“Que la escuela no duela”. La frase pertenece a Eduardo Sotelo, un profesor de educación física que se convirtió en un divulgador sobre autismo y otras neurodiversidades. Como tantos otros profesionales de la educación, Sotelo ve a diario cómo el sistema no está preparado para albergar a niñas y niños que pertenecen al espectro autista. Escuelas que se vuelven expulsivas para las familias TEA, que sufren a diario la discriminación de instituciones públicas y privadas. Escuelas que duelen porque no saben, no pueden o no quieren ser inclusivas.

El caso de la familia de Rodrigo Rey, a cuyo hijo con TEA el Instituto José Manuel Estrada, de City Bell, no le quería renovar la matrícula para el ciclo lectivo 2025, visibilizó lo que le ocurre a miles de familias en todo el país. En el caso de Rey, el Club se solidarizó públicamente, los jugadores salieron a la cancha con una camiseta que decía “Con los hicos no” y un comunicado del arquero denunciando el acto de discriminación dieron marco e impulso a la cautelar que en los últimos días ordenó al colegio matricular a Benicio y a su hermano.

Pero hay miles de familias anónimas que deben batallar en la justicia porque sufren las políticas expulsivas y la negativa a otorgar vacantes. También padecen la falta de apoyos y acciones de los sistemas educativos y las y los niños no son verdaderamente integrados al sistema de aprendizaje. Esto ocurre, en muchos casos por la falta de capacitación de autoridades y docentes, que no saben cómo incluir en las aulas a estudiantes neurodiversos.

En ese marco, cobra relevancia la iniciativa que obtuvo media sanción en el Senado de la provincia, que busca que el distrito con mayor currícula de estudiantes de toda la Argentina tenga una mirada inclusiva en todos sus estamentos.

Con la firma del Senador provincial de Unión Por la Patria, Emmanuel Santalla, el proyecto de ley busca “Promover la capacitación docente y al personal técnico-administrativo, profesional, auxiliar y de servicio obligatoria, permanente, gratuita, actualizada y continua”.

El punto nodal para que la capacitación sea una realidad y no quede solo en la letra de la ley es la obligatoriedad de los cursos. Además, que la capacitación sea gratuita y con puntaje, lo cual es un incentivo para las o los docentes.

Según revelaron a Ámbito fuentes cercanas a Rodrigo Rey, el arquero de Independiente tomó contacto con el senador Santalla y respaldó el proyecto de ley. “Es más que importante, hay muchas herramientas para desarrollar en leyes para ayudar a las familias y que estén más protegidos desde esa área”, expresaron en el entorno del jugador.

El proyecto fue aprobado por unanimidad en el Senado provincial y ahora espera ser tratado primero en la comisión de Educación y luego en las comisiones de Legislación General, Asuntos Constitucionales y Justicia de la Cámara de Diputados bonaerense.

La capacitación buscará no solamente dar herramientas para la inclusión de estudiantes con TEA. También apunta al acompañamiento a sus familias y a la disposición de aulas y ambientes educativos amigables en cuanto a los sensorial y al entrenamiento de la mirada de las y los docentes para la detección temprana de posibles casos.

Se calcula que un niño cada cuarenta pertenece al espectro autista. Es decir, al menos un niño/a por aula. Lo que muchas familias reportan es que, ante las dificultades de inclusión y aprendizaje, en muchos casos la respuesta del sistema es que el o la estudiante cambie de escuela. Pero el paradigma debería ser a la inversa: que los colegios se adapten a los niños y no al revés.

En su artículo primero, el proyecto señala que el objetivo central es “capacitar, sensibilizar y concientizar a la comunidad educativa de los niveles obligatorios de todas las modalidades del Sistema Educativo Provincial sobre discapacidades, neurodiversidades y/o diversidades cognitivas”.

También establece la realización de dos jornadas por año para la concientización de toda la comunidad educativa en la temática.