Ahora San Juan entrevistó a más que un actor local, a un hombre de valores: “la lealtad hasta por sobre el amor, la humildad y la amistad. Me gusta que la gente me quiera, por eso trato de hacer acciones buenas”. Alberto es parte del elenco de la miniserie nacional que se está rodando en nuestra provincia: “Martina Chapanay, mujer de cinco mil batallas”, encarnando a un sargento. “La industria cinematográfica es extraordinaria. San Juan debería potenciarla”, resaltó. Sociable, trabajador, emprendedor, perseverante; lleva su amor por la arquitectura y la construcción en conjunto con una pasión por la actuación que surgió casi por accidente.
Rubiño, este grandote de alma carismática y largas piernas inquietas, no solamente adora “profundamente a las personas”, como acotó, sino que no les teme a las dificultades de la vida y hace frente a lo que venga para lograr sus metas. “Hoy hay mucho odio, preocupación en la belleza, la juventud y el dinero. Los cuales son circunstancias solamente. La sociedad sería mejor si entendiera que cuando morimos se acaba todo”, indicó. Confesó que tiene dos sueños: “Uno es llegar a construir una clínica para que trabajen tres de mis hijos que están en el rubro de la medicina. Y el otro es poder escribir dos cuentos que ya tengo pensados: el primero es fantástico, de cuando era joven y el otro fue ideado junto a mi amigo que falleció (Frito). Acerca de un hombre que está en coma y todo lo que a éste le sucede. Lo haría en su honor”.

Alberto llegó al mundo de la actuación casi por accidente: «En el 2002 fuimos a vivir a San Luis, donde me enteré que se estaba rodando una novela en la que actuaba Andrea del Boca (Sálvame María), y estaban buscando escenógrafos. Me presenté y así comencé. Luego pasé a tener papeles de extra, siempre pensando que sería algo pasajero. Ya que, en realidad, apuntaba a un trabajo en la Secretaría de Obras de la ciudad». Sin embargo, el hermano de la protagonista, contó Rubiño, que lo vio y aconsejó para un papel mayor: «Me llaman y me dicen tu personaje va a ser de Daniel, hermano de Juan Palomino, salís de la prisión y buscas venganza. Haría de malo. Filmé algunos capítulos'». Y con el tiempo la magia de la televisión lo sedujo:
«Me resultaba muy fácil. No me corregían nada. Siempre tuve personajes secundarios con diálogos cortitos pero interpreté los papeles tal como el director me lo pedía«.
Luego, explicó que concurrió a un casting para hacer de guardaespaldas en una película mientras estaba trabajando en la Secretarías de Obras en la ciudad puntana. Agregó que le había salido un proyecto de construcción en San Juan, el cual aceptó: «A los meses me avisa mi esposa que me llamaron de la productora de la película ‘Tres de Corazones’ en la que el director, Sergio Renán, estaba interesado en mí para un personaje de guardaespaldas. En el elenco estaban China Zorrilla, Nicolás Cabré, Mónica Ayos, etc». Aclaró que aceptó y mantuvo ambos trabajos en paralelo viajando de una provincia a la otra. «Parece ser que hay algo entre mi cara y la cámara que hace que guste. De una sola escena terminé haciendo varias, e hice sonar a Nicolás Cabré en una de ellas», exclamó entre risas. Y recalcó que esta experiencia fue la mejor ya que le significó un avance en su carrera de actuación.



–¿Cómo se resume el proceso de grabaciones que haces?, preguntamos a este “villano”, bonachón.
-«Se hace una escena para tomar posición, luego un ensayo general y la filmación final«, resumió.

Un desafío que enfrenta cada día es su dislexia: “La actuación te descubre, yo soy disléxico, me cuesta escribir y leer si me concentro demasiado, no tengo mucha memoria y es por eso que siempre le tuve miedo al teatro. Esto lo arranqué a mis 40 años, aunque me hubiera encantado hacerlo desde chico”, describió. Y alegó que: “Actuar se aprende actuando”.

Entre lo aprendido, señaló: “El cine es diferente al teatro, el primero es más pausado, con gestos menores, más tranquilo y el segundo debe ser todo más exagerado, ampuloso, hablar más fuerte. Un ejemplo es ‘Esperando a la Carroza’, la cual es una película de cine presentada en un formato como si fuera de teatro. Es por eso que a algunos les gusta mucho”.

La biografía de Alberto, el «Pipi», Rubiño contada desde sus mejores recuerdos: Tiene 57 años nació en San Juan en Villa del Carril. Alto y de corazón tan grande como sus sueños y sus ganas constantes de hacer amigos. Vecino de Concepción o «Pueblo Viejo«, estudió en la escuela Superior Sarmiento y luego en la escuela técnica Ing. Rogelio Boero. Además, tiene una historia magnífica de perseverancia con la facultad de arquitectura. Donde con sólo la tesis pendiente desde el año 2000 que rindió su última materia; después de veintiún años retomó sus estudios: «Nuestro primer hijo venía en camino cuando con mi esposa estábamos estudiando, ella recién empezaba magisterio y yo en cuarto año de arquitectura. En mi caso, el cursado fue el más tedioso. Todo era dibujar, con horas trastes en el tablero. Trabajando, criando los chicos, se hizo cuesta arriba terminar. En el 2000 rendí urbanismo II que fue la última«. Para su sorpresa, detalló que se quedó sin trabajo cuando estaba haciendo su tesis: «Estuve vendiendo ropa y perfumes casa por casa, entre otras cosas, y tuve que postergarla».

Este gran aventurero de la vida, mencionó que, en los 90′ bajo el gobierno menemista todo se les hizo cuesta arriba: «Había un alto grado de desempleo, me tocó hacer de todo para subsistir, desde albañil hasta consultor del Banco Mundial en los programas Trabajar«.
Hoy, su familia está compuesta por: su esposa Laura desde hace 30 años, sus hijos Gerónimo (28) Guillermina (25), Valentina (21) y Oriana (16). «Me siento orgulloso de todos, mi hijo es un genio y mis hijas son preciosas e inteligentes. La más chica es creativa, una artista», indicó entre suspiros de papá enamorado.


Proveniente de raíces humildes, advirtió que con sus padres vivieron en una casa de adobe con piso de tierra. Su infancia no fue fácil, pero la recuerda como buena y con anécdotas significativas. «No olvido cuando lloraba para no quedarme en el jardín y mi papá se devolvía en su Siambretta 125. Me buscaba y me llevaba a la casa de mis abuelos paternos. Me quedaba a dormir con ellos y me tranquilizaba. Era algo que le hacía con frecuencia, lo manipulaba de esta manera«, confesó entre risas.
Declaró que cuando él tenía 6 años, su padre viajó a EEUU en búsqueda de una mejora económica y permaneció allá por 4 años. En este punto comentó: «Todo cambió, porque cuando regresó, fuimos a vivir a barrio Mitre donde tuve mis mejores momentos, conocí gente extraordinaria. Era un lugar lleno de niños, ahí viví por 25 años«. Entre sus añoranzas sumó: «Partidos de fútbol con mi amigo ‘el rata’ al arco, qué capo!, el Negro Aguilera que ya falleció, los Torres (que nos hacían rabear), el Alfredito Sánchez que también falleció (el ‘Frito’). Los recuerdo a todos con mucho cariño, la pasábamos excelente. Andar en bicicleta, ir a lavar la pileta del colegio Don Bosco con el padre Rosas que nos hacía un bizcochuelo (aclarando que soy agnóstico). Me encantaría que mis hijos hubieran podido vivir esa infancia y adolescencia«.

Para él, su historia tuvo gran protagonismo en barrio Mitre: «Éramos un ejército. Jugábamos y cada uno de nosotros aportaba cosas al grupo«. Y aquí comentó que en el cuento fantástico que tiene ideado, usa la memoria emotiva: «El aroma de los paraísos me lleva instantáneamente a una tarde de primavera, mientras jugaba en el pasaje de mi casa a la pelota con mis amigos, luego nos sentamos en la vereda entre estos dos grandes árboles que teníamos y sentimos su olorcito fresco. Todos en la calle, despreocupados«. Este artista soñador, explicó que su cuento tiene que ver con ese recuerdo tan vívido para él. Y, especificó, que todos los años le sucede lo mismo en esta estación.
Entre las cosas que destaca de los protagonistas de aventuras en su infancia, están: «Jorge, ‘el rata’, era muy creativo. Me acuerdo cuando quiso hacer autos de plásticos, cohetes. Hicimos un cine, él recreaba programas de radio. Y cuando nos juntábamos los tres (con el Frito) era una locura, muy divertida. Alfredito era un lector muy apasionado. Con ellos jugábamos a las carreras en esos autos de plásticos, en el patio grande de Alfredo«.
Dejó entrever la nostalgia de sus vivencias en el San Juan de aquel entonces: «Cómo olvidar al baldío del ingeniero Bosques, tenía muchos bloques de hormigón y nosotros se los rompíamos sin querer porque hacíamos casitas, imaginábamos que estábamos en la guerra. Decir que nuestra infancia fue hermosa es poco, si hacemos una película la ficción nunca superaría a la realidad«. Además, mencionó, que, en aquel entonces, detrás de la terminal venían los circos y parques de diversiones: «Yo me iba a ayudarles a parar sillas, a darle de comer a los animales y me daban entradas para mis amigos y yo«. Y en la misma terminal, explicó que también cargaba las valijas de la gente en los taxis a cambio de dinero para comprar golosinas.
En la actualidad, se dedica a la construcción junto a su hermano Orlando con quien tiene una pequeña empresa: «Hacemos proyectos, cálculos, dirección, etc». Como hobby mencionó que va al campo: «Me gusta viajar en auto y estamos con mi esposa conociendo nuestra provincia sanjuanina, vamos a distintas partes y nos gusta hacer trekking. Caminamos los dos solos en las montañas«.


Un hombre multirubros: Alberto nunca se quedó quieto, la clave para este señor, maestro de la adaptación en la vida, es nunca darse por vencido: «Estuve 12 años al frente de un local de ropa, trabajé muchas veces en la Fiesta del Sol (desde la primera que se hizo), hice cortos, uno resultó premiado por el INCAA en Francia (Historias breves: Deolinda). Estuve en un documental ficcionado que se llama ‘La verdadera historia de la Difunta Correa’ haciendo del comisario Rancagua, participé de un video musical, trabajé en una película española que se llama Hotel Tívoli . Y luego, al comenzar en el rubro de la construcción con mi hermano, me alejé de la actuación por falta de tiempo».

Retomando la conexión con la magia actoral: «Ahora me llamaron para audicionar para una miniserie del INCAA sobre Martina Chapanay. Una historia hermosa. Quedé elegido para un personaje de sargento, es una trama que pone en foco a la mujer. Trabaja Paloma Contrera, Charo Bogarín, entre otros. Una muy linda producción. El director ha tomado cosas muy interesantes».


Un consejo que dejó para los actores iniciantes: “Estudien, acá hay una escuela de cine: ENERC. La cual es muy completa. Ahí participé de varios cortos”, manifestó.
Sus películas favoritas: “Cinema Paradiso” y “I’ am Sam”. “El cine argentino también es muy bueno con actores excelentes: “Como Miguel Ángel Solá, Ricardo Darín, Héctor Alterio. Hay muchos que te hacen involucrar en la historia y creertelá. Como es el caso de ‘9 reinas’”, sentenció. Las metas cumplidas que señaló fueron darles casa y estudio a sus hijos, recalcó que disfruta de la familia, de hacer trekking, de viajar, y que su lugar preferido es Cuba: “Es un lugar soñado”.

Para cerrar, compartió una frase que lleva como lema: “El que no camina de joven, corre de viejo”. A lo que sumó: “Me parece muy sabia y acertada ya que lo revolucionario es recibirse rápido”.
