Sociedad
El club de las 5 de la mañana: ¿madrugar mucho es el secreto de una vida mejor?

Son las cinco y cuarto de la mañana y camino por mi calle sintiéndome la gran cosa. La luz del amanecer baña los edificios. “Gana la mañana y ganarás el día”, dice el gurú de la productividad Tim Ferriss. Tengo en la mira mi recompensa por levantarme tan ridículamente temprano: un café con leche de avena.
Los trenes aún no comenzaron a circular y el silencio hace que se escuchen sonidos que hasta ahora no había registrado, como un misterioso graznido de gaviotas. Nunca las había oído en Camden, la zona del noroeste de Londres donde vivo, a muchos kilómetros de la costa.
El contador de gas de mis vecinos está emitiendo un extraño zumbido, ¿debería tocar el timbre y avisarles? Probablemente lo mejor sea no hacerlo. Me dirijo a la desértica calle principal. Seis carriles donde ahora los únicos signos de vida son camionetas de reparto de supermercados y algún que otro colectivo.
Quizá lo más desconcertante de levantarse tan temprano es desenmascarar la mentira de que Londres es una ciudad abierta las 24 horas del día. Los comercios de la esquina que yo imaginaba abiertos toda la noche están cerrados tras persianas con pintadas de graffitis. ¿Qué es eso que ven mis ojos? Un ser humano balancéandose de un lado a otro. Claramente regresa a casa después de una gran noche.
Paso por la parada del colectivo que va al aeropuerto, donde tres trabajadores, identificables por sus cordeles y su falta de equipaje, dirigen sus ojos somnolientos hacia el asfalto sin coches. Lo que irradian no es precisamente la exuberancia de un día para triunfar.
Más adelante, por fuera del gimnasio 24 horas, una pareja con licras de color gris a juego miran ensimismados una pantalla de teléfono. Tal vez estén sincronizando sus entrenamientos. Les doy los buenos días, pero entran corriendo como ratones asustados.
Mi humor empieza a decaer. En las ocho cafeterías por las que pasé no hay ningún café que tomar: están todas cerradas. Me dirijo a una zona verde para meditar, pero en el camino me doy cuenta de que un hombre encapuchado se puso a caminar al mismo ritmo que yo. Me asusto y decido regresar a casa. ¿Me estará siguiendo? Miro hacia atrás. No me sigue nadie. La falta de sueño me está desquiciando.
¿Por qué estoy haciendo esto? Porque, en un intento de formar parte del elitista club de las personas que se despiertan a las 5 de la mañana, llevo una semana tratando de madrugar. Ser madrugador es cada vez más popular entre los ricos y famosos. Están todos suscritos al club de las 5. Desde Jennifer López, Jennifer Aniston y las hermanas Kardashian hasta nerds de las tecnológicas como Mark Zuckerberg, de Facebook; Tim Cook, de Apple; y Jack Dorsey, fundador de Twitter. Anna Wintour y Michelle Obama también lo hacen; y Gwyneth Paltrow es miembro desde hace mucho. La actriz comparte en Instagram sus despertares a las 5 de la mañana para un raspado de lengua de 30 minutos y una extracción de aceite ayurvédico (yo tampoco sé lo que es), antes de prepararse para 20 minutos de meditación trascendental seguida por un entrenamiento de baile ideado por la gurú del fitness Tracy Anderson, su amiga personal.
El actual fenómeno cultural del madrugón extremo tuvo su primera explosión en las redes sociales, inspirado por el libro de Robin Sharma ‘El club de las 5 de la mañana’, entre otros títulos fácilmente traducibles a hashtags, como ‘La mañana milagrosa’ o ‘La hora de la energía’. “Dominá tus mañanas, elevá tu vida”, el eslogan de Sharma, gurú en temas de liderazgo, sirvió de inspiración a legiones de engreídos —perdón, de personas muy disciplinadas— para decidirse a compartir sus impresionantes rutinas madrugadoras con el hashtag #5amClub, que en TikTok suma un total de 17,5 millones de publicaciones.
Para una escéptica, en todo esto hay algo de pensamiento mágico: el que sea capaz de hacer una sola cosa, salir de la cama mientras los demás duermen, tendrá tiempo de ponerse en forma, comer sano y alcanzar todos sus objetivos. Aun así, me decidí a intentarlo tras atiborrarme con un tsunami de páginas de Internet en las que se hablaba de cafés con cúrcuma, diarios de gratitud y saludos al sol.
No está en mi naturaleza ser lo que se dice una alondra mañanera, pero la pandemia transformó mi relación con el tiempo, como le ocurrió a muchas otras personas. Sin ningún lugar al que ir por las noches, trasnochar se había vuelto inútil, y poco a poco fui adelantando la hora de despertarme.
Como fotógrafa, levantarse con el amanecer para captar la mejor luz del día también tenía sentido. Durante el confinamiento de enero de 2021 había iniciado un proyecto que consistía en subir a la cima del parque de Primrose Hill, cerca de Camden Town, para fotografiar el amanecer desde allí. En el mirador hay inscritas unas palabras del poeta William Blake. “He conversado con el Sol espiritual; lo vi en Primrose Hill”. Aquella quietud de color violeta pálido, mientras permanecía de pie junto a otros observadores del amanecer, fue lo más cerca que estuve nunca en Londres de vivir una experiencia sagrada.
El hábito de madrugar se me quedó, pero no las caminatas a paso ligero. Me suelo levantar, sin despertador, a las seis y media de la mañana. A esa hora no estoy en mi mejor momento. Me tomo un café instantáneo y me quedo mirando cosas por Internet durante 90 minutos. Después me preparo para el trabajo. ¿Será posible que levantarme a las 5 de la mañana y seguir una rutina estructurada me centre y me vuelva más productiva? Mi compromiso es hacerlo durante una semana.
La víspera de mi primer madrugón me acuesto a las 21:00 con el audiolibro de Sharma y enseguida caigo en un sueño inusualmente profundo. A las 4:50, la alarma de mi teléfono suena a todo meter con la canción Wake Up, de Arcade Fire. Desde arriba se oye un ruido sordo. Por accidente, he reclutado a mi vecino para el club de las 5.
Preparo un café y me desplomo en el sofá. Pero entonces recuerdo que eso no estaba permitido. Debo seguir la fórmula 20/20/20 del libro: de 5:00 a 5:20, algún ejercicio vigoroso; de 5:20 a 5:40, meditar o escribir un diario; y de 5:40 a 6:00, leer o aprender. Aunque dormido ocho horas, me siento fatal.
El gimnasio está descartado y, afortunadamente, también está cerrado. Decido hacer un poco de meditación, lo cual resulta genial, pero cuarenta minutos más tarde estoy casi dormida. Me siento exactamente igual que cuando te levantás temprano para tomar un vuelo, con la diferencia de que esta vez no voy a ninguna parte. Tengo sensación de anticlímax y también un hambre atroz. Por algún motivo, mi apetito se desreguló por completo. Como tostadas, avena, dos tortitas y una barrita de frutos secos. A la hora del almuerzo, tengo náuseas y un frío glacial. El día transcurre en una niebla improductiva.
El segundo día es mucho peor porque por alguna razón dormí fatal. Me levanto tambaleante de la cama y voy dando tumbos hasta la cocina para poner la tetera. En el proceso, vuelco una caja abierta de avena y suelto una sarta de palabrotas al modo de Glasgow. Oigo un portazo encima de mí.
Me dirijo a la esterilla de yoga. Pero la postura del perro boca abajo me deja mareada, así que paro. A continuación paso a mi diario, pero ‘quiero volver a la cama, por favor’ es lo único que se me ocurre escribir. Me meto rápidamente en Duolingo para poder marcar la casilla “aprendizaje”, pero ese búho verde y escabroso no es el compañero ideal para amanecer.
Son las seis de la mañana y tengo todo el día por delante. Apenas tengo fuerzas para levantarme del sofá. Mucho menos para meterme en el metro y llegar hasta la oficina.
Intento terminar algo de trabajo. El día pasa lentamente hasta que en un momento tengo la extraña sensación de que algo hermoso me espera. Qué será, me pregunto. Entonces caigo en la cuenta. En solo cinco horas podré irme a la cama.
El tercer día es igual de triste, sobre todo porque me quedo dormida hasta las ocho de la mañana y luego recuerdo que tengo una reunión en la otra punta de la ciudad. Lo de escribir en el diario de gratitud tendrá que esperar.
¿Por qué es tan difícil? Se lo pregunto a Russell Foster, que en la Universidad de Oxford dirige el Instituto de Neurociencia Circadiana y del Sueño. Pero lo que él quiere saber es de dónde viene mi interés en apuntarme al club de las 5 de la mañana. Decir que Foster es mordaz con los que hicieron un fetiche del madrugón sería quedarse corta. “No hay nada intrínsecamente importante en levantarse a las 5 de la mañana, es sólo el espantoso engreimiento del madrugador”, dice.
Los empresarios y gurús de la productividad tienen dinero para pagar a gente que les haga todo; imponer este horario a otras personas es punitivo y jactancioso
Russell Foster
— Director del Instituto de Neurociencia Circadiana y del Sueño de la Universidad de Oxford
“Benjamin Franklin fue el que empezó todo cuando dijo ‘acostarse temprano, levantarse temprano hace a un hombre sano, rico y sabio’; y así fue desde entonces; viene de una ética protestante del trabajo, trabajar es bueno y si no podés o no querés trabajar, eso es malo por definición; no dormir se considera digno y productivo”.
Muchas investigaciones señalan que levantarse temprano puede hacernos más felices, y hasta que comamos más sano. Pero Foster señala un escollo importante. “Para dormir lo suficiente, mucha gente debería acostarse a las nueve de la noche. Desgraciadamente, la mayoría de nosotros no puede porque tenemos mucho que hacer, ya sea ayudar a los niños con los deberes o lavar la ropa; así que el peligro es que no nos acostamos cuando deberíamos. Otro factor probable es que otras personas sigan haciendo ruido a tu alrededor, ¿cómo vas a dormirte?”.
Según Foster, los defensores más entusiastas de este régimen de sueño son personas que pueden permitirse externalizar la administración de su vida personal. “Estos empresarios y gurús de la productividad tienen dinero para pagar a gente que les haga todo; imponer este horario a otras personas es punitivo y también jactancioso, ‘oh, qué buena persona que soy, ¿por qué no te parecés más a mí?’, cuando la verdad es que la mayoría de nosotros no nos lo podemos permitir”.
En la argumentación de Foster hay varias ideas excelentes, pero yo sigo deseando ser capaz de despertarme más temprano. ¿Me costará menos con el tiempo? La psicoterapeuta del sueño Heather Darwall-Smith no está muy segura. “Cada persona tiene un cronotipo que determina su reloj corporal; todo el mundo sabe que algunas personas son alondras mañaneras y otras, búhos noctámbulos”, dice. “Pero la verdad es que en su mayoría, la gente está en algún punto intermedio. Hay personas que se acuestan a las diez de la noche y se despiertan a las cinco de la mañana, una rutina que encaja con su cronotipo, pero muchos de nosotros no somos así; y no olvidemos que hay mucha gente a la que los turnos de trabajo le imponen estar en pie a las 5 de la mañana”.
En el cuarto día del experimento estoy malhumorada y hecha pedazos. Tuve que cancelar una salida al pub porque, oh sorpresa, una noche de vino no va bien con lo de despertarse al amanecer. También me volví insufrible. “¿Te acostaste tarde?” le pregunto a un colega que bosteza a la avanzada hora de las once de la mañana. Me dan ganas de decirle que llevo despierta SEIS HORAS ENTERAS, pero desisto. La gente podría sentir celos de mi autodisciplina.
El quinto día es el peor. Duermo hasta las 5:43 y desayuno un Magnum con pedazos de caramelo para compensar mi ausencia del pub. En la sexta mañana me va mejor. Tengo una entrega y el tiempo extra me viene bien para avanzar. El séptimo día es el de la infructuosa odisea en busca de un café. Me di cuenta de que salir a la calle me da mucho más ánimo y energía.
Decido hablar con personas, no famosas, que se las arreglaron para que lo del club de las 5 de les funcione. Jenny Wilson es cromoterapeuta y se levanta cada mañana a las 4:55. El resto de su familia duerme mientras ella se da una ducha rápida antes de empezar el día en la habitación de invitados. “La llamo mi hora mágica, porque cuando tengo ese tiempo para mí, el resto del día se desarrolla como por arte de magia”, dice.
El ritual de Jenny siempre es el mismo: 30 minutos de yoga seguidos por 20 minutos de meditación que termina expresando en voz alta sus intenciones para el día. “Después de eso estoy lista para preparar el desayuno de mis hijos y seguir con mi vida, significa empezar el día con una sensación de logro, de que ya hice cosas increíbles antes de que se haya levantado nadie”.
Tras leer el libro ‘El club de las 5 de la mañana’, la agente de libertad condicional Quynh Nguyen-Dang se impuso una rutina mañanera que sigue desde enero. Todas las mañanas pone su reloj inteligente a vibrar a las 4:30 y otra vez a las 5:00. Se pone la ropa de deporte, se sube al coche y conduce hasta su gimnasio local para una sesión de treinta minutos de cardio. “Es un trayecto precioso, muy tranquilo; la otra mañana me paré a contemplar las nubes rosadas; cuando estoy en el gimnasio, suelo mandar correos electrónicos y actualizar las redes de mi negocio de moda mientras pedaleo en la estática; el día tiene un número de horas limitado y esa es una forma genial de avanzar; es como una sociedad secreta; todas las mañanas veo al mismo grupo de mujeres; después, todas hacemos cola frente al espejo, nos peinamos y nos preparamos para ir a trabajar”.
Pero adoptar un régimen tan estricto también tiene su costo. “A las 9 de la noche me convierto en calabaza”, dice. “Me siento mal cuando tengo que decir que no a ver a gente después del trabajo, pero los fines de semana suelo dormir hasta más tarde”.
El octavo día me levanto sin despertador a las 5:04. La mañana me llama. ¿Salgo de la cama para aprovechar el día? No lo hago.
Decido volver a mi horario habitual, pero ahora con una nueva concentración. La semana no fue una pérdida de tiempo, ni mucho menos. Me ayudó a comprender cuánto tiempo perdía antes, sobre todo por las mañanas. Lo que importa no es a qué hora te levantás, sino cómo utilizás los valiosos minutos de los que disponés.
Traducción de Francisco de Zárate.
DAr

Sociedad
El BID otorgó un premio millonario a una empresa de San Juan por el software que creó

Los integrantes de una empresa tecnológica generaron un traductor de lenguas originarias.
El femicidio de una mujer de una comunidad de pueblos originarios sufrió demoras en la justicia por la barrera idiomática. A partir de este problema, un equipo de una empresa tecnológica de San Juan creó un software que achica las distancias de entendimiento y permite que la Justicia de Chaco pueda asistir mejor a sus pueblos originarios. Con este proyecto, en el que trabajaron cerca de 6 meses, compitieron a nivel nacional y quedaron entre los 10 mejores. Fueron reconocidos por el Banco Interamericano de Desarrollo, que les entregará 15.000 dólares para seguir desarrollando la propuesta. El creador de la firma, Federico Fernández, contó cómo fue el proceso y dijo que hay oportunidades de mejora de este servicio usando las herramientas de las nuevas tecnologías.
La empresa liderada por Federico Fernández, que cuenta con oficinas en la capital sanjuanina y en Capital Federal, logró este reconocimiento internacional al crear una plataforma digital que soluciona un problema histórico.
Según explicó, compitieron con iniciativas de todo el país y finalmente eligieron a los mejores 9 proyectos. El criterio tenía que ver con buscar desde la economía del conocimiento mejoras para los servicios judiciales. La idea que generaron los sanjuaninos trabaja tanto superar las barreras idiomáticas como las geográficas en la provincia de Chaco.
El proyecto ganador surgió de un programa de concursos e incentivos lanzado en diciembre de 2024, durante la Semana de la Inteligencia Artificial. El proceso para sumarse al programa implicó una reunión con equipos de diversos poderes judiciales de distintas provincias. Presentaron dos proyectos: uno de ellos, enfocado en la modernización de un área muy específica de la justicia, que finalmente no avanzó y el vinculado a la Justicia chaqueña. El segundo logró superar todas las etapas, defendiéndose desde lo técnico y otros ítems.
Los sanjuaninos trabajaron con el equipo de soporte técnico del Poder Judicial de Chaco. A partir de ahí conocieron la problemática, que tiene que ver con los problemas y demoras que genera para los actores judiciales no conocer el idioma de algunos de los pueblos originarios que están en la zona, como las comunidades Wichi o Quom. Fernández citó el caso del femicidio de una mujer, en el que los organismos judiciales se encontraron con que la barrera idiomática les impedía comunicarse con la familia. Esto es una problemática central en la provincia del norte, donde existen un gran número de comunidades que tienen lenguas distintas al español.
Otra característica de Chaco que debían enfrentar las autoridades a la hora de trabajar con comunidades originarias eran las distancias. ‘Muchas veces había una persona que vivía en una zona selvática y para asistirla o en caso de que fuera necesario que recurra a la Justicia era muy complejo’, explicó Fernández. Para solucionar esto, generaron un programa de geolocalización de cada una de las personas, a las que solo tiene acceso la Justicia, para lo que deberán hacer un relevamiento.Es un tamaño de gran escala, explicó, con el que continuarán los organismos chaqueños.
La idea de los sanjuaninos es ambiciosa: ‘el objetivo es llegar a asistir con estas mejoras a 50.000 personas, para eso no solo está el desarrollo, también la infraestructura que necesita’, detalló el sanjuanino. A partir de ahora, les queda hacer una presentación oficial ante las autoridades del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Buenos Aires a mediados de noviembre. El objetivo de esta presentación es solicitar más fondos y apoyo tanto para la implementación completa en el poder judicial de Chaco como para la replicación de la solución en otras provincias.
Todo el trabajo surgió de la empresa tecnológica Abstic, que creó Federico junto a otros socios en el año 2015. El sanjuanino empezó a estudiar carreras vinculadas al sector en la UNSJ y luego se mudó a Buenos Aires, para continuar en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). Simultáneo creó su empresa en 2016, que se enfocó en la generación de soluciones y la modernización o digitalización para proveedores mineros de San Juan.
Con el tiempo, la empresa diversificó sus áreas de especialización, estableciendo tres pilares fundamentales: minería, salud y la digitalización y modernización del Estado. Es en este punto donde se encuadra el trabajo realizado por la pyme para desarrollar la mejora en Chacho. Además, tienen experiencias previas: en el sector salud, la empresa ya cuenta con clientes en clínicas de San Juan y Buenos Aires, mientras que en minería empezaron a trabajar desde 2019, aunque recientemente algunos de sus desarrollos están empezando a ejecutarse.
El equipo de trabajo está compuesto por diez personas: dos socios fundadores y ocho programadores o diseñadores, algunos de los cuales realizan ambas tareas. Los que participaron en el desarrollo que usarán en Chaco son Lucas Troncoso, Federico Fernández, Carlos Acosta, Nicolás Atienza, Eugenia Angillieri, Silvio Chávez, Alejandro Jaled, Luciana Tinto, Agustín Jofré, Roberto Fernández y Leonardo Carosio. Siete de los diez son sanjuaninos.

> Oportunidad para la Justicia
Federico Fernández explicó que hasta el momento no han trabajado con el Poder Judicial de San Juan (en la foto, parte de las tareas que realiza la Corte de Justicia sanjuanina), pero que existen muchas posibilidades de mejora para este sector del Estado a partir de las tecnologías.
El emprendedor, que además es parte de la comisión directiva de Casetic, explicó que del proyecto que ellos crearon un aspecto que se podría usar es ‘geolocalizar personas que están en situación de vulnerabilidad’. Además dijo que existen antecedentes de cómo la tecnología ayudó a este sector y puso de ejemplo al Poder Judicial de Mendoza que es ‘uno de los más avanzados del país’.
En San Juan también se han dado mejoras de este tipo. En los últimos años el Poder Judicial local aplicó cambios en el procesamiento de datos usando IA para los deudores a Rentas, también digitalizó muchos de sus procesos para mejorar los tiempos. Para Fernández, la capacidad que tiene la tecnología de enriquecer el servicio judicial todavía tiene un largo camino por delante.
/DC
Actualidad
Nuevo sorteo de IPV: casi toda una localidad se inscribió para un barrio

En el tercer día de inscripción, siguen en ascenso los números récord de inscripciones.
Sigue la inscripción para el sorteo de 344 viviendas, en 7 barrios de IPV, y en el tercer día de inscripciones se destacó una particularidad. Y es que casi toda una localidad se postuló para las viviendas deshabitadas, de un barrio que ya se entregó.
Se trata de Sorocayense, en Calingasta, para el que se puso a disposición el sorteo de 7 casas del barrio El Puerto. De acuerdo a datos de IPV, el 85% de los empadronados de esa localidad ya se inscribieron.
La semana pasada, en el barrio “El Puerto” hubo polémica en el primer sorteo, realizado en la gestión de gobierno anterior. “Recuperamos 7 casas de familias que salieron sorteadas pero no eran ni siquiera de Calingasta. Tenemos un compromiso con las familias de esa localidad porque necesitan las viviendas”, aclaró la semana pasada la directora de IPV, Elina Peralta.
Las inscripciones se extenderán hasta el 8 de septiembre y el trámite es 100% online. Se deberá realizar a través de la página oficial del IPV (https://ipv.sanjuan.gob.ar/). Cada grupo familiar podrá elegir un único barrio para participar del sorteo.
Podrán inscribirse personas con domicilio en los departamentos de Calingasta (solo Sorocayense), Pocito, Rawson, Rivadavia, Santa Lucía, Capital, San Martín, 25 de Mayo, Sarmiento y Angaco.

Importante: las personas que residan en el Gran San Juan (Capital, Rivadavia, Rawson, Santa Lucía y Chimbas) solo podrán inscribirse para las viviendas disponibles en el barrio Los Surcos, de Chimbas.
Barrios y viviendas disponibles
- Tierras del Norte – 62 viviendas (Angaco)
- El Puerto – 7 viviendas (Calingasta, Sorocayense)
- Los Surcos – 5 viviendas (Chimbas)
- El Jagual – 13 viviendas (Pocito)
- Solares del Sur – 190 viviendas (Sarmiento)
- Caraballo II – 61 viviendas (San Martín)
- Tehul – 6 viviendas (25 de Mayo)
/DLPSJ
Sociedad
Antes de que termine septiembre, el gobierno presentará el Plan de Salud Mental

La iniciativa incluirá capacitaciones a personal de salud, policías y fuerzas de seguridad, además de una web para consultas y denuncias.
En el marco del Mes de la Prevención al Suicidio, el Gobierno de la provincia de San Juan presentará un Plan de Salud Mental, que ya fue anticipado desde principios de este año. Uno de los puntos que se dieron a conocer es el comienzo de las capacitaciones a todo el personal de salud, policías y personal de seguridad.
Según lo que informaron las fuentes consultadas, esta novedad fue confirmada durante la reunión de la Comisión Provincial de Salud Mental de este lunes 1 de septiembre. El plan se viene diseñando desde hace un tiempo y el Mes de la Prevención al Suicidio pareciera el ideal para presentarlo.
Dentro del plan se explican los criterios para tratar a los usuarios que padecen de enfermedades mentales, el acompañamiento a sus familiares y la mejor formación para el personal que tenga contacto con ellos.
El contexto no es solamente el mes de septiembre que habla del cuidado mental. Si no, que San Juan efectivamente atraviesa una crisis en el sector. El ministro Amílcar Doblabez, a principios de este año, reconoció que después de la pandemia hubo un “crecimiento exponencial” en la demanda de atención en salud mental.
El funcionario, quien además es médico, aseguró que esta problemática genera gran demanda y afirmó que en ese entonces estaban trabajando para satisfacerla.
Siete meses después, finalmente la Comisión Provincial de Salud Mental creada por la Ley 2491 Q se reunió y abordaron los multitudinarios conflictos que San juan atraviesa en cuanto al área. Para encabezar la primera concentración, estuvo presente la ministra de Gobierno, Laura Palma.
Lo que se dio a conocer luego de la reunión, es que piensan implementar una web para que familiares y usuarios del sistema de salud mental realizaran consultas y denuncias
A esto se suma una serie de capacitaciones a todo el personal de salud, especialmente, los que trabajan en contacto con pacientes en los diferentes servicios de Urgencias de la provincia.
La idea es que los profesionales de la salud puedan reconocer los casos más graves y que necesitan una atención urgente. Una vez que se identifiquen estos casos se buscará que estas personas y sus familiares reciban la contención que necesitan.
Pero esto no es todo, porque además de las capacitaciones para el personal de Salud, se buscará que efectivos de las fuerzas de seguridad o el personal de Justicia también tengan ciertas herramientas para reconocer que puedan solicitar la asistencia de especialistas en caso de que sea necesario.
/C13
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