El semitero que pasa cada tarde por las calles de muchos barrios es un sonido característicos para sanjuaninos/as. En otras provincias sería algo parecido a un pan con chicharron, pero siempre se genera un amable discusión para tratar de convencer en nombrarla como corresponde: semita. Comida de pocos ingrendientes, con un origen poco claro pero aclamada por todo aquel que la prueba.
Muchisimas versiones rondan el origen de esta amada panificación. Una de las más difundidas que data de la época de colonia cuando se acostumbraba a cocinar con grasa. La grasa liberaba los chicharrones que eran descartados pero a alguien se le ocurrió comenzar a comercializarlos. Las familias más pobres fueron quienes empezaron a utilizarlos para agregarlos a la masas de sus panes de grasa y darles un poco de sabor, ya que los chicharrones eran vendidos a muy bajo precio. Esta costumbre en los barrios más humildes comenzó a expandirse hasta llegar a la clase media. Hoy las semitas son vendidas hasta en las panaderías más «coquetas de la ciudad».
A todo esto ¿qué ingrendientes lleva una semita tradicional? Harina común, agua, sal y levadura y chicharrones. Se realiza una masa con los primeros cuatro ingredientes hasta que se homogeiniza, se deja descansar para que la levadura active, una vez que triplica su tamaño se agregan a los chicharrones, se vuelve a amasar y descansar por segunda vez. Finalmente se arman los bollos y horno, si es de barro mucho mejor.
Desayuno, merienda, sanguichito con semita en vez de pan, siempre es bueno momento para una semita o semitón. Poco nutritivo pero delicioso y parte de la conciencia colectivo de la tierra del sol.