Cada primavera, miles de sanjuaninos sufren las consecuencias del polen y la sequedad ambiental. El arbolado urbano, el clima y los hábitos cotidianos se combinan en un escenario que potencia las alergias respiratorias.
Cuando las veredas se cubren de una fina capa de pelusa y el viento levanta más que hojas, muchos vecinos saben que empieza la temporada de estornudos, picazón y ojos irritados. Las moras y los plátanos, dos especies históricas del arbolado urbano, vuelven a protagonizar las conversaciones de primavera. Sin embargo, el problema no radica únicamente en estos árboles, sino en un conjunto de factores que hace que el aire se vuelva literalmente más pesado.
Sanjuan8.com conversó con la doctora en inmunología Adriana Sánchez, quien explicó por qué la estación primaveral se ha convertido en un desafío respiratorio para miles de personas. Desde su mirada médica y ambiental, desglosó un fenómeno que combina biología, clima, urbanismo y hábitos cotidianos.

Una estación con “alta carga alergénica”
Sánchez describe a esta época del año como un momento de alta carga alergénica, donde confluyen muchas especies vegetales liberando polen al mismo tiempo.
“Durante la primavera se produce una mayor variedad de pólenes en el ambiente. A eso se suma nuestra baja humedad y los vientos fuertes, que transportan las partículas durante más tiempo y más distancia”, explicó.

Este cóctel de factores naturales hace que las partículas permanezcan suspendidas en el aire y actúen no solo como alérgenos, sino también como irritantes respiratorios. En personas sensibles, el resultado son cuadros de rinitis, conjuntivitis y, en algunos casos, asma.
A diferencia de otras regiones, aquí los vientos secos y la falta de lluvias impiden que el polen se asiente, potenciando los síntomas.
El papel del viento y la sequedad
Los días de viento no solo son molestos: también son los más críticos desde el punto de vista inmunológico. “Cuando el aire es muy seco y se suma el viento, las mucosas se irritan. Esa irritación vuelve más frágiles las vías respiratorias y aumenta la sensibilidad a los alérgenos”, explicó la especialista.

El fenómeno no distingue edades: tanto adultos como niños pueden ver afectado su descanso, su rendimiento y su concentración, especialmente cuando los síntomas se prolongan varias semanas.
Un arbolado heredado de otra época
La presencia masiva de moras y plátanos no es casual. Forman parte de una planificación urbana antigua, pensada en tiempos en que la prioridad era la sombra y la resistencia, no la salud ambiental.

“Se plantaron en masa especies de alto potencial alergénico, muchas de ellas macho, que producen más polen. Además, hubo poca diversidad vegetal, lo que aumentó la concentración de partículas en el aire”, detalló Sánchez.
Hoy, esa herencia se combina con el crecimiento urbano y la contaminación, generando un escenario que se repite cada primavera. “Podría mejorarse si se priorizan especies con bajo potencial alergénico y mayor diversidad. Por suerte, esa mirada empieza a tenerse en cuenta”, agregó.

Del plátano al cina-cina: la evolución del arbolado sanjuanino
El trazado verde de las calles sanjuaninas tiene una historia que comenzó tras la reconstrucción de la ciudad a fines de la década del ’40. En aquel entonces, se eligieron los plátanos (Platanus), árboles europeos que pueden alcanzar los 55 metros y que fueron valorados por su resistencia y sombra. Sin embargo, el clima árido de la provincia transformó sus hojas en una fuente de pelusa altamente alergénica, que hoy complica a miles de vecinos.

En los años ’70 y ’80, con la expansión urbana, la morera (Morus) se convirtió en la especie predominante del Gran San Juan, llegando a representar el 60% del arbolado. Aunque muchas veces se le atribuye la rotura de veredas, los especialistas coinciden en que el problema radica en la forma de plantación y mantenimiento, no en el árbol en sí.
La década del ’80 trajo el auge del paraíso, que fue diezmado por una micosis, y luego el entusiasmo por el lapacho rosado (Handroanthus impetiginosus), una especie sudamericana que no logró adaptarse al clima seco. En los 2000, el braquiquito (Brachychiton populneus) ganó popularidad por su rápido crecimiento, aunque con el tiempo muchos vecinos pidieron su erradicación por su gran porte y la dificultad de mantenimiento.

La crisis hídrica de los últimos años marcó un punto de inflexión: comenzó el regreso a las especies autóctonas, como las acacias, los algarrobos y la cina-cina (Parkinsonia aculeata), que se adaptan mejor a la falta de agua gracias a raíces pivotantes que alcanzan las napas profundas. Junto a ellas, también prospera el olivo de Bohemia, una exótica resistente de hojas bicolores.
Hoy, el desafío del arbolado urbano no solo pasa por ofrecer sombra, sino por garantizar una convivencia sostenible entre la naturaleza, el clima y la salud de quienes habitan la ciudad.
Polución, cambio climático y nuevas condiciones urbanas
El avance del cemento, el aumento del tránsito y la contaminación atmosférica agravan el cuadro. Las partículas del polvo urbano se mezclan con los pólenes y prolongan su permanencia en el ambiente. A esto se suman los efectos del cambio climático: estaciones de polinización más largas y concentraciones más elevadas.
Sánchez sostuvo que “las estaciones polínicas se han extendido y los pólenes se movilizan más tiempo. Esto ocurre con mayor frecuencia en zonas urbanas, donde los síntomas respiratorios se desarrollan más fácilmente”.

El resultado es un aumento de diagnósticos y una mayor conciencia médica y social sobre cuadros que antes se minimizaban.
Un problema cotidiano, pero no menor
La rinitis alérgica, muchas veces vista como un mal pasajero, puede tener consecuencias profundas. “Impacta en la calidad de vida: afecta el descanso, el rendimiento laboral o académico y puede derivar en asma. Además, la automedicación puede complicar el cuadro”, advirtió con cierto tono de concientización.
El sistema sanitario también lo siente. Las consultas por síntomas respiratorios aumentan en primavera, y los tratamientos preventivos resultan mucho más efectivos que las urgencias.
La especialista subrayó la importancia de la información pública: “Difundir los síntomas y las medidas preventivas es clave. Que la población reconozca lo que le pasa y sepa cómo actuar puede hacer una gran diferencia”.
Cómo reconocer una reacción alérgica
Los síntomas más comunes incluyen picazón en la nariz, ojos, garganta, boca o piel; ojos llorosos y lagrimeo constante; congestión nasal, tos persistente, pérdida parcial del olfato, oídos tapados, dolor de cabeza, irritabilidad, fatiga y ojeras con hinchazón debajo de los ojos.
La doctora Sánchez remarcó que no deben subestimarse, ya que la rinitis alérgica puede afectar la calidad de vida, alterar el descanso y el rendimiento laboral, e incluso evolucionar hacia cuadros asmáticos si no se trata adecuadamente.
Resfriado o rinitis: cómo diferenciarlos
El resfriado común, explicó la profesional, es una infección viral de las vías respiratorias altas, causada en la mayoría de los casos por rinovirus. Suele durar entre 7 y 15 días y se caracteriza por congestión nasal, estornudos, dolor de garganta, tos y, en ocasiones, fiebre y dolores musculares.
La rinitis alérgica, en cambio, no es una infección, sino una reacción inmunológica ante una sustancia alergénica. Los síntomas aparecen rápidamente tras la exposición al polen o al polvo, y no suelen incluir fiebre. Además, se prolongan mientras dure el contacto con el alérgeno.
Para la rinitis alérgica, el primer paso es identificar los desencadenantes y reducir la exposición. Mantener los ambientes limpios, usar aspiradora, ventilar fuera de los horarios de viento fuerte y evitar automedicarse son medidas clave.
Los tratamientos incluyen antihistamínicos, corticoides o descongestionantes, según el cuadro. En casos crónicos, puede indicarse inmunoterapia, una vacuna que disminuye progresivamente la sensibilidad al alérgeno.
En cambio, el resfriado común, al ser viral, se trata de forma sintomática: reposo, hidratación y control de la fiebre. Los antibióticos no tienen efecto sobre los virus y solo deben usarse si hay indicación médica.
Repensar la ciudad desde la salud
La inmunóloga planteó que es momento de mirar el arbolado desde un enfoque sanitario. “Podría hacerse una planificación del recambio progresivo, teniendo en cuenta el mapa del arbolado actual y priorizando especies menos alergénicas. Es posible tener una ciudad verde sin comprometer la salud respiratoria”, reflexionó.
Repensar la ciudad desde la salud
La inmunóloga planteó que es momento de mirar el arbolado desde un enfoque sanitario. “Podría hacerse una planificación del recambio progresivo, teniendo en cuenta el mapa del arbolado actual y priorizando especies menos alergénicas. Es posible tener una ciudad verde sin comprometer la salud respiratoria”, reflexionó.

Más que una cuestión estética, se trata de repensar la convivencia urbana con la naturaleza y aprender a cuidarla sin que eso signifique poner en riesgo el bienestar de la población.
Claves para sobrellevar la temporada
- Evitá actividades al aire libre en días de viento.
- Mantené las ventanas cerradas y usá gafas o barbijo al salir.
- Cambiá la ropa al volver a casa.
- Consultá al médico antes de tomar medicación.
- Elegí especies de bajo potencial alergénico para plantar.
Por Gabriel Rotter.
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