales, María Mush acudía en ayuda de los carreros y mientras estos animaban las mulas, la rueda empantanada parecía que se iba levantando poco a poco hasta quedar libre. María Mushi la había sacado y después se iba conversando un trecho con ellos, como si fueran grandes amigos, pero nunca se dejaba ver.
Siete años estuvo por la zona haciendo de las suyas María Mush.
“Y terminó el señor Carrizo diciendo que muchas personas la oyeron a María Mushi, de la que no supo más cuando la familia vino a vivir a Niquivil”.
La versión de Delgado
El profesor de Historia, Edmundo Jorge Delgado, tomó un testimonio de una niquivilera para incluir la historia de María, esta vez como María Musha, en su libro “Devociones y relatos míticos de San Juan” (2017).
Cuenta Delgado que a mediados de la década de 1940 aparece en los alrededores de la localidad jachallera de Niquivil un personaje misterioso y perverso al que llaman María Musha.
“Los extraños acontecimientos se iniciaron con la llegada de un niño huérfano, de unos 10 o 12 años, a la finca El Durazno, donde una numerosa familia de apellido Iribarren, que allí vivía, decidió criarlo.
La vida transcurría normalmente en este hermoso paraje cuando comenzaron las extrañas desapariciones de este niño, el cual era encontrado frecuentemente extraviado entre los cerros cercanos, muy asustado y llorando.
Cuando le preguntaban qué le había sucedido, respondía que se lo había llevado una mujer muy grande y de enormes manos con las cuales le pegaba”.
Para terminar con el sufrimiento del niño, lo llevaron a vivir a Niquivil donde fue alojado en la casa de doña Sara Penice. Al principio todo era tranquilidad, pero no pasó mucho tiempo cuando la María Musha comenzó a hacer notar su presencia.
Una escena de terror se vivió cuando el hermano de la dueña de casa encontró al niño fuertemente aferrado a los alambres del parral gritando ‘¡Soltame! ¡Soltame!”, mientras insultaba a la María y rezaba.
Delgado relata que los adultos solo escuchaban su voz, por ejemplo, cuando en tono de amenaza les decía: “Eh gringo, ojos de balita, le via decir a tu mujer que andas chupando”, expresión que terminaba con fuertes carcajadas
Otra de las travesuras preferidas de María era tirar por cualquier lado monturas y pellones; y apagar velas y candiles.
“Ante la seguidilla de sucesos misteriosos se decidió llamar al comisario Varela. Su presencia, cuando comenzaba anochecer, fue motivo para escuchar la risa burlona de la María que además amenazó al comisario diciéndole. ‘Yo a vos no te tengo miedo, así que no molestes más o me voy a llevar a tu hijo y te lo via a tirar al río’”.
Después de fracasar con el intento de hacer intervenir a la ley, los vecinos llamaron a un sacerdote, pero tampoco dio resultado, la María también se burló de él hasta el cansancio.
La María Musha fue oportunamente usada por las hijas de la familia Iribarren, las que cuando se fugaban a sus propias travesuras decían que se las había llevado engañada la María.
“Con la partida de la familia Iribarren de la finca El Durazno, María Musha abandonó sus travesuras, pero aún hoy en Niquivil la leyenda de este malévolo ser está presente en la memoria de sus pobladores”, dice Delgado.
Casas destaca que María Mush sigue vigente en la conciencia social y en la memoria popular de Niquivil de manera consolidada.
Algunos creen que la María volverá dentro de siete años para seguir degollando chivos y llevarse los niños al cerro.
@DestinoSanJuan// Viviana Pastor.
/Imagen principal: Archivo/
Cultura Arte & pop
El lenguaje de Ohad Naharin llega al TB de la mano de su discípulo César Brodermann.
El Teatro del Bicentenario brindará una Master Class de danza contemporánea con el lenguaje de movimiento GAGA. Actividad gratuita con cupo limitado.
El Ministerio de Turismo y Cultura, a través del Teatro del Bicentenario, en el marco del MICA, organizado por la Secretaría de Desarrollo Cultural del Ministerio de Cultura de Argentina, junto a la secretaría de Cultura de la Provincia y con el apoyo de la Embajada de Israel y el Consulado de Israel en Mendoza, invita a bailarines profesionales y estudiantes avanzados a participar el próximo 5 de junio de la Master Class GAGA, que dictará César Brodermann, discípulo de Ohad Naharin.
El reconocido director israelí de la Batsheva Dance Company, Ohad Naharin, rompe con todos los moldes establecidos y define a GAGA, como un lenguaje diferente, no como un método, ni como una disciplina, sino como la forma de adquirir conocimiento sobre nuestro propio cuerpo e ir más allá de nuestros propios límites y hábitos adquiridos.
Este próximo 5 de junio, el mexicano César Brodermann brindará en el Teatro del Bicentenario una Master Class gratuita de lenguaje GAGA/DANCERS, destinada a bailarines profesionales y estudiantes avanzados en técnica contemporánea.
Inscripciones abiertas hasta el 1 de junio a las 12hs. Los interesados en participar podrán inscribirse a través del formulario https://forms.gle/sPXVy1YLs7DwhXta7 o en el siguiente link https://www.teatrodelbicentenariosanjuan.org/gagadancers/
@PrensaTurismo.
/Imagen principal: PrensaTurismo/
Cultura Arte & pop
Bizarrap anuncio el lanzamiento de su Session #55: ¿Cuándo se estrena?
El DJ y productor argentino publicó un video animado en sus redes sociales, en el que anticipó que estará acompañado por el cantante mexicano Peso Pluma.
Con un corto animado en sus redes sociales, Bizarrap anunció el lanzamiento de la Music Session #55, en la que estará acompañado por el artista mexicano Peso Pluma.
“Miércoles 31/5 (osea mañana). BZRP #55”, escribió el DJ y productor argentino en sus redes junto al video.
Tras sus colaboraciones con Shakira y el trapero español Quevedo, con las que rompió récords internacionales en la industria de la música, el argentino, que acaba de ser nombrado por la revista Time como uno de los 10 líderes de la próxima generación, se prepara para presentar nueva música con un artista de México en pleno ascenso.
Hassan Emilio Kabande Laija, más conocido como Peso Pluma, es un cantante de 23 años oriundo de Zapopan, que mezcla sonidos del trap y los corridos mexicanos.
En menos de dos años lanzó sus primeros dos álbumes de estudio, Ah y qué? (2020) y Efectos secundarios (2021), y realizó colaboraciones con artistas de éxito internacional como Becky G, Nicki Nicole, Marshmello, Eladio Carrión, y Ovy on the Drums. Ahora, se suma el gran productor argentino Bizarrap a su lista de aliados musicales.
Algunos de sus hits más conocidos son “El Belicón”, “Siempre pendientes”, “PRC”, “Por las noches”, “AMG”, “Ella baila sola” y “La bebé (Remix)”.
@Ámbito.
/Imagen principal: Archivo/
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