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La historia del té chino en Rusia.

La historia del té en Rusia es fascinante y muestra cómo una bebida originaria de China se convirtió en una parte integral de la cultura rusa. El té llegó por primera vez a Rusia en 1638 como un regalo para el zar Mikhail Fedorovich. Inicialmente, fue utilizado con propósitos medicinales, pero su popularidad creció rápidamente. Durante siglos, China tuvo el monopolio en la producción y suministro de té al mercado mundial, manteniendo en secreto la tecnología de su producción. Este hecho contribuyó a la exclusividad y misterio en torno al té. A medida que el comercio se desarrollaba entre China y Rusia, el té se volvió más accesible y pronto se convirtió en una bebida cotidiana para los rusos. Su capacidad para calentar el cuerpo en el clima frío de Rusia lo convirtió en una bebida especialmente popular. Con el tiempo, el té se integró a la vida cotidiana y a las tradiciones rusas. Esta infusión se sirve en todas partes, desde reuniones familiares hasta eventos formales, y se disfruta en diferentes momentos del día. El samovar, un dispositivo tradicional para calentar y servir té, se convirtió en un símbolo de hospitalidad rusa.
Tres vecinos asiáticos, Rusia, China y Mongolia, lanzarán un itinerario turístico llamado «Gran Ruta del Té». Reproducirá la vía comercial creada en el siglo XVIII para las exportaciones del té chino. Aquí explicamos cómo el té llegó al país eslavo y se convirtió en una bebida tradicional
La llegada del Té a tierras rusas.
La cuna del té es China. La infusión encuentra sus orígenes en la leyenda del emperador chino Shennong, quien, según los relatos, vivió alrededor del siglo XXVII a. C., marcando así el inicio de una tradición milenaria. Según una de las versiones, un día el emperador ordenó que le hirvieran agua, cuando de repente unas hojas de té cayeron accidentalmente en la vasija, dando inicio a una fascinante historia que perduraría a lo largo de los siglos. Otra versión de la historia sugiere que una hoja del arbusto de té, consumida a tiempo, salvó al emperador de una posible intoxicación, destacando así no solo su sabor exquisito, sino también sus potenciales beneficios para la salud. Inicialmente, el té se introdujo en China como una medicina, valorado por sus propiedades curativas y sus efectos estimulantes, antes de ganar popularidad como una bebida apreciada por su sabor y aroma.
Sin embargo, en Rusia, la llegada de esta bebida tan apreciada se produjo más tarde, en el año 1638. El embajador ruso de la época, Vasiliy Starkov, desempeñó un papel crucial al introducir el té en Rusia. En 1638, trajo consigo cajas de té como regalo para el zar Mijail Romanov, provenientes del gobernante mongol Altyn Kan. Este gesto marcó el inicio de la presencia de la infusión en la corte rusa y su eventual popularización en todo el país. Curiosamente, al principio, el zar ruso no mostró interés por el regalo, ya que el té no era una bebida familiar para él. Sin embargo, unos años más tarde, durante una enfermedad, decidió probar la infusión y experimentó sus ventajas curativas. Impresionado por esto, el zar Romanov empezó a utilizar el té como medicamento, lo que contribuyó aún más, a su difusión y popularidad en Rusia.
Durante un largo período, el té en Rusia se consideraba una bebida exótica y costosa, reservada principalmente para la nobleza y la élite. Su rareza y su alto costo contribuyeron a su percepción como un lujo inalcanzable para la mayoría de la población. Fue en 1689 cuando la situación comenzó a cambiar significativamente. En ese año, el Zarato ruso y China firmaron el Tratado de Nérchinsk, que allanó el camino para los suministros regulares de té desde China hacia Rusia. A pesar de que el té se volvió disponible en las ferias, su precio seguía siendo considerablemente alto. Aun así, su presencia en estos eventos comerciales marcó un cambio notable en cuanto a su accesibilidad, permitiendo que una parte más amplia de la población tuviera la oportunidad de adquirirlo, aunque fuera a un costo importante.
La «Gran Ruta del Té»: un viaje épico desde Oriente hacia el mundo.
Durante los reinados de Pedro I y Catalina I, el té chino se posicionó como una bebida de moda en Europa, aunque su adquisición continuaba siendo un desafío. En 1727, el Imperio ruso y el Imperio Qing firmaron un tratado de libre comercio. El comercio transitaba a través de la ciudad de Kyakhta, ubicada en lo que hoy es la frontera entre Buriatia y Mongolia. Así, desde el Imperio ruso se exportaban valiosas mercancías como pieles, cuero y tela, mientras que desde China llegaba el preciado té. Tres años después, en el país, comenzaron a tender la Ruta Siberiana.
La «Gran Ruta del Té» abarcaba su ramal austral, que transitaba por la actual ciudad china de Wuhan, las provincias de Hubei, Henan y Shanxi, así como la Región Autónoma de Mongolia Interior, antes de llegar a las ciudades rusas de Irkutsk, Novosibirsk, Kyakhta y, finalmente, Moscú. El punto final de la Ruta fue San Petersburgo. Durante el reinado de Isabel I, los suministros de esas hojas apreciadas aumentaron considerablemente, llegando a abastecer a Rusia con 30 mil puds (medida antigua rusa de peso = 16,3 kg) lo que equivalía a 489 kilos de té anualmente. Para finales del siglo, esta cifra se incrementó notablemente hasta alcanzar los 300 mil puds (casi 5 mil toneladas).
El cultivo del té como una mina de oro.
Con el paso del tiempo, el suministro de té se convirtió en una lucrativa fuente de ingresos para los comerciantes, equiparable a una verdadera «mina de oro». Vigilaban tanto la seguridad como la calidad del producto, transportándolo en cajas fabricadas con mimbre o junco, conocidas como cibiquis. También se empleó un embalaje especial, utilizando papel chino para envolver las variedades más comunes, mientras que las más valiosas eran envueltas cuidadosamente en papel de plomo.
A principios del siglo XIX, el té seguía siendo un lujo reservado únicamente para las clases acomodadas, como la aristocracia, el alto clero y los prósperos mercaderes. Con frecuencia, a los nobles se les servía una variedad de tés, incluyendo té blanco, verde y amarillo.
A finales del siglo XIX, se dio inicio a la construcción del Ferrocarril Transiberiano. Los gastos y costos de transporte se redujeron significativamente, lo que hizo que el té fuera accesible incluso para campesinos y personas de bajos recursos en las ciudades. La bebida comenzó a ser servida en casas de té, tabernas y otros establecimientos comerciales. Sin embargo, allí se consumía té de baja calidad.
Para mediados del siglo XIX, el té se convierte en una bebida extremadamente popular en Moscú. En la ciudad existían más de cien tiendas especializadas en té y más de trescientos establecimientos donde se podía disfrutar de esta popular infusión. El negocio del té estaban mayormente controlado por familias acomodadas. Por ejemplo, en la calle Myasnitskaya todavía se conserva la tienda de té de los comerciantes Perlov. Sin embargo, en San Petersburgo, la capital en ese momento, el té no disfrutaba de la misma popularidad. Se podía adquirir esta preciada mercancía en el único punto de venta, cuyo nombre ha quedado envuelto en el misterio del tiempo.

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https://es.rbth.com/cultura/historia/2016/10/18/el-palacio-chino-del-centro-de-moscu_639943
Tradiciones y costumbres en el arte del té en Rusia.
Tras la llegada del té al país, surgieron sus propias tradiciones únicas en Rusia. La hora del té rusa siempre estaba marcada por la presencia del samovar, un distintivo recipiente metálico en forma de cafetera alta, equipado con una chimenea interna y un infiernillo, utilizado para preparar té. En las casas acomodadas, el té se servía en vajilla de porcelana. Incluso en las tabernas, la mesa estaba cubierta con un mantel. Las golosinas indispensables incluían frutas, pasteles y pan. En el siglo XIX, junto al té se servían azúcar, bombones de chocolate, gofres y mermelada. Además de los dulces, el té solía acompañarse con limones y a veces con pepinos encurtidos. La bebida la consumían no solo en casa sino también en las meriendas campestres, en viajes y durante las ferias.

Durante la época de la URSS, era común preferir tomar té en vasos. En aquel entonces, los tipos de té populares incluían el té «de India», «de Krasnodar» y «del Cáucaso». Durante la hora del té, era imprescindible disfrutar de tortas y bombones, que incluían variedades de chocolate, toffees y caramelos. En la actualidad, los rusos suelen optar principalmente por el té verde y negro. Sin embargo, los expertos señalan una tendencia creciente hacia la elección de tipos de té menos convencionales, como el oolong, el kuding y el puer.

“Podstakannik” con motivo espacial, un popular soporte para vasos en Rusia.
Puntos de cultivo del té.
Hasta 1796, se castigaba con la pena de muerte la salida ilegal de semillas y plántulas de té desde China. El primer arbusto de té en el Imperio Ruso, según cifras oficiales, fue plantado en 1817 en el Jardín Botánico Nikitski cerca de Crimea. En 1864, se intentó cultivar té en las tierras de la familia real en Georgia, pero las semillas se pudrieron.
La producción de té continuó desarrollándose en la URSS, ya que las autoridades no querían que el país dependiera de los suministros extranjeros de té. En la década de 1920 se estableció el Instituto de Investigación Científica de la Industria del Té y Cultivos Subtropicales en Anaseul. Se producían por allí nuevas variedades del té adecuadas para el cultivo en condiciones de frío. Las plantaciones de té surgieron en las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Georgia y Azerbaiyán, en Adigueya, en la región de Krasnodar. Sin embargo, estas plantaciones no eran capaces de satisfacer la demanda nacional, por lo que el país continuaba dependiendo de las importaciones de té.
Todavía se sigue importándolo desde la India, China, Kenia, Sri Lanka e Indonesia. El encarecimiento de importaciones provocaron un alza en los precios del té de marcas populares como Maysky, Lisma, Curtis, Richard y Coffesso aumentaron entre un 6% y un 9%.
Selección de material, redacción y traducción:
Club de estudiantes “Latidos Unidos” de la Universidad Estatal de Moscú de Relaciones Internacionales (MGIMO)
Imagen principal: Foto de la Galería Estatal Tretiakov. Boris Kustodiev «Taberna de Moscú».
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Fuente: https://snob.ru/food/kak-v-rossii-poyavilsya-kitajskij-chaj-i-stal-tradicionnym-napitkom/

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El Día de la Unidad Popular se ha convertido en una festividad muy importante de Rusia

El 4 de noviembre es un símbolo de la superación de la Época de la Inestabilidad y el renacimiento de Rusia.
Rusia lleva celebrando 20 años el Día de la Unidad Popular, una festividad profundamente arraigada en la historia de este país euroasiático. Esta conmemoración destaca la importancia de la soberanía política, cultural y económica, así como el papel fundamental de los antepasados en su defensa.
El origen de esta celebración se remonta a noviembre de 1612, cuando las fuerzas de la milicia popular, lideradas por el príncipe Dmitri Pozharski y Kuzmá Minin, lograron derrotar a los invasores en una serie de enfrentamientos librados en las calles y plazas de Moscú.
Más allá de conmemorar una victoria militar, la fecha encierra un mensaje simbólico sobre la capacidad del pueblo ruso para superar periodos de crisis y renacer de sus propias cenizas, al igual que el ave fénix. En un contexto de extrema adversidad, la historia rusa logró mantenerse viva gracias al coraje militar, la madurez cívica y el fervor patriótico de su pueblo.
La fiesta de Nuestra Señora de Kazán
En 1649, el zar Alejo I de Rusia ordenó celebrar este día en honor al icono de la Virgen de Kazán. En aquella época, aún estaba fresca la memoria de cómo, durante las batallas decisivas contra los invasores polaco-lituanos en 1612, el príncipe Dmitri Pozharski y su ejército rezaron ante este icono. Por entonces, en Rusia solo se celebraban fiestas eclesiásticas. Sin embargo, el día de Nuestra Señora de Kazán también se convirtió en una celebración estatal, clave para la dinastía Románov.
Como resultado de aquellas batallas, concluyó la Época de la Inestabilidad y Mijaíl Románov, fundador de la dinastía, fue elegido para ocupar el trono. Este período estuvo precedido por una década trágica en la que Rusia estuvo al borde de la destrucción. En pocos años, el país quedó reducido a cenizas debido a la intervención extranjera, los disturbios sociales y las imposturas. Parecía que el pueblo, exhausto, no podría romper este círculo vicioso de pruebas y desgracias.
No obstante, en medio de la crisis surgieron líderes capaces de organizar una resistencia victoriosa, considerada, sin exagerar, una auténtica hazaña nacional. Es un momento para recordar a quienes se distinguieron en la superación de la Época de la Inestabilidad.
Los Padres de la Iglesia
En 1610, el Consejo de los siete boyardos reconoció al príncipe polaco Vladislav como el zar de Rusia. En ese entonces, la nobleza polaco-lituana, que ocupaba Moscú, saqueó el tesoro real. Además, Rusia enfrentaba la amenaza de convertirse en un país católico, lo que en el contexto del siglo XVII implicaba la pérdida de identidad popular, la subordinación a valores ajenos y, en última instancia, la dependencia de intereses extranjeros.

El patriarca Hermógenes ofreció una resistencia decisiva contra los invasores. Sus palabras se convirtieron en su arma más poderosa, ya que el pueblo ruso las escuchaba con reverencia. En uno de sus mensajes a los rebeldes escribió: “Habéis olvidado los votos de vuestra fe ortodoxa, en la que nacisteis, os bautizaron, educaron y criaron. Mirad cómo la Patria está siendo saqueada y arruinada por los extranjeros, cómo se profanan los iconos sagrados y las iglesias, cómo se derrama la sangre de los inocentes que claman a Dios”.
En sus cartas, Hermógenes liberó al pueblo de su juramento al zar ocupante y exhortó a los ortodoxos a liberar Moscú de los invasores. Los polacos lo obligaron a abandonar la lucha, reconocer su poder y declararlo públicamente. Sin embargo, Hermógenes permaneció inflexible. En el monasterio Chúdov del Kremlin, los intervencionistas lo mantuvieron prisionero y, según sus contemporáneos, lo mataron de hambre. Hermógenes no llegó a presenciar la liberación de Moscú.
Su labor fue continuada por Dionisio de Rádonezh, archimandrita del monasterio de la Santísima Trinidad y San Sergio (actual Lavra de la Trinidad y San Sergio), que se convirtió en el centro espiritual de la resistencia.

El archimandrita transformó su monasterio en un hospital para los guerreros rusos y envió cartas a monasterios y ciudades con llamamientos patrióticos: “Recordad, cristianos ortodoxos, que todos nacimos de padres cristianos, significados por el sello, el santo bautismo, prometimos creer en la Santísima Trinidad Consustancial… Por el amor de Dios mostrad vuestra hazaña: rogad a vuestros siervos que todos los cristianos ortodoxos se unan y permanezcan juntos luchando contra nuestros traidores y contra los eternos enemigos de la Cruz de Cristo, o sea, el pueblo polaco y lituano. Podéis ver vosotros mismos cuántos cristianos han matado los invasores en todas las ciudades de las que se han apoderado, y qué daño han causado al Estado de Moscú”.
Los patriotas de decenas de ciudades rusas respondieron a sus llamamientos.
“No escatimaremos nuestras barrigas”
Kuzmá Minin, comerciante y carnicero de Nizhni Nóvgorod, pasó a la historia como uno de los oradores más influyentes de su tiempo, conocido como el “Demóstenes ruso”. Su vibrante discurso, pronunciado en la plaza del mercado de Nizhni Nóvgorod, no solo encendió el ánimo de miles de compatriotas, sino que también marcó el inicio del renacimiento de Rusia en plena Época de Inestabilidad.
Aquel llamado a las armas, considerado el punto de partida de la segunda milicia popular, resonó como un eco imborrable en la memoria colectiva. En un periodo de tribulaciones, las palabras de Minin fueron tan duras como necesarias: “Si queremos ayudar al Estado moscovita, no escatimaremos nuestras barrigas, y no solo nuestras barrigas, sino que también venderemos nuestras cortes e hipotecaremos a nuestras esposas e hijos…”.
Fue Kuzmá Minin quien, en un acto decisivo, nombró jefe militar al príncipe Dmitri Pozharski, pese a que este se encontraba recuperándose de una herida. Es probable que ambos se conocieran desde hacía tiempo, ya que la familia de Pozharski poseía una finca en Nizhni Nóvgorod y, quizás, adquiriera carne del comercio de Minin.
El príncipe, al aceptar el mando de la milicia popular, impuso una condición clara: “Estoy dispuesto a sufrir hasta la muerte por la fe ortodoxa, pero vosotros debéis elegir a un hombre entre la gente de la ciudad que pueda acompañarme en esta gran obra. Él se encargará de la tesorería para los sueldos de los hombres de guerra. En la ciudad hay un hombre muy conocido, Kuzmá Minin, que está acostumbrado a hacer tal cosa”.
Proclamación de Minin
Resultaba asombroso para la época que representantes de familias nobles temieran a este “comerciante”, quien gobernaba, como suele decirse, con mano de hierro. Su llamado a la movilización fue respondido con generosidad: la población donó voluntariamente el llamado “dinero del tercio”, es decir, un tercio de sus ahorros personales.
Gracias a la gestión prudente de Minin, el tesoro público fue utilizado de manera eficaz. La milicia popular estaba bien armada, alimentada, entrenada y equipada. Tanto Minin como el príncipe Dmitri Pozharski entendieron que las victorias militares comienzan con una base económica sólida.
Pero Minin no solo administró recursos. En el clímax de las batallas, montado a caballo y sable en mano, lideró personalmente los ataques más audaces, logrando barrer a la caballería pesada polaca y consolidando su reputación como estratega y símbolo de valentía.
El liderazgo de la primera milicia popular, que fracasó en su intento de expulsar a los polacos en 1611, recayó en Dmitri Trubetskói. Sin embargo, en el otoño de 1612, ya cerca de Moscú, Trubetskói se negó a someterse al mando de Dmitri Pozharski, sembrando la división en un ejército que, sin disciplina ni unidad, se enfrentaba al riesgo inminente de la derrota.
En esos días críticos para la guerra de liberación, fue Kuzmá Minin quien intervino para reconciliar a los líderes enfrentados. Su capacidad para negociar y restablecer el orden resultó decisiva.
Victorias y compromisos
En un intento por reforzar la guarnición polaca atrincherada en el Kremlin, las tropas del hetman Jan Chodkiewicz se dirigieron hacia la ciudad. Sin embargo, la milicia rusa, decidida y bien posicionada cerca del Monasterio de Novodévichi, logró obstaculizar su avance. Después de cuatro días de intensas batallas, Chodkiewicz vaciló y, reconociendo la imposibilidad de continuar, optó por retroceder.
Con esta victoria, las fuerzas rusas estaban ahora listas para la liberación de Moscú. El 4 de noviembre, las tropas de Pozharski infligieron una contundente derrota a los ocupantes polacos cerca de la muralla de Kitái-Górod. La guarnición polaco-lituana, completamente desmoralizada, perdió toda capacidad de combate, entonces, se rindió sin resistencia.
La entrada triunfal de los milicianos fue solemne: cruzaron la Torre Spásskaya, ondeando sus estandartes, marcando el fin de la ocupación y el comienzo de la restauración de la soberanía rusa.

El escritor e historiador polaco Henryk Sienkiewicz señalaba acertadamente: “Gracias al acuerdo crecen los pequeños Estados, mientras que los grandes Estados perecen debido a la discordia”. Su experiencia en el siglo XVIII, cuando Polonia sucumbió a la inestabilidad interna y el desorden, refleja las duras consecuencias de las ambiciones desmedidas y las disputas internas.
En contraste, los líderes de la milicia popular rusa —Minin, Pozharski, Dionisio y Trubetskói— demostraron una notable capacidad de moderación. Pusieron sus ambiciones personales a un lado, con un único objetivo en mente: la restauración del Estado. En lugar de luchar por el poder individual, tomaron la decisión de renunciar a sus pretensiones y trabajar juntos por la unidad nacional. El destino del trono se decidió en el Concilio, donde, por ejemplo, Pozharski, a pesar de tener todas las posibilidades de convertirse en un dictador militar, consideró su deber preparar las elecciones para una nueva dinastía. Este acto de sacrificio personal reflejó el verdadero espíritu de unidad que impulsó la lucha por la libertad y la soberanía de Rusia.
El historiador Iván Zabelin reflejaba con agudeza las tensiones internas de la época al escribir: “No se puede negar completamente que el príncipe Pozharski estaba alejado de la idea de ser elegido al trono, junto con otros candidatos. En su situación, como ya elegido por todos los estamentos comandante de la milicia popular, era lo más natural e incluso tentador. Pero ante el pueblo, por su carácter, se mostró siempre moderado y humilde, exactamente como lo hizo cuando fue elegido comandante de la milicia”.
Pozharski, aunque en su momento podría haber consolidado un poder absoluto, prefirió anteponer el bienestar de la Patria a sus propios intereses.

A pesar de su destacada posición como líder político y comandante, Dmitri Pozharski nunca aspiró al poder. Lo mismo ocurrió con Kuzmá Minin, quien, al igual que su compañero, no buscaba ni una alta posición ni la tranquilidad personal. En reconocimiento a su valor y sacrificio, el zar Mijaíl Románov le concedió tierras y el rango de noble de la Duma.
Minin, fiel a su carácter, se dedicó a tareas menos ostentosas pero cruciales: recaudó impuestos y sofocó los descontentos populares. En 1615, en las fronteras orientales de Rusia, “pacificó” a los mari sublevados, llevando a cabo la investigación con la misma honestidad y firmeza que lo caracterizaba. Sin embargo, en su regreso, enfermó gravemente y nunca logró recuperarse, aunque circulaban rumores de que pudo haber sido envenenado.
Lo que es indiscutible es que Minin sirvió a su Patria hasta su último aliento, sin escatimar esfuerzos. Y Dmitri Pozharski, quien sobrevivió a su compañero, decidió, poco antes de su muerte, abrazar la vida monástica con el nombre de Cosme, en honor a Minin, su leal compañero de lucha.
La fórmula del bienestar público
El monumento en honor a Kuzmá Minin y Dmitri Pozharski, erigido en la Plaza Roja de Moscú en 1818, fue el primer monumento escultural en la historia de la capital rusa. Este monumento, más allá de rendir homenaje a dos figuras clave, representa a miles de milicianos, héroes anónimos de Rusia, provenientes de todas las clases sociales que se unieron en Moscú para salvar la Patria.
La construcción de este monumento simboliza un momento crucial en la historia del país, cuando la población adoptó la idea de crear un Estado fuerte, en el que el orden prevaleciera sobre la arbitrariedad. Este episodio histórico, que unió a los rusos en la lucha por su soberanía, sigue siendo un referente sagrado para cada ciudadano de Rusia, un recordatorio constante del valor del sacrificio colectivo y la unidad nacional.

Hoy en día, la festividad del 4 de noviembre se ha consolidado como un símbolo de la superación de la Época de la Inestabilidad. Tras un periodo de estancamiento en la década de 1990, Rusia comenzó, hace dos décadas, un difícil pero irreversible camino hacia su renacimiento.
Después de los fracasos y decepciones, llegó el momento de la cohesión nacional. No existe un objetivo más importante para los rusos que la “unidad social”. Esta se ha convertido en la fórmula esencial para la salud y el bienestar público, el paso hacia la independencia y el desarrollo armonioso tras grandes desafíos.

Asesoría y Corrección: Bricslat (Argentina)
Fuentes:
- https://iz.ru/1783317/arsenii-zamostanov/sohranit-i-priumnozit-pocemu-den-narodnogo-edinstva-stal-glavnoi-datoi-strany
- https://ria.ru/20241031/kazanskaya-1803574929.html
- https://www.tripadvisor.com/LocationPhotoDirectLink-g298484-d8020486-i471355743-Monument_to_Patriarch_Hermogenes-Moscow_Central_Russia.html
- https://um.mos.ru/houses/streleckaya-karaulnya-pri-naprudnoy-bashne/
- https://ru.m.wikipedia.org/wiki/Файл:Клятва_князя_пожарского.jpg
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Rusia apuesta por nuevos rompehielos nucleares para el liderazgo de la logística global.

El quinto rompehielos nuclear del proyecto 22220, bautizado como Chukotka, fue botado con gran solemnidad en los Astilleros Bálticos de San Petersburgo. Este buque forma parte de la estrategia clave para desarrollar la Ruta Marítima del Norte, una nueva vía logística que promete transformar el comercio global. ¿Qué hace que estos rompehielos superen a sus predecesores y por qué son fundamentales para los intereses estratégicos de Rusia?
La Ruta Marítima del Norte (RMN) se presenta como la conexión más corta entre Europa y Asia, superando ampliamente al Canal de Suez. Con una longitud de menos de 10.000 kilómetros, la RMN es 2,5 veces más breve que la ruta alternativa a través del canal egipcio, que alcanza aproximadamente los 24.000 kilómetros. Sin embargo, la reducción de distancia no es la única ventaja de la RMN.
El Canal de Suez enfrenta limitaciones de capacidad y costos elevados de tránsito. Actualmente, la congestión es un problema habitual: las embarcaciones suelen esperar entre dos y seis días para cruzar, lo que retrasa significativamente las operaciones comerciales.
Además, la estabilidad del tránsito por el Suez se ha visto afectada recientemente por conflictos geopolíticos. La guerra no declarada entre Israel y los países árabes ha causado un bloqueo parcial del estrecho de Bab el-Mandeb, conectado al canal, debido a las acciones de los hutíes yemeníes. Estas tensiones han obligado a redirigir una parte considerable del tráfico marítimo hacia una ruta más larga y costosa: la circunnavegación del continente africano a través del Cabo de Buena Esperanza. Este desvío añade 13.000 kilómetros al trayecto original por el Suez, encareciendo aún más el comercio internacional.
Sin embargo, la Ruta Marítima del Norte enfrenta desafíos inherentes a su geografía. La mayor parte del año, sus aguas permanecen cubiertas de hielo, lo que imposibilita la navegación autónoma incluso para buques reforzados contra el hielo. Para atravesar esta ruta ártica, es indispensable la escolta de un rompehielos.
El desarrollo de la RMN ha sido una prioridad estratégica para la política ártica rusa durante décadas. Con el incremento del tráfico de mercancías y la implementación de nuevos proyectos industriales en el Ártico, el papel de los rompehielos resulta cada vez más esencial. Estas imponentes embarcaciones tienen una misión principal: garantizar la navegación durante todo el año, abriendo camino a los buques mercantes a través de los espesos hielos del océano Glacial Ártico y de los mares circundantes.

El rol estratégico de los rompehielos del Proyecto 22220 en la navegación ártica
El Proyecto 22220 fue diseñado específicamente para superar los retos naturales del Norte, donde los buques convencionales no son suficientes. Esta nueva generación de rompehielos no solo es capaz de enfrentar las duras condiciones del Ártico, sino que también incorpora una serie de avances técnicos y operativos que la sitúan muy por encima de sus predecesores, como los rompehielos del Proyecto 10520 (tipo Ártico) y del Proyecto 10580 (tipo Taimyr).
Los rompehielos del Proyecto 22220 representan auténticas maravillas de la ingeniería moderna, que combinan potencia, fiabilidad e innovación tecnológica. Entre sus principales ventajas destacan los siguientes aspectos:
Versatilidad y potencia. Los rompehielos del Proyecto 22220 están equipados con dos reactores nucleares RITM-200, cada uno con una capacidad térmica de 175 MW. Aunque sus predecesores del Proyecto 10520 utilizaban reactores OK-900A con una capacidad similar de 171 MW, los nuevos RITM destacan por su mayor eficiencia eléctrica, lo que permite incrementar la capacidad eléctrica de 28 a 36 MW por reactor, un aumento cercano al 30%.
Gracias a un sistema de propulsión más avanzado, los nuevos rompehielos Ártico ofrecen 60 MW de potencia en los ejes de las hélices, superando los 49 MW de los modelos anteriores del Proyecto 10520. Esta mejora les permite alcanzar velocidades de hasta 22 nudos en aguas despejadas, mientras que su potencia adicional eleva la capacidad de penetración en el hielo a tres metros, en comparación con los 2,5 metros de sus predecesores.
Además, los nuevos Ártico presentan un diseño más robusto: su anchura de 34 metros —cuatro metros más que la de los modelos anteriores— les permite escoltar embarcaciones de mayor tamaño y desplazamiento, como los modernos gaseros y petroleros de gran capacidad.
Diseño de doble calado. Una de las características más destacadas de los rompehielos del Proyecto 22220 es su capacidad para operar tanto en aguas profundas como en zonas someras.
Gracias a un innovador diseño en los tanques de lastre, estos buques pueden ajustar su calado según las necesidades, lo que resulta esencial para navegar por los ríos árticos y las aguas costeras poco profundas.Esta versatilidad permite a los rompehielos operar eficientemente en una amplia variedad de entornos, desde el océano Glacial Ártico hasta las desembocaduras de los principales ríos siberianos. Antes de la llegada de los buques del Proyecto 22220, esta tarea requería la intervención de rompehielos especializados para aguas poco profundas, como los del Proyecto 10580, denominados Taimyr.
Sin embargo, estos buques presentaban importantes limitaciones: una menor penetración en el hielo —hasta 1,77 metros— y una navegabilidad restringida. Además, la dependencia de dos tipos de rompehielos complicaba la logística, provocando retrasos en el tráfico marítimo debido a la necesaria coordinación entre los buques de navegación en hielo de línea y los costero-fluviales.
Eficiencia y sostenibilidad. Los nuevos reactores nucleares RITM-200 representan un gran avance en términos de operatividad y respeto al medio ambiente. Estos reactores solo necesitan recargarse con combustible nuclear cada siete años, en contraste con los OK-900A de la generación anterior, que requerían el mismo procedimiento cada cuatro años.
Este incremento en la autonomía no solo reduce significativamente los costes de explotación, sino que también minimiza los períodos de inactividad por mantenimiento y reparación. Además, contribuye a disminuir la carga medioambiental, reforzando el compromiso de estos rompehielos con un modelo más sostenible para la navegación en el Ártico.

La botadura del Chukotka: clave para fortalecer la presencia de Rusia en el Ártico
La botadura del Chukotka marca un hito significativo en el desarrollo de la infraestructura ártica de Rusia. Este rompehielos no será solo una herramienta de trabajo, sino también un elemento estratégico clave para impulsar los proyectos en esta región. A medida que la Ruta Marítima del Norte (RMN) continúa expandiéndose, aumenta la demanda de gaseros y otros buques esenciales para el desarrollo de las regiones árticas. Con la incorporación de este nuevo rompehielos, Rusia refuerza su capacidad para garantizar la navegación ininterrumpida a lo largo de la RMN.
Sin embargo, el creciente interés de otros países, especialmente los adversos a Rusia, por las rutas y los recursos del Ártico subraya la importancia de consolidar el control sobre este vasto territorio. En este contexto, los rompehielos del Proyecto 22220 desempeñan un papel crucial para garantizar la seguridad tanto de la navegación comercial como de las operaciones militares en la región.
Las obras del Chukotka concluirán en 2026, y hasta el momento su construcción avanza según el calendario previsto. En total, la Corporación Naviera Unida de Rusia debe entregar a Rosatom siete rompehielos nucleares antes de 2030. Entre ellos, ya se encuentran operativos los rompehielos Ártico, Siberia y Ural, mientras que el Chukotka y el Yakutia están en proceso de construcción. A esta flota se sumará el Leningrado en 2028, y el séptimo y último buque de la serie, el Stalingrado, estará listo en 2030.
Con la incorporación de esta flota, la Ruta Marítima del Norte se consolidará como una potente vía comercial capaz de transformar la logística global en beneficio de Rusia.

Asesoría y Corrección: Bricslat (Argentina)
Fuentes:
1. https://vz.ru/society/2024/11/7/1296675.html
2. https://img.vz.ru/upimg/soc/soc_1296675.png.webp
3. https://aif-s3.aif.ru/images/039/194/3a1267df91a9e9eec3309fc6377bfbdb.webp
4. https://images.app.goo.gl/MsTxgbFZEjBKJaU26
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Oréshnik, el misil de Rusia que cambia las reglas del juego

Rusia ha puesto en marcha la producción en serie del misil balístico Oréshnik, un arma hipersónica de alcance intermedio capaz de evadir los sistemas de defensa antimisil. Su primera utilización en combate y su posible despliegue en Bielorrusia marcan un nuevo capítulo en la estrategia militar de Moscú. ¿Qué hace a este misil prácticamente imposible de interceptar?
Foto principal: Sistema de misiles balísticos RS-24 Yars del ejército ruso avanza por la Plaza Roja durante el desfile militar por 80 aniversario de la Victoria sobre la Alemania nazi en la Gran Guerra Patria.
Oréshnik: El Nuevo Misil Balístico Ruso De Alcance Intermedio
El 21 de noviembre de 2024, el presidente ruso Vladímir Putin confirmó por primera vez el uso del misil balístico de alcance intermedio (IRBM) Oréshnik. Según el mandatario, las fuerzas rusas emplearon la versión hipersónica no nuclear del arma para atacar un complejo militar-industrial en Dnipro.
Al día siguiente, Putin aseguró que Rusia disponía de un stock operativo de estos misiles y que su producción en serie ya estaba en marcha. Además, subrayó que Oréshnik no es una modernización de los sistemas soviéticos, sino un desarrollo totalmente nuevo basado en tecnologías modernas.

Las Capacidades De Oréshnik
Según datos oficiales, Oréshnik es actualmente el único misil balístico de alcance intermedio (IRBM) en servicio en las fuerzas armadas rusas. De acuerdo con el portal gubernamental Obyasnayem.rf, el arma tiene un alcance máximo de 5.500 kilómetros y puede alcanzar velocidades de hasta Mach 10, es decir, aproximadamente 12.400 kilómetros por hora o 3 kilómetros por segundo. Su capacidad de carga explosiva llega a 1,5 toneladas y puede equiparse con ojivas nucleares de hasta 900 kilotones, equivalentes a 45 bombas como la de Hiroshima.
El 28 de noviembre, durante la cumbre de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), el presidente Vladímir Putin afirmó que Oréshnik es capaz de alcanzar objetivos altamente protegidos y situados a gran profundidad. Según el mandatario, la temperatura de las ojivas puede alcanzar los 4.000 grados Celsius, lo que, sumado a su capacidad de portar múltiples ojivas autodividibles que viajan a Mach 10, convierte su uso masivo en un poder destructivo comparable al de un ataque nuclear.

Oréshnik solo puede ser derribado en la fase inicial de su trayectoria, lo que explica su lanzamiento desde el cosmódromo de Kapustin Yar, en la provincia de Astracán, trascienden fuentes oficiales. En la fase final, cuando la velocidad de la ojiva alcanza su punto máximo, la interceptación se vuelve prácticamente imposible.
Las estimaciones indican que el tiempo de vuelo de Oréshnik hasta la base de defensa antimisil de EE.UU. en Redzikowo (Polonia) es de 11 minutos. Hasta la base aérea de Ramstein (Alemania) tardaría 15 minutos, y hasta la sede de la OTAN en Bruselas, 17 minutos.
Uso En Combate Y Producción
El 21 de noviembre de 2024, Rusia empleó por primera vez el misil balístico Oréshnik en un ataque contra una fábrica de misiles en Dnipro (antes Dnipropetrovsk). Según fuentes oficiales, la operación fue una represalia por el uso de misiles ATACMS y Storm Shadow por parte de Ucrania en ataques contra instalaciones en las regiones rusas de Briansk y Kursk.
El presidente Vladímir Putin anunció el inicio de la producción en serie de Oréshnik el 22 de noviembre y, días después, el 28 de noviembre, confirmó que Rusia ya disponía de varios misiles listos para su uso.
El 6 de diciembre, Putin declaró que Rusia planea suministrar el sistema de misiles Oréshnik a Bielorrusia, esto probablemente ocurriría durante el segundo semestre de 2025. Según el mandatario, el arma formará parte del complejo de Tropas de Misiles de Designación Estratégica de las Fuerzas Armadas rusas, pero la decisión sobre sus objetivos recaerá en Minsk.

Asesoría y Corrección: Bricslat (Argentina)
Fuentes:
- https://www.rbc.ru/base/28/11/2024/67486cbd9a79473abf02b59b
- https://t.me/SputnikARM/80084
- https://vstatic.vietnam.vn/vietnam/resource/IMAGE/2025/1/19/1146a4fc0de84e5f990d28d093868d2e
- https://www.youtube.com/watch?v=F7a2i_TIMDg
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