NacionalPolítica & Economía
Alberto Fernández: «yo sabía que iba a tener que tomar decisiones y esperaba que me acompañen pero no todos me acompañaron»

El presidente de Argentina, Alberto Fernández, reconoció el distanciamiento que existe con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, aunque aclaró que él sigue apostando a la unidad de la coalición peronista Frente de Todos para evitar que vuelva a gobernar la derecha que empobreció al país.
«Es evidente que no tenemos la misma mirada en todas las cosas. Yo sabía que iba a tener que tomar decisiones y esperaba que me acompañen pero no todos me acompañaron. Yo respeto eso», dijo al referirse al rechazo del kirchnerismo al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Hace una semana, un grupo de intelectuales , algunos de ellos asesores presidenciales–referentes de la cultura, la política y la comunicación– dio a conocer una carta donde remarcaban la importancia de mantener unido el bloque del Frente de Todos «para evitar el retorno del neoliberalismo a la Argentina y la región». Otro importante grupo de intelectuales ligados a Cristina Kirchner –también referentes de la cultura, la política y la comunicación– dio a conocer una respuesta, destinada a abrir «el debate en el campo nacional y popular», con el título de «Unidad en el campo popular: moderación o pueblo», que se reproduce a continuación:
Unidad del campo popular: moderación o pueblo
Bienvenido el debate en el campo nacional y popular. Bienvenida la discusión entre compañeros y compañeras.
Bienvenido el intercambio de ideas y la explicitación de los posicionamientos y matices sobre cómo avanzar en la construcción del programa político, económico, cultural y social latinoamericano.
El debate público es una fortaleza de todo proyecto político nacional y popular. Nunca es una debilidad.
El concepto de unidad es estratégico y, como tal, está sometido a una serie de tensiones y discusiones.
¿Queremos la unidad? Por supuesto que sí. Unidad como concepto estratégico.
Para que sea posible, es necesario dotarla de sentido; dejar que aparezca lo que ha estado y sigue estando por fuera de ella: las políticas que le dieron origen; la memoria histórica que la habilita. Es necesario polemizar con una operación que despolitiza: aquella que sustituye la discusión de las políticas que estructuraron la unidad por la apelación aislada a la palabra unidad.
La unidad no se mantiene porque se la nombre. Se mantiene si continúan activas las políticas que le dieron origen. Es desde el exterior de sí misma que la palabra unidad toma sentido. Hay unidad porque hay otra cosa que justifica que la unidad exista. Esa otra cosa son las políticas que la estructuraron. La negación de ese exterior constitutivo de la unidad despolitiza la discusión de las tensiones de la unidad.
Las crisis suelen resolverse con la apelación a lo obvio: la unidad política requiere de permanente debate político. Ello es lo que falta y a eso convocamos. En este sentido, un grupo de compañeros y compañeras proponen, en un reciente documento, una discusión en la que el gobierno del Frente de Todos parece no tener ni origen ni sujeto. Por un lado, la palabra unidad flota en un vacío autosuficiente, como si no hubiera sido consecuencia de acuerdos entre diversos sectores políticos. Por el otro, el sujeto al que debieran dirigirse las políticas públicas -la base electoral del Frente de Todos- es apenas nombrado en un par de párrafos rápidos. Ni la memoria colectiva, ni el pueblo trabajador, ni la base social del Frente de Todos son protagonistas. Apenas hace alguna referencia lejana a mantener la “unidad para construir la transformación material progresiva sobre la cual se despliegue el día a día de las trabajadoras y los trabajadores y sus familias”.
Los términos “Macri”, “macrismo”, “Juntos por el Cambio”, “sistema financiero”, “precarización”, “concentración”, “desigualdad” no son utilizados en el documento citado. No hay oponente concreto. En el mundo del consenso, y en las formas suaves del lenguaje, no hay lugar para oposiciones fuertes ni para el desarrollo de conflictos. Hay un lenguaje de la política encapsulado.
Mientras tanto, la política gubernamental ha llegado a su punto más trágico: la preparación de escenarios de anuncios donde no se realizan anuncios. Es la práctica fallida de anticipar políticas que no se concretan: el mismo gobierno genera las expectativas y la defraudación de las expectativas. Allí irrumpen los instantes crueles en donde la moderación se transforma en impotencia. Deciden bajarle la intensidad a la política y, como efecto no deseado, suprimen a la política. Proponen ir despacio pero terminan inmóviles. Pretenden hablar suave pero se vuelven inaudibles. Todo lo que se presenta moderado termina siendo débil y sin capacidad transformadora. Es necesario recordarlo: los gobiernos no se evalúan por sus intenciones, sino por sus realizaciones.
Juntos por el Cambio ha construido su identidad, supuestamente racional e institucional, en contraste con otra “irracional y extrema”, la de los partidarios y partidarias de la actual vicepresidenta. Trasladar ese criterio de legitimación política desde afuera hacia adentro del Frente de Todos estaría más en línea con la eliminación del adversario que con el compromiso de ampliar el debate político.
Las crisis se superan muchas veces con redundancia: las diferencias políticas se resuelven con más política. A eso convocamos a los compañeros y compañeras que, lo sabemos, están plenamente comprometidos con la ampliación de la discusión pública.
A riesgo de ser repetitivos: el problema del documento con el cual estamos dialogando, a nuestro juicio, es que, en sus páginas, no resulta nítido ni el origen de la unidad ni el sujeto destinatario de sus políticas. En ese sentido, la ausencia absoluta del nombre “Macri” es muy elocuente.
El expresidente neoliberal le entregó el gobierno al presidente Alberto Fernández con una economía 4% más chica de cómo la recibió, con una caída de 20 puntos de los salarios reales y con sendas crisis externas y de endeudamiento (público y privado) mutuamente reforzadas. Tampoco es cierto que entregó un país sin déficit fiscal: sólo cambió la composición de ese déficit a través del incremento del pago de intereses de su creciente endeudamiento. En paralelo, el gobierno macrista avanzó con la colonización y la cooptación de las herramientas de poder del Estado, sobre todo en materia de política económica.
Ni en aquel momento, apenas asumió el nuevo gobierno del Frente de Todos, ni ahora, en el documento con el que dialogamos, ha aparecido la decisión de describir con nitidez las ruinas que dejó este nuevo experimento neoliberal. Hay, por lo tanto, una doble renuncia al origen: a la constitución de la frontera con el macrismo, por un lado, y a la defensa del lazo representativo con los sectores afectados por ese proyecto neoliberal, por el otro. Esa doble renuncia es una sola: la nitidez del proyecto propio requiere de una clara diferenciación con el programa neoliberal.
El dilema que se presenta entonces es que cuando se pretende hablarles a todos se termina hablándole a nadie. Cuando se pretende no pelearse con nadie, se termina peleado con todos. El conflicto existe. No asumirlo, lejos de ampliar la base de sustentación, diluye, a los que no lo protagonizan, en la nada política.
Por eso, el problema de la unidad se resuelve reponiendo el origen y el sujeto destinatario de la unidad. No se soluciona con una apelación a la reducción de la intensidad (es decir, a la moderación). El problema más importante no es de velocidad ni de magnitud: es de orientación de las políticas.
Paradójicamente, la unidad a la que se convoca, en el marco de políticas regresivas, puede profundizar la crisis de la otra unidad: la de la base electoral del Frente de Todos. La unidad por arriba puede continuar desorganizando la unidad por abajo. Por eso, no se puede pensar la unidad desvinculada de las políticas que esa unidad expresa en términos de políticas públicas. En este sentido, insistimos, en las dimensiones de representación electoral y social: la “Unidad” del Frente de Todos se rompió en noviembre de 2021 cuando más de cuatro millones de electores que lo acompañaron en el 2019, ya no lo hicieron en las elecciones de medio mandato. Reconstruirla es el objetivo.
La debilidad de la diferenciación discursiva de ambos proyectos – el macrista y el de nuestro gobierno- se extendió al diseño de algunas políticas: en el último trimestre de 2020, con la centralización de la estrategia económica en torno a los lineamientos del FMI, comenzó un camino de ajuste relativo. Esta política económica se extendió hasta las elecciones PASO de 2021 (sólo comenzó a corregirse en el último trimestre de ese año). Si bien la crisis global producida por la pandemia sanitaria explica parte de la debacle electoral en las elecciones legislativas de 2021, no es el único factor. A ello hay que sumarle las políticas de ajuste implementadas por nuestro propio gobierno.
La clase trabajadora, por ejemplo, perdió en la puja distributiva y se produjo una nítida transferencia de recursos del trabajo hacia el capital, con especial énfasis desde finales de 2020. Si comparamos el salario real promedio de los trabajadores registrados del bienio 2018-2019 con el mismo valor promedio del período 2020-2021, la caída fue del 8%. Este atraso del salario explica que el excedente empresario haya captado más de 3 puntos del PBI adicionales respecto del gobierno de Macri. Desde finales de 2020 el excedente empresario se recuperó en términos reales, mientras la masa de salarios perdió valor real.
Volvemos al inicio, entonces: ¿Unidad para qué política? ¿Unidad que garantice la transferencia de recursos desde los trabajadores hacia el capital? ¿Unidad que rompa el contrato electoral y en la que los trabajadores resultan perjudicados?
Queda claro: no estamos ante un problema de moderación o intensidad. El problema es de orientación de las políticas.
La unidad del gobierno del presidente Alberto Fernández y de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner nació alrededor de un decidido proyecto de crecimiento con distribución e inclusión social. Ese es el proyecto que nos convoca y que nos moviliza. Es unidad, sí: pero para llevar adelante un programa de transformaciones.
En el contexto del acuerdo con el FMI, y de sus previsibles presiones trimestrales, resulta imprescindible dinamizar las instancias institucionales de debate, movilización y búsqueda de acuerdos en el Frente de Todos. Como se dijo en estos días: “Las diferencias que tenemos entre quienes debatimos cuál es la mejor manera de resolver este problema son infinitamente menores de las diferencias con quienes generaron este problema”.
Tenemos una nueva oportunidad. Esta vez hay que ir a fondo: con institucionalidad y con decisiones consensuadas entre los integrantes de la coalición. Todos y todas juntos para sostener la utopía de una patria justa, libre y soberana.
Lo afirmó de modo muy contundente Néstor Kirchner: “Todos hablan del consenso, de todos juntos. Sí, todos juntos, pero ¿para qué? ¿Todos juntos para hacer un acuerdo de espaldas a la gente para mantener la burocracia política? No.
Todos juntos para transformar la Argentina, para renunciar a privilegios, para construir lo que nuestro país necesita. ¿Todos juntos para decir que hay que renunciar a principios que son fundamentales para construir este país, todos juntos para bajar banderas? No. Todos juntos para sostener banderas, para sostener principios, para sostener las utopías que creyeron toda la vida y que sostuvieron nuestro inmortal conductor Perón y la inmortal Evita que era la llama viva del cambio permanente. Para eso todos juntos”.
La correlación de fuerzas no es una foto. Es una construcción social, un devenir dinámico y endógeno. No es un dato exógeno de una ecuación a “resolver”. Un elemento central en la constitución de la correlación de fuerzas son las propias acciones y posicionamientos. Analizar esa correlación de fuerzas sin incorporar cómo modificarlas es un mecanismo conservador que inmoviliza. Las políticas públicas rupturistas de un orden injusto e insustentable no son irracionales e infecundas; son las que mejoran la vida de nuestro pueblo, fortalecen la base material de nuestra economía y expanden los grados de libertad de la Patria.
La obligación de la política nacional y popular es expandir el campo de lo posible y no al revés: a partir de la definición de lo posible, sostener el statu quo.
Hay muchos ejemplos latinoamericanos que demuestran que las correlaciones de fuerzas económicas, sociales y políticas no son un “hecho natural”, fijo y establecido para siempre. Mencionemos sólo el del compañero Néstor Kirchner: asumió el gobierno con el menor porcentual de votos de la historia argentina y una “correlación de fuerzas” mínima a su favor. La respuesta popular a cada una de las medidas de gobierno fue construyendo una nueva correlación de fuerzas que habilitó un período de 12 años de continuidad del gobierno nacional-popular y la concreción de decenas de políticas que mejoraron ostensiblemente los niveles de vida de nuestro pueblo y ampliaron derechos como nunca antes, desde el gobierno del primer peronismo con Perón y Evita.
Esta perspectiva de una “correlación de fuerzas negativas”, que condicionan las posibilidades de llevar a cabo medidas de profundización de un modelo nacional- popular, se transforma así en una puerta de justificación que –con sus más y sus menos- favorece el statu quo, lo que en nuestras sociedades significa el mantenimiento de la inequidad, la desigualdad y el incremento de la pobreza. Y de allí surge la idea de que, lo que debe primar en el Frente de Todos a cargo del gobierno, es la moderación en la toma de definiciones políticas.
El concepto “moderación” es por demás riesgoso para cualquier gobierno popular latinoamericano. En primera instancia, porque todos los gobiernos de carácter nacional-popular deben enfrentarse cotidianamente con elites que aplican todo el tiempo la lógica de la desmesura política. La experiencia histórica de este Siglo XXI en América Latina nos indica claramente que, de manera precisa, aquellos gobiernos nacional-populares que aplicaron medidas que iban en contra de la lógica “moderada”, fueron no sólo los que más cambios positivos lograron, sino los que mayor apoyo popular tuvieron: Néstor y Cristina Kirchner, Hugo Chávez, los dos mandatos de Lula Da Silva, Rafael Correa, los gobiernos de Evo Morales.
No parece que sea útil apelar a unidades de medida. Es decir, definir al otro según las cantidades de moderación con la que cuenta y, a partir de allí, delimitar el espacio político “extremo e irracional” que es necesario separar o marginar. Ello supondría trasladar al interior del Frente de Todos, las prácticas estigmatizantes utilizadas por el macrismo contra Cristina Fernández de Kirchner y el Kirchnerismo.
¿Es posible negociar con el poder real y las derechas desde la búsqueda de consensos basados en la idea de una moderación “compartida”? No pareciera ser el caso en estos dos años de experiencia de gobierno de nuestro Frente de Todos: la respuesta a propuestas políticas moderadas (acuerdos de precios, control cambiario, congelamiento de las retenciones, por ejemplo) y, aún, a políticas imprescindibles –por ejemplo, las políticas de cuidado y vacunación durante la pandemia global – contaron con la oposición brutal y desmedida de las derechas.
¿Cuáles fueron los consensos logrados de este modo? ¿Cuál es, entonces, la mejor estrategia para enfrentar en el contexto latinoamericano a las fuerzas de las derechas?
La lógica de la moderación y la correlación de fuerzas negativa nos lleva a una paradoja circular: si los gobiernos toman medidas “moderadas”, entonces ganarían en gobernabilidad frente al poder real. El problema es que la moderación deja a los dos sectores en pugna –el poder real y los sectores populares- en situación de descontento: las elites de derecha y el establishment leen la moderación como debilidad de los gobiernos populares y, en vez reducir la presión política, la incrementan. A la vez, los movimientos sociales, los partidos políticos y los sectores populares sienten y viven –en el caso de los más vulnerables- la situación de que la vida cotidiana no les ha mejorado sustancialmente desde la llegada de un gobierno popular al poder.
Cuando en el año 2019 la compañera Cristina ideó y convocó a la construcción de un Frente de Todos como herramienta electoral para derrotar al más crudo neoliberalismo, se dirigió a todas las fuerzas del campo nacional-popular. La razón de ser de ese Frente de Todos no era, claramente, sólo derrotar al macrismo sino reponer e incrementar las políticas de derechos e inclusión de los 12 años de gobiernos nacional-populares movilizando al pueblo y nunca moderando sus demandas o “mandando a desensillar hasta que aclare”. La discusión, desde nuestro punto de vista, es sobre la orientación de las políticas públicas que deben expresar la unidad de las fuerzas que integran el Frente de Todos.
Se sale con más política y no con más encierro.
Se sale compartiendo con el pueblo el conocimiento de las dificultades: enfrentándolas y no eludiéndolas.
Se sale convocándonos todos y todas a un proceso de discusión pública fecundo y fraterno.
Teresa Parodi, Eduardo Basualdo, Liliana Herrero, Roberto Salvarezza, Adrián Paenza, Cynthia García, Alberto Kornblihtt, Rita Cortese, Fernando Borroni, Noe Jitrik, Andrea Varela, Victoria Onetto, Carlos Rozanski, Araceli Bellota, Rubén Dri, Artemio López, María Pía López, Daniel Tognetti, Roberto Caballero, Julia Mengolini, Alejandro Kaufman, María Sondereguer, “Mempo” Giardinelli, Marcelo Figueras, Gustavo Cirelli, Telma Luzzani, Andrés Asiain, Cynthia Ottaviano, Eduardo Rinesi, Jorge Elbaum, María Seoane, Carlos Barragán, Luisa Kuliok, Carlos Ciappina, Pablo Manzanelli, Martín Piqué, Silvia Delfino, Juan Martín Gené, Sandra Russo, Glenn Postolski, Rosa Bru, Conrado Geiger, María Quintero, Diego Hurtado, Raquel Robles, Juan Diego Incardona, María Sucarrat, Flavio Rapisardi, Ayelén Sidún, Mariano Hamilton, Viviana Vila, Sebastián Fernández, Ernesto Bauer, Juan Pablo Olsson, Paula de Luque, Julio Ferrer, Lalo Painceira, Marina Glezer, Julián Saud, Juan Alonso, Francisco “Paco” Oliveira, María Roqueta, Alejandro Montalbán, Marina Arias, Marcelo Camaño, Susana Martins, Juan Valerdi, Eduardo Dvorkin, Marcelo Ruiz, Daniel Bello, Félix Requejo, Rolando González José, Adriana Serquis, Eduardo de la Serna, Jimmy Herrera, Tony Fenoy, Graciela Vazan, Ricardo Carrizo (Curas en Opción por los Pobres), Carlos Gómez (Curas en Opción por los Pobres), Rafael Villegas, María José Castells, Colectivo de Teología de la Liberación Pichi Meisegeier, Carta Abierta La Plata, Pablo Llonto, Stella Escobar, Sebastián Palma, Mónika Arredondo, Mauricio Erben, Daniel Escribano, Cristian Weber, María Bernarda Tinetti, Pedro Dehleye, Ximena Talento, Luis Zarranz, Siro Colli, Liliana Viola, Emanuel “Peroncho” Rodríguez, Sergio Ranieri, Gustavo Bulla, Ricardo “Kiko” Cerone, Celeste Abrevaya, Julio Reta, Juan Montes Cato Verónica Baston, Pablo Bilyk, Raquel Márquez, Pablo Antonini, María Cabrejas, Alejandra Cebrelli, Juan Guzmán, Julia Narcy, Diego Conno, Julia Saud, Facundo Ábalo, Diana Rogovsky, Mauro Beltrami, Marcela Di Croce, Guillermo Clarke, María Cristina Demo, Ricardo Plazaola, Luis Schinca, Claudio Panella, Patricia Berrotarán, Fabio Prado González, Fabián Bertero, Cintia Rogovsky, Martín Daniel Castilla, Alicia Sarno, Omar Musa, Mag De Santo, Lucas Ayala, Guillermo Pilía, Flora Ferrari, Duilio Lanzoni, Carlos Schmerkin, Guillermo Wierzba, Ignacio Velez, Silvio Schneck, Aurelio Narvaja, Ilda Lucchini, Jorge Barbeito, Ursula Asta, Ana Berezin, Carlos Vargas, Mirta del Campo, Maximiliano Coria, Mirna González, Luis Freire, Eleonora Artigas, Juan Artigas, José Slimobch, Victor Portnoy, Monika Aredondo, Cristina Pilar Bejar, Mirta Botzman, Claudia Albertal, Fabian Gatica, Gustavo Zurbano.
/lagarciared.ar

NacionalPolítica & Economía
Banderazo en Parque Lezama en apoyo de Cristina Kirchner

Frente al megaoperativo de Seguridad que el Gobierno montó en San José 1111, la concentración pasó a realizarse en el auditorio del parque. CFK reapareció a través de un audio en el que criticó a Patricia Bullrich y las políticas de Javier Milei.
El banderazo en apoyo a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner comenzó esta tarde en Parque Lezama. Los militantes se congregaron allí por pedido de CFK, quien a través de un mensaje en X solicitó que no hubiera una concentración en San José y Humberto I, donde cumple arresto domiciliario. Una vez más, la exmandataria se dirigió a la militancia a través de un mensaje grabado.
Con fuertes críticas a la política de ajuste de Javier Milei y el aumento de la deuda externa, Cristina aseguró que «este modelo tarde o temprano se cae». «Solamente en las obligaciones fiscales, se llevaron fangotes de lo que corresponde a provincia. Salud, educación, no construyen obras públicas, no hacen nada que sea responsabilidad de gestión del Estado. Así cualquiera tiene superávit», dijo.
En un audio, CFK contó cómo fue el operativo de seguridad que montó el Gobierno en la puerta de su departamento y dijo que le recordó a lo que sucedió frente a su casa en Recoleta en 2022, días antes del intento de magnicidio. «No imaginé que estaban haciendo lo mismo porque uno no se imagina que la gente hace dos veces la misma estupidez», afirmó.
Como hizo más temprano a través de sus redes sociales, la expresidenta volvió a criticar a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a quien calificó como «una fracasada». «Esa mujer nefasta es capaz de cualquier cosa, su historial lo demuestra. Integró todos los gobiernos que le generaron problemas al país, el de De la Rúa, el de Macri y ahora el de Milei», enumeró.
La expresidenta contó que el operativo se montó sin orden judicial y con el objetivo de «generar conflicto y caos». Por esa razón, al final de su discurso le pidió a la militancia que no vuelvan a su domicilio de la calle San José: «Como hicimos una cosa muy linda en Parque Lezama, nos despedimos ahí y no vengan acá que están los cabezas de tortuga con escudos y cosas feas».
/P12
NacionalPolítica & Economía
Javier Milei encabezó el acto por el Día de la Bandera: «Durante años la política utilizó a las FFAA como un chivo expiatorio»

El Presidente exhibió su discurso en el Campo de Polo de la Ciudad de Buenos Aires. Allí se expresó junto a miembros del ejército y de la iglesia.
El presidente Javier Milei encabezó este viernes el acto por el Día de la Bandera en el Campo Argentino de Polo, conmemorando el 205 aniversario del fallecimiento de Manuel Belgrano. Allí brindó un discurso para quienes ingresan al ejército y en compañía de representantes de la iglesia.
Además, el mandatario estuvo acompañado por todo el gabinete de ministros en el barrio porteño de Palermo. Para diferenciarse, la vicepresidenta Victoria Villarruel viajó a Rosario para participar del acto en el Monumento a la Bandera, donde tradicionalmente suelen asistir los jefes de Estado.
El discurso de Javier Milei
En su discurso, el Presidente reivindicó el rol de las Fuerzas Armadas (FFAA) y cuestionó políticas previas en relación a la defensa: «Durante años, la política utilizó a las Fuerzas Armadas como un chivo expiatorio para justificar la reducción del gasto en defensa, bajo el argumento de que los uniformados eran los malos y los grandes culpables de la decadencia nacional».
«Desatendió las necesidades del país ante las nuevas amenazas que surgían a nivel global. Como si fuera poco, en paralelo se llenaron la boca hablando de soberanía, como si la soberanía fuera a agrandar el Estado con un fin en sí mismo, en lugar de asegurar la prosperidad de su pueblo», continuó.
Asimismo, calificó esta situación como «una verdadera deshonra para aquellos que forjaron nuestra Patria poniendo en juego su vida durante las guerras de la Independencia y marcaron el punto de partida para la libertad de los argentinos. Esto que digo no son meramente palabras: es lo que construimos con cada una de las decisiones que tomamos en materia de defensa, y esperamos que ustedes obren a conciencia de las mismas«.
«Es por eso mismo que buscamos grabar estas bases en la historia de la nueva Argentina, porque sabemos que en el día de mañana nosotros no estaremos, pero la relación entre los argentinos y sus protectores deberá mantenerse inmaculada. Es necesario que los argentinos puedan hacer su vida y descansar tranquilos por las noches, sabiendo que hay héroes velando para que estén a salvo», añadió.
El mensaje para los ingresantes al ejército
El Presidente también le habló de forma directa a aquellos soldados presentes en el lugar. En ese sentido, felicitó «a todos los cadetes, aspirantes y soldados voluntarios que hoy juran la bandera en este acto solemne, así como lo haría también el personal de todas las unidades militares que juraron en el día de hoy a lo largo y ancho del país».
«Es un orgullo para mí cumplir el rol de Presidente y Comandante en Jefe de nuestras Fuerzas Armadas. Por eso, quiero agradecerles en nombre de toda la ciudadanía por la valiente decisión que tomaron al unirse a nuestras fuerzas», subrayó.
«Esta decisión deberá ser refrendada y honrada a diario en el ejercicio de sus funciones, sabiendo que ponen en riesgo sus vidas para cuidar a todos los argentinos, lo que constituye el más noble de los servicios a la Patria», sostuvo el mandatario.
Posteriormente, esgrimió: «Quiero también hacer un reconocimiento aparte a sus familias e instructores, quienes los acompañaron en todo su proceso de formación. La reconstrucción del país no solo tiene como pilar a nuestra Fuerza, sino también a las familias argentinas, de las que se nutren y a las cuales juran proteger».
«Queridos cadetes, aspirantes y soldados: ustedes son el futuro de la Patria. Tomen el ejemplo que nos legó Belgrano y hagan lo suyo frente a las adversidades que nos depara el futuro, porque en un mundo cambiante las nuevas amenazas no se circunscriben exclusivamente al campo de batalla, sino que los pondrán a prueba de manera física y mental, de formas que aún no imaginan y para las cuales deberán estar preparados», culminó Milei.
/ámbito
NacionalPolítica & Economía
Cristina de Kircher: «¿Habrá Códigos Penales y Procesales especiales redactados únicamente para mí?»

La expresidenta denunció nuevas restricciones impuestas por el tribunal que lleva su causa, que limitan sus visitas a un círculo cerrado y exigen autorización previa para cualquier otro contacto. “Se me aplica un régimen que no rige para nadie más”, afirmó.
La expresidenta Cristina de Kirchner volvió a criticar al Poder Judicial y anunció que sus abogados presentaron un recurso para que el tribunal revea los permisos previos de su círculo para poder visitarla. En un mensaje en redes sociales denunció un «régimen de exclusión arbitrario» que restringe su vínculo con el mundo exterior, más allá del núcleo familiar, legal y médico.
“Ayer, el Tribunal tuvo que aclarar que puedo salir al balcón de mi casa”, señaló la exmandataria. Según afirmó, la justicia le impuso un protocolo de visitas que limita el acceso a su domicilio solo a familiares directos, abogados y médicos, mientras que cualquier otra persona que desee visitarla deberá presentar previamente una solicitud formal al Tribunal y esperar su autorización.
Cristina calificó el mecanismo como un régimen “violatorio de los más elementales derechos civiles” y subrayó que estas condiciones no se aplican a otros ciudadanos en situaciones similares. “¿Habrá una Constitución y Códigos Penales y Procesales especiales, redactados únicamente para mí y que nunca me enseñaron en la facultad?”, ironizó.
En la víspera el tribunal confirmó que puede utilizar el balcón, pero ordenó la colocación de la tobillera electrónica que se concretó durante la tarde.
Además de cuestionar la judicialización de su vida personal, la exvicepresidenta también dejó entrever críticas a la restricción de sus derechos políticos: “De mis derechos políticos, mejor ni hablemos… te la debo”, escribió.
/ámbito
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