Cuando en los Estados Unidos todavía nadie hablaba de la Era Dorada de las series —Los Soprano iba por su segunda temporada y The Wire todavía no había salido del rebuscado proceso creativo de David Simon–, aquí Canal 7 emitía una serie que, a fines del año 2000, anticipaba lo que iba a suceder con el género en todo el mundo.
Okupas, creada y dirigida por Bruno Stagnaro, poseía todos los elementos que luego serían celebrados como claves en esta nueva etapa de la TV: personajes creíbles y complejos, un realismo a prueba de todo, una densidad y oscuridad inusuales para la época y una narración integral que necesitaba verse en forma continua, como una sola y larga historia.
Para una televisión como la argentina, dominada por los formatos seriales diarios, Okupas no podía ser considerada otra cosa que una miniserie, un “unitario”, o una excepción a la regla. Pero esa excepción generó un éxito importante, en términos relativos, ya que se pasaba por Canal 7, y creó un culto que hoy se sostiene más que nada en YouTube, ya que la serie no está editada siquiera en DVD.
Lo irónico, si se quiere, del fenómeno Okupas es que se anticipó a una revolución televisiva que iba a suceder en todos lados menos acá, donde el formato jamás se sostuvo en un medio que, salvo algunas pocas excepciones, jamás apostó por él.

Okupas es, en más de un sentido, una continuación estilística y temática de Pizza, birra, faso, la película de 1997 codirigida por Stagnaro e Israel Adrián Caetano, y acaso el primer intento de la TV de tomar la posta de los cambios que se estaban produciendo entonces en el cine nacional. Pero mientras que la película ayudó a dar a conocer un movimiento en continua expansión que alteró la historia de la cinematografía argentina, Okupas tuvo una descendencia breve y sus méritos se observan hoy como se observa un milagro, un accidente, un corte en ese “continuo espacio-temporal” de mínima vitalidad y poquísima originalidad que es la TV argentina. Más aún cuando se recuerda que fue una producción de Ideas del Sur y Marcelo Tinell.
La historia que cuenta Okupas es la de Ricardo (Rodrigo de la Serna), un chico de clase media, apático y perdido, que vive en la casa de su abuela, dejó la carrera de Medicina y entra a un mundo nuevo para él cuando su prima (Ana Celentano) le pide que cuide una vieja casona de Congreso, de propiedad suya y de la que acaban de desalojar a sus ocupantes ilegales. Ricardo convoca a El Pollo (Diego Alonso), un amigo de la primaria de origen más humilde y que acaba de pelearse con la banda con la que vivía en Dock Sud, para que se quede con él en el inhóspito lugar. A ellos se le suman otros dos: Walter (Ariel Staltari), un paseador de perros “rollinga” del barrio y El Chiqui (Franco Tirri), un grandote bonachón que pide monedas por la calle.

Esos cuatro personajes son los que atravesarán a lo largo de once episodios una serie de aventuras cada vez más densas, con el eje principal puesto en un largo e intenso enfrentamiento con una banda de Dock Sud que lidera el llamado “Negro Pablo”, un inolvidable personaje creado por Diego Mastropierro, y luego en las complicaciones que genera la llegada de un antiguo y pesado habitante de esa casa,Jorge Sesán, coprotagonista de Pizza….
La serie tenía como eje fuerte el ingreso de Ricardo al mundo de la delincuencia en paralelo a los intentos de El Pollo de salir de él, en una Buenos Aires atravesada por la violencia, la marginalidad creciente y la caída económica de la clase media, varios de los elementos que darían lugar al estallido de 2001.
Es por la especificidad de su factura, más allá de sus detallados apuntes sociales que darían para una tesis sobre la Argentina de esos años, que Okupas se sostiene hasta hoy. Por la virulencia y la intensidad de su puesta en escena, cámara en mano, actores no profesionales, locaciones reales, por su arrolladora potencia narrativa y por sus vueltas de tuerca propias del cine negro, llena de condimentos y figuras clásicas como el viaje iniciático, la traición y esa sensación tan propia del género de retratar el fin de una época del “hampa” en la que se han perdido los códigos éticos entre delincuentes.

Otros elementos que la volvieron una serie de culto instantáneo fueron, por un lado, la apropiación que los personajes y los guionistas hicieron del habla cotidiana y su afinadísima selección musical. Okupas fue una máquina generadora de frases y términos inolvidables (“¿quién es el mascapito?”, “soy el más poronga”, “sos un pedazo de pancho”, “traje sandía” y miles más), lo mismo que de diálogos impecablemente construidos, especialmente por el uso de un slang específico en cada detalle.
En tanto, en lo musical, la serie incorporó de manera impecable clásicos y canciones poco conocidas del rock nacional de los ‘70 y ‘80 como Pescado Rabioso, Manal, Sumo, Almendra, Pappo’s Blues, Los Redondos, etc, con algunos temas de bandas célebres como Doors, Rolling Stones o los Beatles, entre otras.

«Okupas», la serie que marcó un antes y un después en el contenido televisivo argentino hace casi 21 años, llegará el próximo martes por primera vez al streaming con su desembarco en el catálogo de Netflix.
En cuanto a la fecha de estreno, se programó para el Día del amigo, el próximo 20 de julio.
Con información de: micropsiacine.com // Diego Lerer.